Cuarto Mandamiento

Deberás sacrificarte por amor a la Humanidad y amar a tus peores enemigos

El Buen Samaritano. Pelegrí Cavé y Roque, 1838.

La vida, tal como se concibe, se ha vuelto mecanicista e inconsciente, trabajar, estudiar, comer, caminar, manejar…, son actividades que se realizan con la consciencia dormida, de manera mecánica, en una especie de hipnosis colectiva en la cual se le da importancia a tener más, ganar más, saber más, ser más que los demás, tener la razón… Ante el sueño de la consciencia, el ser humano se olvida de su alma y no solamente se identifica con las cosas externas, sino que también se identifica consigo mismo, con sus sufrimientos, pasiones, rencores, ambiciones, envidias, vanidades, orgullo.

La persona se identifica consigo mismo pensando que va a tener mucho dinero, un automóvil último modelo o pensando que es una gran persona, que va a ser muy reconocido, que sabe mucho. Hay muchas formas de identificarse consigo mismo. Se puede empezar por no identificarse consigo mismo y después no identificarse con lo exterior, porque solamente de esa manera es posible amar a los demás. “Cuando uno no se identifica, por ejemplo, con un insultador, le perdona, le ama, no puede herirle; y si alguien le hiere a uno el amor propio, pero uno no se identifica con el amor propio, pues es claro que no puede sentir dolor alguno, puesto que no le duele”.

En tanto exista la identificación consigo mismo y con las vanidades del mundo exterior, no será posible perdonar, tal como se afirma en la oración del Padre Nuestro: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Además de perdonar, también es necesario cancelar las deudas, porque si se perdona al enemigo, pero no se cancela la deuda, entonces se conserva el resentimiento, se alimenta el rencor y continúa la infelicidad.

El Evangelio del Señor dice “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad”, la mansedumbre, como resultado de eliminar el resentimiento, otorga la felicidad, porque el yo del resentimiento se la pasa haciendo cuentas, recordando los favores, las obras de caridad realizadas, espera recompensa o reconocimiento por las buenas acciones, por los servicios prestados. Quien está lleno de resentimientos vive haciendo cuentas, entonces no es manso, ¿Cómo podría ser mano y bienaventurado?, ¿De qué manera podría ser feliz? La bienaventuranza se traduce como felicidad íntima aquí y ahora, no dentro de una eternidad ni después de la vida.

La Piedad. Ulrich Apt (el Viejo). 1510.

Si a través de la meditación y reflexión se analiza el proceso del resentimiento, se descubrirá que tiene como causa el amor propio, la auto importancia, el auto mérito, luego es necesario comprender esos agregados de tipo psicológico y suplicar a la Divina Madre que los elimine. Con esta técnica es posible desarrollar el perdón y el amor a los enemigos y a la humanidad, dejar de hacer cuentas y de sufrir por las acciones de los demás. Los sufrimientos que aquejan al ser humano se deben a la falta de amor, a un nivel del Ser inferior.

Cada ser humano tiene un nivel del Ser, el nivel del Ser depende del estado de consciencia. En cada nivel del Ser existen ciertas amarguras, problemas, sufrimientos, ¿Conocemos en verdad el nivel del Ser en que nos encontramos?, ¿Ha cambiado nuestro nivel del Ser o sigue siendo el mismo de hace años?, ¿Cómo saberlo? Una forma de conocer nuestro nivel del Ser es a través de la auto observación. Si observamos los problemas que tenemos, las dificultades, aquello que nos aqueja y estos problemas y dificultades son los mismos de hace tiempo, siguen siendo las mismas quejas a pesar de haber cambiado de trabajo, de escuela, de residencia…, entonces nuestro nivel del Ser sigue siendo igual, no se ha avanzado.

El nivel del Ser no está sujeto a la evolución mecánica de la naturaleza, ni al tiempo, porque las leyes de la naturaleza son continuas y producen continuidad. Mientras se tenga el mismo nivel del Ser, estamos condenados a vivir las mismas circunstancias adversas y a volver a encontrarse con amarguras similares, a no ser capaces de amar a los amigos y menos a los enemigos. Si lo que se quiere es dejar de tener los mismos problemas, los mismos sufrimientos, o amarguras, es necesario pasar a un nivel superior del Ser. Para cambiar de estado de consciencia se requiere una revolución o transformación; muchos quieren dejar de sufrir, pero no quieren cambiar, no hacen algo por pasar a un nivel superior de consciencia, esperan que el tiempo les resuelva la vida y se quedan estancados.

El paso de un nivel del Ser a otro más elevado no se da por gracia de la evolución, ni por el paso del tiempo, esto se logra rompiendo la continuidad, tal como en una escalera es necesario dejar el escalón anterior para subir a otro. La revolución de la conciencia implica transformación a través de la muerte psicológica de los resentimientos y del amor propio y el amor a la humanidad.

Debemos amar conscientemente. Debemos adorar a nuestros peores enemigos, devolver bien por mal. Así, sabiendo amar, nos preparamos para la fiesta del corazón tranquilo. Hermes Trismegisto dijo en su tabla de esmeralda: “Te doy Amor en el cual está todo el Sumun de la Sabiduría”.

Enviado por: Susana Margarita Rodríguez Licea. Comisión Eventos del ICQ.

Imagen 1: "El Buen Samaritano". Pelegrí Cavé y Roque. 1838. Imagen 2: “La Piedad”. Ulrich Apt (el Viejo). 1510.

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