PALACIO DE LAS COLUMNAS O PALACIO QUEMADO.

Palacio Quemado

Fino lector, tienes frente a tus escrutadores ojos, el palacio de las columnas o palacio quemado, parte del maravilloso conjunto arqueológico de Tula, portentosa edificación tolteca llena de una rica enseñanza que, cuando sabemos extraerla y practicarla con tesón de clérigo en su celda, logramos definitivamente la felicidad, la libertad y la paz.

Consta de un amplio frente o malecón, tres salas con patio e impluvios al centro, (símbolo de los tres niveles del trabajo interior) y patios traseros, predominando las columnas y banquetas –como asiento en la mayoría de la estructura y similar a la zona arqueológica de Plazuelas, en Pénjamo Guanajuato, México, esas banquetas se usaban como bancas para sentarse a meditar, es decir, cada una de sus salas y demás recintos del palacio, son en realidad, lugares de meditación y también de observación del cielo, pues los impluvios de las tres salas, reflejaban sobre sus aguas, los astros, estrellas y constelaciones, las cuales eran visibles en su tiempo y así podían ser estudiadas por los astrónomos y astrólogos Toltecas; por eso les llamaban también el Espejo del Cielo.

Después de subir la gradería frontal, un poco a la derecha, se encuentra uno, con una pila de agua que está rodeada por una deteriorada serpiente de piedras ovaladas y semi cuadradas, pegadas con estuco, mezcla de aquella época; la serpiente en las culturas mexicanas, es el símbolo de la sabiduría y el fuego interior, quien lograba la eliminación radical de sus defectos psicológicos, se convertía en serpiente, es decir en sabio. La serpiente es también símbolo del trabajo con nuestras aguas o energías creadoras, simbolizadas precisamente por el agua de la pila citada, trabajo que nos permitirá la eliminación del ego y por lo tanto, ir encarnando las partes del Ser y poder acceder a lo más elevado del trabajo sobre sí mismo, simbolizado maravillosamente por la pirámide “B” donde se encuentran los monolitos lemures, llamados atlantes por la ciencia oficial.

De hecho, el Palacio Quemado, con sus numerosa columnas (muy similares a las del templo de los guerreros en Chichen Itzá) tiene una doble representación: por un lado simboliza las partes del Ser, recordemos algunas de ellas: La Madre Divina, que nos ayuda a dar muerte a nuestros defectos; El Ángel de la guarda, que nos cuida; la Doncella querida de los recuerdos, nos auxilia a recordar nuestras experiencias en el mundo astral; El apóstol Juan nos da el sabio uso del verbo, el Don de la palabra bien empleada, el Pedro interior, que nos enseña cómo trabajar nuestras aguas o energías creadoras; etc., el Ser, visto clarividentemente, parece un ejército de pequeños niños, tiene muchas partes el Ser.

Nos quejamos de la inseguridad, de la falta de oportunidades, de la contaminación y de muchas otras cosas, hay que dejar de hacer eso y en su lugar preguntarnos y contestarnos con toda honestidad: ¿en qué he participado yo en ese estado de cosas que estamos viviendo?... Amigos, el abuso, y el mal uso del sexo, la falta de misericordia en nosotros, nos hace contaminar, nos hace traer hijos al mundo sin ningún tipo de responsabilidad, sólo buscamos satisfacer nuestras pasiones bestiales, sin que nos importe pisotear a nuestra simiente, a nuestros hijos, nos reproducimos irresponsablemente y llenamos al mundo de niños que son abusados en todos los aspectos, porque como padres, no nos dedicamos a cubrir sus necesidades, a amarlos y levantarlos correctamente; actualmente nuestros jóvenes, en la cumbre de su potencialidad, andan crispados, enojados y muchas veces hasta se suicidan, pues no encuentran oportunidades de desarrollo educativo y laboral; desde hace muchísimo tiempo, la demanda educativa y de trabajo, ha superado por muchísimo a la oferta, estamos perdiendo a la población joven y hasta niños (tanto hombres como mujeres) en la trata de personas o bajo el fuego del crimen organizado y el consumo de drogas, pues ése es el destino que labramos para ellos… Pero fino lector, con ser responsables de nuestra sexualidad y un poco de MISERICORDIA, cristalizado esto, en cada uno de nosotros, ese estado de cosas, puede cambiar radicalmente; vamos a dar muerte al ego, vamos a trabajar responsablemente con nuestras aguas de vida, con nuestra semilla y un mundo nuevo nos sonreirá; las columnas del palacio, por otro lado, alegorizan a todos aquellos estudiantes gnósticos que, como verdaderos guerreros, se lanzan, sin tregua, a la lucha contra sí mismos, pues saben que el enemigo no está fuera, sino dentro de uno mismo; tenemos que eliminar lo que no sirve, hasta convertirnos en serpientes, como lo hizo Quetzalcóatl y otros más. Recordemos que Quetzalcóatl, el Cristo mexicano, quemó, precisamente aquí en Tula, lo que no le servía, lo que le sobraba y al hacer esto consiguió la liberación total.

