La Sabiduría de Quetzalcóatl Jenaro Ismael Reyes Tovar María Guadalupe Rodríguez Licea Dibujos: Rubén Soto Orozco Sabiduría Gnóstica Material didáctico de uso interno y exclusivo de estudiantes del Instituto Cultural Quetzalcóatl de Antropología Psicoanalítica, A.C. www.samaelgnosis.net | www.samaelgnosis.org | www.samaelgnosis.us La Sabiduría de Quetzalcóatl Autores: Jenaro Ismael Reyes Tovar y María Guadalupe Rodríguez Licea Portada y dibujos: Rubén Soto Orozco © Todos los derechos reservados. Material didáctico de uso interno y exclusivo de estudiantes del Instituto Cultural Quetzalcóatl de Antropología Psicoanalítica, A.C. Página web: español: www.samaelgnosis.net y www.samaelgnosis.org Inglés: www.samaelgnosis.us francés: www.samaelgnosis.net/fr Fotografías tomadas por instructores y alumnos del ICQ, las que no se indique su autoría en pie de foto, fueron tomadas por los autores. Abreviaturas de las Fotos: MNA Museo Nacional de Antropología. Ciudad de México. MAX Museo de Antropología de Xalapa. Xalapa Veracruz, México. MTM Museo del Templo Mayor. Ciudad de México. Este libro se ha fundamentado en los libros y conferencias del V.M. Samael Aun Weor. Ha sido realizado gracias al trabajo de los instructores gnósticos del ICQ Gnosis y estudiantes del equipo del voluntariado que trabajan desinteresadamente en las diversas tareas que realizan en bien de la humanidad. Nota: Uno de los lenguajes en que se habló en México fue el náhuatl, muchos términos de este libro se encuentran en esta lengua, para facilitar su comprensión se ha colocado su traducción al español entrecomillado, y su palabra original en náhuatl, entre paréntesis, por ejemplo: “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl). Tomando este estilo, algunas otras palabras de otros lenguajes se han escrito de igual forma. INTRODUCCIÓN «¡Amigos, ha llegado la hora en que debemos revolucionarnos contra nosotros mismos! ¡Ha llegado la hora en que nosotros debemos transformarnos, ha llegado el instante en que debemos abrir los viejos códices de Anáhuac y conocer la sabiduría serpentina de nuestro señor Quetzalcóatl!» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] U no de los misterios más grandes de México, es el simbolismo que encierra Quetzalcóatl en su vida, su mensaje, su enseñanza, su drama, su misión y sus leyendas… Un quetzal es un ave preciosa, con plumas hermosas de colores, sinónimo de belleza y el emblema de la fuerza espiritual. La palabra “coatl” significa serpiente, considerada por los antiguos mexicanos como emblema de la sabiduría divina, del eterno femenino divinal y de la fuerza que dio vida a todo lo existente. Quetzalcóatl es “serpiente emplumada” o “serpiente preciosa”, es lo divino y espiritual que representa un ave uniéndose a lo humano o terrestre que representa la serpiente, objetivo principal de nuestra existencia, unir lo humano a lo divino. Quien desconoce la sabiduría hermética contenida en la gnosis, difícilmente podrá penetrar en el ámbito de las grandes realidades enseñadas por los antiguos sabios en torno a nuestro señor Quetzalcóatl. Las tradiciones milenarias sugieren que Quetzalcóatl es el origen de todo cuanto existe, de todo lo que ha sido y de todo lo que será, cuando así hablan nuestros antepasados es porque no se refieren a una persona, sino a un principio universal eterno. Si bien como fuerza cósmica se encuentra en todo lo creado, sorprendentemente, también cada ser humano tiene su propio Quetzalcóatl. En lo más recóndito y profundo de sí mismo, porque también simboliza nuestro íntimo, el espíritu inmortal de cada ser humano. Es Quetzalcóatl la guía a seguir, el mismo camino secreto que conduce a la luz; nos muestra con su vida las virtudes que habremos de conseguir para lograr auto realizarnos. Es también el fuego sagrado que tenemos la misión de despertarlo, a través de la magia del amor y los méritos del corazón. Es un título, un grado esotérico que recibían los grandes sacerdotes de México, cuando lograban tener la preparación espiritual suficiente como para que se manifestara plenamente en ellos la fuerza maravillosa del amor. Además de las muchas cosas que representa, existe como un gran iniciado. Fue un mensajero en el antiguo México, un instructor divino que entregó un mensaje de paz, fuerza y amor. Es Quetzalcóatl la Unidad Múltiple Perfecta, porque es la fuerza cósmica que todo lo ha creado y, una vez que existe, lo sostiene; es el Alpha y Omega, de donde hemos emanado en la aurora de la creación y a donde habremos de llegar si logramos cumplir nuestra sagrada misión. «Quetzalcóatl no ha perecido, nunca perecerá, y existe antes de que el universo existiera y seguirá existiendo, a través de la eternidad...» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] ORACIÓN "Señor por quien vivimos, dueño del cerca y del lejos, con alegría te damos gracias por nuestro señor Quetzalcóatl, quien con el sacrificio de su sangre y la penitencia hizo que entrara en nosotros tu vida. Haznos fuertes como él, haznos alegres como él, haznos justos como él". -Así sea- [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] CAPÍTULO 1. QUETZALCÓATL EL MAESTRO Q uetzalcóatl, como ser humano, es un gran maestro, un iluminado, como se dijera entre los budistas, alguien que se auto realizó desarrollando en forma armoniosa todas sus facultades internas. Cumplió y sigue cumpliendo una labor extraordinaria, no sólo en México, sino en el mundo entero. Todos los seres humanos vivimos inmersos en un profundo sueño de la conciencia, hemos desarrollado miles de defectos psicológicos que nos mantienen en un estado de hipnotismo, y que nos han llevado al estado de violencia y barbarie en el que actualmente vivimos. Quetzalcóatl, como ser humano, logró desintegrar esos elementos psicológicos indeseables, logrando ese despertar de la conciencia, dejando el estado de sueño. «Quetzalcóatl, el cristo mexicano, ciertamente fue un hombre ciento por ciento despierto. La multiplicidad de sus funciones también nos indica con entera precisión lo antiquísimo de su culto y la profunda veneración con que se le veía en todo Centro América.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] La vida de todo iniciado está siempre llena de grandes revelaciones esotéricas, por lo que es muy importante que trate uno de ver más allá de las descripciones, procurando siempre buscar el mensaje que nos transmite con su vida. El maestro Samael nos enseña, en su libro maravilloso: “Magia Crística Azteca”, la biografía de este gran ser iluminado. Por tanto, ahora nos toca a nosotros ver con ojos del águila del espíritu la enseñanza que ahí se encuentra encerrada… «Quetzalcóatl es el Cristo cósmico náhuatl que en el año Ce Acatl (895 de la E.C.) encarnó en el hogar de Iztacmixcoatl y Chimalmatl.» Nace en el año “Uno-Caña” (Ce-Acatl); aunque las fechas de los antiguos mexicanos estaban determinadas por la combinación de un número y el nombre de uno de los días del mes azteca, esto no sólo muestra una fecha cronológica, también nos da una enseñanza. Los nacimientos de Jesucristo, Buda y, por supuesto, Quetzalcóatl siempre aluden a una realidad más bien interna o espiritual, por ello es que el numeral “uno” (Ce en náhuatl) es algo profundamente significativo, se asocia con la ciencia de los números o cábala, ya que el uno está asociado al Ser, al espíritu, al íntimo, a la sabiduría y a la verdad. “Caña” (Acatl) es el símbolo de la columna espinal, mostrando el sendero en donde hay que trabajar, ya que por la espina dorsal del estudiante gnóstico debe ascender un fuego espiritual muy especial; cuando logramos esto, es cuando realmente se va caminando en el sendero de la auto realización íntima del Ser. Ahora bien, el símbolo de la caña en nosotros, sólo lo logramos cuando aprendemos a amar de verdad. Al Ser o Padre que está en Secreto (al uno) se llega a él eliminando al ego, al mí mismo, a los miles de elementos indeseables que cargamos en nuestro interior, es así como lograremos un nacimiento espiritual como lo hicieran los grandes maestros. «De naturaleza mística y austera, muy joven comenzó a practicar el ayuno y la penitencia.» En forma muy poética, la biografía de Quetzalcóatl nos va indicando las virtudes que debemos adquirir para lograr encontrar ese camino a la verdad; nuestra naturaleza actual es grosera y materialista y, por tanto, es urgente que le demos un cambio, que la convirtamos, a través del trabajo interior, en una actitud siempre dirigida a lo divinal, o sea de naturaleza mística. En cuanto a lo austero, se refiere a que vayamos eliminando los apegos que vamos formando a lo largo de la existencia. Es decir, aprender a relacionarnos con las cosas materiales y usarlas debidamente, cuidarlas, pero sin apegarnos a ellas, o sea, sin depender psicológicamente de éstas. Necesitamos, obviamente, practicar el ayuno, pero éste no se refiere a dejar de comer, es algo más que eso, es a dejar de criticar a la gente, dejar de hablar inapropiadamente; prácticamente nos referimos a un ayuno de la mente animal, que deje de ingerir tanta basura que nos daña nuestro templo interior, como creencias falsas, prejuicios, preconceptos, etc. En síntesis, se trata de limpiar nuestra mente. La penitencia es el trabajo consciente que hacemos para acercarnos a lo divinal; es decir, la meditación profunda, la oración consciente, los mantram sagrados, la caridad, la bondad, etc. «A los treinta años fue nombrado gran sacerdote y monarca de Tollan (Tula, Estado de Hidalgo)» Lo que aquí nos señala, es algo que podemos observar en variadas tradiciones del mundo. Dice la Biblia que debemos convertirnos en reyes y sacerdotes según el orden de Melquisedec; en el arcano número siete del tarot, por ejemplo, puede observarse un carro de guerra egipcio, jalado por dos esfinges y, sobre el carro, está el íntimo, tiene en sus manos un báculo, el cual sirve para oficiar, o sea, ser sacerdote y, posee, además, una espada que sirve para combatir y mandar, o sea, ser rey. Tollan o Tula, es el símbolo de la cuarta dimensión, de los mundos suprasensibles de la naturaleza, del paraíso edénico. Encontramos en el poema del “Hombre y la Mujer” de Víctor Hugo: “Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar. El trono exalta; el altar santifica.” De esa forma, mostrándonos de nuevo ese camino a seguir. Ser reina o rey significa dominar nuestras pasiones animales, vencer la tentación, triunfar sobre sí mismo. Ser sacerdotisa o sacerdote representa seguir el camino litúrgico, vivir cada día de nuestra vida sabiendo que podemos cambiar, transformando cada instante de la existencia; haciendo de cada momento de la vida como si fuera un ritual, en cosas tan comunes como el comer, el trabajar, incluso, la relación con nuestra pareja. «Les enseñó a cultivar la tierra, a clasificar a los animales, a tallar las piedras preciosas, la fundición de metales, la orfebrería y la cerámica.» Indudablemente la misión de Quetzalcóatl, no sólo fue religiosa, sino también política y social. Es obvio que los grandes iniciados nos van ayudando en todos los ámbitos posibles. Cumplen una misión espiritual, pero también social; todo esto que se describe claro que lo hizo físicamente. Pero también simboliza algo muy íntimo; cultivar la tierra puede entenderse también, a la par de la parábola del sembrador del maestro Jesús, como esparcir la semilla de la gnosis a todos los seres humanos, el difundir la gnosis a la humanidad. Clasificar animales es claramente enseñar las claves y técnicas para comprender nuestros animales internos, nuestros defectos, o sea que nos enseñó a morir psicológicamente; tallar piedras preciosas está en íntima relación con lo anterior, pues se trata de aprender a utilizar las virtudes, ya que una tolerancia llevada al extremo, permitiendo o siendo cómplices del delito, ya no es una virtud. La fundición de metales debe llevarse a cabo con los metales de nuestra propia tierra filosófica, significa la transmutación de nuestras energías creadoras para crear los cuerpos existenciales superiores del Ser, el factor Nacer de la gnosis. En estas líneas tan sencillas, nos indica Quetzalcóatl, el trabajo para revolucionar nuestra conciencia. «Les enseñó astronomía y el uso del calendario.» Entre sus enseñanzas sagradas que nos transmitió, está la de la Astro-Teúrgia, el saber que los astros no son algo muerto, sino que hay inteligencias divinas en cada uno de ellos, que están relacionadas con las distintas actividades humanas. También nos enseñó la ciencia de los números, la Cábala Hermética, la cual se expresa vivamente en el calendario, enseñanzas importantes, además, en el trabajo interior. «Prohibió la guerra y los sacrificios humanos y de los animales; los sacrificios habían de ser de pan, de flores y de copalli.» Si piensa uno que nuestros antepasados en su época de oro glorificaban sus guerras y que realizaban sacrificios humanos en sus templos sagrados, estamos totalmente equivocados, ya que estos fueron, precisamente, prohibidos por el maestro Quetzalcóatl. El sacrificio plasmado en las rocas milenarias se refería, cuando los artistas de renombre los cincelaron en la roca, al sacrificio de nuestros defectos psicológicos para el florecimiento de las flores del espíritu. El sacrificio de copal es el mismo que llevaran los reyes magos en la mirra y el incienso, símbolos de la transformación de la energía; para lograrlos, hay que sacrificar la pasión bestial en aras de la más exquisita espiritualidad. «Prohibió el homicidio, el robo, la poligamia y todo mal entre los hombres.» Magistralmente se muestra la conducta que debe seguir el aspirante. En estos días en que ya no se sabe ni qué hacer, por tantas contradicciones, es bueno saber que el homicidio siempre será un crimen, pero habremos de recordar que no sólo se mata con pistolas, cañones o cuchillos, sino además con el maltrato que le damos a los demás o la ingratitud, pues con eso disminuimos la vida de nuestros seres queridos. Del robo ni se diga, hoy lo justificamos de cientos de formas, prácticamente todos en la actualidad, de una u otra forma, robamos, desde que sacamos material de la oficina o fábrica en que trabajamos, hasta el dinero o libro que pedimos prestado y nunca regresamos. Respecto a la poligamia ya bastante habló el gran maestro Jesús, tratamos de justificarla de mil formas, pero es indudable que el camino sólo es posible cuando se aprende a manejar las fuerzas magnéticas en el matrimonio. Por tanto, esto es imposible si se engaña a la pareja. Nos dice, en síntesis, al igual que el maestro Buda, que el camino debe sustentarse en un recto pensar, un recto sentir, un recto obrar y, desde luego, un recto modo de ganarse la vida. «En Tollan fundó un templo de misterios con cuatro grandes adoratorios: el primero era de madera de cedro con adornos verdes; el segundo, de cedro con adornos de coral; el tercero, de cedro con adornos de caracoles marinos; el cuarto, de cedro con adornos de plumas de quetzalli. En ellos, él y sus discípulos, oraban, ayunaban y practicaban la penitencia.» Si bien el trabajo sobre sí mismos es en cualquier parte y corresponde a tomar conciencia de cada actividad de nuestra vida, es indispensable crear centros especiales para la meditación, tratando de ponernos en comunión con lo divinal. Quetzalcóatl cumplió con este deber y nosotros deberíamos también participar en la formación de centros gnósticos en todo el mundo, salas de meditación donde sea posible realizar nuestras prácticas gnósticas. Como siempre, no sólo habla del trabajo, de por sí tremendamente difícil como cristalizar proyectos en bien de la humanidad, sino que lo conjuga sabiamente con trabajos internos que es necesario lograr. Cuatro adoratorios nos recuerdan el sagrado Tetragrámaton, lo divinal, lo indefinible, lo eterno. Pero cada uno de ellos lo hace de cedro y los elementales o criaturas inocentes de este árbol tiene grandes poderes, de tal forma que las puertas de los templos cósmicos y los cetros de los patriarcas están hechos de cedro. "Oh Líbano, abre tus puertas, y queme fuego tus cedros" (vers. 1, cap. 11: Zacarías). Los adornos verdes, coral, caracoles marinos y plumas de quetzal, nos hablan de atributos del Tercer Logos (Espíritu Santo de los cristianos) y su trabajo que tenemos que realizar para que sean parte de nuestra vida. «Les hablaba de Ipalnemohuani (aquél por quien vivimos), de la creación del mundo, de la caída del hombre, del diluvio, del Cristo y su evangelio, del bautismo, de la circuncisión y de la cruz (símbolo de la inmortalidad de la vida y de redención del género humano), recomendándoles que la usaran en los altares de los templos y en sus hogares. Puso nombre a los pueblos, montes y valles.» La gnosis, para que sea reconocida como tal, debe contener varios elementos fundamentales, si faltara uno de ellos deja de ser gnosis. Precisamente, todo lo que Quetzalcóatl enseñó son los elementos de que consta la enseñanza gnóstica. Ipalnemohuani: Aquél por quien vivimos, es la expresión náhuatl del dios incognoscible, inmanifestado, la raíz de todo lo creado, el origen de todo lo existente, el “Dios Desconocido” (Agnostos Theos) griego. Creación del Mundo: Sin duda alguna, la creación del universo surge de las entrañas del inmanifestado, es la hueste creadora de los seres divinos (Elohim hebreos), que, fecundando la materia caótica, dan origen a los mundos. La Caída del Hombre: Esta parte de la enseñanza quetzalcoatliana es formidable, pues habla de la emanación y caída del ser humano como esencia, su descenso aquí a la Tierra. viviendo feliz en las entrañas de lo incognoscible caímos, y ahora estamos aquí sufriendo, anhelando ese regreso a lo divinal. Diluvio: Una de las catástrofes que dio fin a la raza atlante; en esa época como humanidad alcanzamos niveles tecnológicos avanzadísimos, pero a la par nos degeneramos; la consecuencia de ello fue el diluvio universal, que escrito está en todas las culturas del mundo, y es una sincera advertencia de que en estos momentos estamos repitiendo la historia. Cristo: No es una persona, sino un principio cósmico, es el Osiris egipcio, el Viracocha inca, es la fuerza maravillosa del amor que todo ser humano tiene la misión de encarnar. Bautismo: Es una ceremonia existente en muchísimas culturas, inclusive existe antes de que Juan bautizara en el Jordán al maestro Jesús; basta recordar que en la India Visvamitra el maestro espiritual de Rama lo bautizara también en un río antes de entregarle las enseñanzas. Es obvio que implica más que recibir una ceremonia, se trata de un pacto para trabajar con las aguas internas puras de vida. Circuncisión: Nos habla de la pureza con que debemos usar nuestra sexualidad; la circuncisión no es algo físico, sino más bien espiritual. Claramente, en el Evangelio de Tomás, leemos: Sus discípulos le dijeron: «¿Es de alguna utilidad la circuncisión o no?» Y él les dijo: «Si para algo valiera, ya les engendraría su padre circuncisos en el seno de sus madres; sin embargo, la verdadera circuncisión en espíritu ha sido de gran utilidad». Cruz: Este fue uno de los emblemas fundamentales que sintetizó la enseñanza de Quetzalcóatl, como dice el maestro Samael Aun Weor: “Símbolo de la inmortalidad de la vida y de redención del género humano”. «Era un instructor divino y fue negado y perseguido por los mismos a quienes había venido a enseñar a amar y a vivir.» La salida de Quetzalcóatl de Tula es muy interesante, por un lado, significa la salida del Edén, cuando comimos el fruto prohibido, pero también nos señala que la humanidad no gusta mucho de la verdad; es decir, que nos encanta ser engañados, y cuando un iniciado de verdad viene a entregarnos la enseñanza, entonces tronamos y relampagueamos. A Jesús lo crucificamos, a Sócrates le dimos de beber la cicuta, a otros los hemos envenenado, exiliado, etc., pues preferimos vivir en las sombras de la ignorancia a estar en la luz de la verdad. «Lo persiguieron y, en su huida de Tollan, se refugió por algún tiempo en Teotihuacan (lugar de adoración) donde dejó un templo abierto en cuyo altar los maestros realizaron el auto sacrificio y la solemne ceremonia del Fuego Nuevo» Quetzalcóatl estuvo en la gloriosa Teotihuacan y todavía podemos encontrar el “Templo de Quetzalcóatl”, lugar mágico extraordinario donde se llevaba a cabo el Auto Sacrificio. Ahora bien, lejos de pensar que se trataba de herirse el cuerpo con punzones, debemos entender que se trataba de practicar disciplinas como la meditación, donde podemos, a través de la comprensión profunda, sacrificar defectos como la envidia, el orgullo, la vanidad, la auto importancia, etc. La ceremonia del Fuego Nuevo, que se practicaba en este templo de misterios, era dedicada al fuego sagrado que todo ser humano tiene, pero dormido, el fuego sagrado que debemos despertar. «El altar de este templo está adornado con cabezas de serpiente emergiendo del cáliz de una flor, las cuales simbolizan a Quetzalcóatl caído en los abismos atómicos humanos; las conchas blancas y los caracoles rojos que las adornan son el emblema del origen primario de la deidad.» Extraordinario templo que nos ilustra a la conciencia, del trabajo que tenemos que realizar. Está Quetzalcóatl emergiendo de una flor, símbolo del fuego sagrado adormecido. A su lado está el “dios de la lluvia” (Tláloc), divinidad rectora de las aguas. Nos muestra a las claras un mensaje alquimista, ya que hay que mezclar el agua pura de la vida transmutada representado por el “dios de la lluvia” (Tláloc), con el fuego sagrado de Quetzalcóatl, ése es el sendero a seguir. «De Teotihuacan pasó a Cholula donde vivió veinte años, pero tuvo que huir nuevamente de allí por la guerra.» Cholula (agua que cae en el lugar de huida), mágica ciudad donde existían muchos templos dedicados a rendir culto a los principios inteligentes de la naturaleza, llamados “Casas de Dios” (Teocalli), que los españoles al llegar no dejaron de mencionar que había tantas “Casas de Dios” (Teocalli) como días hay en el año. En esta ciudad santuario, el maestro Quetzalcóatl estuvo veinte años. «Con cuatro de sus discípulos se dirigió a Coatzacoalcos, y dicen los anales que construyó una balsa y en ella se hizo a la mar y desapareció.» El maestro Quetzalcóatl, una vez cumplida su misión, se fue a través del mar. Algunos dicen que se convirtió en la Estrella de la Mañana (Venus), pues simboliza que realizó la Gran Obra del Padre en forma total. También se afirma que regresaría, pero esto es exactamente igual a la segunda venida de Jesús. No se trata de algo físico, más bien se trata de encarnarlo en cada ser humano. Nos dice el maestro Samael Aun Weor que se encuentra en el “Lugar de garzas o pureza” (Aztlán) de los antiguos mexicanos, la “Tierra de los Ases” (Asgard) de los nórdicos, en la cuarta dimensión. Desde ahí nos vigila, nos ayuda y auxilia a todo aquél que lo invoque con el corazón. «Necesitamos retornar, volver a la sabiduría divina de la lejana Thule. Es mucho lo que se ha dicho sobre esta Thule lejana, la tierra de los dioses. Allí residen los antepasados de los esquimales y también de los aztecas. Allí vive Quetzalcóatl. De allí vino y allí volvió.» [Samael Aun Weor. “Matrimonio Perfecto”] Quetzalcóatl no es Ehécatl Al maestro Quetzalcóatl se le representa con una máscara del “dios del viento” (Ehécatl), esto debido a que el fuego sagrado pone en movimiento todo lo que existe; este hecho ha motivado a que se le confunda con este dios. Se trata de dos maestros diferentes, cada uno con su conocimiento y sus funciones específicas. «Los secuaces de la antropología profana, utopistas en un ciento por ciento, basados en meros racionalismos subjetivos, han lanzado la hipótesis absurda de que nuestro santísimo señor Quetzalcóatl, gran avatara del antiguo México, fue también adorado con el nombre de Ehécatl, que sabiamente traducido significa “dios del viento”. Los adeptos de la Fraternidad Oculta, aquellos individuos sagrados dotados de razón objetiva, los maestros auténticos de la antropología gnóstica, saben muy bien, por experiencia mística directa y profundo análisis, que el dios del viento es un Deva de la naturaleza, un Malachim del mundo causal, un genio del movimiento cósmico muy distinto a Quetzalcóatl.