Arquitectura hindú

(El Taj Mahal y el Templo Dorado)

Fotografía del Taj Mahal, página de vectores gratuitos

Hay una tragedia muy reveladora en la mayoría de las culturas antiguas del mundo, tragedia que, a pesar del tiempo y la distancia, siempre se ubica en la actualidad, así lo perciben los sinceros buscadores, esos que son capaces de comprender que algo anda mal en la relación amorosa de hombres y mujeres en matrimonios legítimamente constituidos o, los que arrastran las consecuencias de haber sido ilegítimamente compuestos.

Este drama contiene El pecado original y la salida del Edén encarnado por el Adán y Eva bíblicos, personajes que representan a todos los hombres y mujeres del mundo.

Como vemos, y por citar sólo una regla que se respeta en nuestro sistema solar al, que pertenece nuestro mundo tierra, observamos que todos los días, el sol alumbra determinadas partes del mundo para que las distintas especies de criaturas que en él habitan puedan trabajar, desarrollarse, tener luz y vida, luego el sol se retira para dar paso a la salida de la luna, la cual anuncia el periodo de descanso para muchas de las criaturas terrícolas. Estos ciclos de salida del sol y retiro del sol, salida de la luna y retiro de la luna, nos están evidenciando que existe un orden en la mecánica celeste, una reglamentación que se cumple, invariablemente, al pie de la letra; si esto no fuera así, habría caos en el orden de nuestro sistema solar.

De la misma manera, para que, el ser humano y la sociedad que conformamos funcionen y funcionen bien, es necesario que sus integrantes respeten las leyes físicas dictadas por los congresos de todos los países del mundo.

Así como existen las leyes físicas, existen también las leyes cósmicas, leyes que viene a descubrir todo sincero buscador que investiga afanosamente, hasta encontrar la respuesta a las grandes incógnitas que la vida le plantea, que se prepara en la comprensión de las cosas espirituales y que, por tal hecho, de trascendencia insospechada, sabe ver donde otros no ven. Es así, como se vienen a conocer las leyes cósmicas que deben ser respetadas por todo ser humano para que el orden personal y social no sufra desequilibrio alguno.

La ley es un principio creador y ordenador. Todo en el Universo está sometido a leyes naturales y leyes trascendentales.

Las leyes son establecidas por la Inteligencia cósmica, por eso que las gentes llaman “Dios”, “Alá”, “Brahama”, “Tao”, etc.

La palabra “ley” es sinónimo de “norma”, “canon” o “regla”.

Lo que verdaderamente importa es aprender a vivir de acuerdo con la ley.

Si así procedemos, nuestra existencia se torna armoniosa y equilibrada.

La ley es justa, precisa, exacta. Cuando uno viola ese equilibrio que llamamos “ley”, fracasa inevitablemente.

La ley es ley, la ignorancia de la ley no nos exime de su cumplimiento.

Una ley divina que debe respetar el ser humano es esa norma que viene especificada en la sagrada Biblia, levítico 15 versículos 16 al 18 en el sentido de que la pareja no debe derrochar su energía creadora, su semilla, pues ese es el pecado original que causó la salida del Paraíso, la salida de la cuarta dimensión. Este hecho, muestra la caída del ser humano en la degeneración y el anhelo de saber cómo puede levantarse del lodo de la tierra y viene a descubrir, qué se puede lograr a través de una verdadera revolución interna.

Las tradiciones más antiguas nos hablan de una caída de lo divinal, el origen de la vida, partiendo de aquello que no tiene nombre, ni límite alguno. Se trata del descenso de las esencias, chispas virginales o mónadas, de su salida de la felicidad absoluta, de las dimensiones superiores y su ingreso al mundo tridimensional.

Luego se nos describe la misma caída edénica, cuando en la época Lemur (tercera raza de la Tierra) comimos ese fruto que se nos dijo: “No comeréis”. Es decir, cuando no resistimos la tentación de utilizar la energía sexual en forma lujuriosa. Situación que repetimos incesantemente, en nuestros días.

