CAPÍTULO XXIV. EL MITO OCCIDENTAL DE LOS "JINAS"

La Magia Blanca y la Negra repartiéndose el imperio del mundo. - Iniciados y sacerdotes. - A la Teogonia primitiva sucedió la adoración de los hombres divinizados, a veces perversos. - Sófocles, Epifanio y Cedreno. - Los titanes contra Saturno. - Jehovah-Jove, dios inferior de la generación. - ¡Las almas carecen de sexo!- Persia y el paganismo. - El "Chronicon alejandrino". - Cómo naciera el mito de Júpiter. - Correlaciones entre el mito nórdico, el griego y el persa. - Ocultación de la primitiva Sabiduria jina. - Osiris-Tiphon.- Los jinas se hicieron invisibles para los hombres adánicos. - Saturno-Israel. - Loa hombres divinos o "reyes-pastores". - El reparto de la tierra entre los tres hijos de Saturno. - El paraiso-jina de entonces o "Jardín de las Hespérides". - Héspero-Hércules, después de haber guiado a los hombres vuela al mundo de los jinas. - Maravillas jino-tartesias, según los clásicos. - Testimonio de San Agustin. - Sumisos y rebeldes. - Los titanes ibéricos. - Hércules es un titán jina.La radical tan en la toponimia universal. - Nisa. - La saeta mágica de Hércules y la brújula. - Los famosos "bueyes del sol" fueron los primitivos navios o "esciphos". - El mito de Hércules encierra en sí toda la historia primitiva.

Para hacerse perfecto cargo de cómo pudo pasar la Religión Natural o Primitiva Sabiduría jina hasta el degradado estado religioso conocido con el nombre de Paganismo y Mosaísmo, es preciso que nos remontemos a las últimas épocas de la Atlántida, cuando, como en tomos anteriores llevamos dicho, la dicha Sabiduría se dividió en los dos Senderos de la Diestra, o Magia Blanca, y de la Siniestra, o Magia Negra, que, desde entonces, como la Inercia y el Movimiento, se reparten el imperio del mundo.

En efecto, los partidarios de este último sendero de perdición crearon un sacerdocio con el exclusivo objeto de aplicar las altas Verdades primitivas a sus particulares egoísmos, cual a "lobos con piel de oveja", según la divina frase evangélica, en daño de las clases menos evolucionadas que les seguían. Los otros, los Iniciados, en cambio, hicieron cada vez más secretas o esotéricas aquellas Verdades, creando los Misterios. Los unos, desde entonces, dividen para vencer, mientras que los otros unen para resistir al tenor del único Dogma Humano, que es el de la universal FRATERNIDAD" proclamada por esos Seres Superiores o Hermanos Mayores de las Razas que se han llamado Melchisedec, Rama, Krishna, Zoroastro, Hermes, Odín, Arjuna, Hércules, Orfeo, Sanconiaton, Moisés" Sinto, Confucio, Buddha, Jesús, etc., o sean los Tirtankaras de los jainos; ""Buddhas de la Confesión", según consta en los Anales tibetanos y mogoles.

Dada, pues, la creciente y necesaria ocultación de aquellas Verdades, el campo histórico, único que conocemos (y pésimamente, por cierto), quedó, como era natural, aparentemente por aquellos. A la Teogonía de los dioses y semidioses substituyó la de los héroes, quienes, lejos de ser considerados como discípulos y continuadores de la obra redentora de aquéllos, han sido eumerizados más y más, hasta ser objeto de un culto grosero  . Para complemento de la nefasta obra a muchos "héroes del mal" se les reputó como seres divinos, precipitando la caída, y a los viejos Maestros, en fin, se les cambió el nombre, haciendo de sus simbolismos trascendentales "cosas reales y tangibles"; quiero decir, cosas humanas, en lugar de superhumanas o divinas. Es cuando la Virgen Astrea, o Justicia de las Edades de Oro y de Plata, huyendo de la maldad de los hombres, hubo de retirarse al "mundo de los jinas", y ese Tercer Ojo de Dagma" del Cíclope o de la glándula pineal con el que dicho mundo es visible, cesó de funcionar, quedando sólo sus primitivas videncias como "intuición genial o jina", no sin que ese mismo y perverso mundo inferior en el que yacemos, como verdaderos ciegos de aquel supremo Ojo, le siga denigrando desde entonces con el equivocado epíteto de "fantasías". Los titanes inferiores así sublevados, según reza el mito" lograron desterrar a Saturno o Jano de la Tierra, Tierra feliz entonces y desde entonces, desgraciada, con el dolor, la enfermedad y la muerte como triste herencia del Pandaura o Pandora.