Palacio Quemado

Visto de frente, el templo de las columnas, nos despliega, al lado derecho 22 columnas que, traducidas al lenguaje de la cábala, la ciencia de los números, nos remite al arcano o misterio número 22 que es la resurrección, símbolo de poder, verdad, triunfo, buena suerte, regreso al Ser, al Padre Interior. Cristalizar en nosotros el Arcano 22, nos quita la fragilidad, el peligro de caída, de castigo, simbolizados por las 16 columnas que se despliegan al lado izquierdo del Palacio visto de frente. Justo en medio de los dos grupos de 22 y 16 columnas y frente a la pila de agua rodeada por una serpiente, encontramos una sola columna, alegoría del Ser, pues sólo trabajando con nuestras aguas creadoras, las aguas del Espíritu Santo, las aguas del amor, abandonaremos la fragilidad, llegaremos a la resurrección y nos uniremos con el Ser, lo más limpio y divino que todos tenemos.

Caminando a lo largo, por en medio de los dos grupos de columnas, se encuentran en el piso, petroglifos con figuras estilizadas de aves, intercalándose entre ellas pequeñas pilitas de agua, alegorizando, esos dos elementos, al Espíritu Santo o Tercer Logos. Las mismas 22 columnas del lado derecho, las 16 del lado izquierdo, más la columna que representa al Ser, suman 39, si sintetizamos: 3 + 9 = 12, volvemos a sintetizar y tenemos: 1 + 2 = 3, el número del Tercer Logos o Tercer Creador.

Dispersas en varias partes del piso del palacio, se pueden ver piedras circulares y rectangulares, viva representación (al igual que las columnas cuadradas y redondas) de las fuerzas masculinas-femeninas: En forma de círculos para las femeninas y rectángulos para las masculinas, ya que la dualidad, era y es, la base para la construcción de la pirámide del Ser en cada uno de nosotros, no olvidando que el Ser representa, amor, caridad, fe, bondad, en fin, un conjunto de principios trascendentales; de modo que, en este palacio maravilloso, nos encontramos con la Tríada Divina: El Padre, (el Ser), El hijo (el adepto trabajando con el fuego serpentino y el agua del amor simbolizados por la serpiente), y el Espíritu Santo, simbolizado por las aves, el agua de vida y las tres columnas cilíndricas del traspatio de la sala – patio 1. Así pues, a los adeptos trabajando con esas tres fuerzas de la naturaleza y el Cosmos, los encontramos esculpidos en los Altares de Culto, resguardados por los cobertizos del patio central del palacio, adorando ellos a la Divinidad y portando penachos o mitras ricamente adornados de plumas de aves, alegorizando el trabajo con las fuerzas del Espíritu Santo.

En la sala 2 del Palacio, se encontraron los siguientes valores: el Chac Mool de Tula (que con sus ojos bien abiertos nos reitera que debemos auto observarnos internamente. Dos discos más se recuperaron en los patios de las salas 1 y 2 (pues los Toltecas, al igual que otras culturas arcaicas del mundo, le rendían culto al Sol, el planeta de la vida y la iluminación). Piezas, todas sagradas que ahora se encuentran en el Museo del sitio.

En el Patio y sala central del Palacio, se pueden observar 30 columnas de cuatro lados cada una y cuya síntesis es el número 3, indicando que el neófito debe trabajar, con las fuerzas del Tercer Logos: el fuego sagrado del amor, las energías creadoras, simbolizadas por al agua ubicada en el centro del patio.

El patio 1 cuenta con 28 columnas circulares, cuya síntesis es el número 10 = Matrimonio, palabra que tiene 10 letras = el Hombre y la Mujer, que en matrimonios legítimamente constituidos, deben trabajar juntos con sus energías de vida, simbolizadas también por el impluvio central que nos recuerda las Piscinas Sagradas de tiempos antiguos. El 10 a su vez se sintetiza en 1, indicando que ese trabajo nos fusiona con el Ser que es el principio de todo.

Observando el patio 3, encontramos en el traspatio que precede a la entrada principal, 8 columnas que nos muestran que, el trabajo sobre sí mismos implica, pruebas, dolores, sufrimientos, renunciaciones. Pasando al interior del patio, descubrimos 32 columnas circulares cuya síntesis es el número 5, la Ley, señalando que el trabajo con las aguas es por Ley, nuevamente simbolizadas esas aguas por el impluvio que se encuentra al centro.

En una pequeña explanada lateral al patio 3, se pueden observar dos grupos de nueve y siete hoyos que en su momento contaron con sus columnas correspondientes. Como sabemos, el 9 es el número del trabajo con las energías creadoras, el cual, si hacemos bien, nos llevará al orden interior y por lo tanto al exterior, al triunfo, simbolizado por el número 7.

Reiteradamente vemos en el Palacio Quemado o de Las Columnas que, el único camino es trabajar intensamente para transmutar nuestras energías internas, para eliminar defectos y conquistar los atributos del Alma: Dulzura de carácter, pureza, amor al trabajo, moderación en todo lo que hagamos, alegría por el bien ajeno, humildad, caridad y paz interior.

 ENVIADO POR: INSTRUCTOR JOSÉ ISABEL MAURICIO VARGAS. RINCÓN DE ROMOS, AGUASCALIENTES, Y LORETO, ZACATECAS.

“Por tanto, dice el Apocalipsis, acuérdate del estado de donde caíste y arrepiéntete y vuelve a la práctica de las primeras obras; porque si no, voy a ti y removeré tu candelero de su lugar si no te corriges, y la tristeza afligirá a tu corazón. Samael Aun Weor. Magia Crística Azteca.

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