(La Tentación:) Tradiciones de los cuatro puntos cardinales del mundo, hablan de la tentación como preámbulo a la caída o involución del ser humano, como quiera que la belleza se manifiesta en el eterno femenino, la tentación generalmente está simbolizada por una mujer: Eva en la mitología hebraica, Kundry en el Parsifal de Richard Wagner, Quetzalpetatl en el drama de Quetzalcóatl, etc.

Dice el profeta y filósofo iraní llamado Zaratustra: “El verdadero hombre quiere dos cosas, peligro y juego, por eso quiere a la mujer como el juguete más peligroso”

Escrito está que la tentación es fuego, pero si llegáramos a triunfar sobre ella, entonces podría venir la luz, la iluminación y, en consecuencia, el refinamiento del hombre, el desarrollo de virtudes, poderes, facultades, etc.

Es muy importante que despertemos del eterno sueño de la conciencia en que nos encontramos a pesar de conocer la gnosis, el conocimiento universal.

El hombre avispado sabe ver en la mujer el magnífico gimnasio psicológico para avanzar, junto con ella, en el trabajo de eliminación de errores internos, en el trabajo de regeneración, en el trabajo interior.

En la arquitectura hindú, la mujer está representada por el monumento al amor, el bellísimo Taj Mahal, construido en el lado sur del río Yamuna, por un hombre que conoció el amor, el emperador (Sajaj Sajan) Shah Jahan, construcción que realizó en honor a su amada esposa (Muntaj Mahal) Mumtaz Mahal, fallecida al alumbramiento de su catorceavo hijo.

Y es que el amor es capaz de todos los sacrificios e inspirador de las grandes obras que, como documentos en piedra, entre otros materiales, han dejado al mundo una gran orientación en ese sentido.

Es así, como también en el Perú, el gran guerrero Huáscar, construyó en las montañas andinas, un templo llamado Machu Pitchu en homenaje a su amada Cabocla Jurema, también llamada Cabocla Mimosa, gran guerrera que, al interponerse, por amor, entre su amado y la saeta asesina, recibió en su pecho la flecha mortal; templo donde sólo las mujeres de la tribu habitarían y allí aprenderían a ser guerreras como la mujer que le salvó la vida.

Es pues la mujer, un divino ser que le abre al hombre, el camino al infierno o el camino al Paraíso, todo depende de la forma en que el hombre vea a la mujer.

El hombre dominado por el ego animal, el hombre lujurioso,  sólo ve en la mujer el objeto para satisfacer su bajas pasiones, no le da a la mujer valor alguno, no sabe apreciar, mucho menos valorar, lo que el cielo le mandó, el enorme trabajo que realiza su mujer en el hogar, no se da cuenta que gracias a ella tiene comida, una casa aseada, ropa limpia y planchada, quien administre el gasto, quien haga las compras en el mercado, quien ayude a sus hijos en su tarea, los alimente, vele su sueño, los lleve a la escuela, les lleve su lonche a la hora del recreo, los cure, con amor de sus raspones, y todavía atiende a su varón en el tálamo nupcial.

El hombre que se respeta a sí mismo está representado por el Templo Dorado, el buen hombre, que ve en su esposa un labrantío en el que juntos, pueden trabajar con sus aguas de vida, para eliminar sus defectos de tipo psicológico, Aguas de vida, representadas por la piscina que tiene al frente el Taj Mahal y por el río Yamuna y por la enorme piscina que rodea al Templo Dorado.

El hombre espiritual, el hombre bueno, sabe que la mujer es la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante, Jesús, Budha, Hermes, Quetzalcóatl, Parsifal, etc., hubieron de pasar por esa terrible prueba. Por eso Dios creó a la mujer, bella, delicada, tentadora, con piel tersa, figura grácil, encantadora mirada, voz celestial, etc.

