El Alfil

Damas en la vida de la corte durante el entretenimiento de ajedrez. Nevasi Lal. 1790/1800.

Estimados lectores, ahora vamos a reflexionar un poco acerca del significado esotérico de los alfiles dentro del juego del ajedrez.

Por su forma, los alfiles representan a una lanza, esta a su vez, por su forma fálica, simboliza el poder eléctrico sexual masculino; recordemos la lanza que el centurión romano Longinos clavó en un costado del cuerpo ya crucificado del maestro Jesús y al momento de herirlo, hizo saltar sangre y agua del redentor, salpicando los ojos medio ciegos de aquel soldado, sanándole la vista de inmediato lo cual propició la conversión de Longinos al cristianismo.

La hoja de la lanza tiene un doble filo por lo que es de un doble carácter, puede herir o puede sanar. En la edad media, en Europa; el venablo ya había sido sustituido por la lanza en los torneos caballerescos. Dentro del mito del Grial, el venablo celta incapacita a la persona que hiere, dejándola de una manera extraña, ni se cura ni puede morir, sólo un héroe de poderes excepcionales estará en condiciones de sanar a la víctima; mediante el empleo de la misma lanza que lo hirió. Así tenemos la leyenda del Santo Grial en Europa hacia la edad media, en la cual surge la figura del Rey Arturo, siendo Parsifal uno de los caballeros de la mesa redonda, resaltando entre los símbolos que acompañan a dicha leyenda, la lanza mágica, misma que siendo arrebatada de las manos del rey Arturo; quedó en posesión del tenebroso Klingsor, este personaje siendo penitente, quiso renunciar a las pasiones animales, se torturó con sacos y silicios, pero todos sus sacrificios le resultaron inútiles; la lujuria, la impudicia, la lubricidad le seguían torturando. Desesperado, optó por mutilarse los órganos sexuales. Una vez castrado, quiso agarrar el santo grial, siendo rechazado con indignación por el guardián del templo. Pensó el pobre infeliz que rechazando al tercer logos por medio de la castración de sus gónadas sexuales podría entrar al templo del castillo de Montsalvat.

Creyó que, renunciando al trabajo con el espíritu santo, el cual en sí mismo es el sexo simbolizado por la blanca paloma, podría lograr el nacimiento del Cristo dentro de su corazón. Llegando a este punto, conviene aclarar que, solo desintegrando nuestros bajos instintos con la ayuda de nuestra madre divina interior, es posible lograr el dominio de la lanza y en consecuencia, el nacimiento de la fuerza del Cristo dentro de nosotros.

 Para que el segundo logos se desarrolle completamente en sí mismos, debemos ser capaces de aceptar de buen agrado las manifestaciones desagradables de los demás en todo momento, de este modo quien ve al hijo, ve al padre que está en secreto, Así se cumple la frase del Cristo Jesús cuando dijo: “Nadie llega al Padre si no es a través de mi”.

Frustrado, el terrible Klingsor resolvió vengarse de los caballeros del Santo Grial. Transformó su residencia, que era terreno árido en un vergel; llenándolo de luciferinas mujeres peligrosamente bellas. Llevando a varios caballeros a la perdición. El rey Amfortas combatió a Klingsor, quiso ponerle límite, pero cayó seducido en los brazos impúdicos de la fatal belleza de Kundry; momento aprovechado astutamente por klingsor para arrebatarle la lanza; alejándose y carcajeándose entre las sombras. De este modo el Rey del Grial, Amfortas, perdió la lanza que Longinos clavara en el costado del Salvador. Amfortas, herido también en el costado con la llaga del remordimiento, sufre, al igual que Kundry, mujer fatal de extraordinaria belleza; que queriendo andar por la senda de la luz, cae en la senda de lo tenebroso.

Amfortas en meditación profunda, escuchó unas palabras misteriosas que salieron del Santo Grial diciéndole: “El sapiente, el santo iluminado por la compasión, el casto inocente; espéralo, él es mi elegido”. De pronto, un alboroto se escucha entre las gentes del grial, porque a la orilla del lago sorprendieron a un ignorante muchacho que hirió de muerte a un cisne blanco, ¿Por qué tanto escándalo?; para Parsifal eso corresponde a un antiguo pasado ya lavado en las aguas del Leteo.

