CAPÍTULO II LA HIPERGEOMETRÍA Y LA SABIDURÍA ANTIGUA

Un poco de historia respecto de la hipergeometría y otro poco acerca de sus relaciones con ]a mecánica celeste y con las cronologías brahmánicas.- Nuestra injusticia para con el pasado sabio.- La opinión de un ingeniero español y su obra acerca de estos problemas.- Lo "Desconocido" y lo "Maravilloso positivo".- La ley de Causalidad en la Historia.- Dioses, demonios y hombres.- "Las Aves" de Aristófanes.- La electricidad y la vida.- Curiosos manuscritos chinos.- Las "Potestades del Aire" y San Pablo.

"Corresponde al inmortal Euclides, dice la obra antes citada, del P. Barbarín, la gloria de haber fijado los principios de la geometría usual. De Egipto, según Herodoto, pasó esta ciencia a Thales, Pitágoras, Platón y sus discípulos. En Alejandría luego, hacia el año 320 de nuestra era, enseñó Euclides la geometría que él mismo fundó bajo la protección de Ptolomeo, escuela que más tarde había de damos a Arquímedes y a Apolonio. El sabio redujo su ciencia a un mínimo estricto de postulados, nociones primitivas indemostrables, o axiomas... Aunque tales postulados resultan ciertos en la práctica, tenía que llegar un. día en que el espíritu de originalidad y de crítica se preguntase qué ocurriría si tales postulados no fuesen ciertos, o fuesen reemplazados por otro postulado de mayor amplitud generalizadora.               

"Semejante idea revolucionadora condujo a varios geómetras a concebir, hacia 1813, otra geometría, por ellos llamada ora astral, ora no euclideana, y en la cual se prescindiese del famoso "postulado de Euclides" que dice: "Si dos rectas situadas en un plano forman con una tercera recta que les corte dos ángulos inferiores del mismo lado cuya suma sea menor que dos ángulos rectos, aquellas rectas se encontrarán por este lado si se las prolonga suficientemente.. ." El propio Proclo, el primer comentador de Euclides (412-485), nos dice que aun en las mismas Escuelas de Alejandría y de Atenas el postulado era objeto de discusiones, añadiendo que no fueron nada felices los esfuerzos de Posidonius, Geminus y Tolomeus para su demostración. Iguales preocupaciones asaltaron a los árabes AI-Nazizi y Nasir-Eddin, y a los renacentistas Commandin, Clavius, Giordano, Vitale, Wallis, etc., quienes, influidos por el comentario de Prodo, se ocuparon del problema... Saccheri, Lambert y Taurinus tuvieron la curiosidad de averiguar lo que ocurriría si se dejase a un lado dicho axioma, y obtuvieron así ciertas proposiciones características de una geometría más general... Este último, por ejemplo; construyó su geometría logaritmo-esférica...

"Desde 1792, Gauss abrigaba la esperanza de vencer la quimera. Después de rechazar la tentativa de Bolyai (1804) para demostrar la existencia de rectas equidistantes, o sea hacia 1813, cortó de plano la dificultad, concibiendo un proyecto de geometría no euclídea, aunque exigiendo en 1824 a sus amigos, tales como Taurinus, la más absoluta reserva acerca de sus comunicaciones, ante el temor de que no fuesen ellas debidamente comprendidas.

" . . . Desde 1815, por su parte, Lobatschewsky se ocupaba también de las paralelas, y a partir de 1825 sus ideas se orientaron claramente hacia una geometría basada en la negación de la paralela única, y así escribió en 1830 sus Fundamentos de la Geometría; en 1837 su Geometría imaginaria..., y en 1855 su Pangeometría, con. junto de conocimientos a los que se ha denominado Geometría lobatschewsquiana, en honor a la infatigable perseverancia del sabio ruso.

"Pero vino por aquella época de Lobatschewsky, Juan Bolyai, quien, animado por los trabajos de su padre Wolfgang, en un apéndice al Tentamen de éste, puso de relieve las proposiciones del mismo respecto a la ciencia absoluta del espacio. Bolyai terminó su Appendix scientiam spatii absolute veram exhibens, construyendo un círculo equivalente a un cuadrado, y enunciando este inmortal dilema: "0 el axioma de Euclides es verdadero, o la cuadratura del círculo es posible."

"De TilIy, en fin, apoyándose en una idea de Cauchy, admite la acción de distancia como irreductible, y probó que las tres geometrías de Riemann, Eudides y Lobatschewsky son las tres únicas

posibles, y cada una de ellas lógicamente admisible, independientemente de las otras dos,"

Y, ahora, va de cuento.