Esos atributos los tiene para tentar o alagar al hombre, pues éste a través de la mujer puede rodar al abismo o regenerarse y conocer el cielo. “La mujer, dice Víctor Hugo, está colocada donde comienza el cielo, el hombre donde termina la tierra”, el Mago Jefa expresa, “Dios es una palabra misteriosa, la mujer en su significado”.

El V. M. Samael Aun Weor señala “La mujer es el pensamiento más bello del creador hecho, carne, sangre y vida”.

Mujer en oración, página de vectores gratuitos

También nos explica Víctor Hugo: “El hombre es un templo, la mujer es el sagrario, ante el templo nos descubrimos, ante el sagrario nos arrodillamos. El hombre que no sepa comprender esto, estará condenado al fracaso. En el templo hay flores, en el altar aún más, pues allí está el SAGRARIO, al cual debes entrar limpio y con tus mejores aromas.

No olvidemos que María fue el primer sagrario en donde Cristo puso su morada. 

La mujer nos abre las puertas del cielo. El pecado original se trasciende venerando a la mujer, aceptando su adorable tentación, como una prueba que, al superarla segundo a segundo, minuto a minuto, día a día, mes a mes, año tras año, etc., cristalizaremos una voluntad de tipo superior que nos hará inmunes a la tentación y entonces y sólo entonces volveremos a nuestro origen, a lo divinal, al Dios no conocido, a Brahman, el principio universal supremo, la realidad superior en el universo, lo absoluto dentro de la cosmología hinduista.

A través del amor, hay que vencer al mal, para recuperar a nuestra Eva.

Nos señala el Maestro Samael: No debemos, en modo alguno, mirar al amor y a la mujer en forma morbosa, debemos recordar que el amor, en sí mismo, es puro, santo y noble.

Cuando uno profana a la mujer con la mirada morbosa, indubitablemente marcha por el camino de la degeneración. Debemos verla en toda su plenitud natural.

La mujer, para la santa predestinación nacida, es la única que, a nosotros, los varones, puede liberarnos de la bestial decadencia en que nos encontramos.

El varón, para la mujer es algo similar, ella ve en el varón toda esperanza, toda protección, ella quiere completarse en el varón, ella ve en él, precisamente, el principio masculino eterno, la fuerza misma que ha puesto en actividad todo lo que es, todo lo que ha sido, todo lo que será.

Hombre y mujer, en realidad de verdad, son las dos columnas del templo. Las dos columnas no deben estar exageradamente cerca ni tampoco exorbitantemente lejos, debe haber un espacio como para que la luz pase por en medio de ellas.

En matrimonios así, se educa bien a los niños y no será necesario castigar a los hombres: Pitágoras.

Cuando se estudia la fuerza del cariño, cuando se comprende lo que es eso que se llama “amor”, sentimos que debe existir en el fondo del sexo, un algo que puede, en realidad de verdad, traernos la iluminación, la cuestión mística, que podría transformarnos en superhombres.

No hay quien no presienta que mediante el amor se puede cambiar; y en verdad, es que sólo mediante esa fuerza maravillosa es posible cambiar.

Adán y Eva salieron del Paraíso Terrenal juntos, y juntos, abrazados deben regresar al Paraíso. Adán y Eva salieron del Edén por haber comido del fruto que se les dijo: “No comeréis” …

Es obvio que dejándolo de comer volveremos al Edén.

Si por la puerta del sexo salimos del Edén, sólo por esa puerta maravillosa podremos retornar al Edén. El Edén es el mismo sexo.

Adán y Eva, Lucas Cranach 1533

En la energía creadora combaten las potencias atómicas del bien y del mal, luchan por la supremacía. Nuestra simiente o semilla realmente es formidable, en ella se encuentran los principios místicos, étnicos y científicos que podrían hacer de nosotros algo distinto: un superhombre.

