CAPITULO SÉPTIMO.- Teoría de los Espagiristas y sus Métodos

Después de lo expuesto en el capítulo anterior, vamos a decir algo respecto a la teoría y métodos de extracción que utilizaban los antiguos Espagiristas.

Según ellos, la sal volátil de los vegetales y de todos los demás cuerpos, constituía una parte enérgicamente esencial, poderosa y de indudable existencia, en contraposición a los que creían que se trataba de un producto de artificio por ignorar los grandes misterios de la Naturaleza. Para estos últimos, todos los principios extraídos por los Alquimistas de los cuerpos naturales, aunque se tratara del aceite o la sal, no eran sino pura ficción. No querían decir por ello que no existieran realmente en la composición de los cuerpos mixtos. Lo que aseguraban era, más bien, que gracias a un procedimiento técnico pasaban del estado potencial al estado de consistencia, pues el fuego, en efecto, destruyendo dichos cuerpos y consumiéndolos, engendraba los principios que eran denominados por los Alquimistas Sal, Azufre y Mercurio. Pero no era así... Existían esos principios bien realmente en todos los cuerpos mixtos, y como tal aparecía de las experiencias y exámenes verificados.

Por consecuencia, era rotunda la afirmación de que esos tres principios existían en el cuerpo del Hombre. Es decir, la Sal, en la orina, la saliva y el sudor. El Mercurio, en el humor acuoso, la sangre, la médula, los huesos, los músculos y aun en otros lugares. En cuanto al Azufre, que fue el objeto de una gran controversia de la época, manifestaba su presencia en las sustancias espirituosas o incorpóreas de la sangre cuyo principio era verdaderamente inflamable o capaz, por lo menos, de enardecerse.

¿Por qué efecto –preguntaban- los cuerpos crepitan y se incendian con la aproximación del fuego exhalando un olor característico y sulfuroso, si en realidad no contienen el principio en cuestión?

El Azufre, a pesar de las controversias, existía positivamente en las grasas, en las axilas y en todas las partes adiposas del cuerpo. También se le encontraba en los vegetales, sobre todo enlas gomas y en las resinas, y si estas últimas no lo ponían en libertad espontáneamente, no por eso había que dudar de su existencia, pues el calor intrínseco de este cuerpo era demasiado débil para poder lanzar al exterior residuos de fuego puro. Ni aun siendo separado de los otros elementos, tampoco escapaba con violencia, sino que lo hacía con alguna lentitud y unido a los demás residuos acuosos.

También afirmaban que era acertado admitir como una verdad innegable, que había en la Naturaleza esos tres principios de Sal, Azufre y Mercurio, los cuales estaban exactamente mezclados constituyendo una parte real, material y esencial de todos los cuerpos, aunque la Alquimia podía separarlos y extraerlos. Desde luego, la Sal era la que se diferenciaba doblemente y la que se podía eliminar procediendo con método. Ella misma era susceptible de unirse unas veces con el principio Volátil y otras con el Fijo. De aquí, la Sal Volátil y la Sal Fija.

La Sal Volátil difería de la Sal Fija, en el sentido de que albergaba esencias o substancias espirituosas vitales que interpenetraban su cuerpo aligerándolo, sutilizándolo y tornándolo volátil. De esta manera, esas substancias espirituosas que normalmente eran invisibles, se tornaban visibles y los cuerpos cuya naturaleza era fija y permanente, se volvían volátiles. Así lo demuestra el método siguiente.

Decían: Se machaca el vegetal de que se trate, extrayéndole globalmente el Jugo y depositándolo todo en un recipiente adecuado. Este recipiente se coloca sobre un hornillo que deberá ser animado con fuego de digestión durante el espacio de cincuenta días. En seguida se destila al baño-maría toda la cantidad que pueda ser destilada.

Luego, la parte acuosa destilada se va vertiendo de nuevo sobre los sedimentos o residuos, mezclándola con estos últimos mientras dure y guarde su calor. Más tarde se filtra sin esperar que esta mezcla se enfríe, a fin de que toda la Sal pueda ser eliminada a través del filtro y vaya en armonía con este estado de fluidez.

Cuando la mezcla esté bien reposada y el precipitado se encuentre en el fondo, vuelve a verterse todo sobre otro recipiente, cuidando de que no sea más que la parte de solución que se haya clarificado, la cual se destilará, evaporándola en seguida al baño-maría hasta agotar la tercera parte de dicho precipitado. Lo que quede, debe ser colocado en un lugar frío con el objeto de favorecer la formación de cristales.

Luego esta Sal se sublimará, y ello dará motivo a obtener una sustancia clara y limpia que, finalmente, es lo que debe conservarse...

Esta Sal tiene grandes y misteriosas virtudes y forma la base de diferentes medicamentos. ¡Dichoso el médico que posee tales cristales para la curación de enfermedades!

En cuanto a la Sal Fija, afirmaban que era el fundamento de todas las partes esenciales del vegetal, como era, asimismo alimento ígneo y vivificador y aun el principio básico de toda génesis, conservando la vida y constituyéndose en su más especial y positivo sostén. Por esta causa, si se le extraía pura de los vegetales, poseía virtudes que no eran inferiores a las de las otras partes esenciales que podían obtenerse.

Para su extracción, hablaban del siguiente modo:

Se ponen a secar las Plantas, debiendo conseguirlo en su totalidad, bien al Sol o a la sombra, lo cual es indiferente para este objeto. Tan pronto estas Plantas estén perfectamente secas, se les hace quemar con el fin de reducirlas a cenizas, que en el caso serán muy blancas.

Después, con una gran cantidad de agua que será extraída de estas mismas Plantas, de las cuales se tienen ya las cenizas a que nos referimos, se extrae, asimismo, la Sal que se persigue, haciendo una lejía con dichas escorias.

Una vez que el depósito se haya formado, se separará, por inclinación del recipiente, la parte que esté clarificada de la que aun se conserve turbia. Esta parte transparente, se irá destilando hasta que la Sal la consideramos bien seca, cuyo resultado no se obtiene hasta después de tres, o cuatro o más destilaciones.

Luego, se le calcina con un fuego enérgico después de haberla colocado sobre un hornillo a propósito. En seguida se le disuelve, mediante prolongadas filtraciones, destilándola también repetidas veces hasta que la Sal adquiera una gran pureza.

Entonces se conserva en un frasco herméticamente cerrado, cuyo producto servirá infaliblemente para impulsar, vivificar y encender en potencia a los misteriosos Arcanos de las plantas...

Estos son los métodos que utilizaban los antiguos. Nosotros procedemos hoy con mayor rapidez y síntesis aun, pero poniendo en la obra el mismo cuidado y la misma atención que ellos. De este modo, no es dudoso que podamos obtener, por procedimientos más breves, los mismos milagrosos remedios de nuestros antepasados, una vez que ya nos es conocido el Arcano de los Vegetales y su infinito poder de curación, por que da la vida, la anima y la enciende, envolviéndola en ese sagrado fuego por el que todo alienta y se abrasa en vida esplendorosa...

No sólo nos aferramos a lo antiguo, sino que aprovechamos todos los adelantos modernos, pues para eso hemos estudiado y seguimos viendo lo que se descubre a diario como por ejemplo, la Euritmia (Capítulo Octavo)

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