Krishna

Krishna

Un hombre divino fue el verdadero creador de la religión nacional de la India. Además, por su doctrina, ese potente genio lanzó al mundo una idea nueva de un alcance inmenso: la del verbo divino, o de la divinidad encarnada y manifestada por el hombre. Este primer Mesías, este hermano mayor de los hijos de Dios, fue Krishna.

El Bhagavad Gita, ese maravilloso fragmento interpolado en el gran poema del Mahabharata, y que los brahmanes consideran como uno de sus libros más sagrados, contiene en toda su pureza la doctrina que se le atribuye:

La Muerte del Ego, el trabajo con las energías internas, el sacrificio por sus semejantes y la Transmigración de las almas de un cuerpo a otro.

Al igual que Jesús de Nazaret, Krishna es producto de una INMACULADA CONCEPCIÓN, de modo que por disposición Divina, la Gran Iniciada, Devaky, hermana de Kansa, Rey de Madura, habría de ser su madre.

Es así como, Guiada por Mahadeva, el maestro supremo, fue sacada del mundo de los profanos (Mundo de las Miserias) y llevada al Mundo de las Delicias, morada de los santos Rishis, lugar donde Vasichta, rey de los anacoretas le anunció (al igual que el Ángel a María) su santa predestinación.

En ese lugar sagrado, un día, Devaki cayó en un éxtasis profundísimo.

Oyó ella una música celeste, como un océano de arpas y de voces divinas.

De repente, el cielo se abrió en abismos de luz. Miles de seres espléndidos la miraban, y en el fulgor de un rayo deslumbrante, el sol de los soles, Mahadeva, se le apareció en forma humana. Iluminada por el Espíritu de los mundos, perdió el conocimiento y en el olvido de la tierra, en una felicidad sin límites, concibió al niño divino.

Al pie del monte Meru se extendía un fresco valle lleno de praderas y dominado por vastos bosques de cedros, por donde pasaba el soplo puro del Himavat. En este alto valle habitaba un pueblo de pastores sobre el cual reinaba el patriarca Nanda, amigo de los anacoretas. Allí Devaki encontró un refugio contra las persecuciones de Kansa, el tirano de Madura que prometió matarla azuzado por su esposa la Reyna Nysumba que sentía celos de Devaki; y allí, en la morada de Nanda, nació su hijo Krishna. A excepción de Nanda, nadie supo quién era la extranjera y de dónde procedía aquel hijo. Las mujeres del país dijeron únicamente: “Es un hijo de los Gandharvas (genios que presiden a los matrimonios de Amor).

El hijo maravilloso de la mujer desconocida creció entre los rebaños y los pastores, ante los ojos de su madre. Le llamaban “el Radiante”, porque (igual que Jesús) su sola presencia, su sonrisa y sus grandes ojos tenían el don de difundir la alegría. Animales, niños, mujeres, hombres, todo el mundo le quería, y él parecía querer a todo el mundo, sonriendo a su madre, jugando con las ovejas y los niños de su edad o hablando con los viejos. El niño Krishna no tenía temor alguno; lleno de audacia ejecutaba acciones sorprendentes. A veces se le encontraba en los bosques, recostado sobre el musgo, abrazando a jóvenes panteras y abriéndoles la boca sin que se atreviesen a morderle. Tenía también inmovilidades repentinas, admiraciones profundas, tristezas extrañas. Entonces se apartaba de todos y grave, absorto, miraba sin responder. Pero sobre todas las cosas y todos los seres, Krishna adoraba a su joven madre, tan bella, tan radiante, que le hablaba del cielo de los Devas, de combates heroicos y de cosas maravillosas que ella había aprendido con los anacoretas.

Y los pastores que conducían sus rebaños bajo los cedros del monte Meru decían: “¿Quién es esta madre y quién su hijo? Aunque vestida como nuestras mujeres, parece una reina.

El hijo maravilloso se ha criado con los nuestros, y sin embargo no se les parece. ¿Es un genio? ¿Es un dios? Quienquiera que sea, nos traerá felicidad?”.

 * El Evangelio de Krishna en la India Milenaria, es similar al Evangelio Cristiano. El nacimiento de Krishna fue similar al nacimiento de Jesús.

Devaki concibió a Krishna por obra y Gracia del Espíritu Santo, el Fuego Sagrado del Amor Divino. El Niño Dios, Krishna fue transportado al establo de los Pastores; el establo de Nanden, y los Dioses y los Ángeles vinieron a adorarle. Krishna, el cual vivió mil años antes del Cristo.

EL BINARIO SERPENTINO  (Krishna a los 15 años) Cuando Krishna tuvo quince años, su madre Devaki fue vuelta a llamar por el jefe de los anacoretas. Un día desapareció sin decir adiós a su hijo.