Federico Nietzsche nos habla del superhombre. Recordemos aquellas frases de Nietzsche que dicen: “Cuando Zaratustra tuvo 30 años abandonó su casa y se fue al bosque, allí permaneció diez años meditando. Una mañana mirando al Sol naciente dijo: «Óyeme astro grandioso, hace diez años subes diariamente a mi caverna; si no fuera por ti, por mi águila (el Padre interior) y por mi culebra (la Madre Divina), ya me habría cansado de mí y de este lugar». Y Zaratustra descendió del bosque. Un santo que le vio le dijo:”.

– “¿A dónde vais Zaratustra? Hace diez años subiste por aquí. / ¡Oh!, Zaratustra se ha vuelto un niño” (un Maestro, un iluminado) …

– “Me voy –dijo Zaratustra– a ver a la humanidad, amo a los seres humanos”.

– “No es acaso por Amor a la humanidad –exclamó el santo– que yo estoy aquí y en este lugar, yo canto cantos, y los canto y así alabo al Dios, que es mi Dios. ¡Óyeme, Zaratustra!: Voy a darte un pequeño regalo” …  El santo envolvió un látigo entre un paño y se lo dio, diciendo: “Si vais donde la mujer no olvidéis el látigo” …

Esta frase dolorosa ha sido mal interpretada. Muchos han creído que Zaratustra le aconsejara al hombre azotar a la mujer o algo semejante, no. Nietzsche, el autor del Zaratustra, era sumamente dulce y amaba a la mujer.

En realidad, de verdad, solamente se quiso insinuar la idea de utilizar el látigo de la voluntad para dominarnos a sí mismos y no dejarnos llevar por pasiones animales. Así que el látigo no es contra la mujer, sino contra nosotros mismos; y eso es simbólico o alegórico.

La lujuria, al igual que la embriaguez con bebidas alcohólicas, nos nubla el razonamiento, pues en ese estado, no nos importa la familia, el decoro, la fidelidad, dar buen ejemplo; no importan las buenas costumbres, los buenos propósitos, los sufrimientos que provocamos, no entendemos nada, sólo nos importa el deseo de satisfacción.

Les pido por favor a las parejas presentes físicamente y por el Internet que tal como lo hicieron al estarse casando, se tomen de la mano, se miren dulcemente a los ojos y se pregunten: ¿Estamos dispuestos a vencer la tentación? ¿Queremos ir al encuentro del camino interior? ¿Estamos dispuestos a darle muerte a todas nuestras abominaciones internas? ¿Queremos ser fieles a la decencia sexual?... Demos respuesta a estas preguntas con toda honestidad.

El trabajo en la magia del amor debe ser un trabajo intenso y constante, combinado con las emociones puras y la más alta espiritualidad. Parece extraño que se hable de unir el anhelo espiritual con las fuerzas que nos trajeron al tapete de la existencia, pero así lo vemos ilustrado tanto en la India, como entre los mayas, los aztecas, etc.

Vemos, entre las más antiguas culturas, templos dedicados a la mujer y al amor. Es importante que dejemos de ver las cosas que son sagradas con morbosidad, para verlas como debe ser. Es obvio que, si la divinidad nos creó a través de la sexualidad, ésta debe ser sagrada.

Al amor y el sexo decente, son pilares fundamentales del equilibrio social.

Dios crea al primer ser humano y le da el poder de crear como él.

Dios después de crear el mundo y todo lo que en él existe, hace llegar al ser humano al escenario terrestre, gracias a que es creado también por ese Dios todopoderoso. Y a través de su invento sagrado, de su invento divino llamado sexo, le trasmite ese poder de crear al hombre.

Debemos trascender el pecado original para volver al Padre.

Que el que tenga oídos que oiga, que el que tenga ojos que vea porque aquí hay sabiduría.

Enviado por José Isabel Mauricio Vargas

Imagen 1: Fotografía del Taj Mahal, página de vectores gratuitos. Imagen 2: Mujer en oración, página de vectores gratuitos. Imagen 3: Adán y Eva, Lucas Cranach 1533

 

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