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] CAPÍTULO 2. QUETZALCÓATL EL ÍNTIMO V erdaderamente que las enseñanzas de nuestros antepasados, de ninguna forma, se dirigían a la mente, en tales conocimientos lo que se buscaba era llegar a lo profundo del corazón y de la conciencia. Un arte regio dirigido a la conciencia, con el objeto de instruirla, debidamente, para impulsarnos a un trabajo interior. Quetzalcóatl es un símbolo que encierra muchas enseñanzas al mismo tiempo, y una de ellas hace referencia a la representación del íntimo, del espíritu interno, que cada ser humano tiene la posibilidad de encarnar. El “Padre que está en secreto” del maestro Jesús, también está representado por Quetzalcóatl. La gran iniciada Helena Petronila Blavatski decía: “hay tantos padres en el cielo como hombres en la Tierra”, extraordinaria revelación. Cada ser humano tiene en su interior un Padre divinal propio. A veces nos preguntamos, ¿qué sería de nosotros si tuviéramos a alguien, a cualquier hora, que nos pudiera guiar y ayudar a decidir en las cosas importantes de la vida, una especie de maestro espiritual (Gurú) permanente? Resulta que sí lo tenemos y éste, a toda hora, trata de ayudarnos, guiarnos y protegernos. Lamentablemente nos hemos alejado de él, ya que cada defecto psicológico que tenemos es el “No Ser” de la filosofía hermética. Hay una lucha, de momento en momento, en nuestro interior, entre el Ser (Padre interior) y el No Ser (los defectos psicológicos). Uno de los defectos psicológicos que más nos afectan es la mentira, puesto que el Padre es la verdad, cada vez que mentimos nos alejamos del Ser íntimo; es como romper la conexión con él. Se necesita de grandes purificaciones para lograr ser uno con el Padre interno. Las garras estrujando corazones humanos, que encontramos en el Calendario Azteca, alrededor de la divinidad del Sol, nos indican el camino para llegar nuevamente al Ser interior. Obviamente, no se refieren a la muerte física, sino a la muerte del mundo de “maya” del budismo, o la ilusión. El maestro Samael Aun Weor describe, de forma exquisita, en su obra “Magia Crística Azteca”, ese camino que nos puede conducir a nuestro Padre Interior, llamado también Quetzalcóatl. «Los corazones entre garras felinas simbolizan a la "muerte del iniciador". Transformado en tigre, Quetzalcóatl sube desgarrando el corazón de quien lo despierta hasta matar en él a todas las ilusiones de la personalidad, a todo apego por las cosas que lo atan a la Tierra.» Debemos convertirnos en verdaderos jaguares de la vida, pues este camino no es para los débiles, para los volubles o para los inconstantes. Es un sendero en el cual, contra quien hay que luchar, no está fuera de nosotros, sino en nuestro espacio psicológico. El corazón simboliza las emociones humanas, dentro de las cuales hay un sinnúmero de ellas totalmente negativas y hasta perversas como: la ira, la envidia, la crueldad, los celos, la venganza, etc., estas emociones tienen que ser desintegradas; eso es un trabajo tremendo, son las garras de tigre estrujando corazones humanos, mostrando que es un trabajo para titanes. El trabajo de la eliminación de las emociones negativas no lo es todo, ya que absolutamente todos nos identificamos con muchas cosas que creemos que son básicas, fundamentales, necesarias, pero en realidad no son más que ilusiones; cosas vanas y pasajeras, que no tienen realidad, que se esfuman con el tiempo. Basta con que hagamos una retrospección de nuestra vida y lo que nos parecía tan importante hace una década, hoy ya no lo es. Así, cientos de actividades que hoy hacemos, no son más que una ilusión. Esas ilusiones tienen que ser erradicadas, y esto sólo es posible si agudizamos nuestra observación hacia adentro, a nuestros pensamientos y sentimientos. Pero el trabajo no termina ahí, los apegos nos atan a las cosas y a las personas. No queremos decir con esto que nos separemos de la materia y del dinero. Es necesario aprender a relacionarnos bien con todo este tipo de objetos materiales para poder usarlos, cuidarlos y aprovecharlos, pero sin apegarnos. Tampoco estamos afirmando que no debemos amar a la familia, que nos olvidemos, por ejemplo, de los padres, que abandonemos a los hijos o cosas por el estilo, esto es una aberración; en cambio, nos referimos a desintegrar los apegos para que surja el amor verdadero, desinteresado y puro. El apego es completamente egoísta y el amor es entrega total. «Realmente, son necesarias la sagacidad y la fiereza del tigre para matar a la personalidad humana y hacer que resplandezca en el hombre el Dragón de Sabiduría de 7 serpientes, símbolo del decapitado.» Debemos adquirir las cualidades del jaguar para avanzar en la guerra contra sí mismos, contra el ego que nos separa del Padre interior. Debemos convertirnos en Caballeros-Jaguar y Mujeres-Jaguar, ser verdaderos felinos en el trabajo de la disolución del ego. La sagacidad es indispensable para identificar al ego, descubrirlo y estudiarlo; sobre todo, nos permite reconocer cómo opera el ego en todas las actividades que realizamos, incluyendo, además, su influencia en los distintos pensamientos y sentimientos que poseemos. Entonces tendremos que poseer también la fiereza, la voluntad y la tenacidad para que cada día no se oculte el sol sin que se haya hecho el intento de comprender, en meditación profunda, con el cuerpo y la mente relajados, los diversos mecanismos del ego. Esto requiere de mucha paciencia y verdadero valor para enfrentarse al peor enemigo: uno mismo. «Existen nueve iniciaciones menores y nueve iniciaciones mayores. No hay iniciación sin purificación. En cada iniciación muere algo en el hombre y a la vez nace algo en el hombre. (Véase el "Libro de los Muertos") Hay que perderlo todo para ganarlo todo.» La iniciación es el camino que nos puede conducir al Padre interior, a Quetzalcóatl, y, en cada una de ellas, exige virtudes desarrolladas, defectos eliminados, trabajos conscientes por la humanidad. No bastan las buenas intenciones, se requiere de trabajos firmes, constantes, en el auto descubrimiento. Es indispensable perder completamente lo animal para ganar lo espiritual. Para que exista un renacimiento, primero debe existir la muerte de lo vano e ilusorio que se encuentra en nuestra personalidad. «Cuando el alma se libera de sus cuatro cuerpos de pecado entra en el mundo de los dioses y se desposa, entonces, con su Íntimo.» El ego es la antítesis del íntimo, del Ser, del Padre, de Quetzalcóatl. Por otra parte, el ego tiene su casa en los cuatro cuerpos de pecado; en consecuencia, se hace necesario liberarnos de ellos, de lo inferior, cambiando el plomo de la personalidad en el oro del espíritu. El alma debe ser uno con el íntimo, fusionarse en un solo fuego; pero el Ego es el principal obstáculo para lograrlo, mientras exista en nosotros la ambición terrenal o espiritual, a la par de los cientos y miles de egos que tenemos, será imposible. «Las garras felinas de Quetzalcóatl, nuestro Íntimo, hacen presa del corazón humano para libertarnos de los cuatro cuerpos de pecado y llevarnos a la dicha inefable de la unidad con Dios. La lanza de Longinos hiere el corazón humano y este sangra dolorosamente por el arrepentimiento. Se necesita de la más perfecta santidad para que el hombre recobre su heredad perdida. Quetzalcóatl es el dios interno de los aztecas. Sus garras felinas se clavan en el corazón del iniciado para devorarlo. El neófito recibe la cruz de la iniciación en el corazón (templo del sentimiento). A las realizaciones cósmicas se llega por el camino del corazón, no por el camino del intelecto.» En este trabajo deben pasarse grandes tribulaciones internas, pues uno tiene preconceptos inútiles, prejuicios absurdos, cárceles del entendimiento como los conceptos de patria, ideas retardatarias, regresivas, etc. Las cuales debemos auto descubrir, comprender y abandonar por convicción propia; indudablemente esto es doloroso para nuestro querido Ego. El jaguar devorando el corazón humano es muy significativo, el Ser íntimo o Padre que está en Secreto, nuestro propio Quetzalcóatl interno, representado por el jaguar, está llamado a devorarse el alma o principios anímicos que están simbolizados por el corazón humano. Por consiguiente, cuando damos muerte a las pasiones, a lo ilusorio, al egoísmo, a la vanidad, a la lujuria, a los miedos, apetencias, deseos, etc., el jaguar del íntimo nos puede devorar como alma para ser uno con él. CAPÍTULO 3. QUETZALCÓATL UN PROTOTIPO DE PERFECCIÓN E s un hecho contundente que vivimos en un mundo lleno de oscuridad, no sabemos realmente hacia dónde dirigir nuestros pasos en estas tinieblas pavorosas que inundan a toda la humanidad. Donde quiera que dirijamos la mirada hay caos y desolación; individuos farsantes engañando y explotando los anhelos espirituales de todos, ya no sabemos qué hacer. ¿Quién tiene verdaderamente el camino?, ¿quién lo sabe realmente?, ¿cómo podemos encontrarlo sin ser engañados?, afortunadamente hay una forma, ya que Quetzalcóatl nos dejó plasmado en su vida un prototipo de perfección. Si realmente anhelamos saber la senda, la tenemos en la vida y obra de nuestro señor Quetzalcóatl. «¡Señores, ha llegado el momento en que nosotros pasemos por una gran revalorización de principios! ¡Ha llegado el instante en que nosotros entendamos, claramente, que Quetzalcóatl nos indica lo que debemoshacer! Si nosotros queremos en verdad transformarnos, tenemos un prototipo extraordinario: ¡Quetzalcóatl!» [Samael Aun Weor. “El Drama de Quetzalcóatl”] El Árbol del Universo Nos toca explorar con los ojos del alma su vida y obra, comprender con el corazón que cada proceso por él vivido, no es algo literal. Es más bien un proceso en el cual nosotros debemos pasar en nuestra vida. El emblema de la enseñanza que difundió Quetzalcóatl quedó sabiamente sintetizado en el “Árbol del Universo”, que no era otra cosa que la cruz de los maravillosos destinos, un símbolo realmente universal, pues la encontramos en la cruz Tau de los egipcios, la cruz de los templarios, la cruz Jaina hindú que es la misma suástica de los habitantes del norte. Además, este símbolo se encuentra, viéndolas desde lo alto, en las pirámides y en la figura de una cruz en movimiento, que forman los famosos voladores de Papantla en Veracruz. Así como Quetzalcóatl un día cargó la cruz a cuestas, tal y como lo hiciera el maestro Jesús, de la misma manera debemos sobrellevar la cruz sobre nuestras espaldas. De esta forma, nos corresponde ingresar en los misterios que enseña la cruz, símbolo sagrado en el mundo entero. Cuando llegaron los conquistadores a México, vieron con asombro que la cruz ya estaba aquí en los altares, pero como símbolo de redención, ya que representa los misterios sagrados que existen en el hombre y la mujer; Víctor Hugo, el gran poeta humanista, en su poema “El Hombre y la Mujer” describe con un arte sin precedentes, y con entera claridad, que es, precisamente, en el matrimonio donde se encuentra el camino de salvación. Del mismo modo, en una de las arias, de “La Flauta Mágica” de Mozart, se exclama en voz de Pamina, la princesa, y Papageno, el pajarero, que el hombre y la mujer son la puerta para entrar al cielo de la siguiente forma: “Su excelsa finalidad es bien clara, no hay nada más noble que una mujer y un hombre. El hombre y la mujer, la mujer y el hombre alcanzan la esfera de la divinidad”. Quetzalcóatl nos enseñó los misterios sagrados del matrimonio, de aprender a amar, de saber canalizar nuestras energías creadoras; esto es, los mismos misterios tántricos de las escuelas esotéricas budistas. “El amor es la mejor religión asequible”, nos afirma el maestro Samael, dándonos a entender que es en el amor, la mejor forma de regresar a lo divinal, religión es, precisamente, eso: religarse, volver a Dios. Es indudable que el camino consiste en demostrar ese amor con hechos en el curso de nuestra vida diaria. Por ello, dice el maestro Samael: “Bendita sea la mujer y benditos los seres que se adoran”. «Quetzalcóatl, como principio inteligente, puede ligar al macrocosmos y al microcosmos dentro del corazón del hombre. El Árbol del Universo, incuestionablemente, es altamente simbólico. Recordemos la erótica griega: No hay duda que el kteis formal, debidamente conectado con el phalus vertical, hace cruz. Las cuatro puntas de la cruz son: La ciencia, la filosofía, el arte y la mística. Solamente mediante los misterios del Lingam-Yoni y Pudenda, es posible conectar al alma con el espíritu, a lo macro cósmico con lo micro cósmico.» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Los misterios del Alma Gemela En una de las tantas leyendas que hablan de Quetzalcóatl, destaca la presencia de un indígena mexicano llamado “Uno-Caña” (Ce Acatl), quien lo rescata cuando llega del mar, herido y moribundo, jalándolo de las barbas para llevarlo a una cueva en donde lo cuida y alimenta. Se convierte en su amigo, en su discípulo, en su compañero, en su heraldo y le ayuda en todas sus labores a Quetzalcóatl, lo sigue por todas partes y juntos logran levantar la maravillosa Tula, llevando a sus habitantes al desarrollo político, social, económico, cultural y religioso. Quetzalcóatl, en su anhelo por difundir la enseñanza gnóstica, tenía en mente ayudar también a unos salvajes que nunca quisieron orden ni sabiduría, llamados: “Linaje de Perros” (Chichimecas). Vivían como animales, sin religión, libres como el viento, sin líderes, pasando hambres y fríos, teniendo cada uno de ellos, por estos motivos, muy poco tiempo de vida. Pero al llegar ante ellos, con la doctrina de salvación, en lugar de ser recibido con los brazos abiertos, lo apedrearon y mataron a quienes lo acompañaban. Cuatro flechas atravesaron su cuerpo y así, casi muerto, se lo llevaron. Su inseparable y fiel amigo “Uno-Caña” (Ce Acatl) iba detrás de él a escondidas con un grupito de hombres armados, y pudieron rescatarlo completamente herido de entre los salvajes. Fueron inútiles las curaciones, los cuidados, estaba muriendo Quetzalcóatl. Y dicen las tradiciones antiquísimas que “Uno-Caña” (Ce Acatl) manda hacer una gran hoguera, la más grande que pudo haberse hecho jamás y cuando estuvo tan intensa, que semejaba un sol naciente, en estado de éxtasis, sin miedo alguno, murmuró: “Voy por ti Quetzalcóatl, aunque te traiga por las barbas desde el mismo lugar donde se origina todo, te traeré de regreso”. Al ingresar “Uno-Caña” (Ce Acatl) al fuego, éste se intensificó, y después apareció una lluvia bienhechora que apagó la gran hoguera. Llovió por tres días seguidos y Quetzalcóatl se recuperó. Desde ese instante, su hermano gemelo, su “cuate” (significa gemelo), “Uno-Caña” (Ce Acatl), vivió para siempre en el corazón de Quetzalcóatl, los dos eran un solo ser. Estas enseñanzas ponen de relieve uno de los misterios más grandes del esoterismo, eso que se llama como: almas gemelas. Desde luego, esto tiene muchos significados, el que se expresa aquí hace referencia a que la esencia puede manifestarse en dos cuerpos distintos y en lugares diferentes. Del mismo modo, hace referencia a alguien que, destruyendo sus defectos psicológicos de lujuria, orgullo, amor propio, celos, intolerancia, etc., logra convertir su matrimonio en algo sublime, encontrando en su pareja el alma gemela y haciendo de su matrimonio un verso perfecto. «El misterio de las almas gemelas es extraordinario, y esto viene a ponerlo de relieve Ce Acatl (el gemelo de Quetzalcóatl). Incuestionablemente, la esencia purísima de nuestra propia alma puede manifestarse en cualquier otro organismo, aparte del personal. ¡He ahí el misterio de las almas gemelas, uno de los misterios más grandes y más sublimes del amor! Cuando un hombre encuentra a su compañera gemela, incuestionablemente ha hallado la felicidad. ¡Dichoso el hombre que encuentre a la mujer amada!» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Quetzalcóatl bajando al inframundo Si leemos en la mitología griega, encontramos el mito de Perseo (la esencia) que debe bajar al inframundo (de su propio subconsciente) para decapitar a la Medusa (nuestros defectos psicológicos). Lo mismo sucede con los gemelos divinos, del libro maya del Popol Vuh, que tienen que bajar al inframundo para derrotar a los señores que ahí gobiernan, lo hacen a través del “campo de la bola religiosa” (juego de pelota). Nuevamente, son la representación de los valores del Ser en contra de nuestros errores. Las tradiciones esotéricas afirman que a toda exaltación le precede una humillación, que a toda subida le precede una bajada. Por lo cual, la enseñanza que nos deja Quetzalcóatl, al bajar al inframundo, por los huesos de sus antepasados, es algo que, efectivamente, debemos realizar aquí y ahora. «Fue sometido a pruebas por algunos magos negros, pero él salió victorioso, y al fin, después de haber sufrido mucho llegó a la Tierra Roja. Entonces, dice la tradición, “pudo morir y resucitar; bajó a la región de los infiernos, al Mictlán para recoger los huesos de sus antepasados”. Incuestionablemente, “antes de subir es necesario bajar, a toda exaltación le precede siempre una espantosa y terrible humillación”; Quetzalcóatl fue humillado antes de ser exaltado. Arrepentido, resolvió incinerarse y entre esas cenizas resucitó, para convertirse en el lucero de la mañana.» [Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”] De acuerdo a los mayas, aztecas y, por supuesto, los gnósticos, han existido cuatro humanidades antes de la nuestra, los aztecas los alegorizan como soles, refiriéndose a éstos como periodos de tiempo. A la Raza Polar, la primera, le llamaron: “Sol-Jaguar”, (Ocelotonatiuh); la Hiperbórea, la segunda Raza, la denominaron: “Sol-Viento” (Ehecatonatiuh); A la Lemuria, la tercera le bautizaron: “Sol-Lluvia de Fuego” (Quiauhtonatiuh); y a la famosa Atlántida, o cuarta Raza, le llamaron: “Sol-Agua” (Atonatiuh). La creación de la humanidad y los hijos del Quinto Sol (la humanidad actual, llamada la Raza Aria) estuvo a cargo del sacrificio de Quetzalcóatl. Para ello, desciende al “Inframundo” (Mictlán) en búsqueda de los huesos de la gente que había existido anteriormente, con ellos los dioses pretendían crear la nueva humanidad. Se entrevista con el “Señor del Inframundo” (Mictlantecuhtli) para llevarse los huesos, después de pasar algunas pruebas, Quetzalcóatl se puede llevar los huesos, pero el “Señor del Inframundo” (Mictlantecuhtli) le pone una última trampa y se rompen todos los huesos. Quetzalcóatl muere, pero después resucita y junta todos los fragmentos de los huesos. Interviene entonces la “Mujer-Serpiente” (Cihuacoatl), representación indudable de nuestra Madre Divina interior, para moler los huesos. Ahora bien, ese polvo de huesos molidos se mezcla con la sangre de Quetzalcóatl que es ofrecida al hacer él penitencia perforándose el órgano sexual, alusión al sacrificio que debe uno realizar para dominar la lujuria bestial. Es obvio, que el auto sacrificio nunca se refiere a algo físico, es estrictamente simbólico, haciendo alusión a la tarea titánica de desintegrar la lujuria. «Su comparte o igual es Cihuacoatl, la mujer serpiente. Quetzalcóatl llegó de Venus y regresó a Venus. Por eso, cuando el Sol todavía está sobre el horizonte despidiendo sus últimos rayos de oro, la estrella de la tarde, el alma de Quetzalcóatl, empieza a brillar con sus primeras temblorosas luces. Después del Sol-4-Ocelotl, Quetzalcóatl se sangró el falo e hizo penitencia con Mictlantecuhtli, Huictiolinqui, Tepanquezqui, Tlallamanac y Tzontenco, para crear a los hombres que nuevamente poblarían a Anáhuac. Ese sacrificio se realizó en Tamanchoan (casa de donde bajamos) e hizo posible la entrada de la vida en los huesos -de los gigantes devorados por los tigres- traídos del Mictlán por Quetzalcóatl. Los hombres son el fruto del sacrificio de los dioses. Con su sacrificio los merecieron. Por eso los llamaban Macehuales (los merecidos por los dioses).» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] Es así como pudo formarse al ser humano, ése es el sistema para crear al verdadero ser humano dentro del universo interior. Es indispensable bajar para subir, debemos nosotros descender. Trabajar en la muerte de nuestros defectos psicológicos y transmutar nuestras fuerzas creadoras para dar origen al hombre verdadero. La enseñanza a través de su vida Dicen las tradiciones que Quetzalcóatl se embriaga y, debido a este delito, se tiene que ir de ese lugar donde entrega la enseñanza, de Tula. En este caso, ella representa el Edén y la embriaguez, por su parte, significa haber comido del fruto prohibido. En otras palabras, se refiere al hecho de que cuando utilizamos equivocadamente las energías creadoras, nos alejamos de lo divinal, de la felicidad, de la armonía y de la paz. Todos los seres humanos, que actualmente poblamos el mundo, somos ese Quetzalcóatl que se embriaga, una y otra vez, a través de los tiempos. Y así como Quetzalcóatl anda errando de un lado para el otro, así nosotros, en las distintas existencias que tenemos, no sabemos qué rumbo real debemos tomar. Quetzalcóatl, con su vida, nos indica el estado en que nos encontramos: sin rumbo espiritual y fracasados. Quetzalcóatl verdaderamente lamenta el haberse embriagado, indicándonos que lo primero que debemos realizar, es darnos cuenta de que hemos delinquido a través de las edades, en las distintas vidas que hemos tenido. Así lo hace Quetzalcóatl y así nosotros también debemos hacerlo, tenemos que dejar de justificar nuestros errores, abandonar evadirlos, esconderlos de sí mismos y de los demás. Por otra parte, hemos de ser heroicos, sin debilidades, como un guerrero, valientes para enfrentarnos al peor enemigo: uno mismo. «Quetzalcóatl se entristeció mucho por haberse “embriagado”; es decir, había comido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Entonces hubo de abandonar la lejana Thule (la ciudad espléndida de la Luz), y vagó por todos los países del mundo, sufriendo terriblemente...» [Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”] CAPÍTULO 4. QUETZALCÓATL COMO TÍTULO «Mas en el fondo de todos los misterios, nunca dejaba de brillar la figura hierática y terrible de nuestro señor Quetzalcóatl... Ese Quetzalcóatl se pierde en la noche de los siglos... Cada sacerdote se consideraba, a sí mismo, un Quetzalcóatl, en Tula; pero, en el fondo, lo que sucedía era que los sacerdotes que se cristificaban, tomaban el nombre de Quetzalcóatl, el dios-sol, por el camino de la regeneración debemos entrar, si queremos convertirnos en “Serpientes Emplumadas”, como el señor Quetzalcóatl...» [Samael Aun Weor. “El Dios Tláloc”] Q uetzalcóatl es también un título espiritual elevadísimo que se ganaban sólo algunos pocos seres que transitaban arduamente por toda una senda interior. Para darnos una idea de quienes podían merecer tal título, vale la pena hacer un recorrido, en forma sintética, de todo el trabajo que hay que realizar. En primer lugar, debemos poner nuestra atención en saber qué es el nivel del Ser. Así como existen niveles sociales, económicos, académicos, etc., también los hay espirituales. Existe un nivel moral, llamado: El Nivel del Ser. Esto quiere decir, que en un nivel más elevado de moral, hay gente con más virtudes que nosotros, y, en contra parte, en un nivel más bajo de moral, se encuentran personas con muchos más defectos psicológicos que los que poseemos. El nivel del Ser, o nivel espiritual, atrae las distintas circunstancias de la vida. Si nuestro nivel de Ser está en que somos iracundos, una serie de circunstancias relacionadas con pleitos, odios, conflictos, tendremos en nuestro entorno; si nuestro nivel moral está en el orgullo, entonces el nivel interno generará, como consecuencia, enfermedades, problemas, circunstancias relacionadas con esos defectos psicológicos. Podríamos quedarnos toda la vida en un mismo nivel de Ser; o incluso, descender a niveles más bajos, siempre con consecuencias más difíciles como: problemas económicos, pérdida de la salud, divorcios, etc. Pero si nos preocupáramos por auto conocernos, por reconocer y descubrir nuestros propios defectos, en lugar de ver los de los demás, tratando de corregirnos, no viendo el enemigo en los otros, sino dentro de sí mismos, para poder subir un escalón en esa escalera maravillosa de niveles espirituales. Los escalones son discontinuos y, para subir, se deben efectuar cambios de raíz, dejar de hacer muchas cosas que creemos importantes (que en realidad no lo son), por ejemplo, dar rienda suelta a los chismes, ver programas de televisión que no nos aportan nada bueno, todo lo contrario, envenenan nuestra mente. Por otra parte, hay que dejar de lado los hábitos negativos que consumen nuestras fuerzas, la equivocada forma de hablar, como el mentir, el hablar en doble sentido, el juzgar a los demás. En consecuencia, cuando uno logra emanciparse de lo anterior, sube en esa escalera maravillosa de los niveles del Ser. Si lográramos tales cambios, en nuestra forma de actuar, pensar y sentir, podríamos avanzar realmente por la senda interior, ésa de los guerreros auténticos, que luchan contra las bestias psicológicas que llevan dentro. Esos niveles espirituales, o niveles del Ser, son infinitos. El tránsito por esos niveles del Ser, se ha alegorizado de distintas formas a través de la historia y las culturas del mundo; un claro ejemplo lo encontramos en la “Flauta Mágica” de Mozart, donde se plasma con asombrosa sencillez ese sendero.. El camino que nos ha de conducir de las tinieblas de la ignorancia, fanatismo y error a la luz de la sabiduría inmortal, se le ha llamado como la Iniciación y consta de varias etapas: Introducción a la senda Lo primero que debemos hacer es enfrentarnos a nosotros mismos, reconocer nuestros propios errores, no evadirlos, no justificarlos, no encubrirlos; difícil tarea para realizar hoy en día, pues estamos acostumbrados a mentir a los demás y a mentirnos a sí mismos. Pocos son los capaces de verse a sí mismos tal cual son. Debe realizarse este enfrentamiento a nivel: Astral o de los deseos, mental y de la voluntad. Éstas son las pruebas del Guardián del Umbral. Después viene la calificación de la moral del candidato, esto a través de las pruebas de los cuatro elementos, donde se prueba la dulzura de carácter en la prueba del fuego, el desapego en la prueba del aire, la capacidad de adaptarse a las diferentes circunstancias de la vida en la del agua y saber sacar partido de las peores adversidades en la prueba de la tierra. Quien pasa esto, entonces puede ser llamado discípulo (Lanú en sánscrito, Chela en tibetano), pues ya tiene la calidad moral para ello. Sendero probatorio Después de esto, se prueba el amor del discípulo, y eso se hace viviendo en forma simbólica, en su vida misma, el drama de Jesús, ya que aparecerá un Cirineo, un Judas, un Pedro, etc., en su vida y, por tanto, deberá mostrar amor por sus semejantes, tal como lo hizo el maestro Jesús, a pesar de ser negado y traicionado. Esto se lleva a cabo en las llamadas nueve iniciaciones de misterios menores. En cada iniciación se requiere conseguir ciertas virtudes, eliminar defectos y ayudar a la humanidad desinteresadamente. Todo esto es apenas la primera etapa, denominada “sendero probatorio”. Finalizado este sendero, para los discípulos a prueba, viene la última prueba llamada de Direne, en la cual se prueba la fidelidad y control de las energías creadoras del aspirante; terminado esto, entonces apenas comienza el trabajo en la llamada “Primera Montaña” (son tres etapas llamadas las tres montañas). Primera Montaña En la primera etapa del trabajo, se debe trabajar por lograr el despertar de los siete fuegos sagrados relacionados con cada uno de los cuerpos: físico, vital, astral, mental, causal, conciencia y Ser. Cada uno de ellos implica titánicas tareas en la disolución del ego y muchísimos méritos del corazón logrados en el sacrificio por la humanidad, además de trabajar incansablemente en la magia del amor. Esta tarea se le llama iniciaciones de Misterios Mayores. Este trabajo lo encontramos simbolizado en la “Estela de Aparicio”, donde se observan siete serpientes (símbolo de los siete fuegos sagrados, llamados también serpientes sagradas) que brotan, tras ser decapitado, de un participante del ritual ancestral llamado “Juego de Pelota”. Ahora bien, en la gnosis preferimos llamarlo “Campo de la Bola Religiosa”. Quien ganaba en este juego (de la existencia) tenía el honor de ser decapitado (haber desintegrado sus defectos psicológicos) para ponerse en contacto con los dioses (las dimensiones superiores de la naturaleza). «Las siete serpientes, que reemplazan a la cabeza del decapitado, simbolizan, también, que el hombre, que levanta a sus siete serpientes, se convierte en dragón de 7 verdades.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] Idéntica enseñanza la podemos observar plasmada en uno de los muros que forman el Campo de la Bola religiosa de la zona arqueológica de Chichén Itzá, en la figura el iniciado tiene una palma, representando claramente la fuerza creadora sabiamente canalizada o transmutada (también la vemos en la Estela de Aparicio). El rostro del decapitado, es de una serenidad asombrosa, mostrándonos la actitud psicológica que debemos lograr en meditación para eliminar el ego; además, lo encontramos hincado, mostrándonos el camino de la espiritualidad trascendente. La cumbre de esta primera etapa es un trabajo fundamentado en el sacrificio por la humanidad, en una iniciación llamada venusta. Ahora bien, el nombre es con base a que es necesario trabajar por amor a la humanidad, si existe egoísmo en uno sería imposible recibirla. Este proceso es el mismo representado por el nacimiento de Jesucristo, en el pesebre, de la navidad, pero vivida en el corazón del ser humano. Sólo demostrando amor verdadero, con hechos concretos y definitivos, es que se podría vivir este acontecimiento. Segunda Montaña Los doce trabajos de Hércules no son hazañas que pertenezcan a un bonito cuento o leyenda, son realidades concretas que debe pasar el iniciado. Los primeros nueve trabajos corresponden a la Segunda Montaña, la cual es llamada: Resurrección. Cada trabajo es descomunal, por ejemplo: el primer trabajo consiste en la muerte del León de Nemea, que en realidad no está fuera, en algún lugar del mundo, sino que lo llevamos dentro, en nuestro universo interior; es la fuerza de los instintos y pasiones que todo lo devasta y devora. Este trabajo se relaciona con la parte antitética de la Luna. El segundo trabajo corresponde a matar a la Hidra de Lerna, realmente es el trabajo con los yoes del subconsciente intelectual y está relacionado, obviamente, con Mercurio en su aspecto fatal. Los nueve primeros trabajos corresponden a distintos elementos psicológicos indeseables relacionados con la parte negativa de cada planeta. Existe una segunda etapa en esta Montaña, son los llamados ocho años de Job, en los cuales la Madre Divina, que está simbolizada por una serpiente, va devorando al iniciado, es decir, haciéndose uno con él. Pero, para que esto suceda, el iniciado debe ser totalmente puro. Aquí ya se es -como dicen en la india- un Naga o serpiente. Finalizados los ocho años de Job, es cuando el águila del tercer Logos o Espíritu Santo, a su vez, se devora a la serpiente, es decir, el iniciado lo encarna, convirtiéndose en una Serpiente Emplumada o Quetzalcóatl… Tercera Montaña La tercera montaña, que se llama Ascensión, es en donde se realizan los últimos tres trabajos de Hércules. Los últimos trabajos son para encarnar al Padre y al Hijo, trabajo elevadísimo que sólo han logrado realizarlo seres de la talla de un Hermes Trismegisto, Jesús, Buda, Fuji, Zoroastro, etc. La encarnación del Cristo interior es una de las metas de todo ser humano que viene al mundo, el Cristo no es una persona, es una fuerza cósmica que hace vivir todo el universo. Estuvo representada por el maestro Jesús, por Krishna en la India y, también, por Quetzalcóatl, como en su momento lo estuvo por Osiris entre los egipcios. Así, como en el antiguo Egipto, quien lograba este trabajo era un nuevo Osiris; en el cristianismo primitivo esotérico quien llevaba a cabo este sendero, encarnaba al Cristo, no es extraño que en México, quien lo alcanzara, se le diera el título de Quetzalcóatl. «Cuando uno desintegra el Ego, cuando lo reduce a polvareda cósmica; cuando uno fabrica los cuerpos superiores existenciales del Ser y los convierte en vehículos de oro puro; cuando uno levanta la antorcha del verbo para iluminar el camino de los demás, cueste lo que cueste, incuestionablemente, se convierte, por tal motivo, en una Serpiente Emplumada, en un Quetzalcóatl.» [Samael Aun Weor. “El Dios Tláloc”] CAPÍTULO 5. QUETZALCÓATL LA SERPIENTE SAGRADA E xtraordinarios símbolos se desenvuelven en torno a Quetzalcóatl, como es el caso del fuego sagrado, simbolizado por la serpiente de nuestros antepasados. Existe el fuego con el que calentamos nuestros alimentos, el fuego del rayo, el de los volcanes; pero hay un fuego sagrado, podríamos decir el fuego del fuego, la llama de la llama, ese fuego al cual le rindieron culto todos los pueblos del mundo. «El fuego quetzalcoatltiano se encuentra en el centro de toda unidad cósmica que surge a la vida, en el centro de toda constelación viviente, en el centro de todo planeta, de todo sol. Por eso es que Quetzalcóatl no ha perecido, nunca perecerá, y existe antes de que el universo existiera y seguirá existiendo, a través de la eternidad...» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Los persas le rendían un profundo culto al fuego, jamás dejaban que en sus altares se extinguiera. Las vestales griegas, mujeres dedicadas a el culto de la diosa Vesta, la diosa del fuego del hogar, eran extremadamente cuidadosas del fuego sagrado, hacían toda una ciencia de su cuidado. Este fuego sagrado, al que hacemos referencia, es el mismo Inri de los cristianos, la luz astral de Eliphas Levi, el akasha de los sabios de la India, es un fuego que también se le llamó en la India Kundalini. Del mismo modo, lo encontramos representado en las luces de San Telmo que aparecían en los barcos durante la tempestad, es el Fohat entre los tibetanos, es el Tao chino y el Zen budista. «Quetzalcóatl, se expresa en todo lo que es, ha sido y será, es el fuego que radica en todo núcleo universal...» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Pero no está fuera de nosotros, se encuentra en la región del coxis, en el chakra Muladhara o fundamental, y tiene forma, precisamente, de serpiente; por tal motivo, es que Quetzalcóatl también lo representa. Lastimosamente, subyace dormido, esperando ser despertando a través de los méritos del corazón y los misterios de la magia del amor. Es por eso, que una serpiente o “coatl” (símbolo del fuego sagrado), emplumada o “quetzal” (símbolo de que ha despertado), es el emblema perfecto del trabajo que tenemos que realizar. Es necesario que volvamos a rendir culto al fuego, tal como lo hicimos en tiempos remotos, pero rendir culto al fuego sagrado con hechos contundentes en nuestra vida. Se hace indispensable prepararnos para que, día a día, seamos dignos de que ese fuego pueda despertar y desarrollarse en nosotros. Un fuego sagrado similar, pero macro cósmico, subyace en el interior del mundo, en el noveno estrato. De allí, surge la vida de nuestro planeta. De igual forma, por ese fuego, que es séptuple, se sostiene todo lo creado; si dejara de existir, el mundo moriría. En el micro cosmos, el ser humano, el fuego sagrado también es séptuple y subyace dormido; si reflexionamos en todo lo que puede hacer el fuego sagrado en el mundo, imaginémonos lo que podría hacer, dentro de nosotros, si lo despertamos. «Lo adoraban como séptuple serpiente preciosa de plumas de quetzalli que, dormitando, caída en los abismos atómicos de la mujer y del hombre, en el coxis, espera ser despertada y levantada por la pareja perfecta.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] Con ese fuego sagrado podríamos eliminar nuestros defectos psicológicos, tal como lo hizo nuestro señor “Colibrí Zurdo” (Huitzilopochtli) pues empuñó una serpiente de fuego para derrocar a la representación de la lujuria a “la de cascabeles en las mejillas” (Coyolxauxqui); o como lo hiciera Hércules al cercenar las cabezas de la Hidra de Lerna, con el mazo de la voluntad aplastaba las múltiples cabezas, y luego con un fuego (el sagrado) las cercenaba para que no volvieran a nacer. Así como el dios Vulcano en su fragua podía hacer las armaduras de los dioses, del mismo modo, nosotros, en la fragua encendida de Vulcano, a través del despertar del fuego sagrado, podemos construir esos cuerpos preciosos para la manifestación de nuestro Ser. Lo que tenemos ahora son cuerpos fantasmales, llamados lunares, son la casa del ego. «Cuando la serpiente preciosa de plumas de quetzalli sube por en medio de la columna vertebral, se transforma en Quetzalcóatl, en el ave maravillosa de todas las transformaciones, en el ave Minerva, cuyos terribles secretos ningún iniciado puede revelar.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] Así que debemos restaurar el culto al fuego sagrado como lo hacían los persas, los aztecas, los mayas, los incas, los egipcios, etc., pero este culto lo debemos hacer en cada acto de nuestra vida. Cuando encendemos un fuego en el hogar, es una verdadera invocación a lo divinal. Por tanto, nunca debe faltar un fuego en el hogar, ya que nos recuerda que existe una llama de la llama, un fuego del fuego, y que se encuentra en el núcleo de cada sol, de cada átomo y que cada ser humano está llamado a despertarlo, desarrollarlo y manifestarlo plenamente en su vida. CAPÍTULO 6. QUETZALCÓATL EL LOGOS «Quetzalcóatl no es un mito. Incuestionablemente, Quetzalcóatl es el Verbo, es la Gran Palabra, es el Logos Platónico, el Demiurgo Arquitecto del Universo, el fuego creador...» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] E l avance tecnológico y científico que hemos alcanzado es extraordinario, pero en cuanto al avance espiritual, no sólo nos hemos estancado, sino que hemos retrocedido. Esta es una era con avances tecnológicos nunca antes imaginados, pero, al mismo tiempo, nuestra educación espiritual ha disminuido considerablemente. Esto nos dificulta para entender los grandes misterios griegos, aztecas, incas y egipcios, pues en ese aspecto, y en muchos otros nos aventajan enormemente. Las religiones no tienen la culpa de que mal interpretemos lo que nos enseñan. Se ha afirmado que Dios está en todo, en el insignificante insecto que vive sólo unas horas y en las montañas que, como vigilantes, permanecen ahí durante miles de años. Pero, en lugar de meditar en ello, conceptuamos a Dios como un ancianito lleno de canas, y más aún, llegando al colmo de la incomprensión, en alguien castigando sin misericordia a la gente. Por tanto, ése es nuestro concepto errado, a tal punto que concebimos a Dios como el culpable de todo lo malo que nos pasa. Basta que recordemos un mal rato, que nos ha sucedido en la vida, para que lancemos expresiones como: ¿Por qué a mi Dios mío? Esta forma de pensar y sentir, contradice al mismísimo maestro Jesús cuando nos dice, en el Evangelio Gnóstico de Tomás, lo siguiente: «Yo soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis». Quetzalcóatl el Cristo Cósmico o Logos Creador Mejor valdría la pena mejor tratar de intuir la naturaleza de la divinidad, y dejar a un lado tantos razonamientos vanos. Consideremos a los antiguos hebreos, chinos y mayas que, cuando hablan de un Dios, afirman que es como un gran fuego que está compuesto de muchas chispas, esas chispas serían los ángeles del cristianismo, los “Creadores de Mundos” (Cosmocratores) griegos, los “dadores de vida” (Prajâ-patis) de la India. Es un ejército de seres divinales, el Logos, como les llamara Platón, el Demiurgo Arquitecto del Universo. El conjunto, de esos seres divinales, es como un solo ser, pero compuesto de muchos átomos, como una gran muralla compuesta de muchas rocas. Los antiguos mexicanos, a ese Ejercito de la Voz, le llamaron: Quetzalcóatl. «Así que, en realidad, Quetzalcóatl es el Logos, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será; es la vida que palpita en cada átomo, como palpita en cada Sol. ¡Antes de que el universo existiera, Quetzalcóatl existía!» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Los antiguos sabios afirmaban que Quetzalcóatl existía desde antes de que el universo apareciera, también afirmaban, enfáticamente, que Quetzalcóatl seguirá existiendo una vez que el universo desaparezca. Palabras envueltas en el velo del misterio… Pero, que a la luz de la gnosis, se aclaran; en este caso, no se refieren al gran maestro llamado Quetzalcóatl, sino que hacen alusión a esa pléyade de seres auto conscientes, divinos, que en el inicio de la creación, dieron origen al universo. De tal forma, y es claro, que Quetzalcóatl, como el Logos creador, existió desde antes que el universo existiera, es más, ese ejército lo creó, y una vez que se disuelva el universo, seguirá existiendo. «No sería posible aceptar, en modo alguno, una mecánica sin mecánicos, como cree la antropología materialista. Nosotros debemos comprender que detrás de toda mecánica, tiene que haber principios inteligentes. Quetzalcóatl es Unidad Múltiple Perfecta, es el Cristo.» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Existe una maravillosa organización en todo lo existente, eso lo debemos a estos ángeles, arcángeles, serafines, querubines, tronos, potestades, dominaciones, etc., pero nos debemos imaginarlos como niños sonrosados con alitas, sino, más bien, tratemos de visualizarlos como maestros llenos de perfección, seres iluminados con la luz de la sabiduría, perfectos, más allá del bien y del mal. «Cuando estudiamos a Quetzalcóatl, no lo vamos hacer desde un punto de vista meramente literario; debemos analizarlo juiciosamente, a la luz de las más diversas teogonías. Quetzalcóatl, se expresa en todo lo que es, ha sido y será, es el Fuego que radica en todo núcleo universal...» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] Es de asombrarnos, cuando dirigimos nuestra mirada hacia las diferentes culturas, que tampoco conocemos eso que llamamos como: Cristo. Cuando uno escucha esta palabra piensa inmediatamente en el gran maestro Jesús, pero, si en realidad, como dice el maestro Samael Aun Weor, estudiamos en las diversas teogonías, uno descubre con asombro enormes similitudes entre Jesús y Huitzilopochtli de México. Además, hay enormes semejanzas de Jesús con Osiris de Egipto, Krishna de la India y, por supuesto, Quetzalcóatl. Los distintos génesis, tanto del norte como del sur, del este y del oeste del mundo, nos hablan que en un principio sólo existían las aguas primordiales de la vida, y que éstas fueron fecundadas por el hálito de vida, por el fuego creador, por las “diosas y dioses” (Elohim) o maestros constructores del universo. Ese fuego creador es el INRI, es el Cristo cósmico, es Quetzalcóatl… Quetzalcóatl Hijo de la pareja divina Si no colocamos el corazón por delante, tendremos la tendencia a terminar todos confundidos, pues, por un lado, se nos ha dicho que encarnó en el hogar de “Serpiente de Nube Blanca” (Iztacmixcoatl) y de “El Escudo Tendido” (Chimalmatl), pero encontramos en otras fuentes que es hijo de la pareja divina el Señor y la Señora de la Dualidad, entonces no sabemos cuál de ellas considerar como cierta. En realidad, las dos son verdades, pues, por un lado, como ser humano, nace en el hogar de “Serpiente de Nube Blanca” (Iztacmixcoatl) y “El Escudo Tendido” (Chimalmatl); pero, por otra parte, hablando de Quetzalcóatl, como principio cósmico, como fuerza universal, es, entonces, uno de los cuatro hijos de la pareja divina. La pareja divina es: “El Señor de la Dualidad” (Ometecuhtli) y la “Señora de la Dualidad” (Omecihuatl), símbolos del eterno principio Masculino, el Padre que está en Secreto, y el Eterno Principio Femenino Divinal, la Madre Divina. Los cuatro hijos son: El Blanco o “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl); El Negro o “Espejo Humeante” (Tezcatlipoca); El Azul o “Colibrí Zurdo” (Huitzilopochtli); y El Colorado o “Nuestro Señor Desollado” (Xipe Tótec). Desde este ángulo, se habla como de fuerzas cósmicas, para nada se refiere, en este momento, a personajes históricos, es un verdadero tratado de cosmogénesis. En consecuencia, de esta manera, nuestros antepasados, nos relatan de cómo se originó el universo. El Origen del Universo En todas las culturas se nos dice que el origen del mundo y la humanidad se encuentra en un caos primordial o en las aguas cósmicas, representación del eterno principio femenino. En la India, a este caos macro cósmico, se le denomina la “Gran Madre” (Mulaprakriti); en el libro sagrado de los nórdicos, llamado el Edda, se habla de un lugar frío, húmedo y oscuro denominado Alfadir. Entre los mexicanos, se habla de un lugar donde sólo hay viento y tinieblas, denominado el Ombligo del Universo o el “Lugar de Dos” (Omeyocan). En las enseñanzas misteriosas de nuestros antepasados tenemos, entonces, a Quetzalcóatl representando, no a un hombre, sino al principio masculino creador, y, en “Espejo Humeante Negro” (Tezcatlipoca), está simbolizando a la Eterna Madre espacio, al Principio Femenino o matriz del universo. «En el Omeyocan, el señor de la noche, el negro Tezcatlipoca se niega, revienta en luz y nace el universo que fecunda, que maneja Quetzalcóatl, el Logos Solar. Recordemos nosotros que este Tezcatlipoca representa en su aspecto femenino a la luna y a dios-madre. El Omeyocan es precisamente eso, dios-madre, es precisamente la matriz del mundo. Por eso se dice que Tezcatlipoca revienta en luz, sí, la madre se hincha como flor de loto y al fin nace este universo, que de hecho fecunda el Logos. En náhuatl se dice que Quetzalcóatl entonces dirige y maneja ese universo que surge a la existencia.» [Samael Aun Weor. “Antropología Gnóstica”] Encontramos en todas las partes del mundo la misma enseñanza. Por ejemplo, entre los germanos se relata que las chispas fulgurantes de la “región de la luz” (Alfadir), el fuego creador, se escaparon y fecundaron los fríos vapores de la “región fría y oscura” (Nifheim). En la India, Krishna, como principio masculino, fecunda a la “Madre Cósmica” (Prakriti) para que surja el universo. Nos dice el Bahavad Guita: “La gran Prakriti es mí matriz, allí coloco el germen y de ella, ¡oh Bharata!, nacen todos los seres”. “¡Oh Kountreya!, la Prakriti es la verdadera matriz de cualquier cosa que nace de distintas matrices, y yo soy el germinador paterno”. Estos mismos principios los encontramos en “Espejo Humeante” (Tezcatlipoca) El Negro y, además, el principio creador masculino en Quetzalcóatl. Es lo mismo que los mayas mencionan, en el génesis del Popol Vuh, al decir que se reunieron los seres divinos para crear al hombre, se pusieron de acuerdo y “entonces vino la palabra”, esa palabra del Popol Vuh es el mismo Verbo de San Juan, ése es Quetzalcóatl. Es entre los hebreos el “Ejercito de la Voz” (Sabaoth), las mismas “diosas y dioses” (Elohim), el Demiurgo Arquitecto del Universo, ése es Quetzalcóatl, el Logos platónico que dio origen a todo cuanto es, ha sido y será… Este tema, aparentemente ajeno a nosotros, en realidad tiene mucho que ver con nuestra Auto Realización. Así como en el macrocosmos se forma el universo, de igual manera, es en el microcosmos, con las mismas leyes, y de la misma forma, debe crearse un universo psicológico. Con las mismas leyes, y del mismo modo, debemos extender la obra del Gran Arquitecto del Universo en cada uno de nosotros, tenemos que formar un universo micro cósmico. “Tal como es arriba es abajo”, ya lo dejó escrito, en su Tabla Esmeraldina, Hermes Trismegisto. El fuego macro cósmico, como principio cósmico creador, es Quetzalcóatl; el fuego micro cósmico, como fuego sagrado o serpiente sagrada, también es Quetzalcóatl. Así como en el origen de la creación fecunda a la Gran Madre, del mismo modo, dentro de nosotros debe fecundar a nuestro caos micro cósmico, nuestras aguas puras de vida, nuestra energía creadora. Esto lo logramos cuando pacientemente, a lo largo de décadas de trabajo en la magia del amor, formamos ese ser humano auténtico, real, que surge del agua micro cósmica (la energía creadora transmutada) y del fuego particular (el Quetzalcóatl interior). CAPÍTULO 7. QUETZALCÓATL Y EL DRAMA CÓSMICO «Cuando estudiamos a Quetzalcóatl, descubrimos en él, el mismo Drama Cósmico de Jeshuá Ben Pandirá (Jesús, el Cristo). Quetzalcóatl, cargando con la cruz a cuestas, nos recuerda precisamente al mártir del calvario.» [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] E xiste un drama muy hermoso en Quetzalcóatl que no pertenece al tiempo, un drama que hemos de vivir en nuestra existencia, en nuestro trabajo diario, en el taller o en la escuela; un drama que debe ser realizado en el sendero del hogar doméstico. Este drama contiene la salida del Edén paradisiaco, aquí señalado como la lejana Tula. Por tanto, muestra la caída del ser humano en la degeneración y cómo puede levantarse de la tierra a través de una verdadera revolución interna. En su obra diamantina, “La Doctrina Secreta de Anáhuac”, el Venerable Maestro Samael Aun Weor, la relata de manera magistral. Entresaquemos algunos párrafos místicos de este libro para ahondar en este drama cósmico. «Dice la leyenda de los siglos que el señor Quetzalcóatl, en vísperas de su caída, decía: "Mis casas de ricas plumas, mis casas de caracoles, dicen que yo he de dejar."» Las tradiciones más antiguas nos hablan de una caída o emanación de lo divinal, el origen de la vida, partiendo de aquello que no tiene nombre, ni límite alguno. Se trata del descenso de las esencias, chispas virginales o mónadas, de su salida de la felicidad absoluta, de las dimensiones superiores, y su ingreso al mundo tridimensional. Luego se nos describe la misma caída edénica, cuando en la época Lemur (tercera raza de la Tierra) comimos ese fruto que se nos dijo: “No comeréis”. Es decir, cuando utilizamos la energía sexual en forma lujuriosa. Situación que repetimos, incesantemente, en nuestros días. La Tentación «Lleno entonces de alegría, mandó a traer a la reina, a la estera preciosa. -Id y traed con vosotros a la reina Quetzalpetatl (la Eva de la mitología hebraica), la que es deleite de mi vida, para que juntos bebamos, bebamos hasta embriagarnos. Fueron los pajes hasta el Palacio de Tlamachuayan y de allí a la reina trajeron. -Señora reina, hija mía, nos manda el rey Quetzalcóatl que te llevemos a él, quiere que con él goces. Ella les responde: -Iré.» Tradiciones tanto del norte, como del sur, del este y del oeste, hablan de la tentación como preámbulo a la caída o involución del ser humano, como quiera que la belleza se manifiesta en el eterno femenino, la tentación, generalmente, está simbolizada por una mujer: Eva en la mitología hebraica, Kundry en el Parsifal de Richard Wagner y, por supuesto, Quetzalpetatl que es la reina protagonista del drama de nuestro señor Quetzalcóatl. Escrito está que la tentación es fuego, pero si llegáramos a triunfar sobre ella, entonces podría venir la luz y, en consecuencia, el desarrollo de virtudes, poderes, facultades, etc. «Cuando Quetzalpetatl llega, va a sentarse junto al rey; le dieron de beber cuatro veces y la quinta en honor de su grandeza. Y cuando estuvo embriagada comenzaron a cantar los magos y se levantó titubeante el mismo rey Quetzalcóatl y le dijo a la princesa en medio de cantos: -Esposa, gocemos bebiendo de este licor. (Se refiere al licor de la lujuria.)» La bebida para embriagarse, en la tradición mexicana, es el pulque, es la fermentación del aguamiel, líquido que se extrae del maguey (fique, agave o cabuya). Si bien, el emborracharse es un delito grave, ya que es el origen, en la actualidad, de tantos accidentes, violencia intrafamiliar, asesinatos, robos, violaciones y demás; en realidad, no sólo se trata de mostrar crudamente este error, sino que envuelve uno más grande, que hace referencia a la embriaguez que produce la pasión sexual. La lujuria, al igual que la embriaguez con bebidas alcohólicas, nos nubla el razonamiento, ya que no sabemos nada acerca de la familia, del decoro, del ejemplo, de las buenas costumbres y de los buenos propósitos. Por tanto, no entendemos nada, sólo se acrecienta el deseo de satisfacción. «Como estaban embriagados nada hablaban ya en razón. (El lujurioso no entiende razones.) Ya no hizo el rey penitencia, ya no fue al baño ritual, tampoco fue a orar al templo. Al fin el sueño les rinde. Y al despertar otro día, los dos se pusieron tristes, se les oprimió el corazón. (En la mitología hebraica se dice que Adam y Eva también se pusieron muy tristes después de haber comido del fruto prohibido y fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.)» Interesante esta parte del drama, ya que toca el punto esencial que es la caída edénica, el comer del fruto prohibido. Esta falta la cometemos, incesantemente, hoy en día, sin darnos cuenta y es el origen de tantas tragedias en el mundo, no sabemos que la raíz, de tanta problemática actual, está en el mal uso de las energías creadoras. La energía sexual es tan poderosa, que tiene el poder de la creación. Si tenemos en cuenta eso, lograremos tomar conciencia de que es la energía más poderosa del universo; a pesar de ello, la utilizamos equivocadamente, la derrochamos en la búsqueda de satisfacer nuestras pasiones. Hace 18 millones de años, en la época de la raza Lemur, comimos el fruto prohibido, pero, incesantemente, una y otra vez, bebemos el pulque de la pasión, nos embriagamos con el licor de la lujuria y el resultado es el desarrollo desmesurado del ego animal. El verdadero arrepentimiento «Dijo entonces Quetzalcóatl: -Me he embriagado, he delinquido. Nada podrá ya quitar la mancha que he echado en mí. Entonces con sus guardianes se puso a cantar un canto. A la multitud que esperaba afuera, se le hizo esperar más. Mortificado, lloroso, lleno de pena y angustia, al ver que sus malos hechos eran conocidos ya y sin que nadie lo consolara, ante su Dios se puso a llorar.» Son extraordinarias las enseñanzas, colocadas magistralmente, en estos diálogos esotéricos. Todos los seres humanos, que habitamos actualmente el mundo, hemos delinquido, ya que el sólo hecho de estar viviendo aquí, en un mundo tan conflictivo, tiene que tener una causa y la encontramos, indudablemente, en el haber comido del fruto que se nos dijo que no comiéramos. Más raros son los que logran captar que si vivimos en un mundo tan lleno de odio, problemas, tragedias, contaminación, crisis, guerras, etc., es porque nosotros en el interior llevamos todas las causas, porque somos los que originamos cada problema en el mundo. Así, Quetzalcóatl, con esas palabras, nos llama al arrepentimiento, a que reconozcamos por experiencia directa que en nosotros está el origen del mal. Esto es, realmente, muy difícil, ya que solemos culpar a los demás de nuestros problemas, bien sea a nuestros padres, al gobierno, a la pareja y hasta los hijos. Es una tarea muy grande, ya que pocos son capaces de verse tal cual son y, además, es muy fácil caer en el auto engaño. Es por eso que pensamos de sí mismos lo mejor y eso impide que podamos cambiar. Si ya estamos bien, ¿por qué habríamos de cambiar? Así que la tarea que propone Quetzalcóatl es descomunal, ya que es sólo para auténticos valientes. Se hace necesario dirigir nuestra atención hacia dentro, en nuestro diario vivir, en las cosas comunes de la vida, y descubrir nuestros errores psicológicos. Ése sería el comienzo del camino, no se trata de decir: “Estoy lleno de defectos”, eso sería algo mecánico, se trata más bien de descubrirlo en el campo de los hechos, identificar nuestros errores, saber del daño que hacemos a los demás, de lo egoístas que somos, de la vanidad que manifestamos, de la lujuria que cargamos, etc. Salida de Tula «La huida de Quetzalcóatl, su salida misteriosa de la Tula paradisíaca, resulta ciertamente insólita, inusitada...» La salida de Quetzalcóatl de Tula es el equivalente a la salida del Edén. Ya que, asombrosamente, Tula es, como nos describe Don Mario Roso de Luna, la isla de tule, que hace referencia a la cuarta dimensión. El ser humano, cuando no había comido del fruto prohibido, vivía feliz en los mundos de las “Mil y Una Noche”, en los Campos Elíseos, entonces no existía el ego, no había guerras, ni hambres, ni delito alguno. Comer del fruto prohibido, según la biblia; beber del pulque, según las tradiciones mexicanas, es el mismo error. La consecuencia de ello es salir de la cuarta dimensión, pues no puede vivir ahí gente con ego, por lo tanto: "Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado". "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del Árbol de la Vida". (Génesis 3, 23-24) La caída y pérdida de poderes «Dicen que entonces quemó todas sus casas de oro y plata y de conchas rojas y todos los primores del arte tolteca. Obras de arte maravillosas, obras de arte preciosas y bellas, todo lo enterró, todo lo dejó escondido allá en lugares secretos, o dentro de las montañas o dentro de los barrancos. Riquísimo tesoro inagotable que posteriormente hubo de buscar y hallar. Riqueza esotérica escondida entre las entrañas de la tierra.» Cuando el ser humano goza del estado paradisiaco tiene facultades maravillosas como la clarividencia, polividencia, intuición, recuerdo de sus vidas anteriores, clariaudiencia (el poder escuchar lo que existe en los mundos superiores), poder sobre los cuatro elementos de la naturaleza, etc., al igual que extraordinarios valores del Ser como la fraternidad, la comprensión, la tolerancia, el amor, etc. Éstos son el verdadero tesoro de Quetzalcóatl, que él perdió cuando bebió del licor de la pasión. Por tanto, cuando el ser humano cae en la tentación, abusa de la energía que lo trajo a la vida, pierde todos sus poderes y todas sus facultades trascendentales. Entre los alquimistas se le llama reducción metálica, una de las frases alquimistas para alegorizar esto es: “Disolver la piedra en día sábado”; sábado se relaciona con el planeta Saturno, y este planeta rige la muerte; la piedra es la Piedra Filosofal, el tesoro de los tesoros, disolver la piedra es la pérdida de todos los poderes. Al salir del Edén, todos los seres humanos hemos dejado ese tesoro de Quetzalcóatl escondido en las entrañas del mundo. Ahí está en estado latente, esperando que lo rescatemos, que lo recobremos, que lo desenterremos. Es decir, en las profundidades de sí mismos. Árbol de la Vejez «Ante el Árbol de la Vejez, el señor vio su faz, y lleno de infinito dolor dijo: “Viejo soy.”» Una vez que se ha producido la caída, y hemos perdido todos los poderes, así como todas las virtudes, entonces empieza, al igual que Quetzalcóatl, nuestro peregrinar. Esto quiere decir, que nos encadenamos a la Rueda del Samsara, esa rueda de nacimientos y muertes, vagando de existencia en existencia, cometiendo delitos, alimentando el ego, adulterando, mintiendo, robando, etc. Así, vamos sin rumbo, lejos de la sabiduría hermética, lejos muy lejos de la gnosis. Lamentablemente, en cada existencia, a diferencia de lo que se cree, que vamos evolucionando cada vez más, surge todo lo contrario, ya que nos sumergimos en espiras cada vez más bajas, alejándonos del Padre interior. Por eso, Quetzalcóatl, ante el árbol de la vejez, se da cuenta que ha envejecido, que anda por rumbos desconocidos, que ha perdido el camino. De mismo modo, debemos hacer en nuestra vida profundas revaloraciones, darnos cuenta que nos es correcto el camino que transitamos, que si bien con el dinero podemos tener pan, abrigo y refugio, éste no es el fin de la vida, es tan sólo un medio. El darse cuenta de que estamos viejos, es esa lucecita de la conciencia, por allá en las tinieblas pavorosas de nuestro universo interior, que nos llama a retomar el camino interior. Trabajo con la Piedra «Llegó otra vez a otro sitio y se puso a descansar, se sentó sobre una piedra y en ella apoyó las manos. Se quedó mirando a Tula y con esto se echó a llorar. Lloraba con grandes sollozos, doble hilo de gotas cual granizo escurrían. Por su semblante rodaron las gotas y con sus lágrimas la roca perforó. Las gotas de su llanto que caían la piedra misma taladraron. Las manos que en la roca había apoyado, bien impresas quedaron en la roca, cual si la roca fuera de lodo y en ella imprimiera sus manos. Igualmente, sus posaderas, en la piedra en que estaba sentado bien marcadas e impresas quedaron. Aún se miran los huecos de sus manos allá donde se llama Temacpalco.» En este transitar, de existencia en existencia, hemos tomado distintos caminos, pero ninguno nos ha llevado a la felicidad. Quizás nos hemos vuelto vegetarianos, practiquemos yoga o ejercitemos la filantropía. Posiblemente, además, abracemos variadas religiones, sectas, grupos místicos, etc., e, incluso, podemos ingresar a algún monasterio, desarrollando alguna virtud o algún poder, pero, en definitiva, no hemos logrado nuestra auto realización íntima. Pero, por fin, en alguna de esas tantas existencias, se nos presenta el camino interior, ese camino está basado en la piedra, esa misma que es piedra de tropiezo y roca de escándalo, esa piedra, o Pedro, en el cual el mismo maestro Jesús dijera que en ella edificaría su iglesia. En esa piedra subyace la electricidad trascendente sexual, que tanto puede esclavizarnos como redimirnos, esa piedra es la energía sexual. Puede usarse para desarrollar las pasiones más bestiales y animales o puede transformarnos radicalmente. Pero, primero, hay que dejar de practicar el infrasexualismo. Se debe llorar en la roca arrepentidos, tenemos que liberarnos de la pornografía, el adulterio, las bajas pasiones animales, la lujuria y ver en la piedra (el sexo) algo sagrado, tal como lo vieran en la India milenaria, y en la misma forma en que fuera venerado en los misterios griegos de Eleusis y en los patios empedrados de México. El encuentro del camino interior «Dicen que el bendito, después de haber sufrido mucho, llegó a un sitio que se llama Puente de Piedra. "Agua hay en este lugar (el Ens Seminis), agua que se alza brotando, agua que se extiende y difunde."» Una vez que se ha llorado en la piedra, es decir, que nos hemos arrepentido y alejado de la práctica del infrasexualismo, es entonces, que podemos y debemos transmutar esas fuerzas creadoras. Es necesario saber que en la India milenaria se habla de dos cordones a través de los cuales es posible transmutar la energía creadora, les llaman: Idá y Pingalá. En la mitología los alegorizan con las dos serpientes del caduceo de Mercurio, pues se enroscan en la médula espinal. Tal símbolo está presente entre los aztecas, egipcios, incas y mayas. Ahora bien, los cordones pertenecen a la anatomía oculta, no son físicos, sino tetradimensionales. Cuando uno imprime un shock en esa agua primordial, depositada en nuestras glándulas sexuales, entonces puede ascender, brotar, extenderse y difundirse por todo el sistema maravilloso que existe en el interior del ser humano. «El bienaventurado volvió al camino que otrora había abandonado. Dicen que desgajó una roca e hizo un puente y por él pasó a la otra orilla. Así fue como el gran Avatara de los aztecas reanudó su camino y llegó a un sitio que se llama "Agua de Serpientes".» En estas misteriosas líneas se habla, prácticamente, en el mismo lenguaje de los alquimistas como Nicolás Flamel o Raimundo Lulio. Del mismo modo, cuando se trabaja tenazmente con la piedra, cuando se aprende a amar de verdad, a cultivar los misterios del amor en el matrimonio, cuando se aprende a ver en la pareja la senda misma de la auto realización, estamos trabajando en la alquimia. Cuando uno aprende a respetar las cosas sagradas del matrimonio y transforma su energía sexual en niveles superiores, a manera de las octavas musicales, es posible dar forma a cuerpos de tipo superior, a los cuerpos existenciales superiores del Ser, para que nuestro Padre que está en secreto pueda manifestarse. Ataque de los Magos Negros «Inútilmente intentan los tenebrosos hacer que el Bendito regrese al pasado pecaminoso. -De ningún modo me es ahora posible regresar -responde el señor-, debo irme. -¿Dónde irás Quetzalcóatl? -Voy -les dijo- a la Tierra del color rojo, voy a adquirir saber. Ellos le dicen: -¿Y allí qué harás? -Yo voy llamado, el Sol me llama. -Muy bien está, deja entonces la cultura tolteca.» El Sol es el símbolo de la divinidad, que en el ser humano es el Padre que está en secreto. Ahora bien, siempre nos ha llamado a regresar a él, hemos emanado de él y nuestra verdadera misión aquí, en este mundo, es regresar a él, ser uno con él. En estos instantes es una realidad que nos encontramos muy lejos del Padre que está en secreto, pues nos hemos manchado con los miles de defectos que hemos creado a lo largo de las existencias. «Y el bendito arrojó al agua sus bienes materiales -las cosas ilusorias de este mundo-, sus collares de gemas que al momento se hundieron. Desde aquel tiempo se llama aquel