Coatlicue

Coatlice. Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México

En el Museo Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México se encuentra un antiguo monolito representativo de la Diosa Coatlicue, reina de los infiernos aztecas, tercer desdoblamiento de nuestra madre divina interior: terror de amor y ley, con un extraordinario significado científico, artístico, místico y filosófico. En la parte superior de la escultura se aprecia una gran cabeza bicéfala de serpiente de cascabel, misma que nos recuerda al águila, al león y al tigre bicéfalos; la doble cabeza de estos animales representan al andrógino divino, recordemos que la divinidad es andrógina, es decir, varón y varona a la vez. La doble cabeza de estos animales también nos recuerda a los dos mercurios de la alquimia, el masculino y el femenino, es decir, a la energía creadora tanto masculina como femenina. Dicho de otro modo y en lenguaje alquimista alegoriza a los dos elixires: el blanco y el rojo. Esta extraordinaria escultura mexicana nos viene a recordar a Ometecutli-Omecíhuatl, el señor y la señora de la dualidad.

La lengua bífida del rostro de Coatlicue representa al verbo de fuego, la palabra creadora; escrito está en el Génesis hebraico que Dios creó el universo por medio del verbo.

En el pecho de Coatlicue resalta en alto relieve la figura de papalote o mariposa, que forman sus flácidos senos que cuelgan hacia abajo en actitud de dar vida y amor. La mariposa simboliza al alma humana transformada del nivel animal a ser celestial que abandonó la crisálida vuela a las alturas a integrarse con el Ser, este proceso es llamado “nacimiento segundo” mencionado por Jesús el Cristo.

Dicen los códices de Anáhuac que Quetzatcóatl el Cristo, se convirtió en Mariposa y ascendió así en esa forma al espacio, donde se transformó en el lucero vespertino de Venus.

En el pecho de Coatlicue podemos apreciar un collar de cuero, adornado de dos corazones, en medio de cuatro manos que se abren hacia fuera en actitud de dar amor. Los dos corazones, uno de Omecíhuatl (la señora del amor), el otro de Ometecutli (el señor de la ley), con claridad meridiana alegorizan en su propio contenido, las fuerzas de la misericordia y de la justicia respectivamente.

Antiguas tradiciones milenarias afirman que las ánforas en forma de corazones contienen la sangre de Quetzalcóatl, misma que representa a la simiente humana sabiamente transmutada o sangre del cristo y depositada en el templo corazón del iniciado.

Los corazones purificados por el amor del hombre y la mujer durante la transmutación sexual, son el símbolo maravilloso del refinamiento del cuerpo y el Alma.

Las cuatro manos abiertas hacia fuera, dos a la derecha y dos a la izquierda, son las de la Pareja Divina, que después de sublimar sus Energías Sexuales hacia su propio corazón, pueden dar amor por los cuatro rumbos del Universo.

A la altura del ombligo de este extraordinario monolito, resalta un cráneo humano, símbolo de la muerte del ego animal que todos cargamos en el fondo de nuestra psiquis; si nos ponemos a reflexionar profundamente en Coatlicue y en el Tzompantli, “Muro de las Calaveras”, o en las calaveras talladas en piedra encontradas en un nicho oculto dentro de la gran pirámide de Cholula, es claro que nuestros antepasados mexicanos rindieron culto a la muerte, pero este culto iba más allá de la muerte del cuerpo físico, el culto era para honrar a aquellos grandes maestros e iniciados que habían muerto en sí mismos, tal es el extraordinario simbolismo que venimos a encontrar en la Coyolxauhqui desmembrada, tallada en alto relieve en una gran roca redonda en el centro histórico de la ciudad de México.

Continuando con la explicación de la escultura de Coatlicue, sus brazos están pegados contra el cuerpo con los antebrazos flexionados debajo de sus manos, que terminan en manos convertidas en cabezas de preciosas serpientes, de fauces abiertas e incisivos superiores como garras.

Las manos de la bendita diosa muerte a cada lado del cuerpo de Coatlicue son los dos guardianes del templo del Dios vivo, son los cordones ganglionares semi físicos, smietéricos del caduceo del dios mercurio, emblema de la medicina actual.

Estas dos serpientes nos recuerdan a los ofidios guardianes de los templos de Luxor en Egipto, las serpientes guardianas del templo de la Sierra Nevada de Santa Martha Colombia, hoy metido dentro de la cuarta dimensión de la naturaleza, a las sierpes guardianas del templo de Chichen-Itzá de Yucatán, etc.

En los hombros y codos de la escultura de Coatlicue podemos apreciar garras de Tigre y ojos de Águila, esto nos remite al saludo de la garra que realizaban los caballeros tigres y águilas al penetrar a los templos sagrados de las 7 órdenes de Anáhuac y tal como se ven en el Sagrado Corazón de Jesús, diciendo: “A mí se llega por el corazón”.

Por otra parte si ponemos atención en la falda de la escultura de Coatlicue veremos que está formada por serpientes portadoras del fuego sagrado, viva representación del trabajo a realizar para la creación de los cuerpos solares, estos cuerpos existenciales superiores del ser nos permiten viajar por los distintos cielos de Anáhuac.

Las piernas adornadas con caracteres de fuego, cascabeles y otros adornos, y terminadas en garras de águila, son los atributos que se consiguen con los tres factores de la Revolución de la Consciencia.

En los dorsos de los pies de Coatlicue, vemos dos ojos en cada uno, mirando hacia lo alto, hacia el cielo, hacia arriba, en actitud suplicante. Es que nuestra esencia anímica, (Pistis Sophía) nuestra propia alma atrapada en la materia del cuerpo y de la mente lunar que la envuelven, tiene que suplicar con supremo arrepentimiento a nuestra bendita Diosa Madre Muerte Coatlicue el perdón. Nuestra alma es perdonada cuando ya no es capaz de delinquir, esto último sólo es posible con la muerte total de nuestros agregados psíquicos.

 En medio de las piernas sobresale un “órgano sexual masculino” cuyo glande o cabeza asume la figura de la serpiente cascabel, emblema fálico de la potencia supra-sexual de los grandes iniciados y maestros aztecas y que alegoriza a aquellos que han encarnado a su Real Ser Interno.

Adoremos con fe a Coatlicue y ella decapitará a nuestros defectos y liberará nuestra alma para que se transforme en mariposa.

Instructor. Virgilio Cuautle Roldán. Nochistlán, Zac. Imagen: Coatlicue Museo de Antropología e Historia (del portal www.samaelgnosis.net)

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