La Ambición

David Teniers the Younger Año: 1648 Nombre: El hombre codicioso.

La ambición es un monstruo de mil cabezas, una legión en sí misma. Se disfraza, se pone máscaras de santidad y de buenas intenciones y todo ello, nos complica su estudio, comprensión y eliminación.

Uno de los orígenes de la ambición es sin lugar a dudas el miedo. Cuando tenemos miedo al mañana, al porvenir, al “qué dirán” o a la pobreza, surge entonces la ambición y la humilde empleada se convierte en ladrona o en prostituta, el joven mesero se convierte en el gánster, traficante o asaltabancos.

En el proceso de comprensión de la ambición es por lo tanto impostergable enfrentarnos a nuestros miedos, estudiarlos y conocer sus mecanismos subconscientes más profundos, tal como se estudian nuestros defectos psicológicos.

Este trabajo íntimo es para los verdaderos guerreros y guerreras, no cualquiera tiene el valor de enfrentarse a sí mismo.

La ambición por lo tanto busca hacerse sentir, figurar, destacar, ser recordado, admirado, envidiado, “ser alguien”, ser diferente, creerse “superior”, es la causa de muchos problemas y conflictos entre las personas, es capaz de divorciar a los enamorados, dividir a los hermanos y llevar a los países a la guerra y a la destrucción.

La ambición es la causa de robos, fraudes, de la esclavitud. Hay ambición en el capitalista que destruye la naturaleza para explotar sus recursos naturales y en el socialista que mata a su pueblo de hambre para robar sus ahorros en pro de la “igualdad”.

No importa aquí el sistema económico, no hay uno mejor que el otro porque es el yo de la ambición el que siempre busca sacar provecho por sobre sus semejantes en el sistema en el cual se vive.

Lamentablemente se educa a las mentes jóvenes con todos estos prejuicios y malos ejemplos para dedicar sus vidas a la búsqueda de riquezas o vivir bajo la presión y los complejos al no poder conseguir el “suficiente” dinero para recibir la aceptación social sembrando así la semilla de la desesperación y el conflicto.

“El dinero en sí no es bueno ni malo. Todo depende del uso que hagamos de él. Si lo utilizamos para el bien, es bueno. Si lo utilizamos para el mal, es malo. Necesitamos a fondo comprender la verdadera naturaleza de la sensación y de la satisfacción, la mente que quiera llegar a comprender la verdad, debe estar libre de esas trabas.” - SAW

Hay quienes ambicionan terriblemente el poder y se dicen llamar “luchadores sociales”, políticos zorros en todos los tiempos y en todos los rincones del mundo que engañan a los pueblos, pero una vez que logran el poder, se olvidan del dolor de millones de personas que les acompañaron y se convierten, con cinismo, en aquello que prometieron combatir.

Allegory of Fortune. Salvator Rosa. Fecha: 1659

Hay ambiciones groseras, burdas, por dinero, riquezas o poder, etc., pero también hay ambiciones sutiles de logros espirituales.

Al yo de la ambición le encanta esconder la ambición, entre sus tantas máscaras y facetas; se flagela ambicionando el milagro para sí mismo o para otro. Ambiciona no ser iracundo, orgulloso, lujurioso, etc., para alcanzar la bienaventuranza eterna.

Hace terribles penitencias ambicionando poderes místicos, o anhela recibir el don de la sanación para ayudar a la gente “sin pedir nada a cambio” y que en su pose bondadosa de falsa humildad le besen la mano. En el fondo ambiciona ser idolatrado como un santo o ser llamado maestro, aunque no lo reconozca.

Supimos del caso de un monje japonés que se alimentaba con semillas de los bosques para que su cuerpo se impregnara de esos aceites o resinas naturales, conservándolo como una especie de momificación, para ser adorado después de muerto. Así de irracional la ambición en todos nosotros, sin importar el objeto o el fin ambicionado.

“Al yo le encanta vestirse de Santo y que lo veneren y que le pongan en los altares.” - SAW

La ambición es comparable a un pozo profundo con cavernas y monstruos en su interior, y caras de santos y de demonios.

La comprensión es la herramienta para explorar a consciencia y a detalle esas entrañas.

“Cuando verdaderamente comprendemos a fondo y en forma clara y específica que somos ambiciosos y que cualquier esfuerzo que hagamos para acabar con la ambición es también ambición, entonces entendemos muy profundamente el significado de la ambición y nos resignamos.

Hay resignaciones y resignaciones, pero este tipo de resignación nacido de la profunda comprensión trae un cambio radical a la mente porque extingue para siempre el fuego fatuo de la ambición.” - SAW

PRÁCTICA

1º Acuéstese Ud. en forma de estrella abriendo piernas y brazos a derecha e izquierda.

2º Concéntrese ahora en sus propias necesidades físicas inmediatas.

3º Medite Ud. reflexione en cada una de esas necesidades.

4º Adormézcase tratando de descubrir por sí mismo, donde termina la necesidad y donde comienza la codicia.

5º Si su práctica de concentración y meditación interna es correcta, en visión interna descubrirá cuáles son sus legítimas necesidades y cuál la codicia.

Recuerde que sólo comprendiendo profundamente la necesidad y la codicia podrá Ud. establecer cimientos verdaderos para el correcto proceso de pensar.

Samael Aun Weor. Introducción a la Gnosis

Enviado por: Rubén Soto O., instructor de los portales del ICQ en inglés y francés.

Imágenes: 1.- David Teniers the Younger Año: 1648 Nombre: El hombre codicioso. 2.- Allegory of Fortune. Salvator Rosa. Fecha: 1659

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