Ens Astralis, Ens Veneris

Dijo el Buda: "todo es mente", refiriéndose a que todo el universo es sustancia mental condensada.

Asclepio y su símbolo serpentario. (1876)Dice a su vez el VM Samael: "Todo lo creado es un trino de sustancia mental compuesta de materia, energía y conciencia."

Las causas de la enfermedad y de la esclavitud a la vida condicionada se encuentran en el campo de la mente, como un disturbio causado por el YO psicológico. El ego, el yo, el mí mismo es sustancia mental decadente, chatarra, ilusoria, que ocasiona el desequilibrio que en el ser humano lleva a la enfermedad.

Decía Paracelso que las enfermedades son producidas por la falta de armonía en cinco entidades: el ens atrale, ens veneri, ens espirtuali, ens dei y ens naturae (del latín ens: ser, cosa, entidad).

El ser humano tiene una constitución física, de carne y hueso; y una constitución interna desconocida para la ciencia médica oficial.

Como tal, el cuerpo físico tiene su contraparte en el plano astral. El plano astral se encuentra involucrado dentro de la luz astral. La luz astral contiene al aire que respiramos y al akash. Es el principio vital de la biología, invisible pero presente en todas partes donde hay vida.

En la luz astral la humanidad entera proyecta sus emociones negativas, sus pasiones violentas, miedos y conflictos.

La luz astral sin las emanaciones del yo, lo penetra y compenetra todo en perfecta armonía hasta involucrar al plano físico. Así permite el desarrollo armonioso del ser humano y mantiene el equilibrio vital.

Pero el yo es preocupación, aflicción, apego; el ego, el mí mismo es vicio, tendencias y pasiones que saltan de acá para allá. El ser humano vive el día a día en forma mecánica, como un sonámbulo, guiado y esclavizado por sí mismo.

La vida cotidiana es en realidad un desastre cotidiano.

Sabe la ciencia médica que una impresión fuerte, que el vivir dentro de la frustración, la identificación y angustia por el ajetreado mundo del día a día, desencadenan la liberación de las hormonas del estrés. Estas sustancias terminan desgastando al cuerpo, envejeciéndolo prematuramente, endurecen las arterias y favorecen el desarrollo de enfermedades crónicas.

También esta forma ilusionada de vivir, es la causa absoluta de los trastornos psicológicos, la depresión, la ansiedad, la frustración.

Una persona es un conjunto de valores positivos y negativos que no terminan con la muerte. Constantemente estos valores negativos condicionan desde el plano astral, al propio cuerpo físico. Incluso al morir, estas estructuras psicológicas proyectan hacia la nueva existencia, el diseño de su nueva vida. Cargamos a nueva existencia, además del karma, todos estos agregados mentales (ira, miedo, frustración, odio, etc.)

Las enfermedades que vamos a adolecer son así determinadas por la mente, por el yo desde la entidad astral, desde el ens astrale.

La compasión universal incondicional, la templanza, proyectan desde el astral el biotipo de un cuerpo saludable y bello, de la inteligencia; lo que, en cambio, la lujuria, el odio, la avaricia, proyectan hacia la nueva existencia, son organismos defectuosos y enfermos.

El ens veneri se refiere al sabio uso de la energía sexual. Se dice en oriente, que el ser humano es en su constitución semen y sangre; es decir energía sexual y vitalidad orgánica como naturalezas inseparables.

Estamos en el tapete de la existencia por el sexo. A través del sexo se crea un nuevo ser, y a través del mismo, el hombre se convierte en ángel o en bestia.

La bestia representa todos aquellos valores negativos del yo psicológico. Por afinidad universal, estas formaciones atraen sufrimiento, esclavitud, enfermedad.

La energía sexual derramada crea en efecto, además de fortalecer los valores negativos de una persona, nuevos valores o agregados psicológicos. El resultado es la decadencia gradual, cada vez más y más profunda del ser humano, en su miseria social y en enfermedades.

La pérdida de esta energía también engendra larvas astrales. Se trata de la concepción de verdaderas criaturas monstruosas producto de la energía sexual decadente (el sexo crea), y que desde el plano astral proyectan todo tipo de afecciones psicológicas y orgánicas al ser humano.

Solo la transmutación de la energía creadora puede generar al nuevo ser humano, regenerarlo, volverlo dueño de sí y liberarlo de la esclavitud al ciclo del eterno retorno.

Dijo el Buda en su segunda noble verdad en el sermón de Benarés:

"Ésta, oh, monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es el deseo que produce nuevos renacimientos, que acompañado con placer y pasión encuentra siempre nuevo deleite, ahora aquí, ahora allí. Es decir, el deseo por los placeres sensuales, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia" "La fuente de todos los deseos es la compasión universal incondicional" – El Buda

Eliminar el apego mundano, el deseo, la pasión; erradicar al yo mismo, al tiempo que amar y sacrificarse por el prójimo, son el camino hacia la salud y la iluminación.

Enviado por Rafael Merazo. El Salvador, San Salvador

Imagen: Asclepio y su símbolo serpentario. (1876)

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