lugar "Agua de ricos joyeles".» Muchos pensamos que se refiere a abandonar las cosas materiales, pero, en realidad, es una tarea mucho más difícil, pues vivimos en un mundo ilusorio, donde tenemos miles de actividades vanas, que no tienen ningún sentido real, aunque les otorguemos demasiada importancia. Descubrir tales cosas ilusorias, que aparentemente son tan importantes, es una labor que debemos iniciar. Podemos, por ejemplo, estar muy apegados a un título académico, si bien no es un crimen estudiar, lo que sí es un delito es creerse superior a los demás por tal motivo y actuar con auto importancia y auto suficiencia ante los demás, tratándolos como si existiera gente de primera y segunda clase. Por tal motivo, éstas son cosas de las que debemos liberarnos a través de la comprensión profunda. Lo mismo sucede cuando uno llega a tener, por tal o cual motivo, mucho dinero, el prestigio de un apellido o las experiencias que nos da la vida. Como podemos observar, son muchas las ilusiones que nos mantienen encadenados al dolor. «Avanza un punto más, llega a otro sitio que se llama “Lugar en donde duermen”. (El Orco de los clásicos, el Limbus de los cristianos, aquí y allá el sueño de la conciencia en este valle de lágrimas.)» El estado en el que se encuentra la humanidad actual es el de un sueño profundo de la conciencia. Vivimos en un estado de coma, como si fuéramos zombis, soñamos en el futuro y en el pasado. Si somos soldados, nuestro sueño es ganar grados y grados para ser, algún día, un general. Si tenemos hijos, soñamos que algún día serán gente importante, con mucho dinero y exitosos. Vamos por las calles de la ciudad sumergidos en un sueño profundo, pensando en los problemas del trabajo, del estudio o de la casa. No somos conscientes de que vamos manejando o caminando, estamos en un estado de hipnotismo. En ese estado nos encontramos vida tras vida, sin cambiar… «Allí sale a su encuentro un adepto de la mano izquierda y le dice: -¿Adónde vas? El bendito contestó: -Voy a la tierra del color rojo, voy a adquirir Sabiduría. -Muy bien, bebe este vino del olvido, yo he venido a traerlo para ti. -No, no puedo, ni siquiera puedo un poco gustar. -De fuerza habrás de beber. Tampoco yo puedo dejarte pasar ni permito que sigas tu camino sin que bebas. Yo tengo que hacerte beber y aún embriagarte. ¡Bebe pues! Entonces Quetzalcóatl con una caña -pues era un Bodhisattva caído- bebió vino.» Uno piensa que los ataques de magia negra son como encajar agujas en un muñeco o cosas por el estilo, hasta nos imaginamos a un ser oscuro, tenebroso; si es mujer, casi que la vemos con un caldero sobre un fuego, con un sombrero negro y echando ancas de rana y polvos de panteón. Mas la magia negra está mucho más cerca de lo que imaginamos, de hecho, se mezcla en muchas de las actividades cotidianas. Magia negra existe cuando vamos a un bar, cabaret o centro nocturno y nos dejamos seducir por las miradas hechiceras de personas que asisten a estos centros, conduciéndonos, de esta manera, a realizar conductas equivocadas de tipo sexual. Magia negra hay en muchos aspectos de la cultura actual, que vemos con buenos ojos, cuando son totalmente tenebrosos, pero a fuerza de tanta publicidad en los medios de comunicación, es que se nos hacen tan normales. Por ejemplo, eso de lanzar una bomba atómica a un pueblo indefenso, donde hay miles de niños inocentes, mujeres y ancianos, es un verdadero acto de magia negra, con el buen visto de todos. Magia negra existe cuando coaccionamos la voluntad del prójimo y, aún con muy buenas intenciones, impedimos que sean libres, imponiendo nuestra voluntad, creyendo que hacemos el bien. Son miles de formas que, actualmente, nos llevan al abismo de la magia negra y esto, desde luego, nos conduce al sueño de la conciencia. «Y una vez que hubo bebido, cayó rendido del camino, comenzó a roncar en su sueño (durante muchas reencarnaciones, pasando por indecibles amarguras) y su ronquido se oía resonar desde muy lejos, cuando al fin (despertó conciencia nuevamente) miraba a un lado y a otro, se miraba a sí mismo y se alisaba el cabello. De esta razón el nombre de aquel sitio: “Lugar en donde duermen”.» En las diferentes existencias, a veces, hemos encontrado el camino, pero nos hace falta voluntad para seguirlo y, en muchas ocasiones, volvemos a sumergirnos en el sueño profundo de la conciencia. Pero estamos ante un momento importantísimo de la existencia; así como Quetzalcóatl despertó del sueño, nosotros, de igual manera, tenemos la oportunidad de emanciparnos también. Por tanto, debemos lanzarnos al campo de batalla de la vida y despertar conciencia, dejar el estado de sonámbulo en que nos encontramos. Trabajo con la muerte del Yo «De nuevo emprendió el viaje, llegó a la cima que está entre el Monte Humeante que simboliza al Lingam y a la Mujer Blanca que simboliza al Yoni- y allí, sobre él y sobre sus acompañantes que consigo llevaba, sus bufones, sus tullidos -sus agregados psíquicos o elementos inhumanos-, cayó la nieve y todos congelados se quedaron muertos.» Uno de los trabajos indispensables, en el camino interior, es descubrir, estudiar y dar muerte a los distintos defectos psicológicos. Para ello, es indispensable conocer y practicar toda una serie de enseñanzas gnósticas, como es la auto observación psicológica (para descubrir y estudiar el ego), la meditación en la muerte del yo (para comprender a fondo sus mecanismos), la transformación de impresiones (para no alimentar más el ego), etc., impartidas sabiamente por el maestro Samael Aun Weor en sus libros: Psicología Revolucionaria, La Gran Rebelión y Revolución de la Dialéctica. Estas técnicas son formidables, muy necesarias y efectivas, pero deben ser complementadas con la sabia canalización de nuestras energías sexuales para poder destruir radicalmente cualquier defecto psicológico. El maestro Samael Aun Weor detalla todo este proceso en su libro de Misterio del Áureo Florecer, pero Quetzalcóatl nos lo enseña en esta parte de su drama. Dos volcanes se encuentran en el Valle de México como guardianes milenarios, uno de ellos se le llama “La Mujer Dormida” (Iztaccíhuatl), emblema indiscutible de la fuerza maravillosa que existe en la mujer; el otro volcán es el “Cerro que Humea” (Popocatépetl), representación de la fuerza extraordinaria que tiene el varón. Los tullidos y los bufones son los miles de defectos psicológicos, nuestros acompañantes milenarios que vida tras vida alimentamos. Son el conjunto de defectos psicológicos como el orgullo, la pereza, la gula, la envidia, la vanidad, la auto importancia, el engreimiento, los miedos, las pasiones animales, la codicia, la lujuria, etc. Cuando, a través de la auto observación psicológica, la transformación de impresiones y la meditación profunda, comprendemos totalmente un defecto, podremos, entonces, dirigir el fuego sagrado, que se produce cuando el hombre y la mujer se unen, para desintegrarlo radicalmente. Cada defecto eliminado es una virtud obtenida, un poder, un don. «Largamente lloró y de su pecho lanzaba hondos suspiros.» El trabajo en la magia del amor debe ser un trabajo intenso y constante, combinado con las emociones puras y la más alta espiritualidad. Parece extraño que se hable de unir el anhelo espiritual con las fuerzas que nos trajeron al tapete de la existencia, pero así lo vemos ilustrado tanto en la India, como entre los mayas. Vemos, entre las más antiguas culturas, templos dedicados a la mujer y al amor; lo anterior, es lo que nos hace reflexionar acerca de esta parte del drama de Quetzalcóatl. Es importante que dejemos de ver las cosas que son sagradas con morbosidad, para verlas como deben ser. Es obvio que si la divinidad nos creó a través de la sexualidad, ésta debe ser sagrada. Las Tres Montañas «Fijó la vista en la montaña matizada -la Montaña de la Resurrección- y a ella se encaminó. Por todas partes iba haciendo prodigios y dejando señales maravillosas de su paso. (Como otrora los hiciera el gran Kabir Jesús en la Tierra Santa.)» El trabajo que se habrá de realizar está simbolizado en tres montañas: la de la iniciación, la de la resurrección y la de la ascensión, que no es otra cosa que el trabajo representado en el drama de Jesucristo. Todo el trabajo que se representa con la muerte de sus tullidos y sus bufones (la muerte de los egos), así como la construcción del puente de piedra (la creación de los cuerpos solares), marca la primera montaña realizada. Por eso, cuando se dice que fijó su vista en la montaña matizada, nos habla de continuar con trabajos superiores, trascendentales, como diciendo: “El trabajo es muy largo, no te sientas un ser superior, pon los pies en la tierra y comienza a trabajar en ti mismo”. «Al llegar a la playa, hizo una armazón de serpientes -pues había logrado el desarrollo completo de los siete grados de poder del fuego- y una vez formada -completa- se sentó sobre ella y se sirvió de ella como de un barco.» Son siete fuegos sagrados los que se deben desarrollar, el iniciado que logra el despertar de esos siete fuegos, logra la misma hazaña de Quetzalcóatl, ya que forma ese armazón de serpientes, para ir al mar, o caos micro cósmico, de las aguas creadoras del primer instante, que nos relatan los génesis de todo el mundo. El gran maestro Buda nos representa este mismo proceso, cuando estando bajo el árbol del Bodhi, buscando la iluminación, meditaba, incesantemente, durante muchos días, pero acaeció una terrible tormenta que amenazaba ahogarlo y, entonces, de las raíces del árbol, surgió el rey de las serpientes, quien se enroscó, protegiendo al Buda, para salvarlo. La Madre Divina, la cual cada ser humano tiene la suya propia, es la única capaz de desintegrar los elementos psicológicos indeseables que llevamos dentro. Ella sólo puede desintegrarlos cuando los hemos comprendido debidamente. Pero su máximo poder se encuentra cuando uno aprende a manejar esas aguas de la vida. Tierra de Color Rojo «El bendito señor Quetzalcóatl se fue alejando, se deslizó en las aguas -espermáticas del primer instante- y nadie sabe cómo llegó al lugar del color rojo.» Así como Quetzalcóatl encamina su rumbo, a la tierra de color rojo, para adquirir saber, del mismo modo, nos toca a nosotros imitarlo. En el drama cósmico del maestro Jesús se puede encontrar el mismo mensaje; tres reyes magos van a adorarlo, se refiere a los primeros tres colores de la alquimia medieval: el negro, el blanco y el amarillo; el cuarto color es el púrpura o rojo con el cual es enterrado. Son los mismos colores del maíz azteca y los similares cuatro colores de los caminos en el Popol Vuh. La alquimia los simboliza con el cuervo negro, la paloma blanca, el águila amarilla y el faisán rojo. Quienes comienzan el trabajo, realmente, están trabajando con el color negro, pues estamos llenos de pasiones animales bestiales. Si se logra erradicar de nuestra naturaleza los distintos elementos psicológicos indeseables se va ganando la paloma blanca. Más tarde, si se persevera en una purificación constante, se lograría ganarse el águila amarilla. Por último, podría coronarse con el color rojo. Dirigirse a la tierra de color rojo es, entonces, encaminarse de regreso a nuestro origen, reintegrarse con la divinidad. Hacerse uno con su real Ser, convertirse en la estrella de la mañana, tal como lo hiciera Quetzalcóatl. «Dicen que entonces se vio en las aguas como en un espejo (el espejo de la alquimia). Su rostro era hermoso otra vez (regresó al paraíso perdido). Se atavió con los más bellos ropajes y habiendo encendido una hoguera, en ella se arrojó (el fuego sexual acabó totalmente con su Yo psicológico no quedando ni sus cenizas). Y las aves de ricos plumajes (las aves del espíritu) vinieron a ver cómo ardía: el pechirrojo, el ave de color de turquesa, el ave tornasol, el ave roja y azul, la de amarillo dorado y mil aves preciosas más.» Quetzalcóatl tiene que descender al abismo, por los huesos de sus antepasados, pues no existe subida, si primero no existe una bajada, hay que humillarse para poder trascender, esa es la ley. «Cuando la hoguera cesó de arder (consumada la Gran Obra), se alzó su corazón y hasta los cielos llegó. Allí se mudó en estrella, y esa estrella es el Lucero del alba y del crepúsculo. Antes había bajado al reino de los muertos y tras siete días de estar allí, subió mudado en astro.» Siempre se ha asociado a Venus con Quetzalcóatl, son una sola cosa, pues Venus representa el amor. El lucero del alba y del crepúsculo es el significado de ser uno con la fuerza maravillosa del amor, de haber finalizado el trabajo de la auto realización. ------ Nota: Para estudiar el drama de Quetzalcóatl con una explicación a nivel de estudiantes gnósticos avanzados, favor de leer el libro: La Doctrina Secreta de Anáhuac. Capítulo 9 “La Cruz de San Andrés” CAPÍTULO 8. QUETZALCÓATL Y VENUS Q uetzalcóatl y el planeta Venus forman un todo único, plasmando una enseñanza trascendental, pues Venus es la fuerza maravillosa del amor manifiesta en nuestro señor Quetzalcóatl. Es maravilloso como se conjugan todas las enseñanzas del mundo, aclarándonos que hay un solo conocimiento que se expresó con diferentes simbolismos a través del tiempo y del espacio, pero que, en síntesis, es una sola enseñanza. Si vamos a la cábala hebraica y estudiamos el Árbol de la Vida, encontramos que al segundo Sephirote se le llama Chokmah, que se corresponde con el Cristo, y que su enseñanza es el amor. Si estudiamos la vida del gran Kabir Jesús, veremos que representó un papel importantísimo, su drama es de tipo cósmico y, en síntesis, nos habla de amor. Eso mismo lo encontramos en Quetzalcóatl, quien fuera el Cristo mexicano. Además, se le asocia a Venus en infinidad de ocasiones, pues es, ha sido y será, la fuerza del amor la que dio existencia al universo y lo sostiene firme en su marcha. Al terminar todo su trabajo, cuando, finalmente, llega a la tierra de color rojo, la auto realización íntima del Ser, se convierte en la estrella de la mañana (Venus). Es la culminación de la Gran Obra, del trabajo que hemos venido a realizar, es por eso que, en el capítulo dos, del Apocalipsis, encontramos lo siguiente: “Y al que hubiere vencido, y hubiere guardado mis obras hasta el fin, yo le daré potestad sobre las gentes; Y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantados como vaso de alfarero, como también yo he recibido de mi Padre: Y le daré la estrella de la mañana.” Estrella Vespertina En las mañanas, uno de los cuerpos celestes, que es posible observar, es Venus. Se le ha llamado, por muchas culturas, como la estrella de la mañana, pero, además, lo podemos contemplar como una de las primeras estrellas que se ven al atardecer, por lo que, también, es la estrella vespertina. Quetzalcóatl se identifica como la estrella de la mañana y es la que, de acuerdo con la sabiduría del antiguo México, guía al Sol en su recorrido por el día. Por otra parte, el dios “Perro o Gemelo” (Xólotl), el hermano gemelo de Quetzalcóatl, es la estrella vespertina, quien acompaña y protege al Sol en su viaje por el inframundo. «Xólotl, la sombra o doble del Cristo mexicano, Quetzalcóatl, precipitándose desde el Empíreo hacia nuestros propios infiernos atómicos, resulta extraordinario, maravilloso. Xólotl significa a la vez perro y gemelo. No está de más recordar en este capítulo que el Padre Sahagún afirma que el can es el símbolo del fuego de origen celeste.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] Entre los egipcios se estudió los atributos del Ser, de dios con el Sol, y se le asoció a Osiris, pero no pudo faltar el estudio de su sombra caracterizado por Tiphon. Por tanto, estas enseñanzas son antiquísimas, ya que las tenemos entre los caldeos cuando se reconoce al Sol con su sombra representada por el dragón. Así lo tenemos en la lucha de Miguel (el Sol) y el Dragón rojo (su sombra); en la edad media, San Jorge y su sombra el dragón. No podía faltar esta realidad en México y tenemos a Quetzalcóatl simbolizando el Sol interno (la estrella de la mañana) y a su sombra el dios “Perro o Gemelo” (Xólotl) la estrella vespertina. Todo esto, si bien tiene su expresión en el firmamento, es tan sólo la representación de algo que ocurre en nuestras profundidades psicológicas. La estrella de la mañana, es nuestro Ser interior, nuestro Quetzalcóatl particular, el espíritu. Éste proyecta su sombra, aquí y ahora, en nuestro interior, la estrella vespertina, nuestro propio “Perro o Gemelo” (Xólotl) individual. Se trata de nuestro entrenador psicológico, quien nos prepara en el camino de la existencia, que nos prueba para que puedan brotar las virtudes, que nos pone las tentaciones, porque éstas son fuego. Por tanto, si uno sale victorioso de ellas, entonces, brota la luz. Se le representa como un ser humano con cabeza de perro y esto encierra una de las enseñanzas menos comprendidas por nuestros antepasados en todo el mundo. Indudablemente, tiene relación con el cancerbero de la mitología, pues las pruebas más difíciles son las asociadas con el instinto sexual representado por él. Es sorprendente la similitud que tiene con Prometeo, pues también es el que entrega el fuego a los hombres, confirmando una vez más que el conocimiento es, totalmente, de carácter universal. Caracol marino partido Se representa a Venus con un caracol marino partido a la mitad y es el símbolo que toma Quetzalcóatl en muchos de sus grabados. Es bastante interesante que se haya tomado primero el caracol marino, ya que éste sirvió como un instrumento que producía un sonido místico utilizado en todas las ceremonias sagradas. Incuestionablemente, se refiere a una manifestación del amor el levantar la antorcha del verbo para iluminar el camino de otros, mostrándoles la senda de la auto realización, tal como lo hiciera Jesús en Jerusalén o Quetzalcóatl en México. Pero el que sea, precisamente, un caracol marino, nos habla de otra manifestación del amor, asociada al agua del primer instante, a las aguas de la creación de todos los génesis del mundo, es decir, el de cultivar, en el matrimonio, el verdadero amor. En todos los pueblos de Mesoamérica observamos múltiples representaciones de nuestro señor Quetzalcóatl y una de ellas es el símbolo de la Estrella de la Mañana (Venus), ya sea en forma de adorno, como parte de su atuendo o como su escudo. Región del Alma Humana (Tiphereth) En ocasiones observamos este emblema en su pecho. Por tanto, cuando así lo encontramos, nos representa la región del Alma Humana o Tiphereth, situada en el corazón, de acuerdo con las enseñanzas del Árbol de la Vida, indicando con esto la manifestación del Cristo Interior a través del alma humana. Milagro que sólo puede ocurrir a quienes ya hayan encarnado su alma, para esto deben crearse los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser y haberse sacrificado por sus semejantes, es decir haber celebrado la Navidad en su corazón. Se le llama a este proceso la iniciación venusta, pues el Cristo, desde su esfera elevadísima, situada en la región del Cristo íntimo (Chokmah), desciende a la región del Alma Humana (Tiphereth), es decir, el Cristo se inmola, se sacrifica y se encarna en el corazón del ser humano. Cuando vemos el símbolo de Venus en el pecho o corazón es un llamado a sacrificarnos por la humanidad, a ayudar a nuestros semejantes para que esa fuerza cósmica pueda manifestarse en cada uno de nosotros. En la región de los órganos creadores En forma frecuente se le encuentra, en la región de los órganos creadores, como si fuera un mandil. Esto es fascinante, ya que nos indica que el sexo es sagrado, que debemos aprender a unir el ansia sexual con el anhelo espiritual. Nos invita a alejarnos de todo lo que, actualmente, es considerado como “normal” en relación a la sexualidad, como es el caso de la pornografía, el abuso, el infrasexualismo, el adulterio, etc., para que la veamos, más bien, como una forma de veneración a lo divinal. Hoy en día hemos asociado el sexo a lo grosero, a la morbosidad, a la violencia; y que el símbolo de Venus lo encontremos en esa región, nos habla de volver a verlo como lo que es, algo divinal, una forma de rendir culto a aquello que no tiene nombre. Como dice San Agustín: “El acto sexual es otra forma de oración”. Nos invita a no seguirlo profanando, a encontrar, como decían los alquimistas, un “laboriatorium” o laboratorio donde podamos transmutar las mejores energías del universo y un “oratorium” u oratorio donde sea posible rendirle culto a la divinidad. Como escudo En forma sorprendente lo vemos, también, en el escudo que trae Quetzalcóatl, primeramente, para mostrarnos el camino a seguir, el de amar a la humanidad, el de sentir el sufrimiento de otros, el dar todo por los seres humanos que son, realmente, nuestros hermanos, el de sentir como nuestras sus necesidades. Al portarlo como un escudo para su protección, nos dice que el amor es la mejor forma de protegernos de cualquier peligro: llámese magia negra, hechicería, malas voluntades, entidades negativas y todo lo que pueda perjudicarnos. El amor es la fuerza más poderosa, no existe algo que pueda detenerla. Por lo que, si cualquier persona trabaja con verdadero amor a la humanidad y cultiva ese amor por sus hijos y pareja, no existirá fuerza en todo el universo que pueda penetrar ese escudo de Quetzalcóatl o la fuerza maravillosa del amor. Por ese motivo, el Instituto Cultural Quetzalcóatl, toma como logotipo este símbolo inefable, es como la bandera del ICQ, el cual tiene como objetivo esparcir el conocimiento de la gnosis, la sabiduría de Quetzalcóatl, a toda la humanidad con verdadero amor y sin distinciones de ninguna especie. Llevamos a cabo esta tarea de esa forma, ya que consideramos a los demás como nuestros verdaderos hermanos y nos sentimos como si todos fuéramos parte de un solo ser. Entendemos, en tal emblema, que cada ser humano es parte de un todo, que somos como una gota de un gran océano, como una chispa de un gran fuego universal y, que al final de todos los tiempos, volveremos a ser parte de un todo. Se podría sintetizar esta idea en las palabras mayas: “In lak’ ech a lak’ en” (Tú eres yo, yo soy tu). Con justa razón nos afirman los grandes maestros: ¡Que todos los seres sean felices! ¡Que todos los seres sean dichosos! ¡Que todos los seres sean en paz! CAPÍTULO 9. QUETZALCÓATL Y SUS REPRESENTACIONES E xiste un arte que es el instrumento para instruir a la conciencia, un arte verdaderamente objetivo, dirigido para aquel que tenga anhelos de conocer la sabiduría de Quetzalcóatl. Hay enseñanzas que no pueden ser dirigidas a la mente, enseñanzas de carácter superior, trascendentales. Beethoven plasmo tales enseñanzas a través de la música; Leonardo da Vinci a través de la pintura, Miguel Ángel Buonarroti a través de la escultura; y los sabios del México antiguo lo hicieron a través de los códices, de las estelas, los monolitos sagrados y las pirámides. Aprendamos un poco de esta sabiduría de Quetzalcóatl abriendo nuestro corazón y nuestra alma a estas realidades del espíritu. «Se le representaba con vestido plateado como los rayos de Selene, con media luna en el pecho, cubierto con la máscara sagrada; en la mano izquierda, el chimalli, en el cual se dibuja el símbolo de la estrella de la mañana; en la mano derecha, el macuahutl para la lucha.