El Mundo Astral

Imagen: John Anster Fitzgerald (1819-1906)

La ley del Siete (Heptaparaparshinok) rige todo lo creado, existen siete dimensiones formando este mundo en el que vivimos, pero nuestros sentidos solo nos permiten conocer tres, conocidas como: ancho, alto y profundidad, y a esto lo llamamos el mundo físico..

Más allá del mundo tridimensional, existe el mundo vital o hiperespacio, que corresponde al Edén bíblico y en una nota vibratoria más alta existe en el mundo astral, que es el mismo mundo de los sueños.

Esta región del cosmos, hoy ignorada por la ciencia materialista, fue conocida por los maestros de antaño como Mundo de Hod en la Kábala hebraica, Kamas en la India milenaria, correspondiente a la quinta dimensión o eternidad, donde el pasado, presente y futuro quedan hermanados.

Cada noche, sin excepción, cuando dormimos, nuestro cuerpo astral se desenvuelve en esta región de la naturaleza, por lo que un sueño es en realidad un viaje astral, solo que lo hacemos en forma inconsciente.

Un cordón de tipo energético une el cuerpo físico al astral, siendo posible regresar siempre al cuerpo, como lo hacemos cada vez que despertamos del sueño. Este cordón es llamado Antakarana, hilo de vida o cordón plateado.

El objetivo es que nos hagamos conscientes de lo que de por sí hemos hecho toda nuestra vida, por lo tanto no es peligroso como han difundido tantos enemigos de la humanidad.

El maestro Jesús dice tal como recoge el Evangelio Gnóstico de Tomás: «Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto», con ello nos da –entre otras simbologías- el secreto para lograr los viajes astrales conscientes, es decir, si aprendemos a vivir cada momento de nuestra vida, esto permitirá que despertemos conciencia en el astral.

Si aprendemos a vivir intensamente las cosas cotidianas, como el comer, caminar, estudiar, trabajar, platicar, etc., sin escapatorias de ninguna especie, uniendo nuestra conciencia a la acción que se vive, esto se reflejará en el mundo astral y lograremos despertar conciencia en esta dimensión de los sueños.

Hay muchos factores que unidos nos darían el tan anhelado viaje consciente astral, entre ellos está la meditación diaria, ya que al tratar de comprender nuestros defectos, y si logramos eliminarlos, se liberará la esencia aprisionada y nos llevará al despertar. Influye también el control de nuestras energías creadoras, pues cuando aprendemos a transmutarlas cambia nuestra vibración a una nota más alta facilitando las experiencias astrales conscientes.

Los viajes astrales son más bien del corazón y no del intelecto, por lo que desarrollando los valores del corazón, sería mucho más fácil el desdoblamiento consciente. Los valores del corazón los desarrollamos con la caridad consciente, el servicio a la humanidad desinteresado, la oración científica y no mecánica, la fe solar, la devoción, la espiritualidad, etc.

El mundo astral está regido por la luna, por lo que las salidas astrales son más fáciles en creciente y un poco más difíciles en menguante.

Es triste reconocer que en la época en que vivimos todo lo queremos fácil y rápido, pero aquí no puede aplicarse eso. Solo el trabajo constante, integrando todos los elementos dichos, con mucha paciencia podría llevarnos al éxito. Pero es cuestión de un desarrollo gradual que lleva meses y años de práctica diaria.

Las teorías abundan como la mala hierba, y ya el mundo está cansado de ellas. Lo que necesitamos es ir a los hechos, a la práctica, recibe estimado lector decenas de prácticas para lograr ese despertar a través de este número de tu revista “La Sabiduría del Ser”, no las leas como quien lee un periódico, proponte vivir cada una de ellas.

Integra a tu vida diaria cada una de estas enseñanzas, no esperes resultados inmediatos, solo trabaja intensamente y verás que si eres perseverante y tienes fe, podrás experimentar por ti mismo y entonces podrás recordar tus vidas anteriores, platicar cara a cara con algún maestro, ir a visitar las zonas sagradas del mundo, conocer la sabiduría maya, inca, egipcia, hindú, tibetana, etc.

Entonces podremos darnos cuenta que no es retirándose del mundo como lograremos encontrar la verdad, sino que ella subyace en cada uno de nosotros.

Imagen: John Anster Fitzgerald (1819-1906)

María Guadalupe Rodríguez Licea y Jenaro Ismael Reyes Tovar. Comisión de Internet.

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