Atlas, o sea la Mala Magia atlante, se sublevó así, según la Mitologia grecorromana, contra Jano-Saturno, desterrándole del cielo, del cielo humano se entiende, y entronizando en su lugar a Júpiter, Io-pitar "el padre de Io", en nominativo, y en genitivo lové o lod-eve, es decir, el emblema jehovático de lo masculino y de lo femenino, o símbolo, no ya de la Emanación y del Dios Desconocido y sin Nombre de los tartesios y demás primitivos, sino de la Generación, acto augusto al que debemos la vida física, pero puramente animal o inferior, como claramente indica el Evangelio, al decir (Mateo, XXII) que "en el otro mundo no se vive ya como hombres y mujeres, sino como ángeles en el cielo", dado que allí la evolución animal o del sexo queda absolutamente abolida o trascendida.

Persia, por el larguísimo tiempo que en ella imperaron los magos, antes de pasar al estado guerrero o militarista con que se nos presenta en la historia antigua, es acaso el país que mejor conserva estas tradiciones de las postrimerías atlantes, pudiendo, por consiguiente, sus leyendas explicar muchos puntos obscuros del paganismo mediterráneo que conocemos. Un historiador español, cuya obra está casi perdida, el doctor Francisco Javier Manuel de la Huerta y Vega, en su España primitiva o Historia de sus reyes y monarcas desde su población hasta Cristo  , nos da acerca de esto los detalles más peregrinos e imprevistos.

Dicho sabio, al cantar las antiquísimas glorias atlante-hispanas de nuestra Península, nos hace el historial de Saturno y de los primeros reyes de Asiria, Asur o Asura diciendo, con cargo al folio 85 del Cronicón Alexandrinus:

"Saturno tuvo por hijo a Pico, al cual sus padres, por el planeta de su nacimiento, llamaron Júpiter. Tuvo también Saturno otro hijo llamado Nino y una hija llamada Hera o luna, a la cual, por gracia, llamaron Némesis conyugal, porque quería lo bueno y lo justo. De ésta, Pico o Júpiter tuvo un hijo, al cual, por la celeridad y agudeza de ingenio, llamó Belo. Pero Saturno, dejando a Pico-Júpiter rey de Asiria y con él a su mujer Rhea o Semíramis, acompañado de muchas tropas y de otros generosos varones, pasó a Occidente".

Y añade luego: "Pico o Júpiter vivió 120 años y tuvo muchos hijos e hijas, de mujeres hermosísimas, a saber: Fauno, al que Júpiter llamó por el planeta Mercurio; a Hércules, y después a Perseo, de Dánae, mujer hermosa, hija de Acrisio Argivo, de la cual Eurípides, en su tragedia, dice que fué echada en una arquilla al mar; pero Brucio, el historiador, dice que ella fué encerrada en una torre que daba al mar, y que con mucho oro fué inducida por Pico o Júpiter para que se precipitase en aquél, de donde se apresuró a salvarla y robarla, pues era hermosísima".

En el párrafo copiado nos encontramos de buenas a primeras con unas cuantas cosas interesantes. Por de pronto, aquí vemos a un rey asirio e hijo de otro rey, eumerizado hasta hacerle a su muerte Señor de Cielos y Tierra, desposado con Hera, Jana o Juno, como el Wotan nórdico wagneriano está desposado con la terrible Frika o Frigia, la también Némesis conyugal, enemiga irreconciliable de la raza de los welsungos, rebeldes o jinas, como se ve en La Walkyria. De este monstruoso matrimonio nació Bdo, que es a quiennuestros historiadores reputan como primero de los reyes asiriobabilonios. También se ve al primitivo Hermes egipcio o Herman, el Señor-Hombre transformado en Mercurio, o, como si dijéramos, "el dios de la curia", no ya el Dios Desconocido primitivo. En cuanto al robo de Dánae o Diana, la Luna argiva o de los argonautas, es por un lado, la paráfrasis parsi de la Sita o Tais del Ramayana, y el precedente para la leyenda grecotroyana del robo de Helena. Finalmente, acaso por error de transcripciones, el tal Pico no es sino nuestro legendario Picio, prototipo de la fealdad verdaderamente monstruosa de un rey o dios tan impúdicamente perverso como el Júpiter del Olimpo grecolatino. Sin embargo, entiéndase bien, estas nuestras interpretaciones teosóficas estaban harto lejos del pensamiento de Huerta y Vega, inclinado, como era natural en su época e ideas, más bien a interpretar a la inversa todos estos mitos, o sea haciendo "buenos" a los personajes malos, y recíprocamente  .