Permítaseme en esta parte hablar un poco de El binario serpentino que, en el México prehispánico es ciertamente algo que nos invita a la reflexión.

Las dos serpientes Ígneas o Xiuhcoatls, que graciosamente rodean al Sol en el calendario azteca, también rodeaban al Templo mayor de la gran Tenochtitlán y formaban el famoso COATEPANTLI o "muro de serpientes", estas dos serpientes alegorizan maravillosamente sus dos polaridades: Luz y Tinieblas, sabiduría e ignorancia.

Los humanoides intelectuales, fino lector,  estamos metidos entre los horripilantes anillos de la Gran Serpiente, pero nosotros nos creemos libres.

Dice la leyenda de los siglos que cuando Krishna -el gran Avatara del Indostán - cumplió quince años, fue a buscar al patriarca Nanda y le dijo: "-¿Dónde está mi madre?" (La Serpiente ascendente, conocida en la cultura hindú, en su aspecto de sabiduría,  como Kundalini.) "-Hijo mío, no me lo preguntes, respondió el patriarca, tu madre ha vuelto al país de donde vino y no sé cuándo volverá..."

"Krishna cayó en tristeza profunda, abandonó a sus compañeros y erró varias semanas por el Monte Meru..."

"Allí tropezó con un anciano de pie bajo el cedro gigantesco. Entre ambos se miraron largo tiempo..."

"-¿A quién buscas?, le dijo el anacoreta."

"-A mi madre, ¿dónde la encontraré?"

"-Al lado de Aquél que no cambia nunca." (El Padre que está en secreto.) "-Pero, ¿cómo encontrar a Aquél?"

"-Busca, busca siempre y sin fin (dentro de ti mismo)."

"-Mata al toro (el Ego animal) y aplasta a la serpiente (del abismo -en su aspecto de tinieblas, ignorancia-)."

"Después advirtió Krishna que la forma majestuosa del anciano se volvía transparente, luego trémula, hasta desaparecer entre las ramas cual una vibración luminosa..."

"Cuando Krishna descendió del Monte Meru parecía radiante y transfigurado; una energía mágica brotaba de su Ser."

"-Vamos a luchar contra los toros y las serpientes (abismales); vamos a defender a los buenos y a subyugar a los malvados, dijo a sus compañeros."

"Con el arco, (símbolo de la Victoria) y la espada, (emblema de la voluntad), Krishna y sus hermanos, los hijos de los pastores, batieron en la selva (alegoría de las pasiones mundanas) a todas las bestias feroces, (los yoes o errores internos de todo tipo, conocidos entre los hindúes como nuestros parientes o los Rakshasas comandados por el Príncipe Ravana)."

"Krishna mató o domó leones, hizo la guerra a reyes perversos y liberó a tribus oprimidas, (virtudes aprisionadas tras los barrotes del ego) más la tristeza invadía el fondo de su corazón..."

"Su alma sólo tenía un deseo profundo, misterioso: encontrar a su Madre Devaky, la Divina Kundalini y volver a hallar al sublime anciano (su Maestro); pero a pesar de la promesa de éste, y de lo mucho que había luchado y vencido, no podía conseguirlo."

"Un día oyó hablar de Kalayoni, el rey de las serpientes, el mago negro guardia del templo de Kali (La Coatlicue Azteca, Proserpina romana o Hécate del Asia Menor), la tremebunda diosa del deseo y de la muerte, y pidió luchar con la más temible de sus serpientes, aquella serpiente eterna (el abominable órgano Kundartiguador, raíz del Ego) que había devorado ya a tantos cientos de guerreros excelsos, cuya baba corroía los huesos y cuya mirada sembraba el espanto en todos los corazones..."

"Del fondo del templo de Kali -la reina de los infiernos y de la muerte- la de todos los crímenes, Krishna vio salir, al conjuro mágico de Kalayoni, a un largo reptil azul-verdoso."

"La serpiente enderezó lentamente su grueso cuerpo, erizó horrísona su rojiza melena, y sus ojos penetrantes fulguraron con espanto en su cabeza de monstruo de conchas relucientes."

"-O la adoras o perecerás -le dice el mago."

"La serpiente murió a manos de Krishna, del héroe santo que no conociera el miedo..."

"Cuando Krishna hubo matado heroicamente a la serpiente guardián del templo de Kali, hizo abluciones y oración durante un mes en la orilla del Ganges, (cuyas aguas simbolizan la purificación con  el trabajo con nuestras energías creadoras) después de haberse purificado a la luz del sol y en el divino pensamiento contemplativo de Maha-Deva", Krishna volvió a su país natal, entre los pastores del monte Meru.

La horripilante víbora infernal jamás aceptaría el trabajo con las aguas internas, la castidad científica, porque eso va contra los intereses de la naturaleza.

