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El Sentido de Cooperación

El derecho de asilo. Francisco Javier Amérigo y Aparici. 1892.

El derecho de asilo. Francisco Javier Amérigo y Aparici. 1892.

El sentido de la nueva era es cooperación. Es absurdo aguardar que los gobiernos hagan todo.

Todas las agrupaciones religiosas, sociales, filosóficas, ocultistas, espiritualistas, etc., deben cooperar para el bien común.

Donde hay cooperación hay progreso inevitable, donde se excluye la cooperación el fracaso es inevitable. Las organizaciones que explotan al prójimo y no cooperan están condenadas a la catástrofe.

Los Trust y monopolios extranjeros son aborrecidos por las clases trabajadoras precisamente porque en vez de cooperar explotan. El fin de esas organizaciones es absolutamente seguro.

En mundo del comercio debe cambiarse el sistema de competencia por el de cooperación. La competencia es falta de inteligencia. La competencia origina conflictos innecesarios entre los comerciantes, esos conflictos no benefician a nadie y si perjudican a todos.

Es urgente cambiar el no inteligente sistema de competencia por el de cooperación inteligente. Así todos los comerciantes se benefician.

Las organizaciones avanzadas del pensamiento deben enseñar con su ejemplo cooperando.

Toda humana organización puede cooperar en una u otra forma por el bien común.

Nosotros somos una familia y no debemos atormentarnos la vida miserablemente porque eso es absurdo.

Que cooperen los comerciantes en vez de atormentarse con la competencia, que cooperen los hombres de ciencia, en vez de fabricar armas, que cooperen las religiones para enseñar caridad consciente en la práctica, que cooperen los médicos asociándose para servir mejor, etc., etc., etc.

La cooperación trae beneficio económico, la cooperación trae paz, pan y trabajo fecundo y creador.

El juramento de las Cortes de Cádiz. José Casado de Alisal. 1863.

El juramento de las Cortes de Cádiz. José Casado de Alisal. 1863.

Los sindicatos libres, aquellos que no se venden como prostitutas al mejor postor, pueden y deben cooperar.

Que abran los sindicatos comedores públicos, talleres, escuelas politécnicas, etc., donde los hijos de los trabajadores puedan aprender oficios para ganarse la vida.

Que la cuota de los sindicalizados sirva para preparar técnicamente a los hijos de los trabajadores. Que sirva la cuota para abrir comedores baratos, etc. Se hace urgente acabar con los líderes traidores, con aquellos que se venden a los amos del capital, con aquellos que traicionan a sus compañeros.

Los sindicatos deben depurarse para cooperar. Actualmente, en muchos países del mundo los sindicatos no pueden cooperar porque están controlados por los líderes de la traición.

Es absurdo pensar en civilización excluyendo la cooperación consciente.

La competencia no es civilización. La competencia es barbarie, donde reina la cooperación no se debe temer al aumento de la población, donde no hay cooperación el aumento de población convierte la vida en un infierno con todo el horror espantoso de la competencia inevitable en todo orden de cosas.

Algunas naciones se han preocupado por aumentar la población, pero no se han preocupado por organizar la vida social sobre la base inteligente de la cooperación.

El resultado de semejante forma de proceder se llama hambre, miseria, competencia en todo orden de cosas, conflictos sociales, huelgas, revoluciones de sangre y aguardiente, etc., etc., etc.

La inversión del yo y del otro es el fundamento de la cooperación humana.

La huelga. Robert Koehler. 1886.

La huelga. Robert Koehler. 1886.

Shantideva dijo: «El que quiere salvar rápidamente al otro y así mismo debe practicar el gran secreto: la inversión del Yo y del otro».

«El amor desmedido del Yo hace temer ante el menor peligro: ¿Quién no aborrecería a ese Yo tan inquietante como a un enemigo; a ese yo que deseando combatir la enfermedad, el hambre y la sed, extermina pájaros, peces, cuadrúpedos, y se erige en enemigo de todo cuanto vive; a ese Yo que por el amor al lucro o a los honores llegaría a matar Padre y Madre a robar el patrimonio de las tres yogas, con lo cual se convertiría en combustible de los fuegos del infierno?».

«Qué hombre sensato desearía conservar, querer y conservar su cuerpo convertirlo en un objeto de veneración, viendo en él a un enemigo».

