La Realidad sobre la Muerte del Cuerpo Físico

La muerte de Seneca. Autor: Manuel Domínguez Sánchez. Año: 1871

La muerte es profundamente significativa, lo que está más allá del sepulcro, solamente la gente con consciencia despierta puede saberlo.

Se ha mencionado que todo átomo es un trío de materia, energía y conciencia; en el ser humano la materia es el vehículo físico, la energía es la chispa divina y la consciencia es el Alma.

La muerte es la defunción, la cesación de todas las funciones orgánicas y para comprender el significado de la muerte, debemos saber que estamos formados por:

a) Un cuerpo físico, que, a su vez, está constituido por órganos, células, moléculas y átomos, los cuales están formados por partículas eléctricas. Este cuerpo físico es un vehículo del Alma, que le sirve para su manifestación.

b) Un organismo vital, que es el asiento de la vida orgánica y se encarga de todos los procesos químicos, fisiológicos, percepciones, metabolismo y calorías. Así mismo, está relacionado con la memoria, imaginación, voluntad, etc.

c) Una personalidad, la cual es un vehículo energético que se forma durante los primeros 7 años de vida y se robustece con el tiempo. Es lo que se conoce coloquialmente como el fantasma del muerto y puede hacerse visible y tangible.

d) Un Ego o conjunto de entidades energéticas, viva representación de nuestros defectos psicológicos.

e) Un pequeño porcentaje de Alma o consciencia.

Cuando fallecemos, el cuerpo físico y el cuerpo vital se desintegran al mismo tiempo, mientras que la personalidad poco a poco va desapareciendo. Lo que continúa más allá del sepulcro es el Yo o conjunto de entidades psicológicas las cuales retornan a un nuevo cuerpo físico.

La vida es como una película, cuando ésta termina nos la llevamos a la eternidad y ahí revivimos nuestra propia vida, en forma retrospectiva. Si, por ejemplo morimos a los 80 años, de acuerdo a las escenas vividas, a partir de la edad en que morimos, retrocedemos en el tiempo; para el Ego, nada ha cambiado, el difunto ve la vida como siempre, se sienta a la mesa, pide sus alimentos, y le son servidos subconscientemente por sus familiares que han captado sus ondas mentales, sale a la calle y visita los lugares que acostumbraba, va a su trabajo, etc., con la creencia que todavía cuenta con su cuerpo físico.

En el mundo astral, el fallecido continuará viviendo las diferentes edades, hacia atrás, en forma sucesiva, recapitulando en cada escena sus culpas y aciertos. Su aspecto psicológico y su fisonomía van transformándose, de manera que a los diez años, se verá como era en esa edad y cuando haya terminado de revisar su existencia pasada, toda su vida quedará reducida a sumas y restas, operaciones matemáticas, lo cual es muy útil para la consciencia. Los valores o Yoes se atraen y se repelen en la luz astral.

Es el momento de presentarse ante los tribunales de la justicia objetiva o cósmica, donde reina la verdad, la Ley y la misericordia; es obvio que la Ley se sustenta en dos columnas que son: La justicia y la misericordia (el rigor y el amor). Debemos saber que los señores de la Ley del Karma depositan esos valores en un próximo cuerpo físico, como un capital cósmico que puede uno conservar, o bien, puede prolongar la vida por más tiempo, o gastarse y acortar la vida.

Esos valores son depositados en nuestros tres cerebros: mental, motor y emocional. Si agotamos el capital del centro pensante, es obvio que se contraen enfermedades de tipo nervioso, neurastenia, esquizofrenia, locura o manías.

Si abusamos de nuestro centro emocional, se provocan daños al corazón a la psiquis, al sistema nervioso, etc.

Si violentamos los valores del centro motor, terminaremos paralíticos o con enfermedades en articulaciones y parálisis; también puede haber desgastes en la espina dorsal, entre otros daños a nuestro organismo humano.

Es necesario aprender a equilibrar estos tres cerebros o cinco centros de la máquina humana, no abusar de ellos, si es que queremos una vida más sana y productiva; de esa manera, ahorramos capital que depositan los señores del Karma, y así, también, alargamos nuestra vida. Si se agotan los valores, morimos pronto, si ahorramos, se alarga la vida. Es claro que unas personas tienen más valores que otras, todo de acuerdo al debe y el haber de cada quien.

“Lo que yo enseño se basa en la experiencia directa. El cuerpo de doctrina que yo enseño y que han enseñado los auténticos Avataras, no es algo meramente teórico, se trata de algo práctico, de algo que cualquiera puede evidenciar por sí mismo en forma real y precisa. Es claro que quien quiera experimentar esto que estamos diciendo, tiene antes que todo despertar conciencia. Este es un requisito indispensable, pues ningún dormido puede ver, ni oír, ni comprobar nada, sencillamente porque está dormido, sueña profundamente… Enseñamos a salir conscientemente en cuerpo astral para que cada cual se convenza por sí mismo. Enseñamos el sistema de meter el cuerpo físico dentro de la cuarta dimensión, para que cada cual vaya en cuerpo de carne y hueso a experimentar las cosas del Ultra, así, quienes quieran ver, oír y palpar las grandes realidades de los mundos superiores, tendrán que tomarse la molestia de trabajar sobre sí mismos…” Samael Aun Weor.

Enviado por: Enviado por J. Antonio Compeán Martínez. Instructor auxiliar. San Luis Potosí, S.L.P.

Imagen: La muerte de Seneca. Autor: Manuel Domínguez Sánchez. Año: 1871

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