Quienes no consigan ser devorados por la Divina Serpiente Kundalini serán tragados por la pavorosa serpiente Pitón.

El guerrero que logre matar a la culebra infernal, ingresará al Palacio de los Reyes, será ungido como Rey y Sacerdote de la naturaleza.

Empero, ciertamente jamás resulta empresa fácil rebelarse contra los átomos de la herencia, contra la lujuria que heredamos de nuestros antepasados, contra la pavorosa víbora infernal, (símbolo del pecado original) que trajo al mundo a nuestros abuelos y que traerá a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.

Eso que uno lleva en la carne, en la sangre y en los huesos, es definitivo, y rebelarse contra eso resulta espantoso. Eso es para los valientes que deciden tomar el Cielo por asalto.

La doctrina de la aniquilación de nuestros errores internos es fundamental. Necesitamos morir de instante en instante; sólo con la muerte adviene lo nuevo.

Al morir  Vasichta, (el Rey de los Anacoretas)  por efecto de la flecha lanzada por  Kansa, rey de Madura, Krishna sintió que su alma, unida a la del anciano, por el poder de la simpatía, subió en los espacios. La tierra, con sus ríos, sus mares, sus continentes, desapareció como una negra esfera y los dos se levantaron al séptimo cielo de los Devas, hasta el Padre de los seres, el sol de los soles, Mahadeva, la inteligencia divina. Ambos se sumergieron en un océano de luz que se abría ante ellos.

En el centro de la esfera, Krishna vio a Devaki, su madre radiante, su madre glorificada, que con sonrisa inefable, le tendía los brazos, le atraía a su seno. Millares de Devas venían a beber en la radiación de la Virgen-Madre, como en un foco incandescente. Y Krishna se sintió reabsorbido en una mirada de amor de Devaki. Entonces, del corazón de la madre luminosa, su ser irradió a través de todos los cielos. Sintió que él era el Hijo, el alma divina de todos los seres, la Palabra de Vida, el Verbo creador superior a la vida universal; él la penetraba.

Cuando Krishna volvió en sí, el trueno retumbaba aún en el cielo, la selva estaba sombría y torrentes de lluvia caían sobre la cabaña. Una gacela lamía la sangre sobre el cuerpo del asceta atravesado. “El anciano sublime” ya no era más que un cadáver. Pero Krishna se levantó como resucitado. Un abismo le separaba del mundo y de sus vanas apariencias.

Él había percibido la gran verdad y comprendido su misión. En cuanto al rey Kansa, lleno de espanto, huía sobre su carro perseguido por la tempestad, y sus caballos se encabritaban como fustigados por mil demonios.

Fue así, como después de dar muerte a  todas sus imperfecciones internas, vencer a NYSUMBA, la de los senos de ébano e hija del rey de las serpientes, (la KUNDRY oriental, y las siete sacerdotisas de la tentación entre los Drusos Sirios intentando seducir a los Iniciados)  y pasar por las purificaciones por las que paso también el Maestro Jesús,  Krishna, (El Verbo creador) ya resurrecto, volvió con aquel que no cambia nunca, su Padre, su Maestro, LA SUBSTANCIA UNIVERSAL, a cuyo lado encontró a su bendita Madre, Devaky, EL PRINCIPIO FEMENINO DE LA NATURALEZA, símbolo, ellos tres la segunda trinidad.

Krishna se convirtió en el sabio sucesor de Vasichta, tal como este último lo había vaticinado.

Se celebró el Srada, o ceremonia fúnebre del santo anciano, en la selva sagrada, y el hijo de Devaki recibió el bastón de siete nudos, signo de mando, después de haber hecho el sacrificio del fuego en presencia de los más antiguos anacoretas, de los que saben de memoria los tres Vedas o Libros Sagrados. En seguida, Krishna se retiró al monte Meru para meditar allí su doctrina y el camino de salvación para los hombres.

En fin, la deliciosa historia del Gran Maestro Krishna, fino lector, es larga y muy didáctica, imposible darla a conocer en tan poco espacio; si la quiere leer con los ojos del espíritu y con grandes anhelos de comprender los grandes misterios de los Iniciados, y llevar, en sí mismo, éstos a la práctica, le aconsejo que lea el Libro de Los Grandes Iniciados de Edouard Schure 1889.

Bibliografía: Doctrina Secreta de Anáhuac y Gnosis en el siglo XX de Samael Aun Weor. Libro Los Grandes Iniciados de Edouard Schure 1889.

“De todos aquellos seres que vienen al mundo, muy pocos son los que buscan la perfección, muy pocos son los que llegan a la perfección, y todos los que llegan a la perfección, muy raro es el que me conoce”. Bhagavad Gita

Enviado por José Isabel Mauricio Vargas, Instructor de Rincón de Romos, Ags., y Loreto Zac.

Imagen: Pintor indio hacia 1710

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