CAPITULO XII.- LOS DIOSES DEL ARBOL

Todos los estudiantes de religiones comparadas, leyendas y demás relaciones convienen en que el hombre primtivo, al comenzar a observar y analizar los fenómenos naturales que le rodeaban, los atribuía a seres semejantes a sí mismo, en naturaleza y tipo, pero con poderes muy superiores. Y, como no podía verles, los llamaban "invisibles" y, como tampoco podía ver su propia mente durante la vida, ni el clima de sus amigos muertos, deducía que los seres que producían esos fenómenos naturales debían ser de la misma naturaleza que la invisible, pero activa y operante, mente y alma propias.

Ahora bien: tal como los antropólogos exponen estas ideas suena mal, pero esto se debe a que, al traducir esas ideas de los salvajes, han empleado palabras que despiertan asociaciones un tanto crudas y groseras. Por ejemplo, la traducción literal de una de las principales escrituras chinas se refiere al venerable filósofo Lao Tseu, denominándolo "El Viejo Muchacho". Esto suena un tanto cómico a los oídos europeos; y, sin embargo, no está tan distante de las palabras de otra escritura occidental que ha tenido una traducción mucho más afortunada en manos de aquellos que la reverenciaban: "A menos que os convirtáis en un pequeño niño...". No somos sinólogos, pero creemos que si en ambos casos se hubiese traducido la idea de "Niño Eterno", las palabras habrían sido, a la vez que más precisas y adecuadas, de mucho mejor gusto.

Hay un dicho en los Misterios que reza así: "Tened cuidado de no blasfemar, ni de profanar el Nombre bajo el cual los demás conocen a su Dios, porque si tal cosa hacéis a Allah, también la hacéis a Adonay".

Y después de todo, ¿estaba el hombre primitivo tan lejos de la verdad cuando atribuía la causa de los fenómenos naturales a actividades de la misma naturaleza que los procesos mentales de la mente humana, aunque en un arco o espira superior? ¿No es ese el punto hacia el que van convergiendo gradualmente físicos y metafísicos? Suponiendo que tuviésemos que formular nuevamente la doctrina del filósofo salvaje y dijéramos : "La naturaleza esencial del hombre es de tipo similar a la de su creador", ¿sería algo ridículo o blasfemo?...

Bien podemos personalizar las fuerzas naturales en términos de conciencia humana, o bien podemos abstraer la conciencia humana en términos de fuerzas naturales. Ambos procedimientosson legítimos en metafísica oculta, y nos proporcionan algunas claves y varias importantísimas aplicaciones prácticas. Sin embargo, no debemos cometer el error en que incurren los ignorantes, y decir que "A" es "B", cuando queremos indicar que "A" es de la misma naturaleza que "B". Pero también podemos aplicar correctamente el axioma hermético que dice : "Como arriba es abajo" porque si "A" y "B" son de la misma naturaleza entonces las leyes que gobiernan a "A" también gobernarán a "B". Lo que es verdad en la gota es verdad en el océano. Por consiguiente, si sabemos algo acerca de la naturaleza de "A" podemos deducir que, teniendo en cuenta la diferencia en escala, también se aplicará a "B" Este es el sistema de analogía que se emplea en la ciencia inductiva de los antiguos, y, siempre que sea comprobado por la observación y la experiencia, puede proporcionar resultados valiosísimos y evitarnos inútiles divagaciones en las tinieblas.

La personificación y deificación de las fuerzas naturales fue la tentativa primera del ser humano para desarrollar una teoria monística del Universo y salvarse así de la influencia destructiva y paralizante de un dualismo insoluble. Y conforme fue aumentando sus conocimientos a través de las edades, elaborando sus procesos intelectuales, pudo ver un significado cada vez más amplio y completo en sus primitivas y simples clasificaciones, las cuales nunca descartó, porque eran fundamentamente sanas y representaban verdaderas realizades. Lo que hizo fue extenderla y, finalmente, cuando vinieron los malos tiempos, las entretejió con supersticiones.

Por lo tanto, no debemos considerar los panteones paganos como otras tantas aberraciones de la mente humana, ni tampoco debemos tratar de comprenderlos desde el punto de vista de los no iniciados o faltos de la instrucción necesaria. Lo que debemos hacer es esforzarnos en comprender lo que ellos podían significar para los sacerdotes de elevadísima inteligencia y de inmensa cultura, que dirigian esos cultos en su tiempo. Comparemos lo que dice Mme. Davil Neel y W. B. Seabrook sobre el asunto de los ritos paganos, con lo que nos cuentan generalmente los misioneros. Seabrook nos demuestra claramente el significado espiritual del Vudú (Voodoo) y Mme. David Neel nos expone claramente el aspecto metafísico de la magia tibetana. Estas cosas se presentan de una manera al observador simpatizante que sabe ganarse la confianza de los exponentes de esos sistemas y logra ser recibido en el Sanctasanctórum como amigo que va a aprender y no a observar y ridiculizar, y completamente de otra manera muy distinta al fanático rabioso que entra en el lugar Santo con las botas sucias y es entonces apedreado por los fieles indignados.

