Quinto Mandamiento

Deberás obedecer la voluntad del Padre; así en los cielos como en la tierra

La Agonía de Jesús en el Huerto. Orazio Borgianni. 1578–1616.

No hay otra manera de pertenecer a la nueva era Acuario más que obedeciendo la voluntad del Padre.

Pero llenos de deseos como estamos, nos volvemos rebeldes y nos alejamos de su voluntad y al hacerlo nos volvemos débiles y cometemos innumerables errores en la vida, con sus respectivos sufrimientos y consecuencias.

Es por esta debilidad que no tenemos continuidad de propósitos para seguir las disciplinas esotéricas. Es por esta debilidad que muchas veces no tenemos la fuerza para imponernos a las tentaciones.

Afortunadamente podemos empezar a entrenar la voluntad verdadera y atraer fuerzas espirituales superiores por medio de un ejercicio rúnico, descrito por el Maestro Samael:

«En la posición militar de pie firme y con el rostro hacia el oriente, colocad el brazo derecho en tal forma que la mano quede apoyada sobre la cintura o cadera, describiendo la forma de esta runa».

«Cantad ahora las sílabas mántricas, Ta, Te, Ti, To, Tu, con el propósito de desarrollar en ti mismo la voluntad, Cristo».

«Este ejercicio debe practicarse todos los días al salir el sol». (Samael Aun Weor. Curso Esotérico de Magia Rúnica).

Al olvidarnos de sí mismos y dejarnos fascinar por el mundo exterior y por las falsas ilusiones del pecado, buscamos la satisfacción rápida y el disfrute malicioso, es que cometemos todos los errores, todas las faltas, todos los crímenes y de esta manera, poco a poco y a cada momento nos alejamos continuamente de su palabra y de su voluntad. No hay otro destino para el hijo ingrato que la desesperación y el llanto.

El padre es omnisciente, lo sabe todo, sabe lo que somos, sabe lo que tenemos y lo que nos hace falta y si aprendiéramos a escuchar su palabra y a obedecerla sin duda alguna nos iría mejor en la vida, nos alejaría de los sufrimientos, carencias y necesidades, pero somos sordos a su palabra y ciegos a su luz, fascinados por el placer y el pecado.

Estas reflexiones deben llevarnos a comprender la necesidad de cambiar nuestras actitudes aquí y ahora.

El sacrificio de Isaac. Jerónimo Jacinto Espinosa. 1650

Para ello es indispensable reconocer que dentro de nosotros existen muchos diferentes deseos contrarios a l voluntad del padre. Esa locura de hacer la voluntad distinta a la del padre es representado por Caifás en el drama del Cristo. El sacerdote que tergiversa para su satisfacción la ley y la doctrina, el que traiciona al Cristo, representa en nosotros esa tendencia a desobedecer y a traicionar su palabra llenos de soberbia y egoísmo.

Cada uno de nuestros defectos de tipo psicológico dirigen nuestras acciones, pensamientos y sentimientos en contra de la voluntad del padre y por ello se hace urgente descubrirlos, estudiarlos, comprenderlos y eliminarlos.

Al hacerlo, al eliminar nuestros yoes, al origen del pecado y la desobediencia en nosotros, liberamos entonces un pequeño porcentaje de voluntad verdadera, que se va uniendo a nuestra consciencia y de esa manera, poco a poco aprendemos a hacer y obedecer la voluntad del padre, así en los cielos como en la tierra. Así formamos la voluntad del hijo fiel, la voluntad Cristo.

Así colocamos sobre vuestras sienes la corona de espinas que representa la “Voluntad Cristo.”

La Voluntad Cristo unida al padre es poderosa, omnipotente, así es como los grandes maestros del pasado lograron milagros sorprendentes como un Moisés que invocó y luego alejó las 10 plagas de Egipto para luego separar las aguas del mar para liberar a su pueblo del yugo de la esclavitud.

Para prepararnos para la luminosa era de Acuario y cumplir los mandamientos de una humanidad superior, bien valdría la pena convertirnos en atletas de la meditación, practicar la oración y el silencio de la mente con fe y emoción positiva, trascendental, ya que es en ese silencio que llega a nosotros la Voz del silencio, la voz del Íntimo para orientarnos a través de las complicaciones de la vida común y del sendero de la Iniciación.

De esta manera, nos ejercitamos en la calma y serenidad de la mente, momentos en los cuales, llega a nosotros ese consejo tan anhelado que escuchamos en el corazón por medio de la intuición cuando silenciamos el ruido de nuestros deseos y temores.

«La Ley está escrita. Recuerde el decálogo de Moisés. No infrinjáis los mandamientos escritos, vividlos, respetadlos. Si cada uno de los aquí presentes, si toda persona de buena voluntad se propone vivir de acuerdo con la Ley y los profetas, hará la voluntad del Padre, tanto en los cielos como en la Tierra. Un día llegará en que el devoto del real camino despierte conciencia. Entonces podrá ver al padre y recibir sus órdenes directas y obedecerlas conscientemente. Primero hay que respetar la Ley escrita y después conoceremos los mandamientos del Bendito». (Samael Aun Weor. Si Hay Infierno, Si Hay Diablo, Si Hay Karma).

Enviado por: Rubén Soto. Ensenada, México.

Imagen 1: “La Agonía de Jesús en el Huerto”. Orazio Borgianni. 1578–1616. Imagen 2: "El sacrificio de Isaac". Jerónimo Jacinto Espinosa. 1650.

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