Libro: La Flauta Mágica y la Iniciación

Capítulo 9 El Libre Albedrío

Segundo Acto. Escena 6

El Libre Albedrío. La Flauta Mágica de Mozart. Gnosis

El libre albedrío es una ley inquebrantable, cada uno de nosotros tiene derecho de tomar el camino de la iniciación, o de no hacerlo. Aquello que llamamos Dios, no puede ser un tirano, tenemos la libertad de hacer de nuestra vida lo que queramos. Pero, indudablemente lo que hagamos atraerá consecuencias, ya para bien o para mal.

Si no delinquimos, si no hacemos daño a nadie, nada se objetará por la ley divinal. El karma sólo se aplica cuando robamos, matamos, adulteramos, mentimos, explotamos, etc., por lo que es una idea equivocada que si alguien se sale de la gnosis un karma muy terrible le pasará, eso es falso, cada uno es libre de hacer lo que quiera, y si no le gusta el camino interior, la iniciación, pues nada pasa, uno es quien ha elegido su propio camino.

Esto está muy bien representado por Papageno, simbolizando a los que por algún motivo no anhelan la auto realización, que estamos contentos con comer, tener un hogar, tener nuestros hijos, ningún crimen hay en ello.

Papageno trata de seguir a Tamino, pero se pierde, no sabe en dónde se encuentra, no halla a Tamino, quiere seguir por la puerta donde entra Tamino, pero una voz severa le dice: “Atrás”, trata de regresar por donde entró y sucede lo mismo, Papageno llora al no saber qué hacer.

Un sacerdote le hace ver que ha fracaso en las pruebas iniciáticas, que jamás sentirá las alegrías celestiales de los iniciados, no tendrá acceso a las dimensiones superiores de la naturaleza, a los templos de misterios sagrados, al conocimiento divino.

Papageno no le toma importancia, se justifica diciendo que mucha gente es como él; se contentaría con un buen vaso de vino, eso sería una dicha celestial para él. Surge de entre la tierra un vaso de vino que apura inmediatamente, un vino exquisito que al beberlo hace que su corazón sienta la necesidad de tener a su lado a una mujercita.

Papageno. La Flauta Mágica de Mozart. Gnosis

«Una muchacha o una mujercita es lo que Papageno desea. ¡Oh, una suave pichoncita sería para mí la bienaventuranza! Entonces me sabrían bien la comida y la bebida, entonces podría competir con los príncipes, disfrutaría la vida como un sabio y estaría como en el Elíseo. Una muchacha o una mujercita es lo que Papageno desea. ¡Oh, una suave pichoncita sería para mí la bienaventuranza! ¡Ay! ¿Pero es que nunca gustaré a ninguna de todas esas encantadoras muchachas? Que alguna me saque de mi miseria; de lo contrario, moriré de dolor. Una muchacha o una mujercita es lo que Papageno desea. ¡Oh, una suave pichoncita sería para mí la bienaventuranza! ¡Si ninguna me concede su amor, me consumirán las llamas! ¡Pero si me besa una boca de mujer, enseguida estaré sano otra vez!» (Aria: “Una doncellita o una mujercita”)

La iniciación es para muy pocos, no es para todos, pero el estar en pareja es parte de la vida y eso no es delito alguno, en una experiencia que tiene el maestro Samael en el mundo astral o de los sueños, con el autor del Fausto, quien en una vida pasada se llamara Goethe, hablaron precisamente de ello:

«Brillaban las estrellas en el espacio infinito y las olas enfurecidas rugiendo espantosamente golpeaban incesantemente la arenosa playa.

Platicando sobre los acantilados del Ponto él y yo, intercambiando ideas resolví hacerle a quemarropa, como decimos aquí en el mundo físico, las siguientes preguntas:

-¿Tienes ahora nuevamente cuerpo físico? La respuesta fue afirmativa. ¿Tu vehículo actual es masculino o femenino? Entonces respondió: -Mi cuerpo actual es femenino.

-En qué país estáis reencarnado? -En Holanda. -¿Amáis a alguien? -Sí, dijo, amo a un príncipe holandés y pienso casarme con él en determinada fecha. (Dispense el lector que no mencionemos esta última).