Al juzgar estas cosas deberíamos considerar la forma en que veríamos el Cristianismo si nos aproximáramos a él de la misma manera. Los observadores materialistas y faltos de simpatía deducirían que adoramos a un cordero y en cuanto al Espíritu Santo se prestaría a muchas y variadas interpretaciones espectaculares. Debemos conceder a los demás el derecho de emplear metáforas y creerlos de buena fe si esperamos que ellos no nos tomen a nosotros también literalmente. Las formas externas de la antigua fe pagana no son más crudas que el Cristianismo en los países latinos atrasados, donde Jesucristo está representado con vestiduras absurdas y hasta la misma Virgen María con pantalones de encaje. Las formas internas de los credos antiguos pueden compararse muy favorablemente con el mejor de nuestra metafísica moderna. Después de todo, esos credos produjeron a Platón y Plotino. La mente humana no cambia, y de lo que es verdad de nosotros es probablemente verdad también de los paganos. El cordero de Dios que quita los pecados del mundo no es más que otra versión del Toro de Mitra, que hacía otro tanto, siendo la única diferencia que los antiguos iniciados eran literalmente "bañados en sangre", mientras que los modernos toman el baño metafóricamente. Otros tiempos, otras costumbres.

Si nos acercamos a los que llamamos paganos, tanto antiguos como modernos, con una actitud reverente y simpatizante, sabiendo que Allah, Brahmá y Amon Ra no son más que otros tantos nombre para Aquel a Quien adoramos como Dios, entonces podremos aprender muchísimo de lo que se olvidó en Europa cuando la Gnosis fue arrasada, destruyéndose toda su literatura.

Sin embargo encontraremos que los credos paganos presentan sus enseñanzas en una forma que no es fácilmente asimilable por la mente europea actual y que si queremos comprender su significado será necesario que lo reformulemos en nuestros propios términos. Tendremos que correlacionar los conceptos metafisicos con sus símbolos paganos, y entonces podremos aplicar a los primeros la vastísima suma de experiencia mística que generaciones enteras de contemplativo y psicólogos experimentales han ido acumulando y organizando. Y al hablar de psicólogos experimentales no debemos cometer el error de creer que son exclusivamente un producto moderno, porque los sacerdotes de los antiguos Misterios, con su sueño en el Templo y las visiones hipnagógicas provocadas deliberadamente, no eran ni más ni menos que psicólogos experimentalels, aunque su arte se haya perdido como muchas otras artes antiguas, y sólo podamos ir recuperando laboriosamente sus migajas en los círculos más avanzados del pensamiento científico.

El sistema que emplea el iniciado moderno para interpretar el lenguaje que hablaban los antiguos mitos es muy sencillo y efectivo. En el Arbol de la Vida Cabalística encuentran el eslabón entre el sistema pagano y sus propios métodos más racionales. El Judío, asiático por la sangre y monoteísta por su religión, tiene un pie en cada mundo. El ocultista moderno basa en el Arbol de la Vida con sus Diez Santos Sephiroth tanto su metafísica como su magia. Emplea una concepción filosófica del Arbol para interpretar lo que representa para su mente consciente y emplea una aplicación ceremonial y mágica de su simbolismo para vincularlo con su mente subconsciente. Por lo tanto, el iniciado saca el mejor partido posible de ambos mundos, el antiguo y el moderno. Porque el mundo moderno es todo y puramente conciencia superficial, y ha olvidado y repremido la subconsciencia, con gran daño y perjuicio para sí mismo, mientras que el mundo antiguo era principalmente subconsciente, ya que la consciencia es algo que se ha desarrollado en tiempos comparativamente recientes. Cuando se logra unir a ambas y se los hace funcionar polarmente, entonces producen la supraconsciencia, que es la meta del iniciado.

Manteniendo presente los conceptos expresados tratemos ahora de coordinar los antiguos panteones con las Esferas del Arbol de la Vida. Hay 10 Esferas, que son los 10 Santos Sephiroth, y entre ellas tenemos que distribuir, según su tipo, los diferentes dioses y diosas de cualquier panteón, que estemos estudiando. Entonces nos encontraremos que en situación de interpretar su significado a la luz de lo que ya sabemos entre los principios que están representados en el Arbol, agregando a nuestro conocimiento del mismo todo cuanto sepamos acerca del significado de las antiguas deidades.