En cuanto al hecho de la ocultación de la Sabiduría primitiva, está él muy bien narrado por Huerta y Vega, respecto de otro país tan ligado en la remota antigüedad con la Persia, o sea el Egipto, confirmándolo con las correspondientes citas de los clásicos, altamente significativas, como todas las suyas, puesto que dice:

"Los sacerdotes egipcios y muchos poetas dicen que, habiéndose juntado muchos dioses en Egipto, vino también allí de repente Typhon, acérrimo titán gigante y muy enemigo de los dioses, de cuyo temor poseídos ellos se convirtieron en otra figura: Mercurio, en Ibis; Apolo, en el ave Treicia (cuervo), que es la grulla; Diana, en gato; Júpiter, en carnero; Baco o Pan, en cabrón; Juno, en vaca; Venus, en pez, por lo cual enseñan que los egipcios no permiten que aquellos animales sean violados, porque se llaman imágenes de los dioses. En el mismo tiempo dicen que Pan se arrojó al río y mudó la parte posterior de su cuerpo en macho cabrío, y así huyó de Typhon, cuyo pensamiento, admirándole Júpiter, colocó su efigie entre los astros", (Higinio, 1. 2, Astronomía). (Ovidio, 1. 5, Metam.).

Después de derrotados los gigantes por los dioses, la Tierra, indignada más agriamente. se mezcló al Tártaro y parió en Sicilia a Typhon que constaba de dos naturalezas: fiera y humana" (Apol. 1, 1).

“Typhon, con las colas de sus víboras, detuvo a Júpiter, y, quitándole las armas, le cortó los nervios de pies y manos, y poniéndole en sus hombro le llevó a Cilicia, donde le encerró en la cueva Corycia, y del mismo modo colocó allí los nervios cortados, ocultos en una piel de oso, y puso por guarda a una serpiente llamada Delphin que era medio mujer, medio fiera. Entre tanto. Mercurio y Pan" hurtando los nervios, se los restituyeron a Júpiter". (Apol. 1. 1) .

Esta serpiente Typhon, por último, es la serpiente Phiston o Pitón, de la que Nigidio escribe: "El Capricornio alcanzó honores inmortales en el tiempo en que Python tenía su cueva en el monte Tauro, y poseía el Egipto, pensando resistir a los dioses, a los cuales aconsejó, porque ni querían dejar la Tierra ni exponerse a la crueldad de Pitón, y así, cada uno a su arbitrio, mudó su figura en la que quiso: de bestia, ave, pez o ganado..." (Germánico César, in Aratios). "Huyendo, en fin, Typhon de Júpiter, se refugió en el monte Nysa; pero viendo que éste aún le perseguía, se refugió en la Thracia, y trabada allí la batalla arrojó, en su defensa. montes enteros, que fueron desechos por los rayos de Júpiter; y porque en aquel monte se derramó mucha sangre, se le llamó Hemus o Bal-kan". (Apolonio). "Júpiter lanzó también encima del titán Encelado al monte Etna" .

