Libro: El Padre Nuestro una Oración Mágica

Epílogo

En el Padre Nuestro podemos encontrar, si nos lo proponemos con un verdadero anhelo del alma, los conocimientos que requerimos para cumplir con la misión sagrada que tenemos en la vida, para reencontrarnos con lo divino; contiene encerrados los secretos más asombrosos, la verdadera magia del autoconocimiento.

El Padre Nuestro es oración, magia, gnosis, esoterismo puro, invocación sagrada, en definitiva, enseñanza trascendental.

En este libro hemos aprendido acerca del procedimiento para darle al Padre Nuestro el poder mágico que le corresponde; a pesar de que esto, se requiere de grandes esfuerzos por parte de cualquiera, es necesario entender que todavía falta algo más, necesitamos respaldar nuestras peticiones con buenas obras y verdaderos cambios internos.

Desde tiempos remotos, los grandes guías espirituales nos han enseñado lo que hay que hacer, lamentablemente no lo hemos comprendido, ya que todo lo interpretamos a la letra muerta.

Se observa en las paredes de los templos egipcios, en las esculturas mayas y aztecas, como ofrecen incienso a la divinidad, nuestro error es confundir el símbolo con la realidad. El incienso es tan sólo la representación del trabajo en la transmutación de la energía que nos trajo a la vida; por lo tanto, cuando los reyes magos llevan incienso y mirra al niño Dios, están indicándonos de ofrendar a la divinidad nuestro trabajo de la transmutación.

Ofrecimiento de incienso, mirra y oro de parte de los Reyes Magos al niño Dios. (Pintura dentro de la Catedral de Puebla, México).

Ofrecimiento de incienso, mirra y oro de parte de los Reyes Magos al niño Dios. (Pintura dentro de la Catedral de Puebla, México).

Por otro lado, tener la disposición de eliminar defectos psicológicos, quiere decir que realmente queremos cambiar, dejar de delinquir, abandonar el obrar equivocadamente; en consecuencia, cuando realizamos la meditación con la finalidad de comprender nuestros propios errores, no hay mejor cosa para ofrendársela al Padre interior y así respaldar nuestras oraciones.

Por último y no menos importante, es la ayuda que ofrecemos desinteresadamente a la humanidad; si no hacemos nada para contribuir para que alguien más sea curado, cómo pedimos ser curados; si nunca obedecimos a nuestros padres, cómo pedimos que nuestros hijos nos obedezcan; si no hacemos nada por ayudar, cómo pedimos ser ayudados.

Hay que pedir con sinceridad, pero hay que respaldar esas peticiones con acciones sólidas, concretas y definitivas, con trabajo interno y servicio desinteresado por los demás; es entonces que al orar podrá manifestarse claramente en nuestra vida las palabras del gran maestro Jesús:

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros que, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”. (Mateo 7: 7-11).