Libro: Nacimiento de Colibrí Zurdo - Huitzilopochtli

Capítulo 3. La Penitencia Verdadera

Las disciplinas que nos proponemos realizar con el fin de agradar a los principios divinales, pueden ser austeridades, disciplinas, penitencias, etc., lamentablemente muchas de ellas en la actualidad, en lugar de acercarnos, lo único que hacen es alejarnos cada vez más de eso que no tiene nombre…

«Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría, tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente. Y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajó un plumaje, como una bola de plumas finas. En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer, buscó la pluma, que había colocado en su seno, pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó encinta.» (Códice Florentino)

“La de falda de Serpientes” [Coatlicue], nuestra Madre Divina individual, hacía penitencia en “La Montaña de la Serpiente” [Coatepec] es decir, transitando en el camino iniciático, barriendo la suciedad interna, es como se hace penitencia.

Hoy en día, tenemos un concepto muy equivocado de lo que es una penitencia, erraríamos el considerar que a eso que no tiene nombre, lo que llamamos Dios, le gustara que lastimemos nuestro cuerpo para agradarle, tal forma de pensar es propio de una raza caduca y degenerada.

Claramente Krishna en el “Canto al Señor” [Bagavad Guita], dice muy solemnemente que hay penitencias o austeridades que no deben realizarse, “No recomendadas por las Escrituras, sólo por ostentación y egoísmo; esos apegados y concupiscentes, desprovistos de sensatez, torturan a todos los órganos del cuerpo y a mí también, que moro dentro del cuerpo. ¡Conócelos: son de propósitos demoníacos!”

La verdadera penitencia que interesa realmente a la divinidad es el trabajo por purificarnos, por barrer de nuestra psiquis lo grosero, lo inhumano que habita en nuestro interior, y eso solamente es posible transitando en el sendero iniciático (la montaña de serpiente) y con la ayuda de nuestra Madre Divina interior “La de Falda de Serpientes” [Coatlicue], ya que no existe ninguna otra forma de eliminar nuestros agregados psíquicos inhumanos, si no es con la fuerza de esa parte de nuestro propio Ser derivado, llamado la Madre Divina.

Nuestra parte del trabajo es comprender los defectos y cuando cumplimos con ese requisito, es entonces que la Madre Divina puede barrer, limpiar, desintegrar el yo que hemos comprendido íntegramente en todos los niveles de la mente.

“La de Falda de Serpientes” [Coatlicue]. (Museo de Antropología e Historia México)

“La de Falda de Serpientes” [Coatlicue]. (Museo de Antropología e Historia México)

 


Plumas Finas

Quien sinceramente dedica su vida al trabajo por barrer de su psiquis todos los elementos psicológicos indeseables, que sabe aprovechar la vida, viéndola no como un fin, sino como un medio para auto conocerse. Que se alegra por descubrir un defecto y luego a través de rigurosa meditación profunda logra comprenderlo y entonces su Madre Divina “La de Falda de Serpientes” [Coatlicue] lo desintegra. Esto dentro de la sabiduría gnóstica se llama: Morir.

Pero si este buscador del camino, al mismo tiempo trabaja en la “Montaña de la Serpiente” [Coatepec], aludiendo a otros dos factores que permiten revolucionar nuestra conciencia. Por un lado tenemos la serpiente como símbolo del poder eléctrico del amor que puede transmutarse si nos alejamos de lo pasionario y aprendemos a respetar a nuestra pareja, amándola sinceramente y canalizando sabiamente las fuerzas magnéticas creadoras que fluyen entre un varón y una mujer. En la gnosis a este trabajo le llamamos: Nacer.

La misma montaña nos indica el trabajo con la iniciación, y ésta es un pago que se da cuando un servicio se ha prestado. Es decir, la ayuda que podemos ofrecer a la humanidad desinteresadamente, llamado en la Gnosis, el Sacrificio por la humanidad.

Quien logra mantenerse en este nivel de trabajo interno, podría lograr entonces que del cielo descienda una bola de plumas finas, que no es otra cosa que el equivalente esotérico de la paloma del Espíritu Santo europea, el cóndor inca o el buitre egipcio.

Nos habla de la posibilidad de que el Cristo Interior puede nacer en nuestro corazón, así como Jesús naciera de la virgen María, y los gemelos divinos nacieran de la virgen Ixquic del Popol Vuh, y Horus de Isis entre los egipcios, son sólo simbologías de lo que puede operarse en nuestro universo interior.

“Aunque Cristo nazca mil veces en Belén; de nada sirve si no nace en nuestro corazón también” (Samael Aun Weor)

En este mito el cristo interior está representado por “Colibrí izquierdo” [Huitzilopochtli] y tiene la posibilidad de que nazca por intervención del Espíritu Santo (bola de plumas finas), portento sólo posible llevando una vida completa de penitencia verdadera barriendo, eliminado de nuestra psiquis todos los elementos psicológicos inhumanos.

Serpientes emplumadas (Museo de Antropología e Historia México)

Serpientes emplumadas (Museo de Antropología e Historia México)

 


El enojo de los cuatrocientos surianos

«Al ver los cuatrocientos Surianos que su madre estaba encinta, mucho se enojaron, dijeron: -"¿Quién le ha hecho esto? ¿Quién la dejó encinta? Nos afrenta, nos deshonra".» (Códice Florentino)

Los innumerables defectos psicológicos que llevamos en nuestro interior (cuatrocientos surianos) encabezados por la principal cabeza de legión: La lujuria “La adornada de cascabeles” [Coyolxauhqui], por supuesto que se molestan ante la posibilidad de que en el interior de alguien nazca el Cristo Interior o “Colibrí Zurdo” [Huitzilopochtli].

Eso no lo pueden perdonar, pues se ve amenazada su existencia misma.

Es necesario entender que no somos uno, sino que somos legión, somos muchos. Innumerables son nuestros defectos psicológicos. Cada defecto tiene su mente propia. Se cree dueño absoluto cuando toma poder de nuestra maquina humana. Se asocian entre sí, intercambian ideas, nos engañan.

Cuando alguien intenta despertar, por supuesto que el ego ofrece resistencia, buscará que desistamos, que renunciemos al trabajo interior y entonces utilizará todos sus medios posibles para lograr su cometido, como los sofismas de distracción (falsos razonamientos que inducen al error), la falacia del ego (hábito de auto engañarnos), son tan sólo algunas de las armas del ego para derrotarnos.

El trabajo es muy arduo, por ello nos advierte Buda: “Del mismo modo que se custodia un pueblo fronterizo, guárdate a ti mismo, por dentro y por fuera. No dejes de vigilar ni un momento, si no quieres que la oscuridad te venza.” Dhammapada 22:10.

Guerreros. (Museo del Templo Mayor, México)