En las anteriores citas clásicas, que podrían multiplicarse hasta lo infinito" resalta el hecho originario de la idolatría o paganismo; es a saber: el adorar el símbolo (gato, perro, ave, etc.) como la cosa en sí y, no como sublime medio representativo de las verdades abstractas o trascendentes que ellos atesoraban: algo así como si se confundiese en patológica metonimia colectiva el continente por el contenido" la materia por la idea, la letra, en fin, que mata, por el espíritu que vivifica. al tenor de la profecía del tres veces grande Hermes Trimegisto, cuando dijo que llegaría un día en que los sagrados símbolos matemáticos del pasado serían tomados como ídolos, degradando así los Misterios de Isis. Otra cosa que claramente resalta es la de que ni los dioses (jinas) querían dejar definitivamente la Tierra, ni podían ya convivir como antaño con aquella humanidad pervertida y caída, por lo cual optaron por mudar de figura, es decir, retrayéndose de manifestarse, ocultándose bajo el velo iniciático de la Diosa, en espera de mejores días, cuya aurora presentimos ya en nuestro tiempo al comenzar a traducir semejantes símbolos augusto  .

Continuando con Saturno-Jano y los ataques de que fuera víctima por parte de los Titanes para destronarle, consignemos que tampoco pasó inadvertida para la perspicacia de Huerta y Vega la conexión degradada del Saturno grecorromano y persa con el Ievo, Jove, Iod-He-ve o Jehovah, o Sabaoth hebreo, puesto que más adelante dice: "A Saturno le llamaron los fenicios o sidonios Israel, según expresa Porphyrius (Apud Eusebium, de Preparatione, libro I, cap. X), y a todos los compañeros de Illo o Hylo, que es Saturno, se les llamó Elolium, como dice de Sanchoniaton el citado Eusebio  . Además, los tres patriarcas hijos de Noé (Enos o Saturno), llamados Sem, Cham y Jafet (o Iaphoetus) son los tres respectivos de Saturno, Neptuno, Plutón y Júpiter. Todos ellos reyes de Nínive y de Asiria, muy anteriores a Relo, a los que se refiere Diodoro, con sucesos astutamente omitidos, como siempre que juega su papel el falsificador Eusebio de Cesárea.

Por cierto que el reparto que de la tierra hiciesen dichos tres hijos de Noé-Saturno está referido en el Critias, de Platón, en estos términos:

"Cuando los dioses se repartieron la Tierra, tuvieron en cuenta la diversidad de regiones, porque no sería justo el pensar que los dioses ignorasen lo que conviene a cada uno de ellos, y se pusiesen a disputar para despojarse los unos a los otros. La justicia presidió, por tanto, a semejante reparto, dando a cada uno la comarca que le era más agradable, y en ella se establecieron, llevándose consigo los animales que les pertenecían, del mismo modo que los pastores su ganado, no haciéndose violencias personales, como los pastores, que conducen a palos a sus ganados, sino tratando al hombre cual animal dócil y dirigiéndole desde lo alto de la proa como con una especie de timón, es decir, con la persuasión que ejercían sobre sus almas, al tenor de sus vidas respectivas, pues esta y no otra es la manera como conducen a la especie humana toda. Así, las diversas comarcas pertenecieron a sus respectivos dioses, y fueron gobernadas por ellos".

En el citado "reparto" de la Tierra entre los tres hijos de Saturno, nuestra España, como península vecina al mar de la gran catástrofe, hubo de corresponderle a Neptuno o Poseidonio, que diera también nombre a la última isla del inmenso continente sumergido, frontera a "las columnas de Hércules", y el nombre de Poseidonis (del que po!' corrupción acaso se formó el de los sidonios o protofenicios) fué conservado por esos españoles de Libia tan relacionados, paleontológicamente, con los hombres de Cro-Magnón de nuestros antropólogos. Desbaratados, según Trogo Pompeyo (libro 44) los titanes enemigos de los dioses (o sea los titanes buenos, sublevados, a su vez, contra Júpiter) , se dice que "fueron precipitados al negro Tártaro", cuando en realidad fueron llamados los errantes o peregrinos (cometas), porque no hicieron, según Sanchoniaton (Huerta y Vega), sino retirarse al paraíso occidental de los llanos artesios, 00 sea ese iniciático Jardín de las Hespérides, que, sepultado y todo frente a Tánger, aún es un jardín submarino, cuya riqueza, en flora acuática, ha llamado grandemente la atención a telegrafistas nuestros, como mi sabio amigo don Luis Brunet, al hacer los sondeos preliminares para el tendido del cable transatlántico que une a la península con las islas Canarias o Atlantes, las también llamadas Islas Afortunadas, quizá por análogas causas  .

