Libro: La Sabiduría de Quetzalcóatl

CAPÍTULO 3. QUETZALCÓATL UN PROTOTIPO DE PERFECCIÓN

Capítulo 3. Quetzalcóatl un Prototipo de Perfección

Es un hecho contundente que vivimos en un mundo lleno de oscuridad, no sabemos realmente hacia dónde dirigir nuestros pasos en estas tinieblas pavorosas que inundan a toda la humanidad. Donde quiera que dirijamos la mirada hay caos y desolación; individuos farsantes engañando y explotando los anhelos espirituales de todos, ya no sabemos qué hacer.

¿Quién tiene verdaderamente el camino?, ¿quién lo sabe realmente?, ¿cómo podemos encontrarlo sin ser engañados?, afortunadamente hay una forma, ya que Quetzalcóatl nos dejó plasmado en su vida un prototipo de perfección. Si realmente anhelamos saber la senda, la tenemos en la vida y obra de nuestro señor Quetzalcóatl.

«¡Señores, ha llegado el momento en que nosotros pasemos por una gran revalorización de principios! ¡Ha llegado el instante en que nosotros entendamos, claramente, que Quetzalcóatl nos indica lo que debemos hacer! Si nosotros queremos en verdad transformarnos, tenemos un prototipo extraordinario: ¡Quetzalcóatl!»

[Samael Aun Weor. “El Drama de Quetzalcóatl”]

El Árbol del Universo

Árbol del Universo, lado izquierdo Quetzalcóatl, lado derecho el “dios del amor” (Xochipilli). [Códice Borgia]

Árbol del Universo, lado izquierdo Quetzalcóatl, lado derecho el “dios del amor” (Xochipilli). [Códice Borgia]

Nos toca explorar con los ojos del alma su vida y obra, comprender con el corazón que cada proceso por él vivido, no es algo literal. Es más bien un proceso en el cual nosotros debemos pasar en nuestra vida.

El emblema de la enseñanza que difundió Quetzalcóatl quedó sabiamente sintetizado en el “Árbol del Universo”, que no era otra cosa que la cruz de los maravillosos destinos, un símbolo realmente universal, pues la encontramos en la cruz Tau de los egipcios, la cruz de los templarios, la cruz Jaina hindú que es la misma suástica de los habitantes del norte. Además, este símbolo se encuentra, viéndolas desde lo alto, en las pirámides y en la figura de una cruz en movimiento, que forman los famosos voladores de Papantla en Veracruz.

Así como Quetzalcóatl un día cargó la cruz a cuestas, tal y como lo hiciera el maestro Jesús, de la misma manera debemos sobrellevar la cruz sobre nuestras espaldas. De esta forma, nos corresponde ingresar en los misterios que enseña la cruz, símbolo sagrado en el mundo entero.

Cuando llegaron los conquistadores a México, vieron con asombro que la cruz ya estaba aquí en los altares, pero como símbolo de redención, ya que representa los misterios sagrados que existen en el hombre y la mujer; Víctor Hugo, el gran poeta humanista, en su poema “El Hombre y la Mujer” describe con un arte sin precedentes, y con entera claridad, que es, precisamente, en el matrimonio donde se encuentra el camino de salvación.

Del mismo modo, en una de las arias, de “La Flauta Mágica” de Mozart, se exclama en voz de Pamina, la princesa, y Papageno, el pajarero, que el hombre y la mujer son la puerta para entrar al cielo de la siguiente forma: “Su excelsa finalidad es bien clara, no hay nada más noble que una mujer y un hombre. El hombre y la mujer, la mujer y el hombre alcanzan la esfera de la divinidad”.

Quetzalcóatl nos enseñó los misterios sagrados del matrimonio, de aprender a amar, de saber canalizar nuestras energías creadoras, los mismos misterios tántricos de las escuelas esotéricas budistas.