Evidentemente, esto es de gran valor intelectural, pero hay otro valor que no se ve tan prontamente si no se tiene experiencia de la operacion de los Misterios: la realización de un rito ceremonial que represente simbólicamente la operación de la fuerza personificada por un dios tiene un efecto muy marcado y hasta drástico sobre la mente subconsciente de cualquier persona susceptible a las influencias psíquicas. Los antiguos habían elaborado estos ritos hasta una grandísima perfección y nosotros, los modernos, estamos tratando de reconstruir el perdido arte de la magia práctica, y si lo logramos, será de inmenso beneficio para todos. Toda la filosofía de la magia europea está basada en el Arbol, y nadie puede esperar comprenderla y menos usarla inteligentemente si no ha sido educado y disciplinado en los métodos cabalísticos. Esta falta de conocimiento y disciplina es lo que permite que el ocultismo popular degenere tan fácilmente en las supersticiones más crudas y absurdas. "Vuestro número es vuestro nombre" se convierte en algo completamente distinto cuando llegamos a comprender la Qabbalah matemática, y la adivinación por los posos de café se convierte en algo muy diferente cuando comprendemos el significado de las imágenes mágicas y el sistema de su formulación e interpretación como proceso psicológico para penetrar el velo de lo inconsciente.

Hablando en términos generales, tenemos que distribuir los dioses y diosas de todos los panteones paganos en los 10 Sephiroth, dejándonos guiar principalmente por sus asociaciones astrológicas, ya que la astrología es un lenguaje universal y todos los pueblos ven los mismos planetas. El espacio corresponde a Kether, el Zodíaco a Chomah, los siete Planetas a los siguientes 7 Sephiroth y la Tierra a Malkuth. Por consiguiente, cualquier dios que tenga alguna analogía con Saturno corresponde a Binah, como igualmente toda diosa que pueda ser considerada como la Madre Primordial, la Eva Superior, en contradistinción con la Eva Inferior o esposa del Microposopos, Malkuth. El Triángulo de Kether, Chokmah y Binah se refiere a los dioses antiguos que todos los panteones reconocen como los predecesores de esas formas de la divinidad adorada por los credos corrientes. Así pues, Rhea y Kronos corresponden a Binah y Chokmah, y Jupiter a Chesed. Todas las diosas de los frutos de la tierra corresponde a Malkuth, mientras que las diosas lunares a Yesod. Los dioses guerreros y destructivos, o demonios divinos, corresponden a Geburah, y las diosas del Amor a Netzach. Los dioses Iniciadores de la Sabilduría corresponden a Hod, y los redentores y demás dioses que se sacrifican, a Thiphareth. Una autoridad tan grande como Richard Payne Knigth, en su valisísima obra "The Simbolic Language or Anciet Art and Mithology", habla de la notable concurrencia de las alegorías, símbolos y títulos de la antigua mitología, en favor del sistema místico de las Emanaciones. Con esta clave podemos clasificar los panteones, lo que nos permite comparar todos los semejantes y dilucidar unos por y con otros.

En el sistema que Crowley da en su libro correspondencias 777, asigna los dioses tanto a los Senderos como a los Sephiroth. Según nuestra opinión, esta asignación es errada y lleva a muchas confusiones. La razón de esta afirmación estriba en que los Sephiroth representan fuerzas naturales, pues los Senderos son estados de conciencia, siendo los Sephiroth objetivos, en tanto que los Senderos son subjetivos. Por esta razón, el jeroglífico del Arbol que usan los iniciados tiene los Sephiroth representados por una escala de color, y los Senderos por otra. Los que poseen conocimiento de ese jeroglífico sabrán a que nos referimos.

En nuestra opinión, los Senderos deben considerarse solamente como bajo la presidencia directa de los Nombres Sagrados que gobiernan las atribuciones sephiróthicas, y no debe confundírselos con otros panteones porque, aunque podamos recurrir a otros sistemas con fines de iluminación intelectual, no es aconsejable mezclar los sistemas de trabajo práctico para desarrollar la conciencia.

Por ejemplo: según el Sepher Yetzirah, el décimoseptimo Sendero entre Tiphareth y Binah correspondería al elemento Aire. Por tanto, es muchísimo más sensato operar con los ritos del elemento Aire y los Nombres Sagrados correspondientes al mismo, utilizando el Tatwa apropiado, que introducir elementos de confusión al utilizar deidades tales como Cástor y Pólux, Janos, Apolo, Merti y otros incompatibles cual las asignaciones de Crowley, cuyas correspondencias son un verdadero laberinto de asociaciones. Los Sephiroth deben ser interpretados macrocósmicamente, y los Senderos microcósmicamente. Es así como encontramos la clase del Arbol, tanto en el ser humano como en la Naturaleza.

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