Hesiodo y Homero, entre los antiguos, y el vidente Verdaguer, entre los modernos, han cantado con plectro de oro las singulares bellezas de este paraíso de los jinas, centro iniciático donde los titanes, gloriosos partidarios de la Religión primitiva, hubieron de refugiarse, quizá durante siglos, en el rincón occidental del mundo y último resto de la perdida Atlántida, donde, custodiados por el Dragón de la Sabiduría (Lucifer, el Portador de Luz o Phosphoros), se conservaban "las manzanas de oro que daban la ciencia, el elixir de vida y la eterna juventud", fruta del bien y del mal, manzanas de Freya y de Eva, que también pueden dar la muerte con la perversidad necromante de los que desde entonces acá han empleado los dones celestes iniciáticos en contra de los supremos intereses de la Humanidad. Por eso, en la dedicatoria de La Atlántida, el santo de "Mossén Xinto" se entristece por no poder ofrecer ya flor ni fruto del sagrado naranjo, sino "sólo unas hojas de ese árbol", hermosísimas, sin embargo, y a las que acompañan como flor de divina inspiración las delicias de ese canto II en que describe el iniciático "Huerto"; del IV, en el que, así como Wotan hace de una de las ramas de ese "Arbol del Mundo" la sagrada "Lanza quiritaria de los Pactos", el Hércules hespérico planta cerca de Gades otra virgen rama, antes de partir en dos con su maza, martillo o tau los montes del istmo libio-ibero para abrir el estrecho y alzar las columnas de su nombre, y, en fin, del draga o "árbol de la mala magia" de su rival Gerión, que en el canto VII "llora sangre" sobre su tumba, mientras que en Gades retoña el huerto con todas las delicias que aún se recuerdan de los tartesios y de su rey y fundador Gadir o Gadírico, por otro nombre Emmelo, sucesor, según La Atlántida, de Platón, de Neptuno o Bósphoro (el conductor de la Vaca) y de Clitones, la hija de Atlas, prototipo este último de la sepultada raza que aún "sostiene el mundo sobre sus hombros"  .

Y buena prueba de las delicias de aquellos paraísos jinas, turdetanos y tartesios son las mismas palabras de los clásicos. Así, el juicioso Polibio, al cantar las maravillas del palacio de Menelao, no sabe comparadas con las de los régulos tartesios, "que en medio del atrio (cual vimos de los incas) tenían vasos de plata y oro llenos de ese vino de cebada" o cerveza, que también viéramos en los gallegos paraísos de los Tuatha de la verde Erín; Tito Livio los llama también régulos, porque dependían, como los de toda la comarca del Miño, Duero y Tajo, de los emperadores de la Atlántida (libro XXVII, cap. XXX) ; Diodoro Sículo (v. 2) hace el elogio del rico A urison, potentísimo rey ibero; el historiador hebreo josepho Gerionides (Ministerio, 1541), en su obra publicada en Venecia, formula sus escrúpulos acerca de que el robo que hizo Herodes de la mujer del rey de los hispanos cuando aquí vino desterrado, recuerda no poco a lo que con el rey de Egipto aconteciese a Abraham y a su esposa Sahara. Finalmente, San Agustín (De Civil. Dei) libro VIII) canta a su modo aquel paraíso diciendo:

"Antes de que se hallasen en España las venas de plata y oro, las guerras no existían, y muchos de sus hijos del país se consagraron al estudio de la Filosofía. Los pueblos vivieron seguros y quietos con santísimas costumbres; cada pueblo se regía por el Magistrado, nombrado cada año por los varones de más excelsa erudición y piedad. Las cosas todas se regulaban por lo bueno y por lo justo, no por el número de leyes, aunque se dice que hubo algunas escritas y de grandísima antigüedad, sobre todo entre los turdetanos. Los ciudadanos no tenían entre sí pleitos ni controversias, y si algunas había eran de la emulación en la virtud, la naturaleza de Dios, la razón y las buenas costumbres. Los hombres eruditos, en determinados días, controvertían públicamente de estas cosas, y también asistían mujeres a tales certámenes".