Con ocasión del descubrimiento que hice de la última estrella temporaria aparecida entre la constelación del Águila y la de la Serpiente , tuve el honor de conocer al célebre aviador, matemático e ingeniero militar don Emilio Herrera, quien me dejó pasmado con los dos folletos suyos que relacionan la hipergeometría con la mecánica celeste. Vi, al punto, toda la genialidad del hombre que tal escribía y calculaba, y mi sorpresa fué mayor al notar que, con aquéllos, llegaba a conclusiones idénticas a las que, por ellado oriental, había yo llegado al estudiar (pág. 185, tomo 11 de mis Conferencias en América del Sur) las cronologías brahmánicas, cronologías en las que el ciclo de precesión equinoccial (25.'920 años) y el del perihelio (108.000) son meros módulos de las cifras siguientes, tomadas del Calendario Tamil:

AÑOS

Kali-yuga (edad del hierro actual). . . . . . . . . . . . . . .  . . . . . . . . . 432.000

Duiapara yuga (edad del bronce) . . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . . . . 864.000

Treta-yuga (edad de la plata, o lunar)    . . .  . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.296.000

Krita-yuga (edad del oro, o solar). . . . . . . . . . . . . . .  . . . . . . . . 1.728.000

Estos cuatro yugas forman el Maha-yuga, con. . .  . . . . . . . . . . 4.320.000

71 maha-yugas forman el reinado de un Manú

oNoé,de. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . . . 306.720.000

14 Manús son 934 maha-yugas o. . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . 4.224.080.000

Añadiendo 6 Sandhis, o reinado de entre-Manús,

dan cada uno mil veces la precesión equinoccial,

o sean. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . 25.920.000

El total de reinos e interregnos es de. . . . . . . . . . . . . . .. . .  4.320.000.000

O sea un día de Brahmâ, que con la Noche de

Brahmâ dan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . . 8.640.000.000

360 de estos días dan un año de Brahmâ, o . . . . . . . . . . 3.110.400.000.000

100 añós semejantes constituyen una edad de Brahmâ;

esto es, el Mahakalpa de. . . . . . . . .  . . . . . . . . . . . . . . . . .311.040.000.000

Cuál no habrá sido, pues, mi sorpresa al recibir de dicho sabio la carta, que, literalmente, dice así:

"Mi admirado y querido amigo: No esperaba que mi pobre y enrevesado trabajo tuviese la suerte de ser leído por usted con el interés que me demuestra su genial carta, carta cuyos conceptos entusiastas, hijos de su amabilidad y no de mis merecimientos, le agradezco profundamente. Desconociendo la literatura oriental, únicamente me propuse demostrar con este trabajo cómo en los problemas más fundamentales del Universo, como son los cosmográficos y cosmogónicos, las deducciones lógicas obtenidas por el cálculo puro concuerdan con las creaciones de la fantasía, las tradiciones, las religiones y los resultados de la observación. La lectura de su maravilloso libro me enseña, además, que las cosmogonías orientales también concuerdan con estas deducciones, pues que la revolución de cada sol con su sistema planetario alrededor de un punto de ecuador del espacio y la de este punto alrededor de otro situado en la línea polar; el período de revolución de nuestro sistema alrededor del punto ecuatorial, que, según las fórmulas de la hipergeometría y las constantes conocidas, resulta de unos trescientos millones de años, y la serie infinita de espacios giratorios de todas dimensiones deslizándose sin rozamiento cada uno de los demás órdenes superiores, y todos ellos de forma hiperelipsoidal, coinciden perfectamente con los conceptos orientales de sol. físico, sol ecuatorial, sol polar y Sol Central, con la duración del reinado de un Manú o tipo de Humanidad, con la teoria de las esferas cristalinas y demás que trata usted en sus "Conferencias teosóficas en América del S_r." Todo ello constituye una nueva prueba de la existencia de una Humanidad prehistórica, de cultura inmensamente superior a la nuestra, de que hablo en una de las páginas) de mi articulo.

En el párrafo final me he referido a las innumerables personas relativamente ilustradas que ignoran la existencia de la hipergeometria, ciencia exacta, parte de la matemática, de la que son casos particulares las geometrías del espacio y plana, y cuyos rigurosos cálculos analíticos permiten deducir, por ejemplo, que el hipervolumen de la hiperesfera de 20 dimensiones, de un metro de radio, es igual a π¹º/10! o sea (0,026 m.) . Muchos de estos señores han oído hablar del hiperespacio y de la cuarta dimensión como de una cosa que permite realizar actos sobrenaturales (según ellos), como son: la desaparición o aparición de un cuerpo en nuestro espacio o la salida de un objeto del interior de una caja herméticamente cerrada; por lo que suponen que la hipergeometría es cosa de brujeria y debe ser incluida en las ciencias ocultas .

Aparte de ello, estoy conforme con usted: primero, en la existencia del Ocultismo, puesto que negarlo equivaldría a afirmar el absurdo de la omnisciencia del hombre; y segundo, que la hipergeometría debe tener gran aplicación al Ocultismo, como la tiene a la mecánica celeste, a la química, a la física y, seguramente, a las ciencias biológicas y psíquicas, lo que, según supe, demostró usted brillantemente en su conferencia del Ateneo, a la que no pude asistir. por encontrarme ausente de Madrid.

