Krishna como Dios

Krishna

Cuando Visnú (Dios entre los hindúes) desciende al mundo material se le llama avatara (mensajero). A Krishna se le conoce como el octavo avatara del Señor Visnu. Pero Krishna es Dios en su forma original. "Krishna" significa "El Supremo Atractivo".

En sus pasatiempos en la Tierra, Krishna actuó como un ser humano, aunque Él es Dios. Él en realidad no nace, no muere, no necesita defenderse de nadie. Él no es hijo de nadie, ni inferior a nadie. Sus pasatiempos amorosos no son la lujuria material que encontramos en la Tierra.  Krishna al igual que Quetzalcoatl, es el origen de todo, es el amo de toda la manifestación cósmica. Él puede crear cientos y miles de universos, planetas y personas. Él es autosuficiente. Todo lo que Krishna hace son sus pasatiempos, sus juegos trascendentales para divertirse y atraer la mente de todos, purificándonos. Es como una obra de teatro montada por Él. (Libro: Krishna, La Fuente del Placer)

Krishna, el resplandeciente dios del Sol, héroe y reformador vivo y efectivo dice:

“…Yo indicaré los tiempos (condiciones)... en que los devotos al partir (de esta vida), lo hacen, para no volver jamás (a renacer), o para volver” (a encarnarse de nuevo).

El Bhagavad-Gita, literalmente se traduce como «Canto del Señor» sus   dieciocho breves capítulos versan sobre el diálogo que mantuvieron Krishna y Arjuna ante el desfallecimiento de este último, breves instantes antes de la batalla final, que decidiría la victoria de uno de los dos bandos. Arjuna, el más diestro de los hijos de Pandu, siente flaquear su ánimo cuando ve a la mayoría de sus familiares y amigos (representación de los egos) entre las filas enemigas.

El cuerpo central de este bello poema filosófico-espiritual es la respuesta de Krishna ante el desaliento del valiente Arjuna, que se niega a luchar a muerte contra sus seres queridos. (El querido ego particular que debemos exterminar sin dudar jamás)

Krishna le habla a Arjuna acerca del Universo, de quién es él y su condición en medio del Cosmos, además de la Misión que debe desarrollar el hombre en la tierra (auto realizarse, liberarse: acabar con los errores internos, utilizar sabiamente sus energías internas y ayudar la humanidad aún a costa del sacrificio personal) y de cómo han de comprenderse los misterios de la vida y de la muerte.

Esta portentosa obra, junto con el Shrimad Bhagavatam, constituye la piedra angular de todas las religiones y sectas religiosas hindúes de tendencia Bakti (devocional), centrándose el objeto de adoración en la personalidad divina de Krishna, aceptado como un Maestro Perfecto, una encarnación sobre la tierra de ese poder omnipotente, omnipresente y omnisciente, que los occidentales llamamos Dios. Krishna vivió en la India hace unos 5.000 años y allí pasó su vida terrena, cuya duración fue de unos 125 años.

El mensaje esencial de los Vedas, tanto como el del Shrimad Bagavatam, y aún más claramente enunciado en Bhagavad Gita, es que Dios, el Señor del Universo, se manifiesta una y otra vez en forma humana sobre este planeta, dejando un cuerpo para tomar otro con el propósito de liberar a sus devotos de las miserias del océano de Maya (ilusión), que constituye este mundo de los sentidos, llevándolos pues a alcanzar «la otra orilla»: la liberación de todas las limitaciones que nos pone  nuestro ego, para alcanzar un estado superior de consciencia.

Nuestra ilusoria conciencia de individualidad se debe a la ignorancia de que el Señor, ese Poder Perfecto, habita dentro de todas las criaturas, siendo nuestra real identidad y la fuente misma de la Vida. Es el Creador, Conservador y Destructor de todo lo creado. Por eso, Él se revela a aquéllos que buscan en Él su refugio, dándoles la experiencia interior de esa Potestad real, que está dentro del hombre, dotándolo de vida y con el que terminan fundiéndose.

Éste es el mensaje más importante contenido en todas estas escrituras sagradas de origen hindú. Por otra parte, sorprendentemente, constituye un factor común en casi la totalidad de las escrituras, que narran la vida o enseñanzas de los grandes Maestros, a pesar de pertenecer a diferentes épocas, culturas y procedencias geográficas: Rama, Budha, Sócrates, Zoroastro, Moisés, Patanjali, Lao Tse, Jesús, Mahoma, Sankaracharya, Santo Kabir, Shri Chaitanya, Shri Ramakrishna, etc., y obviamente Krishna.

Todos estos grandes Maestros revelaban una experiencia a sus discípulos, iniciándolos en el Eterno Conocimiento de la Verdad. Estos discípulos más tarde recogían sus enseñanzas y describían las experiencias que obtenían al poner en práctica ese saber, en el que el Maestro les había iniciado, siendo Él, el único guía para conducirles a través del camino.

En todas las manifestaciones que ha tomado el Maestro, siempre, hacia el final de su vida, les explica a sus discípulos acerca de su continua presencia en la tierra, bien haciendo alusión a sus anteriores encarnaciones, o bien, aludiendo a una segunda venida después de su muerte.