“El amor es la mejor religión asequible”, nos afirma el maestro Samael, dándonos a entender que es en el amor, la mejor forma de regresar a lo divinal, religión es, precisamente, eso: religarse, volver a Dios.

Es indudable que el camino consiste en demostrar ese amor con hechos en el curso de nuestra vida diaria. Por ello, dice el maestro Samael: “Bendita sea la mujer y benditos los seres que se adoran”.

«Quetzalcóatl, como principio inteligente, puede ligar al macrocosmos y al microcosmos dentro del corazón del hombre. El Árbol del Universo, incuestionablemente, es altamente simbólico. Recordemos la erótica griega: No hay duda que el kteis formal, debidamente conectado con el phalus vertical, hace cruz. Las cuatro puntas de la cruz son: La ciencia, la filosofía, el arte y la mística. Solamente mediante los misterios del Lingam-Yoni y Pudenda, es posible conectar al alma con el espíritu, a lo macro cósmico con lo micro cósmico.»

[Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”]

Los misterios del Alma Gemela

Estela con Quetzalcóatl [Xochicalco]

Estela con Quetzalcóatl [Xochicalco]

En una de las tantas leyendas que hablan de Quetzalcóatl, destaca la presencia de un indígena mexicano llamado “Uno-Caña” (Ce Acatl), quien lo rescata cuando llega del mar, herido y moribundo, jalándolo de las barbas para llevarlo a una cueva en donde lo cuida y alimenta.

Se convierte en su amigo, en su discípulo, en su compañero, en su heraldo y le ayuda en todas sus labores a Quetzalcóatl, lo sigue por todas partes y juntos logran levantar la maravillosa Tula, llevando a sus habitantes al desarrollo político, social, económico, cultural y religioso.

Quetzalcóatl, en su anhelo por difundir la enseñanza gnóstica, tenía en mente ayudar también a unos salvajes que nunca quisieron orden ni sabiduría, llamados: “Linaje de Perros” (Chichimecas). Vivían como animales, sin religión, libres como el viento, sin líderes, pasando hambres y fríos, teniendo cada uno de ellos, por estos motivos, muy poco tiempo de vida.

Pero al llegar ante ellos, con la doctrina de salvación, en lugar de ser recibido con los brazos abiertos, lo apedrearon y mataron a quienes lo acompañaban. Cuatro flechas atravesaron su cuerpo y así, casi muerto, se lo llevaron.

Su inseparable y fiel amigo “Uno-Caña” (Ce Acatl) iba detrás de él a escondidas con un grupito de hombres armados, y pudieron rescatarlo completamente herido de entre los salvajes. Fueron inútiles las curaciones, los cuidados, estaba muriendo Quetzalcóatl.

Y dicen las tradiciones antiquísimas que “Uno-Caña” (Ce Acatl) manda hacer una gran hoguera, la más grande que pudo haberse hecho jamás y cuando estuvo tan intensa, que semejaba un sol naciente, en estado de éxtasis, sin miedo alguno, murmuró: “Voy por ti Quetzalcóatl, aunque te traiga por las barbas desde el mismo lugar donde se origina todo, te traeré de regreso”.

Al ingresar “Uno-Caña” (Ce Acatl) al fuego, éste se intensificó, y después apareció una lluvia bienhechora que apagó la gran hoguera. Llovió por tres días seguidos y Quetzalcóatl se recuperó. Desde ese instante, su hermano gemelo, su “cuate” (significa gemelo), “Uno-Caña” (Ce Acatl), vivió para siempre en el corazón de Quetzalcóatl, los dos eran un solo ser.

Estas enseñanzas ponen de relieve uno de los misterios más grandes del esoterismo, eso que se llama como: almas gemelas. Desde luego, esto tiene muchos significados, el que se expresa aquí hace referencia a que la esencia puede manifestarse en dos cuerpos distintos y en lugares diferentes.

Del mismo modo, hace referencia a alguien que, destruyendo sus defectos psicológicos de lujuria, orgullo, amor propio, celos, intolerancia, etc., logra convertir su matrimonio en algo sublime, encontrando en su pareja el alma gemela y haciendo de su matrimonio un verso perfecto.