-Pensaba que tu amor sería estrictamente universal; amad las rocas, le dije, las montañas, los ríos, los mares, el ave que vuela y el pez que se desliza en las profundas aguas. -¿No es acaso el amor humano una chispa del Amor divino? Este tipo de respuesta a modo de pregunta pronunciada por aquel que en su pasada reencarnación se llamara Goethe, me dejó ciertamente anonadado, perplejo, asombrado. Indudablemente el insigne poeta me había dicho algo irrefutable, incontrovertible, exacto.» (Samael Aun Weor. Misterio del Áureo Florecer)

Anhelar tener un hogar, vivir con su pareja, es un derecho que tiene todo ser humano, si bien no se tiene la capacidad de la iniciación, por lo menos debe reunir lo necesario, merecerse ese amor, por lo que es indispensable no ser un adúltero, un ladrón, un asesino; se necesita por lo menos tener el nivel de ser un buen dueño de casa.

Papageno no pasa las pruebas más elementales de la iniciación, pero las leyes divinas no por ello, descuidan a esa esencia, es como una florecilla de invernadero que todavía no está madura espiritualmente, pero debe reunir lo elemental para encontrar a su pareja.

Lamentablemente esta sociedad caduca y degenerada, nos dicta normas absurdas, busca uno su pareja como quien busca un mueble para la casa, es muy triste ver cómo hoy en día se fija uno en cosas ilusorias, superficiales y vanas; aunque es triste reconocerlo ve uno en que tenga dinero, que sea la persona alta, baja, morena, rubia, que tenga estudios, etc., son cosas que verdaderamente no tienen que ver, para formar un hogar en donde lo que queremos es que reine la comprensión y la felicidad.

Con la intención de mostrar que el amor está más allá de lo aparente, de lo que dice la humanidad de esta época caduca que es el estándar de lo que debemos buscar, es que aparece Papagena disfrazada de anciana, fea y muy vieja, bailando y apoyada en un bastón, exactamente cuando Papageno solicita una mujer.

Nos habla Papagena al estar disfrazada, que es necesario ver más allá de lo que nos dicta la sociedad, que es necesario ver los valores del alma. Le sugiere la anciana a Papageno que se comprometa con ella y que le sea fiel por toda la eternidad y que, en cambio a ello, ella lo amará con un cariño sin límites.

Es absurdo, que el ser humano busque la felicidad en donde no es posible encontrarla, quiere el amor, pero no está uno dispuesto a dejar lo que está precisamente en contra del amor, como es el adulterio. Debemos ser fieles por toda la eternidad, ésa es la señal que buscamos. Lamentablemente el adulterio tiene muchas caras, muchas formas de manifestarse.

«El Ego es mixtificado, corrompido, viciado, falso, goza justificando el adulterio, sublimándolo, dándole tintes inefables, sutiles, se da el lujo de encubrirlo, ocultarlo de sí mismo y de los demás; decorarlo, adornarlo, con normas legítimas y cartas de divorcio; legalizarlo con nuevas ceremonias nupciales. Aquél que codicia la mujer ajena es de hecho adúltero aun cuando jamás copule con ella; en verdad os digo que el adulterio en los trasfondos subconscientes de las gentes más castas, suele tener múltiples facetas» (Samael Aun Weor. El Parsifal Develado)

Se le hace ver a Papageno que no debe titubear, que sea decidido, que se comprometa, pues de otra forma vivirá encarcelado en el dolor. Y en el momento en que Papageno se decide es que la anciana se transforma en una joven y hermosa muchacha, vestida igual que él, mostrándonos la ley de afinidad, en que el nivel de ser o moral, siempre atraerá al mismo nivel de ser.

Papagena. La Flauta Mágica de Mozart. Gnosis

Papageno intenta acercarse a Papagena, pero aparece un sacerdote, diciéndole a ella que se aleje, que todavía no es digno, que todavía no la merece. Intenta alcanzarla, pero se lo traga la tierra.

No es, hasta que se cumpla con los requisitos básicos, es decir que deje de tener tantas conductas equivocadas, como los yoes del adulterio en todas sus facetas, que un soltero encontrará a su pareja, y que un casado encuentre en su cónyuge el cariño y el amor.