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] En la mayoría de las representaciones de Quetzalcóatl lo vemos con el símbolo de la estrella de la mañana (Venus), indicando con entera precisión que el camino a seguir es manifestar la fuerza maravillosa del amor en todo lo que hagamos, por eso San Agustín comenta: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor”. Lo vemos como emblema del escudo, y esto lo hace muy significativo, pues, para quien aprende a amar, no existe fuerza, en todo el cosmos infinito, que pueda perjudicarle, ya que el amor es su coraza, su escudo. Interesante es que en la otra mano se encuentre el arma para la lucha, mostrando el camino del equilibrio que se indica también en el Árbol de la Vida hebraico, es decir, la severidad y la dulzura; la sabiduría y el amor. Se suele ver con una máscara sagrada, que nos indica el aspecto divinal que tiene la fuerza cósmica del amor; la máscara suele ser la del “dios del aire” (Ehécatl). Por ese motivo, se le confunde con ese dios, pero en realidad simboliza que el fuego creador todo lo impulsa, todo lo mueve. «En otra de sus representaciones, esta deidad aparece en medio de las nubes como el lucero del amanecer. Lleva un solo ceñidor en la cintura y en la espalda un lienzo con dos cruces de brazos iguales, y en uno de sus jeroglíficos aparece con la cabeza y las orejeras de discos, bezote de disco en la nariz, y en los carrillos, triples discos en medio de los cuales se dibujan dos cruces de malta.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] No podía faltar en sus representaciones el símbolo de la cruz, pues en ella basó su doctrina, su evangelio. Ahora bien, no es extraño encontrar el símbolo de la cruz en sus vestiduras para mostrar la senda que debemos transitar. Es decir, el de aprender a mezclar en nosotros, en forma sabia, las fuerzas masculinas y femeninas de la creación. «Como instructor, los nahuas lo representaban con mitra de oro forrada con piel de tigre y plumas de quetzalli, sobrepelliz vistosamente adornada y orejeras de turquesa; collar de oro del cual penden diminutos y preciosos caracoles marinos; Capa de plumas de quetzalli figurando llamas de fuego y cactli de piel de tigre de cuyas anchas correas, que cruzándose suben hasta las pantorrillas, cuelgan caracolillos marinos; En la mano izquierda, escudos con estrella de cinco puntas en el centro; en la derecha, cetro de oro con piedras preciosas.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] La mitra de oro nos indica que debemos dominar la mente, como dice, la maestra Helena Petronila Blavastki, en La Voz del Silencio: "Antes que la llama de oro pueda arder con luz serena, la lámpara debe estar bien cuidada en lugar libre de todo viento. Los pensamientos terrenales deben caer muertos a las puertas del templo". "La mente, que es esclava de los sentidos, hace al alma tan inválida, como el bote que el viento extravía sobre las aguas". Para esto no sólo se requiere de la disciplina en la meditación, que ya es un trabajo bastante arduo y que se encuentra representado en el hecho de que la mitra esté forrada de la piel de tigre, sino, además, necesitamos de la fuerza interior que hay que tener para combatir al enemigo que llevamos dentro. Por otra parte, se encuentran las plumas de quetzal, representación de la más alta espiritualidad, que debemos cultivar en nuestro diario vivir. No podían faltar las orejeras, pues nos invitan a que aprendamos a escuchar, no sólo a nuestro prójimo, sino, además, la voz del Padre. Del mismo modo, lo indican las estatuas de Buda que lo representan con grandes orejas. Ahora bien, el que las orejeras sean de turquesa nos hablan de refinarnos, purificarnos, para poder escuchar la voz del íntimo que es la que nos puede guiar en este tormentoso mar de la vida. El collar de oro, al ser una joya preciosa, nos habla acerca de virtudes, como el amor, la fraternidad y la humildad, que debemos desarrollar, pero, además, nos dice que tenemos que procurar encarnar el alma humana. Por tanto, los pequeños caracoles marinos, colgados en el collar, nos indican que, para ello, se tendrá que trabajar con el agua y el verbo. La capa de plumas de quetzal son el símbolo de los grados esotéricos que podemos ir alcanzando; cuando el aspirante logra vencerse a sí mismo, y demuestra con hechos que está dispuesto a erradicar eso que nos ensombrece, gana el título de discípulo y, precisamente, obtiene el derecho (en los mundos internos) de tener una capa; ésta lo distingue como discípulo en todo el universo. Cuando un iluminado la ve, sabe que ese discípulo tiene la capacidad moral para recibir enseñanzas. Las sandalias (cactli), hechas con piel de tigre, nos hablan de saber andar con pasos firmes y decididos, nada de debilidades, siempre triunfantes, siempre heroicos en todo lo que hagamos, con determinación y voluntad. Nuevamente tenemos, en esta representación, el escudo con la estrella de la mañana (Venus), mostrando la senda del amor a la humanidad, de pensar en aliviar el dolor ajeno, el sentir lo que siente el prójimo, el que nos propongamos hacer algo para dar un bálsamo y consolar el corazón de otros. En la otra mano, el cetro de oro, es decir, dirigir nuestra voluntad para transformarnos radicalmente. «En el museo de Antropología e Historia de la ciudad de México, como testimonio de las místicas enseñanzas de Quetzalcóatl, existe un monolito de la "serpiente preciosa de plumas de Quetzalli" que tiene por fuera una gran bífida lengua (símbolo de la luz), sobre la cabeza una "I", emblema del fuego, Ignis, y el jeroglífico "Acatl" (caña), un carrizo de agua, simbolizado por la cabeza humana que remata al conjunto de la serpiente.» [Samael Aun Weor. “Magia Crística Azteca”] Ésta es una de las representaciones más emblemáticas de Quetzalcóatl, verdaderamente, una preciosa pieza artística. Nos muestra la serpiente preciosa de plumas de quetzal, resumiendo, de esta forma, todo el trabajo que habremos de realizar para liberarnos de las cadenas del dolor. La lengua bífida de la serpiente nos indica la luz de la sabiduría gnóstica que hay que encarnar combatiendo las tinieblas de la ignorancia, el fanatismo y el error. Cuando la luz da un paso, las tinieblas retroceden uno. El símbolo de la caña es el mismo báculo de Moisés, el de los faraones egipcios, la columna vertebral. ¿Por qué tiene tanta importancia?, porque es en la columna donde se encuentran los canales tetradimensionales, con los cuales habremos de ascender la energía creadora transformada. ZONA ARQUEOLÓGICA DE XOCHICALCO El “Lugar de la Casa de las Flores” (Xochicalco). México, Estado de Morelos. El verdadero Arte Regio de la naturaleza se ve expresado plenamente en el “Templo de las Serpientes Emplumadas”, de la zona arqueológica de Xochicalco, en México. Está plasmado de un conocimiento, sin duda, trascendental que va dirigido, indudablemente, a la conciencia. El lenguaje humano es muy pobre como para expresar el conocimiento del alma, del Ser, del trabajo interior, de las dimensiones superiores del cosmos, pero, en este bello templo, realizado con tanta fe y tenacidad por las manos de nuestros antepasados, encontramos, magistralmente reunidos, la ciencia objetiva, el arte diamantino, la religiosidad y la filosofía hermética. Todos ellos fundidos como una sinfonía de la naturaleza. Lo que más destaca son las ocho monumentales “Serpientes Emplumadas” (Quetzalcóatl), entregándonos un mensaje sublime. Ahora bien, se encuentran dos en cada lado de la pirámide, ubicados en cada punto cardinal, recordándonos, con entera precisión, a los ocho Kabires o maestros que rigen el universo. Es importante saber que en estas culturas la serpiente simboliza la sabiduría, el eterno femenino divinal, la maestría y el conocimiento interior. Ahora bien, que a todos estos significados reunidos se les añadan las plumas del espíritu, nos indica al ser humano con los niveles más elevados de purificación. En este lugar sagrado, nuestro señor Quetzalcóatl, se preparó esotéricamente, llegando a consagrarse como sacerdote. Glifo “9 Ojo de Reptil” El glifo 9 “Ojo de Reptil” aparece repetidas veces adornando el templo, entregando a la humanidad una enseñanza trascendental. El nueve es la iniciación, el ermitaño, la generosidad, genialidad y el trabajo alquimista (transformación de la energía creadora); ojo de reptil nos habla estar alertas y vigilantes a lo que sucede en el mundo interior o psicológico, el desarrollo del sentido de la auto observación psicológica, que no sólo se debe aplicar en el curso de la vida diaria, sino que, además, debemos prestarle una atención especial cuando éste se aplica en el trabajo con la transmutación de la energía creadora. Interesante es que en el glifo se encuentren llamas, recordando el fuego, pero no el que usamos para cocinar, ni el de los volcanes o el del rayo en las tempestades; más bien, se refiere al fuego sagrado, que debe ser despertado con los encantos del amor. Este símbolo nos dice, al mismo tiempo, bastantes cosas; una de ellas es la importancia de trabajar en la Novena Esfera (transmutar la energía creadora) indicado esto con el número nueve, pero haciendo un trabajo muy meticuloso, no al “aventón”, sino con sumo cuidado, observándonos de instante en instante, esto nos indicaría el “Ojo de Reptil”. Por tanto, realizando esto como es debido, nos permitiría el despertar del fuego sagrado que está representado por las llamas. Binario serpentino «La doble cabeza, que recuerda con entera claridad a la figura de sierpe en círculo, en aquel trance gnóstico de devorar a su propia cola, aparece en los muros sagrados del Templo de Quetzalcóatl en las ruinas de Xochicalco.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] Cada muro muestra dos colosales serpientes emplumadas para recordarnos el binario serpentino del antiguo México, y la realidad palpitante que debemos encontrar en cada uno de nosotros. Una serpiente simboliza la luz, la Madre Cósmica, el eterno principio femenino divinal, el fuego sagrado; y la otra representa el fuego negativo, fatal, origen del ego bestial y al cual, lamentablemente, rendimos culto por nuestras malas acciones. Que cada serpiente en su cuerpo ascienda y descienda, nos indica que, a toda exaltación, le precede una humillación, que para subir tendremos, primero, necesariamente, que bajar. De este modo, nos indican, los maestros del pasado, que el camino es interminable, que la Gran Obra (llamada así por los alquimistas) está llena de bajadas y subidas. «Hay que ver, pero muchísimo, ¿no? Por ejemplo, en el lado derecho, aquí en este extremo del Templo de nuestro señor Quetzalcóatl, ves ahí claramente lo que es el Binario Serpentino. La serpiente viene, empieza desde allá, desde el lado izquierdo, obsérvese. Con sus fauces abiertas, como va subiendo y bajando, para indicarnos las subidas y bajadas que se necesitan para poder llegar a la auto realización intima del Ser, las subidas y bajadas de la Gran Obra. La serpiente es la serpiente emplumada, como sube y baja, sube y baja.» «Aquí vean el otro extremo, la otra, la segunda serpiente, de manera que la cola hace de cabeza y la cabeza de cola y viceversa, para representar el Binario Serpentino, las dos serpientes, claro en esoterismo, ya sabemos que la una en el oriente se llama Kundalini, la que sube por la espina dorsal del adepto; y la otra es la que baja, la que se proyecta desde el coxis hasta los infiernos atómicos del hombre, la que es conocida como el abominable órgano Kundartiguador, la Kali de los indostanes, la Python que Apolo irritado hiriera con sus dardos.» [Samael Aun Weor. “Excursiones con el Avatara a las Ruinas de Xochicalco”] Sacerdotes Se encuentran sacerdotes, estilo maya, entre los cuerpos de las serpientes. El glifo de la palabra adornado, profusamente, nos indica la importancia que tiene el verbo en todo lo que hacemos. Por tanto, debemos hablar correctamente, con belleza en lo que decimos, bendiciendo a la gente, orientando, conduciendo correctamente, ayudando a la humanidad con la luz de la palabra. En su cuello aparece el collar del buda, el cual sólo lo tienen los que han fabricado los cuerpos solares. Al estar sentados, al estilo oriental, nos muestran el sentido de meditación, comprensión y paz. Además, son necesarias la introspección, el dirigirse hacia dentro, hacia el universo interior. «Pero dentro de la misma serpiente hay figuras y ustedes las pueden observar, figuras de maestros, figuras de mahatmas. Una de ellas está aquí, donde está este maestro con las piernas cruzadas al estilo oriental. La posición de loto, como se sientan los yoguis de la India.» [Samael Aun Weor. “Excursiones con el Avatara a las Ruinas de Xochicalco”] Sus penachos son muestra de la maestría, que han dominado su mente. Por otra parte, sus manos se encuentran, de forma similar, al arcano uno del Tarot, una mano está a la altura del corazón y la otra señala hacia el piso, hacia abajo, indicando que hay que descender, bajar para poder subir. «Una mano va hacia abajo y la otra mano va hacia arriba, esa figura así la encuentran en muchas esculturas de la catedral de Notre Dame de Paris, aparecen muchos iniciados en esa forma.» [Samael Aun Weor. “Excursiones con el Avatara a las Ruinas de Xochicalco”] El frente del templo está orientado al occidente y esto es muy significativo, pues es donde se oculta el Sol, donde, simbólicamente, muere, enseñando que debe morir en nosotros lo negativo, recordándonos la muerte de los miles de defectos psicológicos que cargamos. Tablero de las correcciones Se debe señalar que en el tablero de las correcciones (parte frontal derecha del templo), encontramos símbolos muy interesantes: primero, se halla el glifo “Casa” (calli en náhuatl), representando la casa de nuestro Ser que debemos fabricar para que se manifieste, se trata de los cuerpos solares, ya que los que tenemos son lunares, es decir, fantasmales, fríos; segundo, diez puntos se encuentran bajo este símbolo de “Casa”, representación de los diez sephirotes, las semillas divinas, las diez dimensiones que conforman el Árbol de la Vida. Pero un brazo jala con una cuerda otro símbolo, como indicando que, para lograr fabricar la casa o “calli” del Ser, se requiere trabajar con el 11 “Mono” (Ozomatli). El once, en cábala, es el trabajo con el fuego sagrado y el mono es el símbolo de la energía creadora del primer instante. Finalmente, aparece el símbolo 6 “Caña” (Actal), redondeando el trabajo a realizar, ya que la “caña” es la columna vertebral y el seis es la suprema decisión de seguir al Cristo interior. En el tablero suroeste (parte frontal izquierda del templo) podemos apreciar las fechas: 9 “Ojo de Reptil” que ya hemos explicado; junto a este símbolo está el 2 “Movimiento” (Ollin), mostrándonos la actividad, la diligencia, la prontitud; y 10 “Caña” (Acatl) revelando el camino de la transformación total. Del mismo modo, destaca el cargador de la banda celeste, o distintas partes de nuestro propio Ser, auxiliándonos, incesantemente, en todo el trabajo que realizamos por perfeccionarnos, indicándonos que no estamos solos, que siempre hay fuerzas divinas auxiliando al que busca el camino. Planta Superior En la parte superior del templo encontramos a un personaje simbolizando a Venus, el cual está asociado siempre con Quetzalcóatl, pero lo vemos como guerrero, esto es algo que nos sorprende si sabemos que Venus es el amor. Tiene un carcaj (atl-atl) con tres flechas, y cada flecha termina en tres plumas, tiene un escudo sobre su pecho y se encuentra sentado. Esta figura nos habla de la revolución amorosa, de la lucha que se debe llevar a cabo contra las pasiones sexuales en la magia del amor. Las tres flechas nos indican la participación de las tres fuerzas primarias de la naturaleza (Padre, Hijo y Espíritu Santo); y las nueve plumas, el trabajo con la novena esfera o supra sexualidad. Podemos observar, en este nivel superior del templo, el árbol de la vida, formado por una planta de maíz, símbolo de las dimensiones de la naturaleza y de los cuerpos del ser humano. Además, se encuentran los numerales “Ocho-Caña” y “Diez-Caña”. El ocho nos indica las pruebas que hay que trascender en la vida; el diez nos muestra la retribución, las vidas y muertes, la rueda del Samsara, que habremos de trascender. El símbolo de caña es muy significativo, primeramente, porque simboliza la columna vertebral donde se mide el desarrollo del aspirante. Está bellamente representado con un gran cuadro que nos recuerda la Piedra Filosofal de los alquimistas. Por otra parte, los adornos a los lados semejan dos báculos, indicando las fuerzas magnéticas femeninas y masculinas. «Un gran cuadrado con ese jeroglífico ahí, tan extraño, que si vemos ese cuadro, es la base de toda creación, un par de bastones de mando a derecha e izquierda, es el cuadro de la naturaleza, el cuadro del mundo en donde se vive, que hay que dominarlo mediante las fuerzas del universo, arriba ven ustedes esas formas como espiraloides, son las fuerzas positivas y negativa que hay que aprender a manipular, hay que llegar al triunfo, ahí está toda la piedra cúbica, lo que hay que hacer, es hija de las tres fuerzas…» [Samael Aun Weor. “Excursiones con el Avatara a las Ruinas de Xochicalco”] También puede observarse un coyote, representando la ley del karma, que todo debe hacerse con rectitud y amor. Muy interesante que esté sobre una estera, símbolo de jerarquía, pues sobre la ley divina o del karma no hay nada. El “Templo de las Serpientes” emplumadas de Xochicalco es la magia del auto conocimiento plasmada en roca, para que -como dice el maestro Jesús- todo el que tenga ojos para ver, vea porque ahí hay sabiduría… Estelas Tres estelas, bellamente adornadas, fueron encontradas sepultadas, mostrándonos que la base, el fundamento, para avanzar, realmente, con paso firme y decidido, es el de la muerte psicológica, la erradicación de los miles de defectos psicológicos que hemos creado. Una de ellas tiene al dios de la lluvia (Tláloc) y en las otras dos puede observarse a Quetzalcóatl. Magistralmente, nos hablan de mezclar el agua (dios de la lluvia) con el fuego sagrado (Quetzalcóatl), en la alquimia sería la mezcla del mercurio (agua) con el azufre (fuego). Corresponde esto, en nuestro interior, con la energía creadora transmutada (agua) mezclada con el fuego sagrado. Por otra parte, todo este trabajo alquimista debe hacerse en sabia combinación con la muerte del ego; por ello, estas estelas se encuentran enterradas, indicándonos, de esta forma, que están muertas y que hay que morir, a nuestros defectos, para renacer. ZONA ARQUEOLÓGICA DE TULA Lugar de Tules (Tula). México, Estado de Hidalgo. Indudablemente, Tula es el simbolismo del paraíso terrenal, de la cuarta dimensión, donde manan ríos de leche y miel. Debe el estudiante de gnosis intuir, debidamente, cuando en las leyendas nos hablan de un lugar de dichas, de palacios majestuosos y enseñanzas sublimes, se refiere a este lugar paradisiaco. El lugar geográfico de Tula, en el estado de Hidalgo en México, es un símbolo a través del cual se ha querido representar, físicamente, ese bellísimo lugar, el cual está al alcance de aquellos que logren emanciparse de los miles de defectos psicológicos que poseen. Es, precisamente, en este lugar, morada de la cultura tolteca, donde el maestro Quetzalcóatl cumple su misión principal: la de enseñar la gnosis a la humanidad, la de mostrarles el camino de la revolución de la conciencia. Pirámide del “Señor del Alba” El templo más importante, de esta zona arqueológica de Tula, es el llamado la pirámide del “Señor del Alba”, alusión clara del planeta Venus y de nuestro señor Quetzalcóatl. Por lo tanto, esto es así, ya que cuando culmina todo su trabajo se convierte en Venus, el planeta del amor. Para intuir un poco acerca de la majestuosidad de este templo de misterios, debemos recurrir a nuestra imaginación y nuestra voluntad, uniéndolas en vibrante armonía, para que aparezca ante nosotros, mirándolas con los ojos del alma, las enseñanzas que nuestros antepasados nos han querido entregar. Columnas del Templo En la parte superior podemos encontrar fragmentos de lo que fueran dos gigantescas serpientes emplumadas, colocadas en lo que fuera la entrada, en la posición insólita de estar paradas, con esa idea de que el espíritu puede devorarse al ser humano para hacerse uno con él. Son dos grandes serpientes formando las dos columnas del templo de Salomón: Jakin y Boaz, los dos pilares de la justicia divina y los dos cimientos en los cuales debe sostenerse un hogar. Representan la severidad y la dulzura, la sabiduría y el amor, el hombre y la mujer. Indicando la comprensión profunda que debe existir en el hogar, en el matrimonio, pues en ellos se encuentra la senda interior. «Así que, ambos, hombre y mujer, son las dos columnas del templo; esas dos columnas no deben estar demasiado lejos ni demasiado cerca: debe haber un espacio como para que la luz pase por medio de ellas...» [Samael Aun Weor. El Amor] “Gran Jaguar Rojo” (Chac Mool) Frente a las dos columnas, se encontraba un preciosísimo “Gran Jaguar Rojo” (Chac Mool). Esa figura, semi acostada, representa que en el plexo solar tenemos un depósito de energía que puede ser utilizada para impregnar los centros magnéticos o chakras. La figura, al mismo tiempo, nos habla de esa gran posibilidad de salir en cuerpo astral, ya