El Sonido y el Verbo

Julius Schnorr von Carolsfeld Nombre: "La batalla de Jericó", Año 1851-60

Uno de los derechos de todo ser humano, es, o debería ser el acceso a la salud Universal. Desafortunadamente en los tiempos en que vivimos, tratamos de encontrar todo fuera de nosotros, sin darnos cuenta que el origen de muchas enfermedades, y de igual manera, su curación, se encuentran en nuestro interior.

Nos dicen las Escrituras: “¡No es lo que entra por la boca lo que hace daño al hombre, sino lo que sale!”

Es una realidad que el sonido y las palabras pueden ser de beneficio o causar daño, pueden aliviar o pueden herir. Hay silencios delictuosos, pero también hay palabras infames.

¿Ha presenciado usted o ha participado en una discusión? ¿Se dijeron palabras hirientes, insultos, gritos? ¿Cómo quedó la relación entre los querellantes después de la discusión? Tal vez quedo dolor, tristeza, rencor o hasta originaron violencia y golpes.

Por el contrario, como ejemplo de bienestar que nos puede dar la palabra, le pido que recuerde o evoque un momento de su niñez, donde después de un pequeño accidente o herida, nuestra madre adorada se acercaba a nosotros con dulces palabras para aliviar nuestro dolor o angustia, trayendo de inmediato confort y seguridad.

Lo anterior nos lleva a reflexionar profundamente sobre el uso que damos a nuestras palabras, a nuestro verbo, y la toma de responsabilidad y consciencia de sus resultados. El Hombre Perfecto, habla palabras de perfección. El estudiante gnóstico que desee seguir por el camino de la Revolución de la Dialéctica, debe habituarse a controlar el lenguaje. Debe aprender a manejar la palabra.

La palabra tiene un valor interno y un valor externo. El valor interno de las palabras se procesa en las dimensiones superiores de Universo, sobre las cuales sabe muy poco la ciencia oficial. Más allá del mundo y de la consciencia se encuentra el origen de toda la creación que es la Palabra, tal como lo dijera Juan el Apóstol, al inicio de su evangelio: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.”

Es por todo lo anterior que las palabras del médico o de todo aquel que busque ayudar a sanar a un semejante deben ser de consuelo, de alivio, de esperanza. Tales palabras irán al subconsciente del paciente y con ello, se sentirá reconfortado, confiado, con esperanza, empezando así su curación, aun antes de iniciar su medicamento o tratamiento respectivo.

Hay palabras para sanar al enfermo, y el magnetismo combinado con el verbo resulta asombroso.

Al enfermo se le debe de decir siempre: “Usted está mejorando”, “usted está sanando”, “su curación progresa”, “su enfermedad desaparece”, “pronto estará bien”, etc., etc.

Por grave o delicada que sea la situación de un paciente, no se le debe decir que su estado es peligroso ya que esas palabras negativas pueden acelerar su padecimiento. A ningún enfermo se le deberá jamás desconsolar o desahuciar.

Bien harían las escuelas de medicina en enseñar a sus estudiantes, los futuros médicos, la importancia del lenguaje y las palabras al momento de dirigirse a sus pacientes.

Joaquín Gandarillas Infante Nombre: Flores sagradas en la pintura virreinal Año: siglo 18

Dado que las palabras crean, se pueden emplear sonidos especiales o mantras para determinados fines, el tema que hoy nos ocupa es la Medicina Universal y por ello replicamos algunos que nos fueran compartidos por el Maestro Samael Aun Weor.

El paciente puede invocar a alguno de los Maestros de la medicina universal para solicitar ayuda de curación, lo importante es tener fe, el sistema de curación espiritual no rivaliza con los médicos. Los maestros sanan primero los cuerpos internos enfermos y más tarde sana el cuerpo físico.

Sin embargo, hay que comprender que existen enfermedades kármicas muy graves, resultado de malas acciones cometidas en el pasado y la sanación se hace imposible, sin embargo, los Maestros asisten al enfermo.

Se requiere encender tres velas o fuegos y poner un vaso con agua ante el fuego, posteriormente con voluntad e imaginación consciente unidas en vibrante armonía, concentrarse en el maestro elegido (Paracelso, Galeno, Arcángel Rafael, Hermes Trismegisto, etc.) y solicitar su ayuda de curación de acuerdo con la Ley divina.

Realizar los mantram Om Mani Padme Jum y se pronuncia:

Om Masi Padme Yom alargando el sonido de cada letra y en forma silabeada. Ooommm Maaasssiii Padme Yooommm.

Vocalizando 10 minutos diarios desarrolla el chacra del corazón y nos conduce a la sabiduría.

En el vaso con agua depositan los maestros las sustancias curativas que al ser llevadas al interior del organismo.

Todo servicio o favor debe ser pagado con buenas obras en forma desinteresada, los enfermos en vez de preocuparse tanto por sí mismos, deberían trabajar por los demás; ayudar a otros a sanar, consolar a los que sufren, llevar al médico a los que no tienen con qué pagar, regalar medicinas, etc.

Enviado por: Rubén Soto Orozco. Encargado de los portales del ICQ en inglés y francés.

Imagen 1: Julius Schnorr von Carolsfeld Nombre: "La batalla de Jericó", Año 1851-60

Imagen 2: Joaquín Gandarillas Infante Nombre: Flores sagradas en la pintura virreinal Año: siglo 18

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