Yo conozco muy poco o nada de la literatura filosófica oriental, porque mi profesión me ha obligado a dedicar mi tiempo preferentemente a determinadas ciencias de aplicación; pero infiera que hay mucho que investigar en ella en armonía con la ciencia de Occidente.

Se reitera de usted, entusiasta admirador y afectísimo amigo, q. b. s. m., Emilio. Herrera."

Los admirables folletos en cuestión, debidos al Sr. Herrera, nos enseñan, por su parte, cosas hondísimas, respecto a lo que llamar podríamos, al tenor de la carta dicha, "la moderna espiritualización de las cielos".

Dicen ellas así, y perdónenos el lector la extensa de la cita:

"Por lo poco que hasta ahora se ha podido observar acerca de las movimientos de las estrellas, sus direcciones y velocidades, la única consecuencia que parece deducirse acerca de la naturaleza de las fuerzas que las impulsan es que éstas no son de las llamadas newtonianas y, por tanto, no obedecen a la ley, hasta hoy sostenida por universal, de la gravitación. Aparte de esta, aun dentro de nuestro Sistema solar, se han notado en el movimiento de los planetas anomalías incompatibles con la exactitud de la ley newtoniana de la gravitación, fuerza cuya naturaleza permanece en el misterio, a pesar de las muchas teorías con que se ha intentado explicarla, de las cuales ninguna ha podida ser admitida como satisfactoria.

La mecánica estelar, probablemente, está también llamada a resolver en definitiva el pleito entre las geometrías euclidiana y no euclidiana, y a decidir sobre la tan discutida realidad del espacio de más de tres dimensiones, puesto que en esta ciencia, donde se estudian los movimientos de los cuerpos en las mayores extensiones posibles del espacio, es donde principalmente las propiedades de éste han de ser reveladas, pudiendo entonces decidirse si el espacio ocupado por nuestro Universo. es recto o euclidiana o curvo, en cuyo caso estará seguramente comprendido dentro de una extensión de orden superior.

La excesiva rapidez del movimiento de traslación de algunas estrellas, que ha llegado a apreciarse hasta de 325 kilómetros por segundo, según observaciones hechas en el Observatorio de Mouni Wilson

(E. U.), la que excede con mucho a la velocidad de 40 kilómetros por segundo, calculada por Newton como límite de lo que puede alcanzar un cuerpo sometido a la gravitación; el hecho de que la velocidad de las estrellas esté en relación can su edad; la distribución de sus movimientos en dos corrientes opuestas; la ausencia de centros atractivos capaces de causar estos movimientos, y otros fenómenos observados, difícilmente explicables par la ley newtoniana, demuestran que las estrellas están en cierto modo fuera de la ley de gravitación.

La posibilidad de que exista una extensión exterior al espacio que nos rodea no puede ser negada por otras razones de más fundamento que las que podría presentar la Humanidad, si careciera del sentido de la vista, para negar la existencia de la luz. El hombre sólo. puede percibir sensaciones que provengan del espacio de tres dimensiones que ocupa el éter y, por tanto, le es imposible imaginar que la extensión puede desarrollarse en otras direcciones distintas de las que sus sentidas le revelan, pero su inteligencia le demuestra que, existiendo las extensiones de una, dos y tres dimensiones, y no habiendo razones que nieguen la existencia de otras de órdenes superiores, es perfectamente lógico que esas extensiones, naturalmente incomprensibles para nosotros, existan también, habiéndose llegado a calcular la geometría de ene dimensiones, aunque únicamente como un alarde de la inteligencia humana que se siente capaz de determinar las propiedades geométricas de un mundo inaccesible a la imaginación y reconociéndose que este estudia no puede tener ninguna aplicación práctica, puesto que el mundo físico a que pertenecemos se desarrolla totalmente en un espacia de tres dimensiones independientemente de que haya o no una extensión exterior o hiperespacio, con el que, si existe, carecemos de todo medio de relación. Esta es la opinión generalmente admitida por las personas que se han dedicado al estudio de la hipergeometría.

El objeto de este estudio es presentar las razones con que creemos se puede demostrar que el contrario, el mundo físico conocido, está directamente relacionado con el hiperespacio, hasta el punto de que su existencia sería imposible si se redujeran a tres las dimensiones de la extensión. Para ello deduciremos las consecuencias que lógicamente se desprenden de la existencia del hiperespacio, haciendo notar la conformidad de ellas con los fenómenos observados en el mundo físico, la mayor parte de los cuales carecen de explicación satisfactoria si no se supone más de tres dimensiones a la extensión."

