CAPITULO XIV

INTEGRACIÓN

Uno de los anhelos más grandes de la Psicología es llegar a la INTEGRACIÓN TOTAL.

Si el YO fuera INDIVIDUAL, el problema de la INTEGRACIÓN PSICOLÓGICA seria resuelto con suma facilidad, pero para desgracia del mudo el YO existe dentro de cada persona en forma PLURALIZADA.

El YO PLURALIZADO es la causa fundamental de todas nuestras íntimas contradicciones.

Si pudiéramos vernos en un espejo de cuerpo entero tal como somos PSICOLÓGICAMENTE con todas nuestras íntimas contradicciones, llegaríamos a la penosa conclusión de que no tenemos todavía verdadera individualidad.

El organismo humano es una máquina maravillosa controlada por el YO PLURALIZADO que es estudiado a fondo por la PSICOLOGÍA REVOLUCIONARIA.

Voy a leer el periódico dice el YO INTELECTUAL; Quiero asistir a la fiesta exclama el YO EMOCIONAL; al DIABLO con la fiesta gruñe el YO DEL MOVIMIENTO, mejor me voy a pasear, YO no quiero pasear grita el YO del instinto de conservación, tengo hambre y voy a comer, etc.

Cada uno de los pequeños YOES que constituyen el EGO, quiere mandar, ser el amo, el señor.

A la luz de la Psicología revolucionaria podemos comprender que el YO es legión y que el Organismo es una máquina.

Los pequeños YOES riñen entré sí, se pelean por la supremacía, cada uno quiere ser el jefe, el amo, el señor.

Esto explica el lamentable estado de desintegración psicológica en que vive el pobre animal intelectual equivocadamente llamado HOMBRE.

Es necesario comprender lo qué significa la palabra DESINTEGRACIÓN en PSICOLOGÍA. Desintegrarse es desbaratarse, dispersarse, desgarrarse, contradecirse, etc.

La principal causa de DESINTEGRACIÓN PSICOLÓGICA es la envidia que suele manifestarse a veces en formas exquisitamente sutiles y deliciosas.

La envidia es polifacética y existen millares de razones para justificarla. La envidia es el resorte secreto de toda la maquinaria social. A los Imbéciles les encanta justificar la envidia.

El rico envidia al rico y quiere ser más rico. Los pobres envidian a los ricos y quieren ser ricos también. El que escribe envidia al que escribe y quiere escribir mejor. El que tiene mucha experiencia envidia al que tiene más experiencia y desea tener más que aquel.

Las gentes no se contentan con pan, abrigo y refugio. El resorte secreto de la envidia por el automóvil ajeno, por la casa ajena, por el traje del vecino, por el mucho dinero del amigo o del enemigo, etc. produce deseos de mejorar, adquirir cosas y más cosas, vestidos, trajes, virtudes, para no ser menos que otros etc. etc. etc.

Lo más trágico de todo esto es que el proceso acumulativo de experiencias, virtudes, cosas, dineros, etc. robustece el YO PLURALIZADO intensificándose entonces dentro de nosotros mismos las íntimas contradicciones, las espantosas desgarraduras, las crueles batallas de nuestro fuero interno, etc. etc. etc.

Todo eso es dolor. Nada de eso puede traer contento verdadero al corazón afligido. Todo eso produce aumento de crueldad en nuestra psiquis, multiplicación del dolor, descontento cada vez y más profundo.

EL YO PLURALIZADO encuentra siempre justificativos hasta para los peores delitos y a ese proceso de envidiar, adquirir, acumular, conseguir, aún cuando sea a expensas del trabajo ajeno, se le llama evolución, progreso, avance, etc.

Las gentes tienen la conciencia dormida y no se dan cuenta de que son envidiosas, crueles, codiciosas, celosas, y cuando por algún motivo llegan a darse cuenta de todo esto, entonces se justifican, condenan, buscan evasivas, pero no comprenden.