que la postura, en la cual tiene levantadas las piernas el Chac Mool, es la misma que utilizaba el gran maestro Jesús, con el mantram “Faraon”, para lograr proyectarse, consciente y positivamente, en los mundos superiores en forma, totalmente, consciente. Algunas de estas esculturas se encuentran decapitadas, ya que nuestros antepasados, en plena ceremonia ritual, las descabezaban, entre ellas al “Gran Jaguar Rojo” (Chac Mool) para enseñar, vivamente, a nuestra consciencia, la necesidad de decapitar la mente terrena, grosera, materialista. Es decir, morir en nuestros defectos para vivir en lo espiritual. Los Atlantes de Tula Una de las cosas más impactantes, de la zona arqueológica de Tula Hidalgo, México, son, sin duda alguna, los famosos Atlantes, figuras colosales de piedra que nos invitan a la guerra contra sí mismos. Lucen, con un semblante sereno y contemplativo, cuatro enigmáticas esculturas, como milenarios guardianes de la sabiduría oculta. En la cabeza se encuentra una mitra formada por las innumerables estrellas, símbolo de las partes divinas ayudando al guerrero, al luchador que se ha declarado en guerra contra sí mismo. Además, le coronan múltiples plumas de ave, simbolizando la iluminación que ofrece el Tercer Logos (Espíritu Santo) al candidato que cumple, realmente, transmutando sus energías creadoras, en el sendero interno. Uno de sus distintivos es la mariposa que se encuentra sobre su pecho, siendo esta región, de acuerdo con el Árbol de la Vida, donde se encuentra el “Alma humana” (Tiphereth). La mariposa misma, al salir de una crisálida, nos indica la necesidad de morir para ser. En consecuencia, nos habla de crear el alma, pues no la tenemos encarnada, tan sólo tenemos un embrión. El mandil, cubriendo lo órganos creadores, expresa el sabio control de las fuerzas sexuales, de acabar con las pasiones animales, de rendirle culto al amor, de aprender a ver en la pareja la puerta secreta por la cual podríamos retornar al Edén. Remata un nudo, a semejanza del símbolo del infinito, indicando el saber guardar y canalizar estas fuerzas creadoras, el no desperdiciarlas para lograr nuestra liberación. Interesante es que siendo guerreros se encuentre, en la pirámide del “Señor del Alba”, nuestro señor Quetzalcóatl, en su aspecto de Venus, el planeta del amor. Parece paradójico el hecho de juntar el amor con la guerra, pero, a la luz de la sabiduría gnóstica, entendemos que se trata de la guerra, que debemos sostener en nuestro interior, contra las fuerzas tenebrosas que habitan en uno mismo. Atlante deviene de la palabra náhuatl “Atlatl”, arma (lanza dardos o lanzas) que sostienen en su mano derecha, que nos advierte de aprender a dirigir la lanza, o fuego sagrado, en contra de nuestro enemigo secreto: El Yo Psicológico. El que sean, precisamente, cuatro sagradas esculturas, nos recuerda, inmediatamente, el sagrado Tetragrámaton griego, aludiendo a lo divinal, pero también podemos entender que se refiere a reunir las cuatro cualidades de los elementos: agua (adaptabilidad a todas las circunstancias de la vida); fuego (serenidad y dulzura de carácter); tierra (sacar partido de las adversidades); aire (desapego de las cosas). Por tanto, características representadas en la esfinge milenaria de Egipto. Costado izquierdo de los Atlantes de Tula: En la mano izquierda porta varias armas para la guerra contra sí mismo, como dardos, lanzas, un arma curva y, extrañamente, un recipiente con copal. Ahora bien, esto sí que no deja de asombrarnos, ¿qué tiene que hacer un recipiente con copal junto a las armas de guerra?, si desconociéramos el esoterismo gnóstico, sería muy difícil encontrar una relación satisfactoria. El copal era utilizado como un incienso para llamar a lo divinal, pero, al mismo tiempo, representa la espiritualidad que debe tenerse en el amor. Parte posterior de los Atlantes de Tula: En su parte posterior puede observarse un círculo solar, representación del Cristo Sol, o Cristo Interior, como indicando que, para que nazca en nosotros, deber ser el resultado del trabajo con la cruz, que está formada por cuatro serpientes. Los Atlantes de Tula, sin duda alguna, son guerreros solares, con su sobrio semblante nos invitan a lanzarnos al campo de batalla de la vida diaria, a combatir, cuerpo a cuerpo, contra sí mismos, para que, al salir victoriosos, podamos unirnos por siempre al Ser. Estela con la estrella de la mañana Puede encontrarse, detrás de los Atlantes de Tula, varias estelas con múltiples grabados. Una de ellas tiene grabada un personaje ricamente ataviado, como un sacerdote o monarca, cada atributo simboliza logros espirituales que deben conquistarse en el día a día. Como parte de su atuendo podemos ver que resalta el símbolo de la estrella de la mañana (Venus), por lo que podría ser la representación de nuestro señor Quetzalcóatl. El Muro de Serpientes Junto al templo del “Señor del Alba” (Quetzalcóatl) se encuentra el “muro de serpientes” (Coatepantli), probablemente, dedicado al “Señor del Atardecer”. Ahora bien, Venus-Quetzalcóatl es el “Señor del Alba” y del atardecer, pues Venus se observa, en esos dos momentos, en el firmamento. Pueden observarse serpientes, símbolo de la sabiduría divina y del Eterno Femenino Divinal, devorando huesos y cráneos humanos. Ahora bien, el que estén devorando cráneos hace alusión al poder que tiene la serpiente, como sabiduría divina, para desintegrar los defectos cuando los hemos comprendido. Además, la serpiente, nos invita a la muerte de lo terrenal, de lo ilusorio, de las pasiones y de los defectos psicológicos. Por último, nos dice que, con la muerte del Yo, está el florecimiento de la luz de la sabiduría inmortal. También pueden observarse águilas y jaguares (símbolo del espíritu) devorando corazones humanos (alegoría del alma), representación de la unión de lo humano con lo divino. «Ahora es bueno aclarar que esto de encarnar el alma, significa en el fondo ser asimilados, devorados por el tigre de sabiduría. Necesitamos que el tigre de sabiduría nos devore. Este tigre es el Íntimo, nuestro Real Ser.» [Samael Aun Weor. “Matrimonio Perfecto”] Nos ha dicho Jesús, el gran maestro de maestros, que con paciencia podríamos poseer el alma, y es que no la tenemos todavía, sólo tenemos un embrión. Es con la desintegración de nuestros defectos psicológicos que podríamos encarnarla; una vez que encarnamos el alma, entonces el íntimo, representado por el tigre o el águila, podrá asimilarla, es por eso que las paredes de este “Muro de Serpientes” (Coatepantli), están llenas de estas preciosas imágenes. Quetzalcóatl trayendo el agua a Tula «¿Y qué sobre aquello de la sequía? Bien sabemos que por aquellos días hubo una gran sequía, que iba arruinando completamente a Tula; entonces, el algodón se secó, el maíz ya no pudo surgir, se perdieron las cosechas, y el hambre amenazaba por todas partes. Se le exigió, se le pidió a Quetzalcóatl, que hiciera llover. Aquel místico extraño, con su cintura muy bien ceñida por una cuerda, aquel hombre de brazos heroicos, aquel rostro cetrino, terriblemente divino, subió a la pirámide...» «Y según nos relata nuestro señor presidente, permaneció más de 20 días en ayuno, sin comer ni beber. Dicen las tradiciones, y así lo confirma nuestro primer mandatario, lloraba incesantemente a los dioses santos, y que estaba dispuesto a morir de hambre si no llovía; y la realidad fue que un tremendo aguacero inundó a la tierra sagrada de los Toltecas...» «Y aunque muchos de ustedes se rían y lo tomen simplemente como cuestión de superstición, el hombre tenía fe en su mística, ¡y llovió!» [Samael Aun Weor. “Estudio de la obra titulada Quetzalcóatl”] ZONA ARQUEOLÓGICA DE CHOLULA “Agua que cae en el lugar de huida” (Cholula). México, Estado de Puebla. Quetzalcóatl estuvo durante veinte años en la ciudad santuario de Cholula, donde encontramos una pirámide más grande (en volumen) que la de Keops en Egipto. Ésta tiene, aproximadamente, cuatro millones y medio de metros cúbicos, se le conoce como el “Cerro hecho a mano” (Tlachihualtépetl). Tiene siete pirámides superpuestas para representarnos la ley que todo lo organiza o perfecciona: La Ley del Siete. Por eso tenemos siete razas en un planeta, siete cuerpos, siete dimensiones principales, siete notas musicales, siete planetas principales, etc. Para nuestro asombro, nuevamente, se le une a Quetzalcóatl, símbolo del fuego sagrado, el elemento agua, ya que esta pirámide se dedicó al dios de las “Nueve Lluvias” (Chiconaquiahuitl). Éste es el lugar donde los sacerdotes, de esta zona arqueológica de Cholula, lograban, en estado de éxtasis místico trascendental, entrar en un estado, llamado en esoterismo, de Jinas. En él se dirigían volando al Templo Mayor, en el centro de México. Tal aseveración, no sólo figura en las tradiciones orales, sino que existen algunos testimonios. «Porque conviene jamás olvidar que el Padre Prado y Bernal Díaz del Castillo, entre ambos, se recreaban viendo a los sacerdotes de Anáhuac en estado de Jinas. Deliciosamente flotaban los anacoretas cuando se transportaban por los aires desde Cholula hasta el Templo Mayor; esto sucedía diariamente al ocultarse el sol.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] Templo de Quetzalcóatl Esta ciudad santuario tuvo un extraordinario templo dedicado a nuestro señor Quetzalcóatl. Si bien, hoy ya no podemos verlo, tenemos, como testimonio, unos anales donde viene dibujado en todo su esplendor. Tenían un gran sentido de veneración y respeto hacia las cosas sagradas, sabían que Quetzalcóatl representaba su espíritu, el Cristo íntimo, el fuego sagrado que nos puede transformar. Construir sitios como éste era toda una labor que permitía, a quienes asistían, ponerse en contacto con lo divinal. Patio de los Altares Se ha podido conservar tres altares-tronos extraordinarios, hechos de mármol, con volutas que no son más que la estilización del cuerpo de las serpientes emplumadas o Quetzalcóatl. Se puede apreciar la base de los altares, símbolo de la Piedra Filosofal, el mismo Pedro (que significa roca) en el cual se ha edificar la Iglesia interior (Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18). Hay que cincelar la piedra bruta con el cincel de la inteligencia y el martillo de la voluntad, para darle forma cúbica perfecta. Cuando uno es firme en el trabajo, con Pedro o la piedra, entonces podrán venir los vientos del razonamiento o las lluvias de las adversidades y no por eso será destruida, pues no la hemos levantado en las arenas de las teorías. En una de estas bases, de estos altares, encontramos dos serpientes dirigiéndose a uno y otro lado. Indudablemente, son el símbolo de Quetzalcóatl y del binario serpentino que también rodea el Calendario Azteca; símbolo del fuego positivo trascendente que nos puede transformar y del fuego negativo fatal del cual viene el ego. Una de las estelas es muy interesante, ya que nos muestra el arcano doce del tarot: “El Apostolado”. Lo anterior, debido a que encontramos un rectángulo que nos recuerda el cuaternario inferior (físico, vital, astral y mental), con un triángulo superior, o triada a la que debemos unirnos, que sería el Ser con sus dos almas: la humana y la divina. En sánscrito se conoce como Atman (el Ser), Budhi (el alma divina) y Manas (el alma humana). La estela la podemos apreciar con las volutas alrededor, estilización del cuerpo de la serpiente emplumada o Quetzalcóatl, dándonos a entender la importancia de utilizar el fuego sagrado para realizar esta unión entre lo terreno y lo divinal. Es por ello que se habla en la biblia de 12000 salvados de cada una de las 12 tribus de Israel, es decir, de cada uno de los 12 signos del zodiaco y que logren ese ligamen entre lo humano y lo divino. Mural de los Bebedores Aquí podemos encontrar los famosos murales de los bebedores de pulque, bebida que se extrae del maguey (fique o cabuya) y que al fermentarse es embriagante. Los habitantes de Mesoamérica quisieron representar con esta bebida, para ellos sagrada, el mercurio de los alquimistas o energía sexual. El maguey ha sido una planta especial en muchos pueblos y con justa razón, ya que es el cuerpo físico de criaturas elementales relacionadas con la influencia de Júpiter y, además, es capaz de auxiliar en la reconciliación con enemigos, fortalece los pensamientos positivos y ayuda a desintegrar los pensamientos negativos. En consecuencia, razón tenían los sabios del México antiguo al colocar una deidad, para el maguey, llamada: “Lo que rodea el maguey” (Mayáhuel). Indudablemente, fueron grandes conocedores de todos estos secretos espirituales que encierra esta planta. Estos murales son importantísimos, pues nos indican que todo ser humano debe aprender a transmutar la energía creadora. En las escenas podemos encontrar cómo, a través de esta bebida sagrada (la energía creadora sabiamente transmutada), podían ponerse en contacto con la divinidad. Por otra parte, podemos observar que al embriagarse (hacer mal uso de ella, abusar de la sexualidad), nos degrada, nos hace involucionar. Muy interesante es, precisamente, que con tal bebida, según el drama de Quetzalcóatl, se embriagara y, por tal motivo, fuera expulsado de la Tula paradisiaca (el Edén), es decir, cuando comió del fruto prohibido. Mural de los chapulines y mariposas La mariposa es el símbolo de la capacidad de transformación, de cambiar de simples gusanos del lodo de la tierra que somos y convertirnos en mariposas, cumpliendo con la misión que tenemos aquí en la tierra. Maravillosa la forma de plasmar conocimientos en la pintura, dos chapulines, frente a frente, formando, a su vez, una calavera. El chapulín, por sí solo, nos da varias enseñanzas, pues su sonido nos representa el poder del verbo y el que hagamos buen uso de él. Si uno al acostarse, antes de dormir, se concentra en su sonido, puede desdoblarse en astral conscientemente. La calavera nos marca la necesidad de morir psicológicamente, la muerte de las pasiones y de los defectos psicológicos. Por lo que este mural nos habla de que, si queremos auto realizarnos (transformarnos en mariposa), debemos desintegrar nuestros defectos psicológicos (la calavera) y hacer un buen uso de la palabra (los chapulines), dejando de maldecir, mentir, levantar falsos testimonios, hablar en doble sentido, etc. ZONA ARQUEOLÓGICA DE TEOTIHUACAN “Lugar donde los hombres se hacen dioses” (Teotihuacan). México, Estado de México. El “Templo de Quetzalcóatl” resplandece como una joya preciosa en la ciudadela sagrada de Teotihuacan; al paso de los siglos, sigue y seguirá entregando la sabiduría de Quetzalcóatl a la humanidad. Ese arte diamantino, expresado en cada escultura, seguirá tratando de plasmar, en nuestro centro emocional, enseñanzas espirituales. Para entender el misterio, encerrado en el “Templo de Quetzalcóatl” o de las Serpientes, tenemos que saber del simbolismo que representa en sí Teotihuacan, ya que nos simboliza lo más exaltado y recóndito que existe en todo el cosmos infinito; aquello que no se puede definir, porque si se hace se desfigura, es lo incognoscible, lo inmanifestado. El maestro Samael Aun Weor nos dice, en su libro de Antropología Gnóstica, lo siguiente: “Podría decir que Teotihuacan es el Sol Sagrado Absoluto”. Cada simbolismo, aquí encontrado, contiene elementos esotéricos que debemos descubrir, pues se trata de enseñanzas milenarias trascendentales que pueden librarnos, de las cadenas del sufrimiento, si las aplicamos en nuestra vida. El caracol y la serpiente Varios elementos representativos encontramos en este “Templo de las Serpientes”, es, realmente, extraordinario. La serpiente, emblema del Eterno Principio Femenino Divinal, la vemos, bellamente, esculpida en la roca. A su lado, encontramos el caracol de mar, emblema perfecto de la espiral de las existencias. La vida se va desenvolviendo repitiendo las recurrencias de pasadas existencias, ya en espiras más elevadas ya en espiras más bajas como las que representa un caracol. Si en el pasado nos casamos y engañamos a la pareja, en esta existencia volveremos a reencontrarla, pero, de acuerdo a la ley del karma, ahora seremos engañados. Si estafamos a un amigo o pariente en una vida anterior, ahora nos reencontraremos con esas personas, se vuelven a repetir los hechos, las escenas, los dramas, las comedias, las tragedias, pero ahora seremos nosotros los estafados. Así vamos de existencia en existencia, cada vez en espiras, generalmente, más bajas. Pero, y aquí está lo interesante, es mediante el poder que está representado en la serpiente sagrada de los antiguos mexicanos que es posible trascender. Es con la sabiduría hermética, la ayuda de la Madre Divina, como podemos emanciparnos del dolor. El caracol simboliza el proceso de la esencia a través de los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Todo ello, con el fin de lograr una revolución auténtica y regresar al seno de aquello que no tiene nombre. «En instantes en que platicamos esto, me viene a la memoria el Templo de las Serpientes en San Juan de Teotihuacán. El investigador esoterista podrá ver allí en detalle, esculpida en roca, la serpiente cascabel, y lo más asombroso de todo esto es que junto a la víbora sacra de los misterios aztecas, resalta también labrado en piedra viva el caracol. Variados caracoles de lado y lado de la sierpe divinal, resplandecen hermosamente. No hay duda de que, en las criptas subterráneas de Caldea, Tebas y Memphis, se cultivara realmente la sabiduría de la serpiente. Es también muy notorio el estudio trascendental del ciclo inevitable o círculo de la necesidad, que en forma espiraloide o de caracol, se procesa durante la manifestación cósmica. Vean ustedes, queridos hermanos gnósticos, que esta noche me acompañan, la íntima relación que existe siempre entre la serpiente y el caracol; reflexionad por un momento en el profundo significado que ambos, serpiente y caracol, poseen intrínsecamente. Obviamente la serpiente es el poder sexual trascendente, el poder maravilloso que nos trae a la existencia, la fuerza que origina toda vida. Cualquier esoterista auténtico, sabe muy bien que el poder serpentino sexual de todo el universo, tiene poder sobre los Tattvas y por ende sobre los elementales de la naturaleza. El poder serpentino universal origina infinitas creaciones: Devi Kundalini crea el cuerpo mental, el astral, el etérico y el físico. Ahora bien, Maha-Kundalini o, en otras palabras, la madre Cósmica, la madre naturaleza, ha creado todo el universo o ha tomado la forma del mundo, obviamente ha realizado también todos sus procesos sobre la base de la línea espiraloide, tan vivamente alegorizadas por el caracol. Cualquier progreso interior, todo desarrollo íntimo se basa en la espiral de la vida. Nosotros pues, hablando ya en forma personal, podemos decir que cada uno de nos es un mal caracol entre el seno del Padre.» [Samael Aun Weor. “El Kuklos Anankes”] El dios de la lluvia y la serpiente emplumada Lo que más destaca, en este templo de las mil y una noches, son el “dios de la lluvia” (Tláloc) y la “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl), envuelto en símbolos acuáticos, dándonos una de las enseñanzas más sublimes e importantes de todos los tiempos. El “vino que bebe la tierra” (Tláloc), nos representa, claramente, el agua, pero no sólo el agua que da la vida a todo lo existente, sino también el agua pura de vida, esas aguas que nos trajeron al tapete de la existencia. Esas aguas que hay que cuidar y conservar para poder transformarlas y lograr que asciendan victoriosamente. En la alquimia medieval se habla de lograr una mezcla, representada en el tarot por el arcano catorce, donde un ángel mezcla un cáliz de plata y otro de oro. En Copán encontramos en sus bellísimas estelas, generalmente, en sus vestiduras sagradas, la cruz de San Andrés (en forma de equis) que nos representan lo mismo: el agua debe mezclarse con el fuego. Es por eso que encontramos al “dios de la lluvia” (Tláloc), símbolo del agua, junto a la “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl) representando al fuego creador. Esto es tanto para lo macro cósmico como para lo micro cósmico, para el universo mismo y el ser humano. Para cumplir con aquella máxima de Hermes Trismegisto: “tal como es arriba es abajo”, así como se formó el universo, así deberá formarse el firmamento interior. Es, verdaderamente, impresionante la forma en que nuestros antepasados representan a nuestro señor Quetzalcóatl emergiendo de una flor, indicándonos la posibilidad de que dentro de cada uno de nosotros pueda surgir, desarrollarse y encarnar el fuego maravilloso del amor. Además, nos indica el fuego sagrado interno del ser humano, que se encuentra adormecido, y que está en espera de ser despertado a través de los méritos del corazón y por el trabajo de conducir nuestro matrimonio en el camino esotérico. Se considera que había siete basamentos en este “Templo de Quetzalcóatl”, símbolo de la ley que todo lo organiza o perfecciona, la Ley del Siete o Ley del Heptaparaparshinok y de los siete grados de poder del fuego que todo iniciado debe desarrollar. Los Dos Mercurios «Ahora comprenderán ustedes por qué en el Templo de las Serpientes, es decir, en el Templo de Quetzalcóatl, en Teotihuacan, encontramos nosotros un pozo al entrar y otro pozo al salir, como para hablarnos de los dos mercurios, y esto resulta bastante interesante...» [Samael Aun Weor. “La Piedra Filosofal”] Dos pozos de agua se encuentran, en el “Templo de Quetzalcóatl”, en Teotihuacan. Se trata de los dos mercurios de la alquimia, a través de los cuales es posible elaborar la Piedra Filosofal (el ser humano auto realizado). ¿Dónde podremos encontrar esos mercurios para realizar la Gran Obra? Los podemos hallar dentro del mismo ser humano, no están fuera, quien quiera buscar los secretos más grandes del universo, deberá buscarlos en sí mismo. Se trata de las fuerzas magnéticas sexuales de la mujer y del varón. A la fuerza magnética femenina se le llama de “Ob”; a la masculina, fuerza de “Od”. Ahora bien, cuando logran mezclarse, se obtiene una tercera fuerza llamada “Aur”, capaz de obrar cualquier milagro. Desde luego, saber mezclar estas fuerzas requiere de toda una industria, de un arte delicadísimo, de aprender, verdaderamente, a amar. El trabajo con la pareja no es solamente en el momento de la comunión