Después de una hermosa discusión analítica en la hipótesis de tres y de más dimensiones, el Sr. Herrera termina diciendo:

"1° La forma del espacio será la de una superficie de doble revolución. 2° Las acumulaciones y elementos materiales se atraerán aparentemente hasta una cierta distancia en razón directa de sus masas e inverso del cuadrado de la distancia. 3° Se formará una serie de sistemas compuestos de un núcleo central, alrededor del cual girarán otras masas que a su vez pueden ser núcleos de otros sistemas secundarios. 4° Además de los anteriores movimientos, cada masa tendrá otra de traslación, describiendo con velocidad uniforme una línea geodésica de la hipersuperficie en movimiento absoluta, cuyo movimiento, con relación a la rotación del espacio en las proximidades de cada uno de los dos ecuadores, es aproximadamente elíptica, teniendo. por centro el punto en que su plano corte al ecuador. Aparentemente, cada ecuador ejercería una acción atractiva que en sus inmediaciones sería directamente proporcional a la distancia y a la masa. 5° Se formará una acumulación de masas en las inmediaciones de los dos ecuadores, que irán aumentando a medida que los choques sean más frecuentes. Las masas muy distantes o la materia muy enrarecida no obedecen exactamente a la ley atractiva del número 2, pudiendo en algunos casos no atraerse cuando la distancia o la fuerza centrífuga de sus movimientos de giro sea suficientemente grande. La distancia a que se anula la fuerza atractiva es variable, según la dirección en que se considere.

Veamos ahora cómo estas consecuencias se relacionan con los fenómenos observados en el Universo: 1° La observación de algunos astrónomos que han encontrado semejanza de forma entre las constelaciones más remotas y las más cercanas pudiera constituir una prueba de la curvatura del espacio, siendo en este caso unas y otras constelaciones imágenes de la misma, cuyos rayos luminosos llegarían a nuestros ojos siguiendo en ambos sentidos una línea geodésica del espacio después de haberlo rodeado por completo; sin embargo, la inmensidad de las dimensiones del espacio hace poco probable que esta semejanza, si se comprobase, sea debida a la curvatura del espacio. De todos modos, aunque no exista prueba de la curvatura del espacio, tampoco la hay en contra, con tal de que el radio sea suficientemente grande. 2° Las leyes de la gravitación universal quedan explicadas en la segunda consecuencia con sus propiedades peculiares de propagarse instantáneamente y sin sufrir modificaciones a través de cualquier materia que se interponga. 3° La tercera consecuencia está de completo acuerdo con la hipótesis cosmogónica de Laplace, las leyes de Kepler y las teorías modernas sobre la constitución de la materia por electrones, girando alrededor de iones. Las vibraciones transversales y normales del espacio etéreo explican la propagación de la energía luminosa y electromagnética, pudiendo las ondas normales, o en el sentido de la cuarta dimensión del éter, originar modificaciones locales en la curvatura del espacio, que darían lugar a los fenómenos de las atracciones o repulsiones electromagnéticas, 4° Las velocidades de algunas estrellas, mucho mayores de lo que correspondería si obedeciesen a la gravitación, sus movimientos en dos corrientes opuestas situadas en el plano de la Vía Láctea, según las observaciones de Kapteyn, o según elipses muy alargadas cuyo eje mayor está en este plano, según observaciones posteriores, sin que haya podido notarse la presencia de ningún centro atractivo que produzca estos movimientos, quedarían explicados por la consecuencia cuarta. 5° La siguiente consecuencia concuerda perfectamente con las dos acumulaciones de materia que se observan en el Universo: una, de estrellas, en la Vía Láctea, y otra, de materia disgregada que forma el sistema de nebulosas, que parece independiente del anterior. Teniendo el espacio dos ecuadores que corresponden a dos movimientos de rotación distintos, de radio y velocidad angular diferentes, el ecuador que corresponda a la mayor fuerza centrífuga quedará rodeado de masas en que la atracción aparente y la cohesión de la materia será mayor, formándose así el conjunto de estrellas que constituyen la Vía Láctea. En cambio, la materia acumulada en el ecuador de menor fuerza centrífuga llegará a un grado menor de condensación y permanecerá en estado de nebulosa, del mismo modo que las masas situadas en regiones lejanas del primer ecuador. La región de la Vía Láctea más próxima a nuestro sistema solar aparecerá con el mayor brillo, y lo mismo debe ocurrir con la diametralmente opuesta, cuyos rayos luminosos deben llegar a nuestra vista formando un ángulo igual que los de la más próxima, por hacer la curvatura del espacio el efecto de lente convergente. En cambio, en las regiones perpendiculares a esta dirección, debe presentar la Vía Láctea un mínimo de intensidad. Todo esto se observa y se confirma, porque la dirección de las corrientes estelares mostradas por Kapteyn coincide, próximamente, con la dirección de las dos regiones más intensas del ecuador galáctico. 6° Por último, la sexta consecuencia explica en primer lugar la expansión de los gases y los fenómenos del estado radiante de la materia, que al llegar a un cierto grado de enrarecimiento y de calor (o sea fuerza viva interatómica) las trayectorias de los electrones pueden llegar a ser hiperbólicas en lugar de elípticas por debilitación o anulación de la acción atractiva aparente, debida a la excesiva separación de los elementos de masa.