El resumen de cuanto venimos diciendo es que toda la historia clásico-latina de España, menospreciada hoy como fábula por desaprensivas gentes que tienen el don funesto de esterilizarlo todo, es que en toda la zona occidental de Europa, antes de llegarse a los tiempos que llamamos históricos, acaecieron colosales luchas religiosas como triste herencia de la Atlántida, las cuales están simbolizadas en las luchas de los Titanes, ora contra Urano, primero, ora contra Saturno, su hijo, ora, en fin, contra Júpiter, venciendo al primero y siendo vencidos por el último y aun por el segundo. Aquellos "hijos del dios Término" (el dios It o Ti, cap. X de De gentes del otro mundo) para los cultos vulgares equivalían y siguen equivaliendo a asuras, welsungos, philis-theos, daimontes, tuathas y demás enemigos de los dioses exotéricos, de los dioses-hombres, nacidos de mujer, de los que tan pródigo se mostró desde el primer momento el antropomórfico o idolátrico paganismo. Pero ellos, en verdad, representaban la espiritualidad, el deber, el sacrificio, la Ciencia-Religión primitiva o jina, frente a las pasiones inferiores del hombre, cada una de las cuales, loh, ceguedad humana!, tenía un dios, un animal, un altar y un culto. Desterradas las nobles gentes jinas en Persia e India, primero, en el Mediterráneo oriental y en Egipto después, como más o menos llevamos apuntado, aún perduraron largos lustros en Occidente, a la manera del Sol, su imagen y su cuna (que diría Plutarco), quien cuarldo se oculta en aquellos países, aún sigue alumbrando algunas horas después en éstos, mientras Véspero (el planeta Venus en su elongación a la izquierda del Sol) todavía perdura entre tanto en aquéllos, recordándoles ¡;'elancólico el Sol que ya no luce para ellos y sí para los otros. . .

y tan inmensa y decisiva fué esta influencia. que de Titanes y Titania derivan todos los más viejos nombres ibéricos: Lusitania, Carpetania, Turdetania, Aquitania, Britania, Mauritania, Tingitania, Edetania, ]acetania, Suesetania, Igeditania, Auritania, Contestania, Iliberitania y otras más. Pero como los tales rebeldes Titanes provenían de sangre ario-atlante de la Buena Ley, y habían venido de Oriente a la Atlántida en los dos días postreros de ésta, antes los vemos en los Tanis de Egipto, rechazando según Anquetil los ataques más furiosos, y en los atenienses, cuyos heroísmos relatara el sacerdote de Sais, o Issa, a Solón, y que Platón nos ha transmitido en sus Diálogos. El mismo Libro de los Números (cap. XIII), los Psalmas (LXXVII) e Isalas (cap. XIX), nos hablan de tales Titamin, Tsoan, Zoan o Chohan, nombres a su vez que sirven de puente para entroncar todas estas rebeldías con las más viejas aún y ya cosmogónicas que se leen en las Estancias de Dzyan, comentadas por la Maestra H. P. B. .

El prototipo de los verdaderos titanes o jinas fué Hércules, personaje que parece establecer el lazo entre la prehistoria y la historia, la verdad pura y el mito que la oculta. Es el más divino de los héroes y el más heroico de los hombres, y puede asegurarse que en todo país y en todo rinconcito del mundo tiene un nombre, habiendo ya nosotros apuntado algunos de ellos en capítulos anteriores. A la cabeza de los testimonios grecolatinos sobre él están los de Hesiodo (Theogonía, v. 983), Justino (libro XLIV) y Cedreno (Annales, folio 16), quienes nos le presentan, según ya vimos, entre las gentes del Gaedhil y de la Galia como un mago (og-ma) y "como el primero que enseñó la Filosofía en su tiempo, por lo que sus contemporáneos le colocaron en el número de los dioses". Sigue luego el de Diodoro de Sicilia, quien, sin violar el secreto iniciático sobre el que tenía que guardar silencio, nos da simbólicamente las líneas generales de la vida del Adepto de este nombre, quien, con el verdadero de Hari-Kulas (de Hari, Sol, y Kulas; familia) figura en el Rajistán hindú (su país originario), y con el de Hari-Mukh (el Sol manifestado) aún da nombre a una de las altas cimas al norte de Kashmir o Cachemira, en recuerdo también del antiquísimo Hari-Mukh egipcio. He aquí, en resumen, lo que nos enseña Diodoro (libro IV) , y que Huerta y Vega nos transcribe:

"Se dice que Ammón fuérey de Libia, y se casó con Rhea, hija de Uranio   y hermana de Saturno y de los demás titanes; que, visitando el reino, se enamoró de una doncella muy hermosa, llamada Amalthea, y engendró en ella un hijo, insigne en la hermosura y fortaleza del cuerpo. A Amalthea la hizo señora de la costa vecina, que en la figura era semejante al cuerno de un buey, por lo cual se llamó Cuerno Occidental; y porque aquella región era fertilísima en viñas y otros árboles fructíferos, y estaba regida por una mujer, la llamaron Cuerno de Amalthea. Ammón, recelándose de Rhea, llevó al niño a la ciudad de Nisa, alejada de aquellos sitios, y para criarle oculto, eligió una isla rodeada por el río Tritón, cercada por todas partes de precipicios, y con una sola entrada muy difícil, que llaman Puertas de Nisa. En ella dió el niño, para que lo criase, a Nisa, hija de Aristeo, y a éste le dió el gobierno de la ciudad, para que, como varón sabio y erudito, evitase las asechanzas de su madrastra Rhea, y la custodia del niño la entregó a su hija Minerva, que, poco antes, había engendrado junto al río Tritón, por lo cual fué llamada Tritonia  ."

Diodoro prosigue: "Que educado en Nysa e instruído en la enseñanza, no sólo fué excelente en la hermosura y el valor, sino también por la invención de muchas cosas útiles a la vida humana". Entonces reinaba en Creta o Idea júpiter segundo o Lisanias. Este, dejando en la isla a sus hijos, pasó a la Arcadia, en donde un tirano llamado Lycaon se alimentaba de carne humana. Derrotado éste, se retiró a los montes, desde donde prosiguió infestando el país con muertes y latrocinios. De una hija de este Lycaon, llamada Calixta, tuvo nuestro Lisanias un hijo llamado Arcas, del que tomó nombre la Arcadia.

Cuando Dionysio era un mancebo, enseñó a exprimir la uva y también a utilizar los demás frutos, según los terrenos. Airada Rhea de la virtud de Dionysio, intentó varias veces el quitarle la vida, pero, no habiéndolo logrado, se divorció de Ammón, pasó al bando de los titanes, sus hermanos, y se Casó con Saturno. Unidos los titanes con Saturno, dieron. la batalla a júpiter Ammón, y habiéndole vencido, se vió precisado a pasar fugitivo a Creta, en donde reinaban los Curetas, Allí se casó con Creta, hija del rey, y habiendo por ella heredado el trono, llamó a la isla Idea, Creta, del nombre de su mujer  .

La saeta de Hércules, continúa diciendo Huerta y Vega, no es sino la aguja magnética con la que se guió en sus expediciones marítimas, y de aquí el nombre clásico de ella, como piedra de Hércules o Heracles, piedra mágica, piedra magnesiana, etc., según Belonio (Observationes, II, 16) ; Cabeo (Philosophia Magnética, I, 6) ; Bunon (Ad Cluver, III, 30) ; Salmuth (Comentarios a Pancirol, I, 4) , y otros que pueden verse en Solórzano (De jure indiarum, I, 12), y en Pellicer (Lectiones Solemnes Aparato histórico, 11, 13). El escipho (esquife) es no un vaso para beber, sino la nave consabida de sus expediciones increíbles. (Macrobio, Saturnalia, V, 21, y Atheneo).

"Más de esto diré poco -añade-, de las antigüedades griegas, es a saber: que Hércules fué llevado en un vaso a la isla Erythrea de España, cosa que dicen Panyasis, ilustre escritor de los griegos, Pherecides, de Siria, maestro de Pitágoras y de Thales de Mileto, y cuyas palabras omito porque son más propias de la fábula que de la historia. Mi sentir es que Hércules atravesó el mar en un navío que tenía por nombre Escypho. De la misma suerte el Cántaro, el Carchesio y la Cymba, afirmamos ser nombres de navíos".