La envidia es difícil de descubrirse debido al hecho concreto de que la mente humana es envidiosa. La estructura de la mente se basa en la envidia y la adquisición.

La envidia comienza desde los bancos de la escuela. Envidiamos la mejor inteligencia de nuestros condiscípulos, las mejores calificaciones, los mejores trajes, los mejores vestidos, los mejores zapatos, la mejor bicicleta, los hermosos patines, la bonita pelota, etc. etc.

Los maestros y maestras llamados a formar la personalidad de los alumnos y alumnas, deben comprender lo que son los infinitos procesos de la envidia y establecer dentro de la PSIQUIS de sus estudiantes el cimiento adecuado para la comprensión.

La mente, envidiosa por naturaleza, sólo piensa en función del MÁS: "YO puedo explicar mejor", "YO tengo más conocimientos", "YO soy más inteligente", "YO tengo más virtudes", más santificaciones, más perfecciones, más evolución, etc.

Todo el funcionalismo de la mente se basa en el MÁS. EL MÁS es el intimo resorte secreto de la envidia.

EL MÁS es el proceso comparativo de la mente. Todo proceso comparativo es ABOMINABLE. Ejemplo: Yo soy más inteligente que tú. Fulano de tal es más virtuoso que tú. Fulana de tal es mejor que tú, más sabia, más bondadosa, más bonita, etc. etc.

El MAS crea el tiempo. EL YO PLURALIZADO necesita tiempo para ser mejor que el vecino, para demostrarle a la familia que es muy genial y que puede, para llegar a ser alguien en la vida, para demostrarle a sus enemigos, o aquellos a quienes envidia, que es más inteligente, más poderoso, más fuerte, etc.

El pensar comparativo se basa en la envidia y produce eso que se llama descontento, desasosiego, amargura.

Desgraciadamente las gentes van de un opuesto a otro opuesto, de un extremo a otro, no saben caminar por el centro. Muchos luchan contra el descontento, la envidia, la codicia, los celos, pero la lucha contra el descontento no trae jamás el verdadero contento del corazón.

Es urgente comprender que el verdadero contento del corazón tranquilo, no se compra ni se vende y sólo nace en nosotros con entera naturalidad y en forma espontánea cuando hemos comprendido a fondo las causas mismas del descontento; celos, envidia, codicia, etc. etc.

Aquellos que quieren conseguir dinero, magnífica posición social, virtudes, satisfacciones de toda especie, etc. con el propósito de alcanzar el verdadero contentamiento, están totalmente equivocados porque todo eso se basa en la envidia y el camino de la envidia no puede jamás conducirnos al puerto del corazón tranquilo y contento.

La mente embotellada en el YO PLURALIZADO hace de la envidia una virtud y hasta se da el lujo de ponerle nombres deliciosos. Progreso, evolución espiritual, anhelo de superación, lucha por la dignificación, etc. etc. etc.

Todo esto produce desintegración, íntimas contradicciones, luchas secretas, problemas de difícil solución, etc.

Es difícil hallar en la vida alguien que sea verdaderamente ÍNTEGRO en el sentido más completo de la palabra.

Resulta totalmente imposible lograr la INTEGRACIÓN TOTAL mientras exista dentro de nosotros mismos el YO PLURALIZADO.

Es urgente comprender que dentro de cada persona existen tres factores básicos, Primero: Personalidad. Segundo: YO PLURALIZADO. Tercero: El material psíquico, es decir, LA ESENCIA MISMA DE LA PERSONA.

El YO PLURALIZADO malgasta torpemente el material psicológico en explosiones atómicas de envidia, celos, codicia, etc. etc. Es necesario disolver el YO pluralizado, con el propósito de acumular dentro, el material psíquico para establecer en nuestro interior un centro permanente de conciencia.

Quienes no poseen un centro permanente de conciencia, no pueden ser íntegros.

Solo el centro permanente de conciencia nos da verdadera individualidad.

Solo el centro permanente de conciencia nos hace íntegros.

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