Si una cantidad de materia rarificada está situada en la deformación debida a una masa y, por lo tanto, dentro de su acción atractiva aparente, las partes más próximas a esta masa sufrirán una aceleración mayor que las más separadas dándose lugar a un alargamiento de materia, que se irá pronunciando al irse acercando al foco de atracción. La cohesión de la materia será mayor en la parte más próxima, por ser allí menor el radio de curvatura negativo del espacio, lo que dará lugar a una condensación de la materia o núcleo en esta parte; en cambio, en dirección transversal a la acción atractiva, el radio de curvatura es positivo y decreciente hacia la masa atrayente, originando una rápida disminución de la cohesión en sentido transversal hasta llegar a la disgregación de los elementos de la materia a una distancia del eje longitudinal, tanto menor cuanto más próxima esté del extremo anterior o núcleo; en resumen, la materia enrarecida y atraída por un astro, tomará la forma que se observa en los cometas. La dirección de la cola marcaría la de la línea de máxima pendiente de la deformación del espacio etéreo, desviada por la velocidad de traslación del cometa, cuya dirección nunca coincide con la de dichas líneas, o sea que los cuerpos no pueden caer en línea recta hacia el centro atractivo, debido a la acción de la fuerza centrífuga complementaria engendrada por la rotación del espacio, lo que también se observa en el movimiento de los astros, sin que las leyes de gravitación, por sí solas, puedan dar la explicación,

. . . Si nuestra hipótesis llegara a comprobarse se demostraría que la Humanidad había incurrido, con relación al espacio, en el mismo error que sufrió con relación a la Tierra, considerada como plana e inmóvil durante muchos siglos, del mismo modo que el espacio es considerado también como inmóvil y recto, a pesar de que, así como la formación y propagación de los ciclones en la superficie terrestre constituyen una prueba de la rotación de la Tierra, los movimientos giratorios de los sistemas planetarios y de todos los conjuntos materiales del Universo parecen demostrar de igual manera su rotación.

Admitida como cierta esta hipótesis, cabe aún preguntar: ¿qué hay en el hipervolumen encerrado por el espacio curvo en que estamos? Y del mismo modo, ¿qué otras cosas constituyen el hiperespacio? La contestación categórica a estas dos preguntas sería muy atrevida, porque no hay datos en que fundarse; quizá el espacio curvo que constituye nuestro Universo no sea más que un elemento material que, con una infinidad de otros análogos, formen un cuerpo de cuatro dimensiones que a su vez esté situado en un hiperespacio curvo clásico, dentro de la extensión de quinto orden, y así hasta llegar a la extensión de infinitas dimensiones que las comprende a todas y en que, según se demuestra por la hipergeometría, se reproducen las propiedades geométricas de la extensión de cero y, por tanto, no será más que un punto matemático de otras extensiones de órdenes superiores, inconcebibles para la inteligencia del hombre,"

Gustosos seguiríamos transcribiendo, si no lo impidiese su mucha extensión, las notabilísimas deducciones que nuestro insigne aviador y matemático hace de su teoría respecto a las oscilaciones que las manifestaciones físicas y químicas de nuestro sistema deben experimentar al ser nuestro espacio físicoetéreo giratorio y elástico, cayendo así en las célebres adivinaciones orientales reproducidas por Platón, relativas a inviernos y veranos siderales en cada yuga, o sean períodos en los que el fuego solsticial de éste, decimos nosotros, pudo destruir por paroxismos volcánicos al tercer contingente terrestre -la Lemuria- hace unos cinco millones de años, y el mínimo invernal subsiguiente pudo anegar con sus aguas desbordadas a la Atlántida, todo ello veladamente aludido también en el capítulo LXV, v. 17 de Isaías, y aun en el Apocalipsis, respecto a "nuevos cielos y tierras nuevas", como si presintiéramos ya la unidad filosófico-científica de esos remotos tiempos, en los que la mítica Torre de Babel de nuestra soberbia ignorancia no hubiese confundido las lenguas, es decir, los pensamientos y las universales doctrinas primitivas. ..

En el problema del hiperespacio está la clave probable de todos los fenómenos llamados espiritistas, telepáticos, hipnóticos, etc., cuantos hechos de la historia tenidos, más o menos, por efectivos milagros, y que autores tan queridos como Flammarión han tratado de catalogar, bajo el rótulo de Lo Desconocido o Lo maravilloso positivo, como diría nuestro Estanislao Sánchez Calvo. No hay que decir también si ello puede ser clave, tanto para las pretendidas comunicaciones interplanetarias, cuanto para explicarnos la dificultad que tenemos hoy de comunicarnos con los muertos o con seres del otro mundo.

