Editorial
El Árbol de la vida
Un antiguo manuscrito caldeo afirma “Y en tus manos os digo que está el número del nombre del padre, que es la fuente de luz”, diez son los mandamientos y el número en nuestras manos está representado por los diez dedos, o los diez sephirotes de la cábala, los cuales forman el árbol de la vida. El Dios Pacal, encontrado en Palenque, dentro de la zona Maya, tiene diez anillos, uno en cada dedo, indicándonos que Pacal desarrolló los diez sephirotes, y se convirtió en un ser lleno de extraordinarias virtudes, en un Avatara o mensajero para la humanidad de aquella época, quien entregó a los Mayas grandes conocimientos.
La tradición de colocar el anillo de bodas precisamente en el noveno dedo indica claramente, el desarrollo del noveno sephirote, Jesod, a través del trabajo conciente en el matrimonio.
Conforme se activa cada uno de los sephirotes pacientemente, el árbol de la vida se va desarrollando en nuestro interior despertando todas esas facultades que se hallan latentes en el ser humano.
Los diez sephirotes son atómicos y devienen de Sephira, la Madre Divina, quien reside en el templo corazón.
SEPHIROTE CUERPOS
1 Kether Padre
2 Chokmah Hijo
3 Binah Espíritu
4 Chesed Intimo
5 Geburah A. Divina
6 Tiphereth A. Humana
7 Netzach C. Mental
8 Hod C. Astral
9 Jesod C. Vital
10 Malkuth C. Físico
Hacer resplandecer los sephirotes como piedras preciosas en el cuerpo del Anciano de los días es un trabajo que inicia con el desarrollo de las facultades del sephirote inferior, Malkuth, que es el cuerpo físico, junto con el fundamento, Jesod, el cuerpo vital. Enseguida es necesario desarrollar las dos columnas (Jakin y Boaz), Hod y Netzach, que son el cuerpo astral y mental. El íntimo es el sephirote Chesed y tiene dos almas: la humana, Tiphereth y la Divina, Geburah.
Kether, Chokmah y Binah son nuestra corona sephirótica: el Padre muy amado, el Hijo muy adorado y el Espíritu Santo muy sabio, viven entre las profundidades de nuestra conciencia superlativa, aguardando el instante supremo de nuestra autorrealización.
Cuando el Anciano de los días ha realizado los 10 sephirotes en sí mismo, se transforma en el hombre Celeste y resplandecen en el mundo de la luz como gemas preciosas, como piedras resplandecientes. “El que tiene oídos, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias. “Al que venciere le daré de comer del árbol de la vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios”. (Apoc. 2:7). “Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa. El primer fundamento era el jaspe; el segundo el zafiro; el tercero calcedónica; el cuarto esmeralda; el quinto sardónica; el sexto sardio; el séptimo crisolito; el octavo Berilo; el nono Topacio; el décimo crisopaso; el undécimo jacinto; el duodécimo amatista”. (Apoc. 21:19-20).
Los diez sephirotes son la Santa ciudad, la Jerusalén que viene a resplandecer en el fondo de nuestro corazón.
Tal como lo enseñaron los rabinos, en el árbol de la vida de los misterios hebraicos se encuentra en la parte superior la corona sephirótica, formada por el triángulo logoico o Divinal, llamado así por contener a los tres Logos (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Después de un abismo viene el segundo triángulo, formado por el Ser y sus dos almas (Geburah, la divina y Tiphereth, la humana). Este es llamado ético, debido a que en estos planos prima la ética, la recta conducta, allí conocemos el rigor de la Ley, lo bueno y lo malo.
Por desdoblamiento viene un tercer triángulo, llamado mágico pues en estos niveles se ejerce la magia; representado por la mente (Netzach), el cuerpo astral (Hod) y el cuerpo vital (Jesod).
En la parte inferior se encuentra Malkuth, el cuerpo físico.
El centro de gravitación del primer triángulo es el Padre Divinal, Kether, de quien se desdobla el segundo y tercer Logos, por esto es el triángulo del Padre.
El segundo triángulo es el del Hijo; su centro de gravedad es Tiphereth, el alma humana, a través de la cual se manifiesta el cristo o segundo Logos, el hijo.
El tercer triángulo es del Espíritu Santo, su centro de gravedad es Jesod, o principio básico sexual de la vida universal. El sexo, representado por Jesod, es el origen del nacimiento, la muerte y la regeneración; es mediante la fuerza sexual que surge la vida, que surge el cuerpo físico, y que surgen todos los organismos dotados de vida. Jesod es el fundamento del tercer Logos, centro donde gravita la fuerza sexual del Espíritu Santo.
Los dos árboles del Edén: El Árbol de la ciencia del bien y del mal, representado por el sexo y el árbol de la vida, representado por la columna vertebral, se tocan en sus raíces. Toda verdadera doctrina cultural tiene que estudiar detenidamente estos dos árboles. Porque el estudio de un árbol con el olvido del otro, da un conocimiento incompleto, inútil.
Esta enseñanza nos indica que es necesario trabajar con ambas columnas torales de la logia Blanca: la sabiduría y el amor.
Susana Margarita R. L. Calmécac. Centro de formación de Instructores.
“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.” Génesis. Cap. 2