La Muerte en el Bardo Thodol

Vision des Divinités Sereines. Autor: Musée Guimet. Siglo XIX

El Libro Tibetano de los Muertos es un texto enigmático que narra de manera detallada los procesos que vive el alma o consciencia del difunto, dirigiendo su enseñanza no solamente para los que mueren, sino también para los que estamos aún con vida y con el anhelo de conocer lo que sucede en el más allá.

Estas enseñanzas fueron introducidas en el Tíbet por Padmasambhava, gran maestro tántrico del siglo VIII y fundador del lamaísmo, quien dio su bendición para que permanecieran por siempre en el mundo y que había de revelarse públicamente cuando el tiempo estuviera maduro.

Este texto pretende ser una guía para el difunto en la etapa de transición del Bardo, representada simbólicamente por un período de 49 días, en donde el alma o consciencia del difunto confronta sus aciertos y sus errores de la vida que acaba de pasar, concluido este periodo, deberá presentarse ante los tribunales del karma.

El juicio final divide a los desencarnados en tres grupos:

1. Los que se reencarnan en forma inmediata o más tarde.

2. Los que ascienden a los estados paradisíacos y celestes.

3. Los que entran al reino mineral (Infierno)

Todo el que muere debe experimentar tres Bardos, según se describen en el libro el Bardo Thodol.

• El primero: Chikhai Bardo. (El bardo del momento de la muerte).

• El segundo: Chonyid Bardo. (La experiencia de la realidad). Cuando las visiones kármicas aparecen.

• El tercero el Sidpa Bardo. (La búsqueda del renacimiento).

En la primera parte se relatan los acontecimientos que suceden después de la muerte: en los primeros tres días y medio, nuestra consciencia y juicio interno son liberados debido a la descarga eléctrica producida por el rayo de la muerte.

Desde el momento en que inician los síntomas de la muerte, el guía debe instruir al moribundo con la lectura del Bardo Thodol, y, cuando éste ha muerto, en presencia del cadáver, le habla al oído, y de forma clara y precisa va narrando lo que está sucediendo en esas regiones misteriosas y desconocidas.

El primer síntoma de la llegada de la muerte es la pérdida de los cinco sentidos, y esto va sucediendo cuando el difunto percibe los cuatro sonidos que inspiran terror sagrado: El de la fuerza vital del elemento tierra, un sonido como el derrumbamiento de una montaña; el de la fuerza vital del elemento agua, un sonido semejante al de las olas del océano; el sonido del elemento vital del fuego como un incendio en la selva y el de la fuerza vital del elemento aire, una resonancia como de mil truenos, destellando simultáneamente.

Posteriormente el cuerpo se enfría y el principio consciente (Esencia, consciencia, alma) cae en un sopor de sueño, como un desmayo, ya que no le llegan las impresiones, debido a que los sentidos se han disuelto; después viene la fase de transición entre la vida y la muerte, un momento maravilloso y despierta a una luz brillante experimentando dicha y serenidad. Esta luz puede parecer aterradora para aquellos que no la han conocido en vida.

Si el moribundo no logra reconocer esta radiante luz, verá la clara luz secundaria y si todavía no la reconoce, experimentará una secuencia de visiones de diversos seres espirituales. Todos los difuntos verán estas luces por fugaces que sean, a excepción de los que puedan liberarse en el primer instante: aquellos que han logrado despertar su consciencia o los que en vida han sido extremadamente malvados, ya que inmediatamente a su muerte ingresan a las profundidades del abismo.

El objetivo principal de este libro es que el desencarnado pueda alcanzar la liberación intermedia: la felicidad sin límites entre la muerte y un nuevo nacimiento. Un estado semejante al del Budha en el mundo de los electrones libres o mundo del espíritu puro. Esta no es la liberación final que logra alcanzar el Maestro perfecto.

Este acontecimiento sucede a los tres días y medio o cuatro después de la muerte, en la etapa llamada Chonyid Bardo, con la confrontación de la realidad durante el estado intermedio. El fallecido se enfrentará a las divinidades apacibles, y posteriormente a las deidades irritadas, bebedoras de sangre; no deberá identificarse o subyugarse, ni atemorizarse o aterrorizarse; todo lo que pueda sucederle: sonidos, luces, radiaciones, no podrán hacerle daño, ya es imposible morir y todo lo que percibe son formas mentales, si no ha comprendido la enseñanza dada, los fulgores le subyugarán, los rayos le aterrorizarán, los sonidos lo llenarán de miedo y continuará vagando por el Samsara, (recapitulación retrospectiva de la vida que acaba de pasar).

El primer rayo del primer día, será de un color azul brillante, llamado luz de la sabiduría de Bhagavan Vairochana, acompañando a esta luz viene la irradiación empañada de los Devas. Si el alma del fallecido logra fundirse con la luz de gracia de Vairochana, penetrará en el reino central de la Densa Concentración.

En el segundo día aparece la luz clara, radiante y blanca que sale del corazón de Vajra Satwa, a la par surge el resplandor gris ahumado, proveniente de la fuerza de la cólera, el difunto deberá reconocer el resplandor brillante para alcanzar el reino del este, de la Suprema Dicha.