Observando atentamente la historia de todos los grandes descubrimientos -y cuenta que pocos serían más importantes como el que nos ocupa-, venimos a comprender que ellos han sido realizados por vía distinta de la que podríamos llamar religiosa, artística, espiritista ú estrictamente científica. Siempre la mal llamada casualidad, que no es sino "ley de causalidad" o juego de leyes que nos son desconocidos, es el alma de los más revolucionadores descubrimientos, como si los seres superiores, que invisibles actúan sobre nuestros destinos, "dejándose vencer por el esfuerzo del genio", otorgasen a su debido tiempo a la Humanidad, al tenor del juego de las leyes de la historia, el descubrimiento que precisamente la época necesita, descubrimiento mucho antes intuído, sin embargo, por genios al estilo del de Lope de Vega, adivinando la transmisión eléctrica, o el de Séneca presintiendo el hallazgo de América, etc., etc. Siempre, además, llega el descubrimiento anhelado, después de vencerse por la Humanidad una resistencia por demás extraña y a la que conviene consagrar unas líneas.

En efecto, los griegos sabios tuvieron respecto a semejante misterio de la comunicación del hombre con seres superiores todo un poema simbólico, el de Las Aves, de Aristófanes; poema en el que, de mano maestra, se nos traza la historia de la edad de oro -esa edad cuya reminiscencia se halla como idea innata en todos nosotros, y cuyo recuerdo consta históricamente en todos los grandes libros religiosos-, edad del keitayuga, en la que los hombres y los dioses se entendían directamente, sin necesidad de intermediario alguno. Estos dioses recibían de aquéllos el debido homenaje a su paternal excelsitud, y los hombres primitivos, en cambio, obtenían para sus mentes infantiles la necesaria protección, guía y enseñanza, de los dioses jinas o ángeles, ni más ni menos -¡oh divina ley de la analogíal- que acontece en particular a cada niño con sus padre'), hasta que alcanza la edad de valerse por sí mismo.

En uno como en otro caso, llega al fin, tanto para el niño-hombre, como para la Humanidad niña, el momento cruel de la separación emancipadora, separación operada por algo o por alguien, que se interpone en el nativo idilio, cual se interpone inopinadamente entre el sol y el alpinista la negra nube de tempestad que amenaza fulminade con su rayo...

Diríase, en efecto, que siendo la vida, en todas sus manifestaciones, el eterno juego de esa electricidad trascendente que se denomina Foat -el fogoso corcel- por los libros iniciáticos hindúes, ha menester, como en la clásica pila de Volta, de la interposición de un liquido, de una realidad destructora o corrosiva, entre dos metales de distinta capacidad calorífica, para producir la corriente eléctrica, que es el alma de la vida, y así entre el cobre de los dioses y el cinc de los mortales, que inactivos reposaban en su seno tuitivo, se interpuso, fatídica, la consabida rodaja de paño humedecido con agua acidulada, quiero decir que, según Aristófanes, se interpusieron negras Aves crueles entre dioses o padres y hombres: los pajarracos de la Stinfalia; los terribles cuervos de Remo, de Sigfredo, de Las mil y una noches, las "Aves de mal agüero", "Las potestades intrusas", etcétera, etc., cortándose desde entonces la antigua comunicación entre el cielo y la tierra, porque las perversas aves impidieron a los hombres que dirigiesen oraciones, filiales ruegos, a los dioses, sus padres, exigiendo para ellas, en cambio, la idolatría de sus almas cándidas y el fruto todo de su esfuerzo laborioso, que así venía a quedar estéril en definitiva. Al par también se impidió por las aves a los dioses e] que siguiesen protegiendo a los hombres como antes, dejándolos a éstos entregados a sí propios, para que, con su solo esfuerzo redentor y rebelde a lo Hércules, a lo Sigfredo o a lo Prometeo, reconquistasen algún día ese mismo "Paraíso perdido" de su infancia, sin aquellas protecciones de antaño, y que, de continuar, le habrían dejado eternamente irresponsable e imbécil.

Es más, todo poema épico, desde el Mahabharata, el Ramayana o la Ilíada, hasta el Paraíso Perdido o el Fausto, pasando por los divinos poemas nórdicos instrumentados por el coloso de Bayreuth , no tienen, en puridad, otro argumento que el de tamaña reconquista, tamaño retorno al seno amante de nuestros dioses-padres, los del primitivo y nunca olvidado culto ario -que no murieron, !lino que pasaron a un mundo mejor- "ora con el triunfo del hombre puro sobre la muerte misma", ora con el gallardísimo triunfo de ]a mente humana que, subiendo en el aeroplano de nuestro esfuerzo por encima de los negros nubarrones amontonados por largas generaciones de perversos sobre nuestras cabezas, llega a bañarse de nuevo en los efluvios purísimos de ese Sol de Verdad que luciese antaño en nuestra primera edad de oro infantil, y que volverá a lucir aún más esplendoroso en esotra nueva edad de oro de nuestro triunfo. . .

