Xaman Ek. Dios de la estrella polar
Dios de la estrella polar, era una deidad de paz y benevolencia, estaba asociado al dios de los comerciantes y mercaderes quienes le ofrendaban con sahumerios de copal en los altares a la orilla de los caminos. En sus viajes se guiaban por éste astro ya que es la única estrella fija que se ve en Yucatán. Cuidaba y ayudaba a los comerciantes y mensajeros en sus largos viajes hacia otros pueblos y acudían a ella si estaban perdidos en el camino.
Podemos pedir a este dios nos conduzca por la senda que nos lleva al auto-conocimiento y al perfeccionamiento espiritual.
También se le conocía como el dios de la lluvia, así como señor del invierno y de la noche.
En los códices se encuentra un dios que tiene la cabeza redondeada, similando al mono, con una banda con tramos de color negro y blanco, con nariz chata, el ojo es normal, en forma almendrada, su nombre significa “Estrella del Norte”.
Cada astro en el espacio infinito tiene su dirigente y es regida por una deidad que mantiene su órbita en curso, en orden, para que exista armonía y equilibrio en el cosmos, de hecho la palabra “cosmos” significa orden.
Desde el punto de vista esotérico, cada quien lleva en su interior a su Sol, dijo el poeta: “elevo mis ojos y contemplo las estrellas que hay en el firmamento, pero yo solo sigo a la estrella que guía mi interior”, es oportuno mencionar que debemos convertirnos en seguidores del Padre que esté en secreto, es un error identificarnos con falsos maestros o gurús, que fácilmente pueden desviarnos del camino, el mismo Maestro Samael dijo: “…no me sigan a mí, mi persona nada vale, sigan la enseñanza, yo no quiero seguidores”.
Es urgente el despertar de nuestra conciencia, saber en qué parte del Cosmos se encuentra nuestro Real Ser, saber cuál es nuestra estrella interior para ser guiados por ella, al igual que los reyes magos, guiados por una estrella para localizar el pesebre donde se encontraba el niño Cristo, el salvador del mundo. Los tres reyes magos en alquimia medieval, representan al fuego, la sal y el mercurio, materias primas para realizar la Gran Obra del Padre.