«El misterio de las almas gemelas es extraordinario, y esto viene a ponerlo de relieve Ce Acatl (el gemelo de Quetzalcóatl). Incuestionablemente, la esencia purísima de nuestra propia alma puede manifestarse en cualquier otro organismo, aparte del personal. ¡He ahí el misterio de las almas gemelas, uno de los misterios más grandes y más sublimes del amor! Cuando un hombre encuentra a su compañera gemela, incuestionablemente ha hallado la felicidad. ¡Dichoso el hombre que encuentre a la mujer amada!»

[Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”]

Quetzalcóatl bajando al inframundo

Señor del Inframundo (Mictlantecuhtli) [MTM]

Señor del Inframundo (Mictlantecuhtli) [MTM]

Si leemos en la mitología griega, encontramos el mito de Perseo (la esencia) que debe bajar al inframundo (de su propio subconsciente) para decapitar a la Medusa (nuestros defectos psicológicos).

Lo mismo sucede con los gemelos divinos, del libro maya del Popol Vuh, que tienen que bajar al inframundo para derrotar a los señores que ahí gobiernan, lo hacen a través del “campo de la bola religiosa” (juego de pelota). Nuevamente, son la representación de los valores del Ser en contra de nuestros errores.

Las tradiciones esotéricas afirman que a toda exaltación le precede una humillación, que a toda subida le precede una bajada. Por lo cual, la enseñanza que nos deja Quetzalcóatl, al bajar al inframundo, por los huesos de sus antepasados, es algo que, efectivamente, debemos realizar aquí y ahora.

«Fue sometido a pruebas por algunos magos negros, pero él salió victorioso, y al fin, después de haber sufrido mucho llegó a la Tierra Roja. Entonces, dice la tradición, “pudo morir y resucitar; bajó a la región de los infiernos, al Mictlán para recoger los huesos de sus antepasados”.

Incuestionablemente, “antes de subir es necesario bajar, a toda exaltación le precede siempre una espantosa y terrible humillación”; Quetzalcóatl fue humillado antes de ser exaltado. Arrepentido, resolvió incinerarse y entre esas cenizas resucitó, para convertirse en el lucero de la mañana.»

[Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”]

De acuerdo a los mayas, aztecas y, por supuesto, los gnósticos, han existido cuatro humanidades antes de la nuestra, los aztecas los alegorizan como soles, refiriéndose a éstos como periodos de tiempo.

A la Raza Polar, la primera, le llamaron: “Sol-Jaguar”, (Ocelotonatiuh); la Hiperbórea, la segunda Raza, la denominaron: “Sol-Viento” (Ehecatonatiuh); A la Lemuria, la tercera le bautizaron: “Sol-Lluvia de Fuego” (Quiauhtonatiuh); y a la famosa Atlántida, o cuarta Raza, le llamaron: “Sol-Agua” (Atonatiuh).

La creación de la humanidad y los hijos del Quinto Sol (la humanidad actual, llamada la Raza Aria) estuvo a cargo del sacrificio de Quetzalcóatl. Para ello, desciende al “Inframundo” (Mictlán) en búsqueda de los huesos de la gente que había existido anteriormente, con ellos los dioses pretendían crear la nueva humanidad.

Señor del Inframundo (Mictlantecuhtli) y Quetzalcóatl [Códice Borgia]

Señor del Inframundo (Mictlantecuhtli) y Quetzalcóatl [Códice Borgia]

Se entrevista con el “Señor del Inframundo” (Mictlantecuhtli) para llevarse los huesos, después de pasar algunas pruebas, Quetzalcóatl se puede llevar los huesos, pero el “Señor del Inframundo” (Mictlantecuhtli) le pone una última trampa y se rompen todos los huesos. Quetzalcóatl muere, pero después resucita y junta todos los fragmentos de los huesos.

