LEYENDAS Y CUENTOS:

El buen Jardinero

(Schmid)

Árbol

Un viejo y honrado hortelano hacía todo el bien que podía a los pobres. En vez de procurarse comodidades con sus pequeños ahorros, los daba a los necesitados, añadiendo invariablemente esta frase extraña:

—Esta es una manzana más echada por las bardas de la huerta.

Tanto repetía la frase que alguien le preguntó, al fin, qué era lo que con ella quería significar, a lo que el hortelano contestó:

—Recuerdo simplemente una gran lección que cierta vez me dio, sin saberlo, un chicuelo. Héla aquí:

“Era un verano en que mis manzanos se venían debajo de fruta, por lo que permitía a todos los chicos del pueblo que entrasen en la huerta y comiesen cuantas manzanas pudieran, pero prohibiéndoles terminantemente que se llenasen también los bolsillos al salir. El más avispado entre ellos, luego que se hartó de fruta, fue arrojando más y más del otro lado de la tapia, para recogerla al salir. Viendo la picardía del chico, iba seriamente a reñirle, cuando me hube de decir a mí mismo:

¡Chico y todo, este rapaz me ha dado la mejor lección! El, mientras está en el huerto, tiene el cuidado de arrojar fuera una fruta que luego podrá recoger al salir. ¿Por qué no hacer yo lo mismo mientras viva en este mundo con mis buenas obras para luego, allende la tumba, poderlas encontrar todas juntas en la eternidad? La ley, en efecto, ha escrito:

¡Sólo aquello que siembre aquí abajo, es lo que, bueno o malo, habrás de recoger!”.

Roso de Luna, Mario, Por el reino encantado de maya, capítulo XLIII

Amigos míos, existe una Ley que se llama karma. Esta significa en sí misma, causa y efecto, acción y consecuencia. Vosotros debéis comprender lo que es la ley de la compensación: todo lo que se hace hay que pagarlo, pues no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa. Se nos ha dado la libertad, libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero es claro que tenemos que responder ante Dios por todos nuestros actos. No solamente se paga karma por el mal que se hace sino por el bien que se deja de hacer pudiéndose hacer.

Samael Aun Weor, Mirando al misterio, capítulo VI.

Enviado por Jesús Saavedra, Guadalajara, Jal. México

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