"Los bueyes del Sol, de Homero, que pacían en siete partes, son navíos que estaban surtos en siete playas de Trinacria. Los caballos de Aquiles, llamados Xantho y Balio, concebidos del Zéphiro y apacentados en el Océano, son navíos; los cuatro caballos de Héctor, alimentados de trigo y vino, demuestran ser navíos de víveres. Las yeguas de Diomedes, que pastaban de la Thracia al Peloponeso y comían carne humana, fueron armadas de piratas, como ya reconoció Eusthacio. Igual los caballos de Rheso de Thracia y las tres mil yeguas de Erichtonio, de Homero, El caballo Pegaso, de Belerophonte, navío fué, según lo indicó Palephato" (De non Credenda Fabulae Narration). Julio Pólux, en fin, en su Onomástica (lib. I, cap. In), dice: "Hay unas naves líbicas que se llaman carneros y cabritos, porque:: de sus pieles estaban forradas. Tal debió ser también el Toro que robó a Europa... En cuanto a los curetes, son cretenses que acompañaron a Hércules. Su verdadera patria fué más bien la Arcania" (Hornero, Ilíada, 1, ver: 525; Apolodorus, lib. 1, pág. 29; Plinio, lib. 4, capítulo 1; Strab., lib. 10). "La Tartesia fué la nueva morada de los curetes, cuyo antiquísimo rey Gargoris fué el primero que halló el arte de cultivar la miel" (Justino, libro 44) .

"Después que murió Hércules en España, se" deshizo su ejército, compuesto de muchas naciones. Los persas, medos y armenios, que pasaron Africa en navíos, ocuparon los lugares cercanos a nuestro mar; pero los persas fueron más adentro del Océano" (Salustio, De Bello Ingurtha, capítulo XVIII; Plinio, lib. 3, cap. XI; Estrabón, lib. 17; Ptolomeo, lib. 4, y Mela, lib. 3) . "Los persas o ario-hindúes que le acompañaron fueron los pharusios", añaden las notas del poema de Verdaguer, y Salustio confiesa paladinamente que aprendió en los libros púnicos de Hiempsal, rey de Numidia, todo lo relativo a los arios de Hércules cuando pasaron por Africa y en las costas del Mediterráneo acampaban bajo los cascos de los navíos vueltos al revés, y de aquí los edificios rústicos de los númidas llamados mapalia. Las navetas de las islas mediterráneas recuerdan aún esta forma, como el hórreo asturiano recuerda al templo griego y a la cabaña lacustre.

Finalmente, quien desee hacerse perfecto cargo de todo lo que en lo humano (o sea en clave histórica) representa Hércules, que lea el hermosísimo pasaje de Luciano, copiado en la página 208 y siguiente de De gentes del otro mundo, páginas en las que damos una idea general de cómo en la remota antigüedad el mito de Hércules está conexionado con todo el mundo primitivo, porque acaso él no es sino el divino Shama o Shamana, el jina o "rey colectivo de todos los seres vivientes de aquí abajo, que recorrió el mundo entero instruyendo a los hombres en sus deberes respectivos, a cuyo efecto descendió desde su retiro de los montes Chaisagha (el monte de las saghas, urvalas o sibilas cainitas), y marchó primero hacia el Noroeste hasta la confluencia del Altock y del Sindh, donde edificó a Tapasya (¿la ciudad de la Devoción?) , y dirigiéndose luego al NO restableció las antiguas leyes y construyó sobre el Oxus a esa celebérrima ciudad de Bamián, cuyas ruinas y estatuas son aún hoy el asombro del viajero" como nos enseña Wilford (Assiatic Researches, tomo VI, página 521) .

De ser cierto esto, tendríamos la más preciosa de las pruebas para enlazar todos estos capítulos de la historia humana primitiva con el capítulo VIII de esta obra, primero del consagrado al estudio de los jinas, y en donde, al tenor de las luminosísimas indicaciones de la Maestra H. P. B., ya vimos a los Lhas Espíritus o Shamanos, viviendo en un mundo jina, hoy para nosotros inasequible, pero que están siempre dispuestos, como Maestros de la Sabiduría, a venir, tutelares, hacia nosotros, siempre que, por el esfuerzo de nuestras virtudes y estudios, estemos dispuestos a recorrer heroicos como Hércules la mitad del camino o Sendero que nos separa de ellos.

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