La China, país que tantos valiosos recuerdos conserva de ]a perdida Atlántida, tiene sobre este particular de las aves, elementales, demonios tentadores y demás "enemigos del hombre" que nos ocupan, detalles mucho más gráficos y concretos que los veladamente expuestos en el poema de Aristófanes. Refiriéndose a ellos, nos dice sabiamente la Maestra H. P. B.:

"En el interior de la China queda todavía un puñado de gentes de elevada estatura, restos de los aborígenes del país pertenecientes a la rama superior, última de la Cuarta Raza, que alcanzó su más elevada civilización en la Atlántida, cuando la Raza Aria acababa de aparecer en Asia. Si pudiesen ser correctamente traducidos los manuscritos más antiguos de esta raza aborigen, escritos en lengua lolo, se obtendrían testimonios inapreciables; pero éstos son tan raros como ininteligible su lenguaje. Hasta ahora, dos o tres arqueólogos han podido procurarse obras tan preciosas. Por ejemplo, en la traducción francesa del Shu-King se lee: "Cuando la raza antediluviana del Miao-tse se pervirtió por causa de los engaños de Tchy-yen, toda la tierra se llenó de iniquidad; el Miao-tse, según rezan nuestros antiguos documentos, se retiró a las cuevas rocosas. Chang-ty, un Rey de la Dinastía Divina, paseó su mirada por su pueblo, sin hallar ya en él el menor rastro de virtud, por lo cual ordenó a Tchon y a Ly que cortasen toda comunicación entre el Cielo y la Tierra, cesando desde entonces las subidas y bajadas entre ambos mundos. Esto último, en esencia, está representado también en el Libro de Enoch y en la mística Escala de Jacob. Sin dejar su asiento, un vidente puede comunicarse con seres de un plano superior al nuestro. Cuando, en efecto, los "vestidos de piel" de que habla el Génesis al ser Adán y Eva expulsados del Paraíso se hicieron más densos por el pecado físico, la relación entre el hombre físico y el Etéreo se interrumpió. El Velo de la Materia entre los dos planos) se hizo demasiado denso para que ni aun el mismo Hombre Interno pudiera penetrarle, y aquel vívido foco de luz de los Misterios del Cielo y de la Tierra, revelados a la Tercera Raza por sus Maestros Celestes en los días de su infantil pureza, se debilitaron más y más al caer en las impenetrables tinieblas de las mentes de aquellos caídos. degenerando en hechicería y luego en crueles religiones esotérica), llenas de superstición y de idolátrico culto al hombre o al héroe. Solamente un puñado de hombres primitivos, en quienes la chispa de la Divina Sabiduría ardía brillantemente, tanto más cuanto que menos se gastaba en iluminar a los que la prostituían en fines maléficos, permanecieron los custodios electos de los Misterios revelados a la Humanidad por sus Maestros Divinos. Entre ellos había quienes permanecieron en su Kaumdrico estado o estado de pureza desde el principio. La Doctrina Arcaica, igual que la tradición, afirma que semejantes elegidos fueron el germen de una Jerarquía, que vive desde entonces y vivirá hasta el último día del mundo.”

Abundando en las mismas ideas de la Maestra y del propio Aristófanes, Pablo, el iniciado apóstol de las gentes, alude muy claramente a las famosas Aves, Sílfides o "Potestades del Aire" en estas frases a los de Epheso (capítulo V, v. 12): "Porque nosotros -los iniciados- no tenemos que luchar ya contra la sangre y la carne -es decir, contra las pasiones vulgares -sino contra los principados y potestades; contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo; contra los espíritus de maldad en los aires." Y esto, más o menos, se repite en diversos otros pasajes, tales como en la Epístola a los Colosenses (11, 15).

Estos "espíritus de maldad", interpuestos física, intelectual y moralmente entre nuestra pequeñez heroica de "dioses caídos que retornar pretenden a su prístino origen", son los que hay que vencer, antes de comunicarnos, de un modo u otro, con los seres de los mundos infinitos y el Velo de Isis, el muro que de ellos nos separa no es otro que el del misterio de la vida y de la muerte, misterio de la cuarta y ulteriores "dimensiones de nuestro espado", que hay que esclarecer matando a la muerte misma, a tenor del célebre pasaje, también de San Pablo, que pronto habremos de ver, acerca del misterio de la muerte, una de las más grandes bellaquerías que han podido imaginarse nunca para tormento y explotación de la mísera Humanidad doliente.

Dichos "espíritus de maldad" están sometidos, sin embargo, a la mágica potestad de cualquier adepto de la buena o de la mala magia, como lo revela aquella famosa sura XXVII del Corán titulada "Salomón en el valle de las hormigas", y con cuya paráfrasis terminaremos este abigarrado capítulo. La sura en cuestión dice así:

"Los ejércitos de Salomón, compuestos de genios y de hombres, se reunieron ante él, y los pájaros del cielo también aline2dos por tropas separadas.