En el Gita, Krishna dice:“Siempre que el bien decae extinguiéndose poco a poco, predominando en su lugar la maldad y el orgullo, Mi Espíritu se manifiesta en forma humana sobre esta tierra". Esto lo podemos comprobar en nuestro tiempo, en que la degeneración en que hemos caído nos dice a gritos que los seres humanos nos hemos olvidado de llevar una rica vida espiritual que nos une con lo divino y gozamos revolcándonos en la inmundicia de los placeres vanos y efímeros que nos unen con el abismo. Solución: seguir el camino que nos marca El Gurú. (El Maestro)

Los discípulos del Maestro, en épocas anteriores, le servían durante muchos años para desarrollar amor y devoción por Él, y cuando el Maestro se sentía satisfecho con el amor y servicio de su devoto, por su Gracia e Infinita Misericordia, le revelaba el Conocimiento, iniciándolo en una experiencia interior, a través de la cual, el devoto reconocía la forma inmanifestada de su Señor, como energía pura, la vibración primordial, que las escrituras citan con diferentes nombre: el Santo Nombre de Dios, la Palabra, el Verbo, el Tao, Sat Nam, Pak Nam, Om, la Palabra Bhrámica, Jehová, etc.

Esta Santa Palabra o Verbo se manifiesta dentro del ser humano, no sólo como esa vibración, sino que de ella, a su vez provienen otras tres manifestaciones:

Luz Divina; blanca y brillante, solamente visible a través del tercer ojo (tricuti), que es abierto en el momento de la iniciación. Dentro de nosotros, constituye una experiencia real de visión de Luz,  adoptando diferentes formas que pueden variar desde  resplandores nebulosos, hasta una Luz más brillante que el sol. Se conocen casos de personas que han estado clínicamente muertas y luego vueltas a la vida, que relatan cómo han tenido la experiencia de ver esta Luz, produciendo una profunda transformación en el enfoque de sus vidas.

La segunda manifestación se presenta como Música Interior (la armonía de las esferas), audición interior de sonidos que no tienen nada que ver con los sonidos del mundo exterior, aunque por similitud se podrían comparar a cantos de pájaros, ruido de cascadas, tañidos de campanas, cantos de grillos, sonidos de la naturaleza, instrumentos musicales, y numerosos sonidos diversos, que no son referibles siquiera.

Una tercera manifestación es el Néctar (las «aguas vivas» o “energía creadora” de la vida eterna), que viene simbolizado en las representaciones del Señor Shiva sentado en meditación, por un pequeño chorrito en forma de surtidor emanando del centro de su cabeza. En el Gita se cita también bajo el nombre de Soma. Son unas aguas que caen de la base del cerebro hacia nuestra garganta, siendo la más física de las cuatro manifestaciones (Verbo, Luz, Música y Néctar). Es el responsable del mantenimiento de nuestro cuerpo, de nuestra salud y fuerza muscular, pero su efecto primordial es el éxtasis de gozo que produce, transportando la conciencia al estado de Ananda (Dicha Suprema). Tiene diversidad de sabores y produce sensaciones de aromas diferentes.

No obstante, el Néctar es una experiencia puramente espiritual, que nada tiene que ver con el mundo físico que conocemos a través de nuestros sentidos externos.

Estas cuatro manifestaciones interiores son la Forma Inmanifiesta del Maestro Perfecto o Gurú, cuyo principal mandamiento para su discípulo es que medite constantemente, concentrando su mente en ese Santo Nombre que Él le ha revelado, a través del cual obtendrá la liberación. Pues, siendo la Perfección misma, por contacto continuo con Él, nos elevará inevitablemente hacia la Perfección.

Así pues, el Maestro Perfecto muestra prácticamente el modo natural de experimentar sus cuatro manifestaciones dentro de cada ser humano a través de la meditación en esa experiencia interior, a la que siempre tenemos acceso una vez que el Maestro «ha abierto la puerta».

La tan deseada y necesaria Paz no puede venir de afuera hacia dentro, sino a la inversa. Se ha de experimentar en el interior de cada ser humano, para que así se manifieste en el mundo exterior.

Se puede vivir en este mundo como una flor de loto: aunque nace en aguas pútridas, nunca sus pétalos se ven tocados por ella. Flotando en la superficie, sube cuando el nivel de las aguas sube y de igual manera, desciende cuando el nivel baja, sin ser afectada por el movimiento del agua, ni la suciedad que ésta contenga.

Similarmente, con mucha frecuencia en la literatura sagrada hindú, se ha comparado a los devotos del Señor Manifestado con las flores de loto; pues viven flotando en la superficie del océano de Maya (ilusión del mundo material), sin verse afectados por las miserias y la locura del mundo. Siempre extasiados en la Dicha Suprema de la devoción, continuamente protegidos por la Gracia de su Señor Krishna, a quien entregaron su vida hallando refugio en Él.

(Libro: El Bhagavad Gita)

Inmanifiesto es el ser al comienzo, en el intermedio ¡Oh Bharatá! es manifiesto y de nuevo es inmanifiesto, al final Entonces, ¿qué encuentras aquí de reprobar? Bhagavad Gita. Cap. 2 verso 28.

Enviado por José Isabel Mauricio Vargas, Instructor de Rincón de Romos, Ags., y Loreto Zac.


Imágen: Krishna, Wikipedia (dominio público).

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