EDITORIAL:

El Cristo Cósmico.

CristoObviamente, todo el drama cósmico, tal como está escrito en los cuatro Evangelios, deberá ser vivido dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Eso no es algo meramente histórico, es algo para vivir ¡aquí y ahora!…

El Cristo, el espíritu del fuego, no es un personaje meramente histórico, es el Ejército de la palabra, es una fuerza que está más allá de la personalidad, del ego, y de la individualidad. 

Es una fuerza, como la electricidad, como el magnetismo, un poder, un gran agente cósmico y universal. Es la fuerza eléctrica que puede originar nuevas manifestaciones.

Ese fuego cósmico, entra en el hombre que está debidamente preparado; en el hombre que tenga la Torre ésa de Belem ardiendo.

Cuando el Cristo encarna en un hombre, éste, se transforma radicalmente. Es el niño Dios que debe nacer en cada criatura.

Así como él nació en el universo hace millones de años, para organizar totalmente este sistema solar, así también debe nacer en cada uno de nosotros.

Él nace en el establo de Belem, es decir: entre los animales del deseo, entre los agregados psicológicos que necesita quebrantar; porque sólo el fuego puede quebrantar tales agregados; así el fuego aparece donde están esos agregados para destruirlos, para volverlos polvareda cósmica, y liberar el alma, la esencia. ¿Cómo podrá Él libertar el alma, si no penetrara profundamente en el organismo humano?

En el Oriente, Cristo es Vishnú, y, repito, la raíz Vish, significa penetrar. El fuego, Cristo, el Logos, puede penetrar profundamente en el organismo humano para quemar las escorias que tenemos dentro; pero necesitamos amar al fuego, rendirle culto a la llama.

Ha llegado la hora de entender que sólo el Fohat puede transformarnos radicalmente.  Cristo dentro de nosotros opera quebrantando las raíces del mal.

Samael Aun Weor. Conf. El Cristo Cósmico y la Semana Santa

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