Las Diosas Aztecas
COATLICUE, FOTO ICQ
Dentro de todas las culturas hay realidades excepcionales que lejos de ser solo inscripciones, monolitos o códices nos dejan conocimientos que nos pueden sorprender si los comprendiéramos a fondo como, por ejemplo, en las culturas prehispánicas de México nos encontramos con la sorpresa de ver parejas de dioses; si está el dios del amor “Flor Principal” (Xochipilli), tenemos también a la diosa del amor “Flor preciosa” (Xochiquétzal). Es algo incuestionable que en el pasado no adorábamos ídolos, veíamos en cada ser divino la manifestación de las fuerzas de la naturaleza, las inteligencias divinas conocidas como ángeles, a la misma divinidad expresándose en la creación entera. Cuando mencionamos, por ejemplo, a Tonantzin que representaba nuestra madrecita, queremos dar a entender que el amor, la comprensión y la dulzura, pueden y deben expresarse en cada acto de nuestra vida.
Cuando estudiamos a las diosas del México antiguo estamos penetrando en el vasto misterio de la creación entera. Al referirnos a las diosas aztecas no estamos hablando de un pasado remoto, más bien, estaríamos refiriéndonos a algo eterno, sin principio ni fin, fuerzas que se encuentran presentes en este momento y que si ponemos nuestra voluntad podríamos conectarnos con ellas para acercarnos a la verdadera felicidad.
“Flor preciosa” (Xochiquétzal).
Si bien se le adoraba hace cientos de años, sería interesante rescatar su culto y veneración; ya que tiene más realidad que cualquiera de nosotros, es un ángel femenino; es una iniciada, una maestra que ha trascendido el bien y el mal, que ha existido, existe y existirá. La diosa de las flores, del amor, de la música, del arte, de la belleza; tiene el poder de ayudarnos en esas cosas de las cuales esta cultura perversa se ha olvidado. Xochiquétzal no es un invento de nuestros antepasados, tampoco es algo que haya muerto, es una fuerza divina que está para ayudarnos, para consolarnos, para orientarnos en este mar embravecido de la vida. Su templo estaba dentro del templo Mayor de Tenochtitlán y, aunque pequeño, lucía tapices bordados, plumas preciosas y adornos de oro.
Xochiquétzal
Xochiquétzal tenía poder para perdonar. A su templo iban las mujeres grávidas, después de tomar un baño lustral, para confesarle sus pecados y pedirle perdón y ayuda, más si estos eran muy grandes, a los pies de la deidad se quemaba la efigie de la penitente modelada en papel de amate (ficus peciolares). Algo insólito encontramos en esta parte de sus enseñanzas, nos están dando los pasosa seguir para curar nuestras enfermedades, el método. Ya que el origen de la enfermedad Es la manifestación de nuestros defectos psicológicos, el desequilibrio orgánico que, por ejemplo, provocamos cada vez que nos enojamos.
Sin duda alguna existe una tremenda tensión en nuestro cuerpo, el sistema nervioso se altera y nuestro sistema inmunológico pierde fuerza cada vez que estallamos en lujuria, ira, orgullo, codicia o envidia. El confesar los pecados significa comprender nuestros defectos a través de la meditación profunda y la auto observación psicológica. Además, pedir perdón a la diosa “Flor preciosa” (Xochiquétzal) es acudir a Dios madre, a nuestra madrecita individual particular paraqué los desintegre y convierta en polvo cósmico. El agua lustral, el agua de purificación, el agua que puede limpiarnos espiritualmente, símbolo de aprender a dirigir las aguas puras de vida para combatir el ego animal.
Arcaicas tradiciones milenarias nos dicen que esta diosa tenía el poder de perdonar, es indudable que la Madre Divina de cada uno, nuestra propia “Flor preciosa” (Xochiquétzal) interior, puede perdonar nuestro karma cuando logramos pagarlo con obras desinteresadas en favor de la humanidad y cuando eliminamos los yoes que lo causaron.
“La de falda de jade” (Chalchiuhtlicue)
La diosa de las aguas terrestres; cuando uno contempla extasiado un lago, está realmente conectándose con esta maestra de perfecciones, cuando se alegra con el canto del río que se desliza en su lecho de rocas, cuando disfruta del agua presente en la naturaleza, está presenten forma inefable la esposa del dios de la lluvia Tláloc.
Cuando había sequías se le invocaba través de ritos por nuestros antepasados, Los Maestros la invocaban en verano, cuando los ríos se secaban por la sequía. Sobre el altar del templo ponían un montón de sal marina y devotamente impetraban su auxilio. Después, el Maestro iba al seco lecho de algún río cercano y, con el bastón mágico, en éxtasis, abría dos pequeños hoyos próximos uno del otro y los llenaban con cobre líquido que previamente habían derretido los adeptos.
El Maestro repetía la invocación y con sus manos ampliaba uno de estos hoyos; entonces, el agua brotaba del lecho del seco río y comenzaba a correr. Ceremoniales mágicos, que deberíamos rescatar, volver a realizar con mucha fe, dejar nuestro crudo materialismo vano, romper con el escepticismo grosero y penetrar en la más absoluta espiritualidad Entremos en profunda meditación, dejemos la mente en silencio, concentrados profundamente en esta iniciada y la respuesta no se hará esperar, no cumplirá nuestros caprichos egoístas, pero tengan por seguro que las peticiones justas serán escuchadas.
