Mujeres Trabajadoras
Dios como Padre es Sabiduría. Dios como Madre es Amor. Y en los hogares solo debe reinar el Amor y la Sabiduría. Y hablando del amor. El amor es el fundamento de todo lo que es, ha sido y será. La mujer mediante el amor no solamente puede transformarse a sí misma, sino también puede transformar a los demás. La mujer tiene derecho a pasar a un nivel superior del ser, y esto es posible sabiendo amar.
SOPLANDO BURBUJAS
La mujer ha sido elegida para la santa predestinación de ser madre. Cuán grande es la dicha que siente la madre que lleva a su hijo en sus brazos, que lo alimenta con sus pechos; que le brinda su amor. Ella en ese momento, está haciendo el papel que hace la gran madre naturaleza con todos sus hijos. Es una verdadera sacerdotisa que merece todo respeto y veneración de todos los seres que pueblan el universo.
No debemos olvidar que la mujer debe ser también además de madre, educadora de sus propios hijos, ella está llamada a educar a sus hijos. Acabar de formar al fruto de sus entrañas. Su educación básica debe de empezar en el hogar. La madre es el ángel del hogar, la maestra del hogar. Hoy por hoy esto se ha perdido.
En los tiempos antiguos, en la Atlántida y en la Lemuria, las madres educaban a sus hijos, dentro del hogar los formaban. En los tiempos éstos decadentes en que nos encontramos, debido a la degeneración del varón, la mujer ha perdido hoy por hoy, muchas de sus hermosas cualidades.
En la Doctrina Secreta de Anáhuac, se rinde culto a las mujeres que mueren departo. Incuestionablemente, ellas son verdaderas mártires. Se nos ha dicho pues, en náhuatl, que ellas van no al Mictlán como suponen algunos, sino al Tlalocan, es decir, al paraíso de Tláloc. Lo merecían porque habían dado su vida por la naturaleza. Habían muerto en cumplimiento de ese gran sacrificio, cual es el de ser madres; habían cumplido con su misión. Las mujeres están llamadas con el propósito de trabajar por un mundo mejor. Desafortunadamente el varón ha creado una civilización falsa, una vida mecanicista, absurda, también ha cometido el crimen de sacar a la mujer de su hogar.
Ahora la mujer para poder sobrevivir en este caos absurdo del siglo XX, no le ha quedado más remedio que desplazar al hombre en la oficina, en la industria, en la banca, en el comercio, en los talleres, en la ciencia, etc. Actualmente muchas mujeres salen de su hogar para realizar trabajos peligrosos e insalubres, donde se manejan substancias tóxicas y por ello están expuestas agraves peligros de envenenamiento.
Mujeres en cinta manejando substancias que emiten gases, vapores, polvos nocivos, etc., que les provocan daños irreparables. Existen trabajos que producen humedad continua, trabajos que forzosamente las mujeres tienen que estar de pie por horas. Es lamentable ver a mujeres trabajando en expendios de bebidas embriagantes. Es completamente absurdo que las mujeres se vean metidas en trabajos que de hecho viene a relajar su moralidad y buenas costumbres.
Es antihumano y criminoso que las mujeres pierdan el sueño de la noche tan necesario para su salud, por andar metidas en trabajos nocturnos, dejando a sus niños. Está tan degenerado el varón ultramoderno que ya no es capaz de sostener ni a su mismo hogar. Motivos más que suficientes que han obligado la mujer a tener que lanzarse a la lucha. Hoy en día da dolor decirlo, pero es tan grande la degeneración de esta época que muchas mujeres tienen que trabajar para mantener a su mismísimo marido.
LA NARANJA, GIUSEPPE MAGNI, 1900
Realmente la mujer debería estar en su hogar, ese es su puesto; la mujer debería ser MADRE, MAESTRA Y EDUCADORA de sus propios hijos en el hogar. De esta manera, los hijos se levantarían con sabiduría y amor. La mujer está llamada a despertar, debe interesarse por ello y luchar para que el hombre también despierte. Nadie está más cerca del hombre que la mujer; por lo tanto, ella debe luchar a fin de ayudar al varón. Para eso es necesario el despertar. Desarrollar el sentido de la auto-observación psicológica. A cada hora, a cada minuto, a cada segundo, debemos observarnos a sí mismos. Sucede que los defectos que llevamos escondidos afloran en forma espontánea cuando uno menos lo piensa, ya afloran a través de uno, los celos, y a la ira, ya el odio, ya el orgullo, ya el engreimiento, etc.
Una vez que uno ha descubierto, en sí mismo, que tiene un defecto, no debe justificarlo, no debe evadirlo; debe sencillamente, dedicarse a trabajarlo, analizarlo, estudiarlo, comprenderlo, hacerle la disección para saber qué es lo que tiene adentro, cuál es su origen, de dónde viene, y cuando uno ya ha comprendido íntegramente este defecto, entonces debemos concentrarnos en nuestra Divina Madre y suplicarle, rogarle, llorarle, pidiéndole que desintegre ese defecto comprendido, y ella así lo hará. Esto debe hacerle todos los días diariamente con paciencia, hasta que el defecto se vuelva cenizas.
Para poder eliminar cualquier defecto psicológico hay que llorar mucho, hay que pasar verdaderamente, por grandes crisis emocionales; si "el agua no hierve a cien grados", no se cuece lo que hay que cocer, ni se elimina lo que hay que eliminar. Así también, si uno en verdad no pasa por grandes crisis emocionales, no logra desintegrar esos defectos y no logra cristalizar las divinas facultades del alma.
Así que llorar, que sea por arrepentimiento de sus propios errores psicológicos y no llorar por sentimentalismo negativo que no lleva a ninguna conclusión. Necesitamos de un trabajo fecundo y creador. Así que, si queremos una sociedad sana, una sociedad diferente, necesitamos del amor. Porque solo el amor verdadero puede transformarnos.
En una raza progresista, la mujer es el ángel del hogar, la sacerdotisa de sus hijos; base fundamental sobre la cual reposaba en los antiguos tiempos, no el patriarcado, si no el matriarcado. Día llegará pues en que nacerá en el mundo una nueva civilización. Cuando esto sea, la mujer será la sacerdotisa de su hogar otra vez, y el varón regenerado tendrá que ir al campo, a la montaña, a labrar la tierra con el sudor de su frente para dar de comer a su mujer y a sus hijos como lo mandan las sagradas escrituras. Ha llegado la hora de comprender que el eterno femenino es el poder más grandioso de este universo. Ha llegado el momento en que nosotros los varones debemos reverenciar a la mujer, rendir culto a la mujer, porque sin la mujer no podríamos nosotros llegar a la autorrealización íntima del Ser.
BELEM SANDOVAL Y APOLONIO FARFÁN
PINTURAS: SOPLANDO BURBUJAS, Y LA NARANJA, GIUSEPPE MAGNI, 1900