Sexto Mandamiento

No cometerás fornicación, ni adulterio en pensamiento, palabra y obra

Las 4 Estaciones: Primavera. (1755) Francois Boucher.

Hola, amigos. Vamos a ver un tema muy interesante sobre este mandamiento.

Nosotros hemos tenido una mala información sobre este mandamiento. Lo hemos interpretado como adulterio, y tantas otras cosas más.

Pero hemos estado equivocados, este mandamiento se refiere al uso correcto de la energía creadora que nos trajo al tapete de la existencia.

Hoy en día, la degeneración de la energía creadora no tiene límites, por una parte, hay quienes sienten asco o repugnancia por el sexo, lo subestiman, se tiene miedo al sexo o se llega al cinismo sexual, la obscenidad, la pornografía, la homosexualidad, la brutalidad sexual y tantas cosas más.

Hemos de saber que la energía sexual se halla relacionada con la reproducción de la raza y la salud del cuerpo físico en general y lo más importante es que se halla relacionada con el Espíritu Divino del Hombre.

En nuestro organismo hay ciertos canales por donde normalmente debe circular esta poderosa energía. Y si nosotros esa energía la infiltramos en otras funciones entonces se dañan muchos centros delicadísimos del organismo humano y el resultado violento es el fracaso.

Es absurdo derramar seis o siete millones de espermatozoos, cuando sólo se necesita uno para crear, con uno solo que se escape fácilmente de las glándulas sexuales, se une con el óvulo y viene la creación, sin necesidad de derramar tantos espermatozoides que son útiles para la salud de nuestro organismo.

Cuando usamos de manera correcta nuestra energía creadora resulta en plena armonía y concordancia con todas las demás funciones. Por ejemplo, nos confiere el poder de crear hijos sanos, que pueden servir para trabajar en el mundo del arte o de la ciencia.

Para ello, el hombre y la mujer, después de enamorarse y estar preparados para unirse, entonces podrán legalizar su matrimonio, y para poder garantizar que durarán toda la vida, deberán sentir verdadero amor y ser afines en las esferas del pensamiento, sentimiento y voluntad.

El último beso de Romeo y Julieta. Francesco Hayez. 1823.

El amor se siente en lo hondo del corazón, es una vivencia deliciosa, un fuego que consume. Cuando nos enamoramos, un simple pañuelito perfumado, una carta o una flor promueven en el fondo del alma tremendas inquietudes íntimas, se logran éxtasis exóticos, voluptuosidad inefable.

Porque el amor empieza con un destello de simpatía, se consubstancializa con la fuerza del cariño y se sintetiza en adoración. Sólo las grandes almas saben amar. Sólo los grandes enamorados saben exactamente eso que se llama amor.

Y cuando los dos seres vibran afines en sus pensamientos, sentimientos y voliciones entonces se da el Matrimonio Perfecto y se realiza en los siete planos de conciencia cósmica.

Desgraciadamente hemos confundido el amor en esta vida moderna, el amor huele a intereses como, por ejemplo, cuentas de banco, a cosas materiales y donde existe sumas y restas en el hogar, no existe el amor. El amor que se realiza sobre bases de interés económico o social no es amor.

Por otro lado, hemos confundido el amor con el deseo y lo peor del caso, es que nos casamos creyéndonos enamorados, pero cuando se consuma el acto sexual y queda satisfecha la pasión carnal entonces viene el desencanto, empiezan los pleitos en el hogar, cometen adulterio. Y el amor se acaba.

Cuando hay verdadero amor, no existe adulterio ni siquiera en el pensamiento, ni en nuestras conductas. Es importante también cuidar nuestra palabra. No profanarla, ya que el verbo, crea.

Nosotros debemos de llegar a la suprasexualidad, es decir, sublimar o transmutar nuestra energía creadora como lo hicieron grandes Maestros como: Jesús el Cristo, Zoroastro, Quetzalcóatl, Hermes Trismegisto, Paracelso, Buda y tantos otros maestros.

Para ello, necesitamos regenerarnos, debemos dejar la línea horizontal que sólo nos lleva a ciclos de vida, a través de la Rueda del Samsara. Esta línea significa nacer, crecer, trabajar para vivir, reproducirse y morir. Esta clase de vida nos lleva a períodos de evolución e involución. Este tipo de vida no tiene ninguna significación. No logramos nada.

Vemos como nos encontramos ahora, en una máxima degeneración, hay guerras por doquier, nacimiento de nuevos volcanes, erupción de volcanes activos, contaminación, enfermedades nunca vistas, terremotos, pérdida de valores en el ser humano, hambre, mala distribución de la economía, total, nuestra vida se ha convertido en un verdadero caos y no encontramos la salida.

En estos momentos nos encontramos en la Era de Acuario, y estamos gobernados por el planeta Urano, que gobierna las glándulas sexuales.

Los dos polos de ese planeta corresponden a los dos aspectos masculino y femenino, en nuestra infancia y juventud cometemos muchos errores, pero cuando llegamos a la edad madura nos sentimos estimulados por el trabajo de regeneración sexual.

El Amor lo Vence Todo. Benjamin West. 1809.

También es importante mencionar que debemos trabajar intensamente en la desintegración de nuestros defectos que son óbice para el avance de nuestro trabajo espiritual.

Este trabajo es un proceso integral, primero necesitamos auto observarnos para conocer los distintos yoes que afloran en las diversas circunstancias de nuestra vida. Una vez que hayamos conocido el defecto lo podemos analizar y estudiar en Meditación y previamente comprendido le pediremos a nuestra Madre Divina lo desintegre. Ella es la única que tiene el poder para volverlo polvareda cósmica.

Dentro de nosotros llevamos la semilla viviente para regenerarnos, para que germine el verdadero Superhombre en el sentido más completo de la palabra.

Con la transmutación sexual nos regeneramos absolutamente, necesitamos cambiar el placer sexual por el gozo sexual para que se produzca el éxtasis místico.

Para poder crear necesitamos del poder de la Cruz, nada puede venir a la existencia sin el poder de la cruz.

Nos viene a simbolizar la unión de un hombre y una mujer, ahí se halla la clave de todo poder. Pero esa unión debe existir verdadero amor, empatía, y vivir en la vida siempre enamorados, sin cansarse, sino buscar el beneficio para ambos. La mujer nos representa la ternura, el amor y el hombre representa la sabiduría con severidad sin llegar a la tiranía.

Así, nos convertimos en verdaderos alquimistas, trabajando con el fuego en el laboratorio sexual, lo importante es lograr la Gran Obra para regresar a nuestro lugar de origen: encarnar la estrella que siempre nos ha sonreído: Nuestro Padre que está en los cielos.

Necesitamos nacer nuevamente para entrar al reino de los cielos. La regeneración sexual nos pone en actividad poderes que tuvimos en el Edén y que hemos perdido por nuestra degeneración.

Con el sistema de la regeneración fortalecemos nuestra glándula pineal y entonces nos convertimos en verdaderos genios como lo eran antes.

Sólo por la senda del Matrimonio Perfecto llegamos a la suprasexualidad.

Bibliografía: “El Matrimonio Perfecto”, Samael Aun Weor.

“El Matrimonio Perfecto es la unión de dos seres que verdaderamente saben amar” Samael Aun Weor.

Enviado por: Carlos Celso Rea Zamora y Ma. Guadalupe Inclán Castillo.

Imagen 1: “Las 4 Estaciones: Primavera”. Francois Boucher. 1755. Imagen 2: "El último beso de Romeo y Julieta". Francesco Hayez. 1823. Imagen 3: "El Amor lo Vence Todo". Benjamín West. 1809.

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