CAPITULO XIX

LA INTELIGENCIA

Hemos podido verificar que muchos maestros y maestras de Historia Universal en el occidente del mundo suelen burlarse del BUDDHA, Confucio, Mahoma, Hermes, Quetzalcoatl, Moisés, Krishna, etc.

Fuera de toda duda también hemos podido comprobar hasta la saciedad, el sarcasmo, la mofa, la ironía lanzada por maestros y maestras contra las religiones antiguas, contra los dioses, contra la mitología, etc. Todo eso es precisamente falta de inteligencia.

En las escuelas, colegios y universidades, se debiera tratar sobre los temas religiosos, con más respeto, con alto sentido de veneración, con verdadera inteligencia creadora.

Las formas religiosas conservan los valores eternos y están organizadas de acuerdo con las necesidades psicológicas e históricas de cada pueblo, de cada raza.

Todas las religiones tienen los mismos principios, los mismos valores eternos y sólo se diferencian en la forma.

No es inteligente que un cristiano se burle de la religión del Buddha o de la religión Hebrea o Hinduista porque todas las religiones descansan sobre los mismos basamentos.

Las sátiras de muchos intelectuales contra las religiones y sus fundadores se deben al veneno MARXISTA que por estos tiempos está intoxicando a todas las mentes débiles.

Los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades deben orientar a sus alumnos y alumnas por el camino del verdadero respeto a nuestros semejantes.

Es a todas luces perverso e indigno el patán que en nombre de una teoría de cualquier tipo, se burle de los templos, religiones, sectas, escuelas o sociedades espirituales.

Al abandonar las aulas de estudio los estudiantes tienen que habérselas con gentes de todas las religiones, escuelas, sectas y no es inteligente el que ni siquiera sepan guardar la debida compostura en un templo.

Al abandonar las aulas después de diez o quince años de estudios, los jóvenes y señoritas se encuentran tan lerdos y dormidos como los demás seres humanos, tan llenos de vacuidad y faltos de inteligencia como el primer día que ingresaron a la escuela.

Es urgente que los estudiantes entre otras cosas desarrollen el centro emocional porque todo no es intelecto. Se hace necesario aprender a sentir las íntimas armonías de la vida, la belleza del árbol solitario, el canto del pajarillo en el bosque, la sinfonía de música y colores de un bello ocaso.

Es también necesario sentir y comprender profundamente todos los horribles contrastes de la vida, como son el orden social cruel y despiadado de ésta época en que vivimos, las calles llenas de madres infelices que con sus hijos desnutridos y hambrientos mendigan un pedazo de pan, los feos edificios donde viven millares de familias pobres, las carreteras repugnantes por donde circulan millares de carros propulsados con esos combustibles que dañan los organismos, etc.

El estudiante que abandona las aulas tiene que enfrentarse no solamente con su propio egoísmo y con sus propios problemas, sino también con el egoísmo de todas las gentes y con los múltiples problemas de la sociedad humana.

Lo más grave de todo es que el estudiante que abandona las aulas, aún teniendo preparación intelectual, no tiene inteligencia, su conciencia está dormida, está deficientemente preparado para la lucha con la vida.

Ha llegado la hora de investigar y descubrir que es eso que se llama INTELIGENCIA. El diccionario, la enciclopedia, resultan impotentes para definir seriamente la INTELIGENCIA,

Sin inteligencia jamás puede haber transformación radical ni felicidad verdadera y es muy raro en la vida encontrar personas verdaderamente inteligentes.

Lo importante en la vida no es solamente conocer la palabra INTELIGENCIA, sino experimentar en nosotros mismos su honda significación.

Muchos son los que presumen de inteligentes, no hay borracho que no presuma de inteligente y Carlos Marx creyéndose a sí mismo demasiado inteligente, escribió su farsa materialista que ha costado al mundo la pérdida de los valores eternos, el fusilamiento de millares de sacerdotes de distintas religiones, la violación de monjas, Budistas, Cristianas, etc., la destrucción de muchos templos, la tortura de millares y millones de personas, etc. etc. etc.

Cualquiera puede presumir de inteligente, lo difícil es serlo verdaderamente.

No es adquiriendo más información libresca, más conocimientos, más experiencias, más cosas para deslumbrar a las gentes, más dinero para comprar jueces y policías; etc., como se va a lograr eso que se llama INTELIGENCIA.

No es con ese MAS, como se puede llegar a tener INTELIGENCIA. Se equivocan de plano aquellos qué suponen que la inteligencia puede ser conquistada con el proceso del MÁS.

Es urgente comprender a fondo y en todos los terrenos de la mente subconsciente e inconsciente, lo que es ese pernicioso proceso del MAS, porque en el fondo se oculta muy secretamente el querido EGO, el YO, el MI MISMO, que desea y quiere siempre MAS y MAS para engordar y robustecerse.

Este Mefistófeles que llevamos dentro, este SATÁN, este YO, dice: YO tengo MAS dinero, más belleza, más inteligencia que aquel, más prestigio, más astucia, etc. etc. etc.

Quien quiera de verdad comprender lo que es la INTELIGENCIA, debe aprender a sentirla, debe vivenciarla y experimentarla a través de la meditación profunda.

Todo lo que las gentes acumulan entre el sepulcro podrido de la memoria infiel, información intelectual, experiencias de la vida, se traduce siempre fatalmente en el terminó de MAS y MAS. De manera que nunca llegan a conocer el hondo significado de todo eso que acumulan.

Muchos se leen un libro y luego lo depositan entre la memoria satisfechos por haber acumulado más información, pero cuando se le llama a responder por la doctrina escrita en el libro que leyeron, resulta que desconocen la profunda significación de la enseñanza, pero el YO quiere más y mas información, mas y más libros aún cuándo no haya vivenciado la doctrina de ninguno de ellos.

La inteligencia no se consigue con más información libresca, ni con más experiencia, ni con más dinero, ni con más prestigio, la inteligencia puede florecer en nosotros cuando comprendemos todo el proceso del YO, cuando entendemos a fondo todo ese automatismo psicológico del MÁS.

Es indispensable comprender que la mente es el centro básico del MÁS. Realmente ese MAS es el mismo YO psicológico que exige y la mente es su núcleo fundamental.

Quien quiera ser inteligente de verdad, debe resolverse a morir no solamente en el nivel intelectual superficial, sino también en todos los terrenos subconscientes e inconscientes de la mente.

Cuando el YO muere, cuando el YO se disuelve totalmente lo único que queda dentro de nosotros es el SER auténtico, el SER verdadero, la legítima inteligencia tan codiciada y tan difícil.

Las gentes creen que la mente es creadora, están equivocadas. El YO no es creador y la mente es el núcleo básico del YO.

La inteligencia es creadora porque ella es del SER, es un atributo del SER. No debemos confundir a la mente con la INTELIGENCIA.

Están equivocados de PLANO y en forma radical quienes suponen que la INTELIGENCIA es algo que puede ser cultivado como flor de invernadero. O algo que se pueda comprar como se compran los títulos de nobleza o poseyendo una formidable biblioteca.

Es necesario comprender profundamente todos los procesos de la mente, todas las reacciones, ese MAS psicológico que acumula, etc. Sólo así brota en nosotros en forma natural y espontánea la llamarada ardiente de la INTELIGENCIA.

Conforme el Mefistófeles que llevamos dentro se va disolviendo, el fuego de la inteligencia creadora se va manifestando poco a poco dentro de nosotros, hasta resplandecer abrasadoramente.

Nuestro verdadero SER es el AMOR y de ese AMOR nace la auténtica y legítima INTELIGENCIA que no es del tiempo.

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