«¿Si doy, que tendré para comer? Este egoísmo hará de ti un ogro. ¿Si como que tendré para dar? Esta generosidad hará de ti el rey de los Dioses».

«Cualquiera que haga padecer a otro por sí mismo arderá en los infiernos, cualquiera que padezca por otro tiene derecho a todas las felicidades».

«La misma ambición que acarrea suplicios en el otro mundo y la vergüenza y la estupidez en éste, si se transfiere a otro produce dicha celestial, gloria, inteligencia».

«Aquél que impone a otro la tarea de trabajar por él tendrá como retribución la esclavitud; aquél que se impone la tarea de trabajar por otro tendrá como recompensa el poder».

«Todos los que son desdichados, lo son por haber turbado su propia dicha; todos los que son felices lo son por haber buscado la dicha de otros».

¿Para qué tantas palabras? «Comparad solamente al tonto atado a su propio interés y al santo que obra por el interés del prójimo».

«Ciertamente, nadie podrá obtener la dignidad del Buda, ni siquiera la dicha en el mundo de la transmigración, si no es capaz de cambiar su bienestar por la pena del otro».

«Sin hablar del otro mundo, ¿acaso nuestro interés en éste no se halla comprometido cuando el servidor no realiza su tarea o cuando el amo no le paga su salario?

«Lejos de trabajar para el bienestar común, lo cual es el principio de la felicidad, tanto en este mundo como en el otro, los hombres no buscan más que perjudicarse mutuamente y expían este extravío con terribles padecimientos».

«Todas las catástrofes, todos los dolores, todos los peligros del mundo provienen del apego al yo: ¿Por qué conservárselo? «Quien no se despoja del yo no puede evitar el sufrimiento del mismo modo que quien no se aparta del fuego no puede evitar la quemadura».

«Así pues, para apaciguar mi dolor y el del otro, yo me entrego a los otros y adopto a los otros como yo». «Pertenezco a los otros, esta debe ser tu convicción. Oh corazón mío, el interés de todos los seres debe ser en adelante tu único pensamiento». «No está bien que estos ojos que son para los demás vean en favor mío; no está bien que estas manos que pertenecen a los demás obren en favor mío».

«Preocupado únicamente por el bien de las criaturas, todo cuanto consideres útil en tu cuerpo debes ponerlo al servicio de los otros».

Realmente el único yo que nosotros los Gnósticos debemos aceptar como nuestro es el yo del prójimo. Los sufrimientos del prójimo, el dolor ajeno.

Los leones de la ley, los Señores del Karma no tienen yo, pero consideran como yo a cada persona, a cada semejante, a cada criatura. Ellos siendo tan perfectos se han adaptado a sí mismos al yo ajeno de cada persona del mundo y llenos de dolor exclaman yo soy ladrón, yo soy fornicario, yo soy adúltero, yo debo mucho Karma.

Los grandes seres adoptan como yo al yo del prójimo.

Ningún maestro de la humanidad dice: yo soy perfecto, yo soy santo, yo soy poderoso, etc., los perfectos sólo dicen: «Cada uno de nosotros es un mal caracol entre el seno del padre».

La Paz de Amiens. Jules-Claude Zieger. 1853.

La Paz de Amiens. Jules-Claude Zieger. 1853.

Jesús el Cristo dijo: «No hagas a otros lo que no quisieras que te hagan a ti mismo».

Realmente uno se asombra ante los atormentadores, de ninguna manera ellos quisieran ser atormentados. ¿Qué pasa pues? ¿Por qué atormentan? Se necesita estar dormidos para atormentar al prójimo... ellos realmente están dormidos, tienen la Conciencia profundamente dormida, eso es todo.

La inversión del yo y del otro nos lleva hasta la cooperación consciente. Si no queremos que el comerciante vecino nos perjudique, no lo perjudiquemos, no hagamos a otro lo que no queremos que otro nos haga, aprender a cooperar es inteligencia. La inversión del yo y del otro nos hace comprender la necesidad de la cooperación consciente.

Habiendo unión y cooperación desaparece la competencia, cuando la competencia deje de existir, hay paz, abundancia y progreso total para unos y otros.

Bibliografía: El Cristo Social. Samael Aun Weor

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