Mujer-Serpiente (Cihuacoatl) [MNA]

Mujer-Serpiente (Cihuacoatl) [MNA]

Interviene entonces la “Mujer-Serpiente” (Cihuacoatl), representación indudable de nuestra Madre Divina interior, para moler los huesos. Ahora bien, ese polvo de huesos molidos se mezcla con la sangre de Quetzalcóatl que es ofrecida al hacer él penitencia perforándose el órgano sexual, alusión al sacrificio que debe uno realizar para dominar la lujuria bestial. Es obvio, que el auto sacrificio nunca se refiere a algo físico, es estrictamente simbólico, haciendo alusión a la tarea titánica de desintegrar la lujuria.

«Su comparte o igual es Cihuacoatl, la mujer serpiente. Quetzalcóatl llegó de Venus y regresó a Venus. Por eso, cuando el Sol todavía está sobre el horizonte despidiendo sus últimos rayos de oro, la estrella de la tarde, el alma de Quetzalcóatl, empieza a brillar con sus primeras temblorosas luces.

Después del Sol-4-Ocelotl, Quetzalcóatl se sangró el falo e hizo penitencia con Mictlantecuhtli, Huictiolinqui, Tepanquezqui, Tlallamanac y Tzontenco, para crear a los hombres que nuevamente poblarían a Anáhuac. Ese sacrificio se realizó en Tamanchoan (casa de donde bajamos) e hizo posible la entrada de la vida en los huesos -de los gigantes devorados por los tigres- traídos del Mictlán por Quetzalcóatl. Los hombres son el fruto del sacrificio de los dioses. Con su sacrificio los merecieron. Por eso los llamaban Macehuales (los merecidos por los dioses).»

[Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”]

Es así como pudo formarse al ser humano, ése es el sistema para crear al verdadero ser humano dentro del universo interior. Es indispensable bajar para subir, debemos nosotros descender. Trabajar en la muerte de nuestros defectos psicológicos y transmutar nuestras fuerzas creadoras para dar origen al hombre verdadero.

La enseñanza a través de su vida

Mural de los bebedores de pulque en Cholula. [Foto: Virgilio Cuautle]

Mural de los bebedores de pulque en Cholula. [Foto: Virgilio Cuautle]

Dicen las tradiciones que Quetzalcóatl se embriaga y, debido a este delito, se tiene que ir de ese lugar donde entrega la enseñanza, de Tula. En este caso, ella representa el Edén y la embriaguez, por su parte, significa haber comido del fruto prohibido. En otras palabras, se refiere al hecho de que cuando utilizamos equivocadamente las energías creadoras, nos alejamos de lo divinal, de la felicidad, de la armonía y de la paz.

Todos los seres humanos, que actualmente poblamos el mundo, somos ese Quetzalcóatl que se embriaga, una y otra vez, a través de los tiempos. Y así como Quetzalcóatl anda errando de un lado para el otro, así nosotros, en las distintas existencias que tenemos, no sabemos qué rumbo real debemos tomar. Quetzalcóatl, con su vida, nos indica el estado en que nos encontramos: sin rumbo espiritual y fracasados.

Quetzalcóatl, verdaderamente, lamenta el haberse embriagado, indicándonos que lo primero que debemos realizar, es darnos cuenta de que hemos delinquido a través de las edades, en las distintas vidas que hemos tenido.

Así lo hace Quetzalcóatl y así nosotros también debemos hacerlo, tenemos que dejar de justificar nuestros errores, abandonar evadirlos, esconderlos de sí mismos y de los demás. Por otra parte, hemos de ser heroicos, sin debilidades, como un guerrero, valientes para enfrentarnos al peor enemigo: uno mismo.

«Quetzalcóatl se entristeció mucho por haberse “embriagado”; es decir, había comido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Entonces hubo de abandonar la lejana Thule (la ciudad espléndida de la Luz), y vagó por todos los países del mundo, sufriendo terriblemente...»

[Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”]