En el tercer día aparece la luz amarilla del elemento tierra, del reino del sur dotado de gloria de Ratna Sambhava, el opuesto es un fulgor azul-amarillo del egoísmo, y nacerá en el reino humano.

En el cuarto día surgirá la luz roja brillante del elemento fuego, acompañando a esta luminosidad vendrá un color rojizo oscurecido, causado por el aferramiento, la codicia y los vicios, si se funde con la luminosidad del Buda Amitaba, penetrará al reino del oeste, llamado el Mundo Feliz.

Aparecerá en el quinto día el color verde del elemento aire y brillará el Buda Amoga-Siddhi y entrará al reino del norte de las Buenas Acciones Acumuladas.

Si el difunto aún no es cogido por los rayos de gracia de los Budas, en el sexto día aparecerán los rayos unidos de las cinco sabidurías o cinco órdenes de Budas. En este día los que estén destinados a la liberación, serán conducidos a conocer la verdad.

En el séptimo día las divinidades poseedoras de la sabiduría recibirán al fallecido y si éste logra reconocer a estos seres divinos que vienen a acogerlo, será conducido a los reinos del paraíso.

Si el difunto no ha logrado fundirse o integrarse con las luces de la sabiduría, continuará dentro de la rueda de la ignorancia y de la ilusión. Por lo tanto, tras la cesación de las divinidades apacibles aparecerán del octavo al catorceavo día, 58 divinidades irritadas, bebedoras de sangre (Herukas) que no son otra cosa, sino las cinco deidades apacibles bajo un nuevo aspecto.

Reconociendo la clara luz en el momento de la muerte, reconocerán también las visiones de las divinidades apacibles y de las irritadas, y renacerán en los planos más altos, y en el próximo retorno encontrarán esta doctrina. Estas divinidades irritadas son producto del miedo, el terror y el temor y reconocerlas se hace más difícil, sin embargo, habiendo meditado en ellas, rindiéndoles homenaje, habiéndolas visto representadas en cuadros e imágenes, después de la muerte las identificará y si se integra con ellas, logrará la liberación intermedia.

Posterior a esta etapa, viene la tercera llamada Sidpa Bardo: enfrentarse al terrible viento del karma, ser perseguido por bestias, la nieve, la lluvia, la oscuridad, alucinaciones de ser perseguido por multitudes, sonidos como de montañas que se derrumban, como el mar en plena tempestad, el estallido de un incendio, en estos momentos el moribundo se sentirá desorientado, angustiado, entristecido, agobiado, y querrá tener su cuerpo y lo buscará, pero sólo encontrará sufrimiento, deberá tener resignación y aceptar la realidad. Es el instante en que el buen genio, contará las buenas acciones con piedras blancas, y a su vez el genio malo contará las obras malas mediante piedras negras; sin embargo, aún se puede lograr la liberación intermedia, si se dejan los apegos, la ira, el miedo y el terror; deberá concentrarse en las divinidades protectoras, orar y pedir su auxilio.

Debido al deseo de querer tomar un cuerpo, estará expuesto a caer en matrices que no son idóneas para su desarrollo espiritual, como en animales o bestias, en lugares donde se sufre de hambre, en hogares donde no hay religión o faltos de amor, o bien en los mundos inferiores, por lo que se le explicará al difunto cómo elegir un buen germen y rogar a los Maestros de la Muerte. No debe sentir ni atracción ni repulsión hacia alguna matriz, debe refugiarse en la preciosa Trinidad y rogar al Gran Compasivo; el oficiante debe conducirle por el camino que lo lleve a elegir un buen germen para su nuevo renacimiento o retorno.

Es importante conocer este texto en vida, encariñarse con él, estudiarlo conscientemente las veces que sea necesario con el fin de que sus palabras y sentido sean perfectamente claros e inolvidables.

Vivenciar la muerte es muy semejante al soñar, cuando despertamos consciencia durante el sueño, descubrimos que el dormir es luminoso, esa luminosidad es la luz clara, entenderla sólo es posible conociéndola directamente. Lo importante es desarrollar la lucidez y el desapego al sueño, para ello no debemos identificarnos con los fenómenos, sino integrarnos con la luz clara.

Los invitamos a estudiar y practicar la Disciplina de la Yoga del Sueño en nuestra Revista Sabiduría del Ser No. 31.

Enviado por: María Guadalupe Licea R. Instructora en San Luis Potosí, S.L.P.

GLOSARIO:

Bardo: tibetano: bar do. Significa estado intermedio entre la muerte y el renacimiento. Puede entenderse también como un estado de transición, por ejemplo entre la vigilia y el sueño.

Thodol: La gran doctrina de liberación por el entendimiento.

Fuentes:

Doctrina Secreta de Anáhuac. (Samael Aun Weor).

Libro Tibetano de los Muertos (Bardo Thodol). Anónimo.

Imagen: “Vision des Divinités Sereines”. Autor: Musée Guimet. Siglo XIX

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