“La de falda de serpientes” (Coatlicue).
Con verdadero asombro nos encontramos con una diosa con símbolos impactantes.
Muchas enseñanzas desconocidas nos topamos en las misteriosas esculturas dedicadas a esta diosa regente de la tierra y madre de todos los dioses. Podemos observar serpientes símbolo de la sabiduría que tiene nuestra Madre Divina; son denotarse los cráneos representación de que ella tiene el poder de eliminar los defectos psicológicos que hemos comprendido; las plumas de quetzal nos enseñan la espiritualidad trascendente que es necesario adquirir en todas las actividades del día a día.
Es curioso encontrar garras de jaguar adornando una figura que representa a nuestra Madre Divina, pero es que se requiere de mucho valor para adentrarse en nuestro mundo interior y comprender esos demonios que hacen nuestra vida imposible.
“La Señora de la Dualidad” (Omecihuatl)
Sería imposible que faltara en esta teogonía o estudios de los dioses, la raíz de todo lo existente. Es una pareja divina el Señor y la Señora de la dualidad el origen de todo lo que existe. “La Señora de la Dualidad” (Omecihuatl) Es la viva representación del océano sin límites y eterno, del gran caos de donde surge todo lo creado. Dios como padre es sabiduría y como madre es amor.
“La Mujer Serpiente” (Cihuacóatl)
Dice la leyenda de los siglos que nuestro Señor Quetzalcóatl descendió a los infiernos por los huesos de nuestros antepasados, pues a toda subida, siempre le precederá una bajada a toda exaltación viene después de una humillación.
CHALCHIUHTLICUE
Una vez que obtiene los huesos es precisamente la Mujer-Serpiente, nuestra adorada madrecita la que con tanto amor muele los huesos (la muerte del yo) obtenidos por Quetzalcóatl y mezclándolos con el maíz amarillo y blanco (nuestra energía creadora transmutada) es que forma al ser humano verdadero, al hombre ya la mujer real, quien ha recibido los principios anímicos (o alma) y espirituales (o del Ser).
Mujeres Diosas (Cihuateteo)
Los únicos seres que son dignos de acompañar al Sol en su recorrido son los hombres muertos en el campo de batalla, es decir, quienes han eliminado sus defectos psicológicos y aquellas mujeres elevadas al rango de diosas, por morir en el parto.
Es una verdadera realidad que la ley divina premia aquellas mujeres que dieron la vida, al dar vida; ellas son premiadas con creces en los mundos superiores de conciencia con unas muy merecidas vacaciones en esas regiones de felicidad.
Diosa de los partos (Tlazoltéotl)
Es verdaderamente práctico el que nos adentremos en esta teogonía o estudio de los dioses aztecas, ya que de pronto nos encontramos con un ángel preciosísimo, regente de los partos quienes podemos invocar cuando vamos a tener un hijo, para que las fuerzas de la naturaleza actúen a nuestro favor; rige el fluido amniótico, la gestación el parto Dicen nuestros ancestros que puede perdonar los pecados del ser humano, y eso es una realidad, ya que nuestra Madre Divina puede interceder ante la ley, para que nos cancele un karma, cuando uno ha eliminado los yoes que lo causaron y así no pagar con dolor el daño hecho.
OMECIHUATL
Es innumerable las formas en que nuestros antepasados adoraron ese principio femenino de Dios, manifiesto en todo el universo y lo que es más interesante, ¿por qué no? Dentro de cada uno de nosotros. Que tiernos son los filósofos iniciados del pasado al llamarla Toca “Nuestra abuela”; o aquella diosa del maguey (Mayaguel) símbolo de la capacidad que tiene nuestra madre para transmutar nuestras energías; increíble es encontrar a un equivalente de la diosa romana Vesta, la diosa del fuego del hogar, aquí tenemos a Chantico, la diosa de los fuegos de nuestro corazón.
“Nuestra venerada madrecita” (Tonantzin)
Acaso podríamos olvidar a nuestra Madrecita venerada, ella es la que puede consolar nuestro adolorido corazón, ella es nuestro áncora o refugio donde podemos ampararnos cuando sufrimos; ella es la adorable que puede iluminar esa espantosa oscuridad en que vivimos. Debemos guiarnos con la luz de nuestra madrecita Tonantzin, adorémosla, hay que rendirle culto, veneremos a Dios Madre en nuestro corazón y ella nos dará luz, sabiduría, amor y poder. Cerramos nuestros ojos, nos concentramos en nuestro corazón. Relajamos cuerpo y mente. Pensemos en dios Madre como raíz de todo lo creado. Veamos ese exponente de Dios Madre en cada uno de nosotros, representada en Tonantzin. Tonantzin (nuestra Madrecita venerada) Teteoina (la Madre de los dioses), o mi madre, ven a mí, ven a mí.
MARÍA GUADALUPE RODRÍGUEZ LICEA
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