 ¿Quién no ha herido de muerte al cisne sagrado?; ¿al Tercer Logos?, ¿quién no ha asesinado al Hamsa milagroso; al espíritu santo?, ¿Quién fornicando no ha asesinado al ave de paraíso, al Ibis inmortal? ¿Quién no ha hecho sangrar la paloma santa, símbolo de la fuerza sexual? Es claro que Parsifal había llegado a la inocencia total después de muchos sacrificios; hijo de una mujer del bosque, Herzeleide “dolor del corazón”. Estaba protegido por su inocencia. Vanos fueron los esfuerzos de las mujeres de Klingsor por seducirlo y huyeron vencidas. Inútiles fueron los intentos de Kundry por hacerlo caer sexualmente. Todas sus artes fracasaron, viéndose vencida clamó ayuda a Klingsor y este desesperado, arrojó la lanza sagrada contra el muchacho. Pero Parsifal estaba protegido por la inocencia, entonces la lanza en vez de atravesar su cuerpo flota un instante sobre su cabeza, el joven la agarra y entonces con ella bendice el castillo de Klingsor trazando el signo de la cruz, hundiéndose aquella edificación en el abismo. Después Parsifal acompañado de su gurú, Gurnemanz, entra al templo de Montserrat situado dentro del castillo de Montsalvat en Cataluña, España, para sanar milagrosamente la herida en el costado del Rey Amfortas; aplicándole en la llaga, la misma lanza que lo hirió, fálica en su totalidad, sexualmente íntegra; Amfortas cayó por el sexo, sufriendo mucho por ello, pero por el mismo sexo se regeneró; sanó totalmente. Por deducción lógica, aquel rey hubo de trabajar intensamente en los misterios sexuales, simbolizados por la lanza masculina y la copa femenina, para reconquistar su dignidad.

Transmutar es lo mejor, esto no lo ignoraron las matronas romanas que estuvieron bajo la tutela de la diosa Juno. Antiguas tradiciones arias afirman que los residentes de la legendaria ciudad de los sabinos fundada por Medio Fidio e Himella, conocían a fondo los misterios sexuales de la lanza.

Con estas afirmaciones podrán comprender nuestros queridos lectores el motivo por el cual los héroes eran premiados con una pequeña asta o lanza de hierro. Hastinapura era el nombre de la asta. Nos recuerda también Virgilio el nombre de la ciudad sagrada Hastinapura; símbolo viviente de la ciudad celestial. Quien trabaje en los misterios de la asta, lanza, desarrollará la Jerusalén celestial dentro de sí mismo.

Siddharta, el Buda; al igual que el Parsifal de la dramática Wagneriana, empuña valeroso la lanza de eros para aniquilar a los demonios rojos de Seth, el ego. Gautama fue un mago de la iniciación tantra, practicó el sahaja maithuna intensamente y manejó la lanza con maestría.

Venus, Adonia, Rea, Insoberta, María, Isis, empuñando con su diestra la lanza de Eros, combatió contra la horrible bestia. Empuñar valerosamente la lanza de Eros, implica trabajar en los misterios de la sexualidad con el propósito de reducir a polvo los defectos psicológicos que cargamos en nuestra psiquis, entonces brota la luz. Dentro de cada defecto psicológico hay una esencia enfrascada, luz en estado potencial. Así como el átomo al desintegrarse libera energía, cualquier agregado psicológico al ser destruido libera una fracción de conciencia, de luz.

Necesitamos hacer la luz dentro de nosotros; “LUZ MAS LUZ” dijo Goethe antes de morir.

Hasta aquí mis reflexiones acerca de este símbolo arquetípico llamado alfil, dentro del ajedrez esotérico, equivalente al venablo, pilum o lanza romana.

Esperando que las enseñanzas del maestro Samael clarifiquen vuestro entendimiento para el despertar de vuestra conciencia, me despido.

¡Paz inverencial! Fraternalmente:

Enviado por: Virgilio Cuautle Roldán, instructor gnóstico de Nochistlán Zac., México.

Imagen: El juego de ajedrez chino. John Ingram. 1741/1763.

 

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