Cuando el glorioso cortejo así formado llegó al valle de las hormigas, una de ellas exclamó:

-¡Oh, hermanas hormigas: entrad al instante en vuestros hormigueros por temor de que seáis aplastadas sin saberlo bajo los pies del ejército innumerable del gran Salomón!

El rey sabio sonrió al oír a la hormiga; pasó revista al ejército de los pájaros y dijo al notar de entre ellos la ausencia de la abubilla:

-¿Dónde está esa ave rebelde que así deja de comparecer ante mí, su Rey y Señor?

Presurosa, presentóse de allí a poco el ave y prosternándose ante Salomón, le dijo:

-Te traigo noticias ciertas acerca de la gran reina de los pueblos sabeos. He hallado ayer a esa mujer que reina sobre aquellos hombres y posee toda clase de cosas preciosas, incluso un prodigioso trono. He visto además que ella y su pueblo adoran al Sol como Dios. Satán, el apedreado, ha engrandecido la obra de sus manos y embellecido la vista de sus ojos, apartándoles de la verdadera ruta del Señor.

-Veremos, abubilla, si has mentido o has dicho la verdad -contestó Salomón, y añadió:

-Vete de mi parte con esta carta a la reina de Saba, entrégasela y, desde respetuosa distancia, procura ver cuál será su respuesta.

La abubilla cumplió con toda fidelidad la orden; la reina cogió la carta y la enseñó triunfalmente a los magnates del reino diciéndoles:

-He aquí el contenido de la carta que me escribe el gran Salomón de Israel, sabio y rey de las aves, de los hombres y de los genios: "En el nombre de Dios clemente y misericordioso. No os levantéis contrá mí. Venid más bien a mí, abandonándoos por entero al verdadero y único Dios." Luego la reina les pidió consejo.

Los magnates respondieron:

-Somos un pueblo fuerte y temido de todos, pero a ti te toca, ¡oh reina!, el disponer lo que por mejor colijas.

La reina, entonces, decidió enviar ricos presentes a Salomón, aguardando los acontecimientos y las impresiones que los enviados con ellos le trajesen.

Cuando éstos depositaron reverentes los regalos a los pies de Salomón, éste les dijo solemne:

-¿Es acaso que queréis deslumbrarme con vuestros tesoros? Pues sabed que los que mi Dios me ha dado superan infinitamente a todos los tesoros juntos de la Tierra. Volved al punto a vuestra reina, y decid la que muy en breve iremos a atacar sus Estados con un ejército cuyo empuje le será imposible resistir y os expulsaremos de vuestro país humillados y envilecidos. -Luego clamó a los suyos el rey sabio, y les dijo:

-¡Oh, mis guerreros! ¿Quién de vosotros me va a traer en el acto a la propia reina de Saba sentada en su trono excelso, ante., de que a todos los suyos les mueva a venir y a entregarse a la voluntad omnipotente de Dios?

A lo que respondió Ifrit, el horrible, el deforme rey de los genios: .-Yo seré, pues, quien te traiga, si así lo ordenas, Señor, a la reina de Saba antes de que hayas tenido tiempo de levantarte de tu trono. Soy lo bastante fuerte y leal, como sabes, para hacerlo.

Otro genio, Sidjill, el que escribe con su dedo el Libro Eterno de las Vidas, añadió:

-y yo puedo traerte a la reina en su trono antes siquiera de que hayas pestañeado . -como así lo hizo.

Salomón, no obstante su poder, quedó asombrado ante tamaño prodigio de ver a la reina de Saba trasladada así ante su presencia y deslumbrante de riquezas cuanto de hermosura.

                -Haced que la reina no se dé cuenta de lo que le sucede –les ordenó a los genios, y preguntó en seguida a ésta para ver si podía ser ella del número de los elegidos:

-Oh, reina de Saba, ¿reconocéis en este trono en que estáis sentada al trono vuestro?

Ella respondió:

-Yo diría, a fe mía, que es el mismo en efecto.

Con esta contestación tan frívola y tan lejos del asombro que podía esperarse de la reina ante tamaña maravilla, comprendieron todos los que con Salomón estaban que la reina seguiría siendo del número de los infieles, ciegos ante la grandeza de Dios.

Entonces se la hizo entrar en el palacio de cristal del rey Salomón, y se le dijo:

-Entrad en este palacio.

Pero la reina, cuando se vió ante el palacio de cristal creyó que era sólo una gran pieza de agua transparente, e hizo ademán de recogerse el vestido para no mojar su orla.

-Señor -exclamó entonces la reina maravillada-; yo he obrado inicuamente hasta aquí adorando a los ídolos; pero ahora, como Salomón, a la completa voluntad de Dios, el Señor del Universo. .."

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