amorosa, en realidad, éste es un trabajo en todo momento. Por tanto, una palabra irónica, una abominable comparación, la frialdad en el trato y, sobre todo, no ponerse en el lugar de la pareja, puede afectar, tremendamente, este arte mágico de aprender a manejar las fuerzas cósmicas que se manifiestan en el interior de cada uno. La sabiduría iniciática que se encuentra, en el “Templo de Quetzalcóatl”, en Teotihuacan, es impresionante, ya que cada grabado, cada elemento que lo constituye es una verdadera cátedra que va dirigida a lo más profundo de nuestro Ser. La enseñanza aquí contenida no pertenece al pasado, es algo que debemos manifestar en este instante de nuestra vida, ni un segundo más tarde, ni un segundo atrás, es para vivir aquí y ahora. «Ha llegado el momento de saber que, en las pirámides de Teotihuacan, aún se escucha el verbo que resuena de los antiguos maestros de Anáhuac.» [Samael Aun Weor. “El Súper Hombre”] ZONA ARQUEOLÓGICA DE CHICHÉN ITZÁ “Boca del pozo” (Chichén). “Brujos de agua” (Itzá). México, Estado de Yucatán. «Ni siquiera los mayas pudieron rechazar el grandioso culto al Cristo Cósmico, a nuestro señor Quetzalcóatl. Incuestionablemente, la religión nahua, lo mismo que la maya y la tolteca, están impregnadas de tremenda sabiduría divinal.» [Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”] La cultura maya, heredera de la sabiduría atlante, a pesar de sus incomparables conocimientos, no pudo menos que aceptar las enseñanzas de nuestro señor Quetzalcóatl y lo llamaron, en maya yucateco, Kukulkán que se traduce de igual forma: Serpiente Emplumada y se le llama, en maya quiché, Gucumatz. En la zona arqueológica de Chichén Itzá encontramos plasmada una sabiduría hermética extraordinaria, llena de enseñanzas ancestrales que se encuentran, no fuera, sino dentro de cada uno de nosotros. Podríamos, con entera firmeza, decir: “Nosotros somos Chichén Itzá”. Es un verdadero manantial de sabiduría milenaria, dispuesto para todo aquél que lo quiera beber. Cada zona sagrada, del mundo antiguo, tenía como objetivo hablar del camino de la auto realización, pero destacaban un punto esencial de la enseñanza gnóstica. Claramente, podemos encontrar, en cada piedra, en cada pirámide, en cada escultura y hasta en el mismo nombre, un conocimiento mágico y místico, el de poder trabajar con la magia del amor. Su nombre lo dice todo: “Boca del pozo de agua” (Chichén), es decir, nos muestra el camino de beber de las aguas puras de la vida; “mago” (Itzá) y magia es el arte de poder transformar nuestra naturaleza interior. Nos invita a ser magos del agua, de aprender a cambiar la naturaleza de nuestras aguas internas, de esas aguas que nos trajeron a la vida, de aprender a sublimarlas a través de los encantos del matrimonio y del amor. Pirámide de Kukulkán-Quetzalcóatl «En todas las ciudades de los distintos reinos de este antiguo México, se rendía culto a nuestro señor Quetzalcóatl. Y si nosotros visitamos Yucatán, hallaremos en algunas piedras, todavía, la historia de la vida, muerte y resurrección de nuestro señor Quetzalcóatl.» [Samael Aun Weor. “El Arte Regio en las Antiguas Culturas Mexicanas”] Es una de las pirámides más conocidas en el mundo entero, debido a un fenómeno maravilloso que lograron realizar las mágicas manos de nuestros antepasados mayas. En cada equinoccio de primavera se ve un espectáculo de luz y sombras, éste se logra percibir ante las miradas atónitas de los miles de espectadores que, año tras año, se reúnen para verlo; es el descenso de Kukulkán-Quetzalcóatl a la Tierra. Y es que nuestros antepasados no adoraban ídolos, como, comúnmente, creemos. No se hicieron estas pirámides para ser utilizadas como muestras del poderío de los gobernantes. Todo lo contrario, ya que en ellas plasmaron el camino esotérico y lo supieron combinar con las enseñanzas de las estrellas. Sí, eran sabios de verdad, arquitectos de renombre, poseedores de lo que sucedía en el universo y en el interior del ser humano. Kukulkán-Quetzalcóatl, es el Logos platónico, el Demiurgo Arquitecto del Universo, que puede descender de los mundos superiores y manifestarse en toda criatura que se prepare lo suficiente, que se purifique de sus errores, que pueda eliminar de sus psiquis la pasión, la violencia, la intolerancia y el miedo. En definitiva, que pueda manifestar el amor más puro por la humanidad y lo demuestre con hechos claros, patentes y definitivos. Un extraordinario fenómeno ocurre entonces, lo humano se hace divino y lo divino se hace humano. Ése es el milagro que se presenta, año por año, en la pirámide de Kukulkán, la posibilidad de que en el ser humano se pueda manifestar la majestad de Kukulkán-Quetzalcóatl. Kukulkán-Quetzalcóatl es el fuego del amor, definitivamente, es algo divino y trascendental; cuando el ser humano logra eliminar lo contrario al amor, eso que es el odio, los resentimientos, las venganzas, las iras y los rencores, es cuando está preparado para recibir esta emanación profunda de la conciencia y ser uno con ella. Tiene nueve basamentos, pues, de acuerdo con la cábala, es el número de la generosidad, de la genialidad y de la iniciación. Por otra parte, en cada basamento podemos observar grecas, símbolo de las aguas puras de la vida, del génesis de todas las religiones del mundo, muy interesante que se haya descubierto, precisamente, un depósito de agua (cenote) bajo esta pirámide. Templo de los Guerreros Este templo es muy similar al Templo del “Señor del Alba” que encontramos en la zona arqueológica de Tula. Aparecen en las columnas varios guerreros con su armamento, regiamente vestidos, listos para esa gran batalla que debemos sostener contra la ignorancia, el fanatismo y el error. Tiene las mismas dos serpientes emplumadas de cabeza, representando a las dos columnas del Templo de Salomón: Jakin y Boaz (hombre y mujer), la sabiduría y el amor que deben equilibrarse en nuestras vidas. «Continuamente, el cuerpo de la Víbora en las culturas de Anáhuac, se encuentra modificado por una acción inusitada que imprime un cambio radical a su naturaleza original. Ora sea la doble cabeza que recuerda con entera claridad a la figura en círculo, en aquel trance gnóstico de devorar su propia cola, que es una síntesis extraordinaria del mensaje maravilloso del señor Quetzalcóatl; ora la posición vertical que ilustra la idea maya o náhuatl de la víbora divina devorándose al alma y al espíritu del hombre o, en fin, las llamas sexuales consumiendo al Ego animal, aniquilándolo, reduciéndolo a cenizas.» [Samael Aun Weor. “Doctrina Secreta de Anáhuac”] También tiene la hermosísima escultura del “Gran Jaguar Rojo” (Chac Mool) enfrente, muy hierática y de rostro muy solemne, mostrando que debemos introvertirnos, ya que se encuentra como si estuviera meditando. «El Chac Mool fue venerado por el México serpentino. Dos castas guerreras lo adoraban. El Chac Mool era llevado en grandes procesiones y entraba en los templos aztecas adorado por las multitudes. A él también se le hacían rogativas pidiéndole lluvias para la tierra. Este gran maestro ayuda a los que le invocan. Podrían hacerse amuletos con la figura del Chac Mool para cargarlos al cuello en forma de medallón, o pequeñas esculturas del Chac Mool.» [Samael Aun Weor. “Matrimonio Perfecto”] Aquí encontramos un bellísimo mensaje en las paredes del templo, ya que tenemos a Kukulkán-Quetzalcóatl (Serpiente emplumada), bellamente adornado, pero a un lado tenemos majestuosos mascarones del dios de la lluvia maya llamado Chaac. Es un verdadero deleite místico admirarlos, ya que nos muestran el trabajo a realizar dentro del laboratorio alquimista que existe en cada uno de nosotros. Kukulkán-Quetzalcóatl simboliza el fuego creador; el “dios de la lluvia” (Chaac) representa el agua primordial, el caos donde está el semillero de la vida. Por tanto, de este modo es como en estos muros invictos se nos habla del origen del universo, de cómo el Demiurgo Arquitecto fecunda las aguas primordiales para que nazca todo lo que es, ha sido y será. Al mismo tiempo nos revela el secreto para dejar de ser simples animales racionales condenados a la pena de vivir. Ahora bien, las aguas primordiales, representadas por el dios de la lluvia maya Chaac, son nuestras aguas creadoras, nuestro mercurio filosofal, la energía sexual. Por otra parte, Kukulkán-Quetzalcóatl es la serpiente del fuego sagrado que hay que despertar para que, mezclándose con el agua transmutada, pueda formar el verdadero ser humano auténtico. Templo de Venus Indudablemente, este templo está asociado a Kukulkán-Quetzalcóatl, pues, en la parte superior, encontramos serpientes emplumadas. De igual forma, en el cuerpo del templo, hay un ser que emana de las fauces de una serpiente sagrada y, en las esquinas, se encuentra el símbolo de Venus, por eso el nombre de este templo que es representado por un caracol marino partido a la mitad. El caracol marino era utilizado para producir un bello sonido, indicando el sabio uso del verbo y deber de iluminar el camino de otros a través de la palabra, eso es el amor a la humanidad, precisamente, lo que rige el planeta Venus. No en vano, el escudo de Quetzalcóatl, es la estrella de la mañana, pues no hay fuerza más poderosa, en todo el universo, que la fuerza del amor. «Necesitamos la conflagración del amor para transformar el mundo, necesitamos fuego de amor para iluminar la sociedad. Los códigos fríos, insípidos, complicados, no cambian nada, no transforman nada. De nada sirven todos los mejores proyectos sociales, todos los mejores principios políticos si no están escritos con el fuego del amor. La verdadera revolución es el resultado de la transformación, sólo las tempestades del amor pueden transformar al individuo y a la sociedad.» [Samael Aun Weor. “El Cristo Social”] Serpientes como Caduceo de Mercurio En el “Templo del Gran Sacerdote”, llamado también el “Osario”, encontramos una paralela exacta al caduceo de Mercurio, en los extremos de una escalera se encuentras sendas serpientes emplumadas, pero enroscadas a manera de ocho, como lo hace el caduceo de Mercurio. Es realmente sorprendente encontrar símbolos semejantes en diferentes partes del mundo, esto es debido a que aluden a una misma realidad, que hoy en día, con los medios científicos, ya no podemos ver, pero que nuestros antepasados podían vislumbrar con exactitud a través de sus facultades desarrolladas. El caduceo de Mercurio y estas serpientes emplumadas se hallan, exactamente, como se encuentran en nuestra columna espinal. Ahí tenemos dos cordones de naturaleza tetradimensional, en la India se conocieron con los nombres de Idá y Pingalá, son los dos testigos del apocalipsis o las dos olivas. A través de estos cordones es posible que la energía trasmutada ascienda, victoriosamente, para transformarnos radicalmente. Por uno de ellos es posible que asciendan los átomos solares de la energía creadora trasmutada y, por el otro, los átomos lunares. Éstos parten de las gónadas femeninas-masculinas, se enroscan a lo largo de la columna espinal y llevan esa energía maravillosa al cerebro para regenerarlo. También es interesante que tenga siete basamentos, alegorizando al septenario hombre, es decir, los siete cuerpos del ser humano: físico, vital, astral, mental, causal, conciencia y Ser. Dentro de la “Pirámide de Kukulkán” encontramos el mismo simbolismo, y es que los iniciados, que plasmaron estas esculturas, sabían de la anatomía oculta del ser humano, comprendían que la parte física no es todo, que somos de naturaleza hepta dimensional. Afirma la sabiduría tántrica del Tíbet que, además de esos cordones tetradimensionales, tenemos otros. En consecuencia, hablan de un canal central, por donde puede ascender el fuego sagrado, representado por Quetzalcóatl. ZONA ARQUEOLÓGICA DE CACAXTLA “El lugar del sacrificio sagrado”. Canasto de viajero (Cacaxtla). México, Estado de Tlaxcala. La zona arqueológica de Cacaxtla tiene unos murales, conservados extraordinariamente, que muestran la belleza artística de nuestros antepasados, en donde podríamos decir, a ciencia cierta, que el arte es científico, filosófico y místico. Encontramos murales como el de la Gran Batalla, símbolo de la lucha que debe sostenerse en el universo que llevamos dentro en contra de nuestros defectos psicológicos. En ellos, no trataron de plasmar conquistas contra otros pueblos, más bien quisieron representar una lucha más titánica, la que debemos sostener contra el eterno enemigo de la noche: nuestros defectos. El culto y admiración por la Serpiente Emplumada se ve, claramente, en esta zona sagrada y encontramos, entre muchas otras pinturas, una que destaca por su inigualable belleza. Nos dan una idea de cómo estaban, profusamente adornadas, las pirámides en todo México, llenas de colorido e imágenes excepcionales. El Guerrero Águila y Jaguar Un impresionante guerrero, con atuendos de águila, es el tema central de esta magnífica pintura. Ahora bien, el que sea guerrero nos indica el combate que debemos sostener contra sí mismos, contra nuestros deseos y pasiones bestiales, contra los demonios que hemos creado a lo largo del tiempo. El que tenga atributos de águila nos habla de obtener la más alta espiritualidad, cultivar en nosotros la mística trascendental. Su color, que es el negro, nos invita al silencio augusto de los sabios, a lograr la quietud de nuestra mente con el fin de comprender nuestros errores. Vivimos en el batallar de las antítesis y así no podemos vislumbrar el camino, necesitamos del silencio mental para que nuestra conciencia actúe y se manifieste, este estado lo podemos alcanzar si nos disciplinamos con la meditación diaria. Lleva entre sus brazos, firmemente agarrada, una barra ceremonial, con cabezas a los extremos, indicando, claramente, el Principio Femenino Eterno Divinal (la Madre Divina) y el Eterno Principio Masculino Divinal (El Padre que está en Secreto). Se encuentra parado sobre una preciosa serpiente emplumada, indicando que, en el trabajo espiritual por reconquistar nuestra herencia perdida, hay que cimentarnos en el poder de la serpiente preciosa de plumas de quetzal. Rematan adornos acuáticos, caracoles, tortugas, etc., para representar el elemento agua, ya que la serpiente emplumada nos significa el fuego sagrado. Al otro lado, encontramos un impresionante guerrero jaguar, está ubicado en los extremos de la entrada del templo, como indicando las dos columnas del templo de Salomón y de todo templo de los mundos superiores. Éste se encuentra sobre una serpiente con piel de jaguar, símbolo del instinto sexual dominado, como el cancerbero de la mitología al cual Hércules sacó del infierno y después le sirvió de guía. Es muy interesante que el guerrero águila se encuentre parado sobre una serpiente emplumada (el lucero de la mañana) y, por otro lado, que el guerrero jaguar esté sobre una serpiente jaguar, ya que el “dios perro o jaguar” (Xólotl), el hermano gemelo de Quetzalcóatl, se le representa como a un perro o jaguar (el lucero de la tarde). Pero eso no es todo, el “disfraz esotérico” (nahual) de “Espejo humeante negro” (Tezcatlipoca) es, precisamente, un jaguar, así que tenemos aquí, nuevamente, el símbolo de la creación, la “Serpiente Emplumada” (Quetzalcóatl) representando el fuego sagrado y la serpiente-jaguar, relacionada con “espejo humeante negro” (Tezcatlipoca) el agua… En sus brazos agarra un atado de lanzas que son el poder eléctrico magnético. Ahora bien, si aprendemos a dirigirlo, podríamos, al igual que en el Parsifal de Richard Wagner, matar a Klingsor, el mago negro, representación de nuestros defectos. Del atado de lanzas emanan 8 gotas de agua, indicando, de acuerdo con la ciencia de los números, la paciencia que debe cultivarse en este trabajo interior, pues las cosas no se dan de la noche a la mañana, hay que tener mucha constancia y tenacidad. Asombrosamente, encontramos el mismo glifo “9 Ojo de Reptil” que se encuentra en el “Templo de Quetzalcóatl” de Xochicalco, recordándonos la vigilancia (el ojo) que debemos tener en el trabajo con la Novena Esfera o transmutación de nuestras energías creadoras. Tanto en el guerrero águila como en el guerrero jaguar encontramos, en sus atuendos la cruz de San Andrés, para recordarnos la mezcla entre el fuego y el agua, es decir, el aprender a mezclar, sabiamente, las fuerzas magnéticas masculinas y femeninas dentro del matrimonio. Templo de Venus No podía faltar la representación, de Venus-Quetzalcóatl, en estas impresionantes pinturas, y aquí están plasmadas en una forma, realmente, inefable, en un arte sin precedentes, con un lenguaje que sólo la conciencia alerta podría capturar. Asombrosamente, se encuentra representado un hombre y una mujer, pues son las dos columnas del templo de Salomón, en las cuales puede sostenerse todo desarrollo espiritual. La figura del varón tiene una cola de escorpión. Lo que más destaca son los símbolos de Venus en forma de un caracol cortado a la mitad, emblema de nuestro señor Quetzalcóatl, lo encontramos como parte de su atuendo, encima de su vestimenta de jaguar. También se observan ojos de Venus alrededor de las imágenes, llamándonos a estar en un estado de alerta (el ojo) en el trabajo del amor (Venus). Templo Rojo Nuevamente enmarca esta bellísima pintura la Serpiente Emplumada, la vemos como base de todo este precioso trabajo artístico de nuestros antepasados, de color azul a semejanza, al mismo tiempo, del agua, dándonos a entender que todo el trabajo interior se fundamenta en aprender a manejar el fuego sagrado de nuestro señor Quetzalcóatl. Es bastante interesante que se encuentren animales acuáticos para mostrarnos el sabio uso de las aguas puras de la vida, pero lo curioso es que nos marcan un ascenso, en lugar de una caída, una bajada como es natural. Cada ser humano tiene la libertad de impactar las fuerzas vitales de la existencia y cambiar su curso normal, de adentro hacia afuera, para que sea hacia arriba y hacia dentro. Destaca, por un lado, un sapo muy hermoso, por un lado, indicando la atracción de las aguas físicas, de la lluvia. Nuestros antepasados, se colocaban en posición de sapos, imitaban su canto pidiendo al “dios de la lluvia” (Tláloc) las tan anheladas aguas. Pero, también, nos habla de la necesidad de transmutar la energía creadora. Si uno imita la posición de un sapo e imagina un precioso río, como el de la imagen, es posible transmutar nuestras energías sexuales. El maíz es una semilla sagrada para todos los pueblos del México antiguo, de hecho, según las tradiciones arcaicas, es de maíz como fuimos hechos por los dioses. Es obvio que debemos buscar dentro del ser humano tales alegorías. En esta ocasión encontramos algo sorprendente, el maíz humanizado, una caña de maíz con mazorcas, pero éstas tienen forma de cabezas humanas, dando la idea del árbol de la vida hebreo y sus semillas divinas, símbolo de las dimensiones de la naturaleza y cuerpos del ser humano. Un personaje, con atuendos de jaguar, aparece de color negro, parecido al dios maya del comercio. Frente a él está el número “cuatro-perro”, con un canasto de viajero (cacaxtli) que da el nombre a esta zona arqueológica. Ahora bien, éste contiene varios elementos, dándonos una idea de lo que debemos conseguir en el trabajo con las aguas. Por último, pueden distinguirse las plumas de la mística, el copal de la purificación, el tocado de las virtudes del alma y el caparazón de tortuga que representa la paciencia y tenacidad. EPÍLOGO Nuestro señor Quetzalcóatl, y su sabiduría, no han desaparecido, estarán con nosotros hasta el fin de las edades. Quetzalcóatl ha estado desde el origen del universo y permanecerá para toda la eternidad. Quetzalcóatl se encuentra en lo más hondo de nuestro Ser; por tal motivo, sólo a través del auto conocimiento (auto gnosis) lograremos hallarlo. Lo que nos separa, de nuestro señor Quetzalcóatl, es nuestro orgullo, la lujuria, la ira, la pereza, la gula, la envidia y la codicia. Quetzalcóatl está en cada partícula de este universo, es una emanación ígnea divinal, es la fuerza cósmica que está latente en el núcleo de los átomos y de los soles, es la energía que hace que todo se mueva y exista. Quetzalcóatl es la vida que palpita, incesantemente, en la creación entera, es el hálito divino y misterioso que se encuentra tanto en la materia como en la conciencia. Hay que permitir que Quetzalcóatl se manifieste a través de nosotros, debemos lograr que florezca un día en nuestro verbo, debemos hacerlo carne, sangre y vida en cada una de nuestras acciones, debemos hacer que se manifieste, con hechos reales, trabajando con amor por la humanidad. Prometió que algún día regresaría y es asombroso cómo, a pesar del tiempo y la distancia, son muchos los que todavía lo esperan; pero, en realidad, es que nos toca a nosotros cumplir con esa promesa hecha por nuestro señor Quetzalcóatl, trabajando en sí mismos para que esa fuerza maravillosa del amor penetre en nuestras vidas, traspase nuestro corazón y Quetzalcóatl se haga uno con nosotros. Se fue Quetzalcóatl, pero debe vivir en nuestro corazón, debe nacer en cada uno de nosotros. Se fue, sí, como se iban las almas de los difuntos en el viejo Egipto: Navegando en la Barca de Ra, rumbo al Sol inefable. Se fue Quetzalcóatl, pero debemos llamarlo con todo nuestro corazón; debemos invocarlo, debemos eliminar, de sí mismos, esos defectos que cargamos y que nos alejan de nuestro señor Quetzalcóatl... [Samael Aun Weor. “Nuestro Señor Quetzalcóatl”] BIBLIOGRAFÍA Samael Aun Weor. Versiones digitales del portal www.samaelgnosis.net. Consultado en 2018. Magia Crística Azteca. Nuestro Señor Quetzalcóatl. Conferencia. Estudio de la obra titulada “Quetzalcóatl”. Conferencia. El Drama de Quetzalcóatl. Conferencia. Doctrina Secreta de Anáhuac. Antropología Gnóstica. ÍNDICE Contenido Introducción 2 Oración 4 Capítulo 1. Quetzalcóatl el Maestro 5 Capítulo 2. Quetzalcóatl el Íntimo 13 Capítulo 3. Quetzalcóatl un Prototipo de Perfección 17 Capítulo 4. Quetzalcóatl como Título 23 Capítulo 5. Quetzalcóatl la Serpiente Sagrada 28 Capítulo 6. Quetzalcóatl el Logos 31 Capítulo 7. Quetzalcóatl y el Drama Cósmico 36 Capítulo 8. Quetzalcóatl y Venus 48 Capítulo 9. Quetzalcóatl y sus Representaciones 53 Epílogo 81 Bibliografía 82 La Sabiduría de Quetzalcóatl www.samaelgnosis.net La Sabiduría de Quetzalcóatl www.samaelgnosis.net 2 30