Kauil: Dios del fuego
KAUIL es una deidad de los linajes divinos. Cetros, bastones, barras bicéfalas, tocados y otros accesorios que eran utilizados por gobernantes del período clásico, muestran frecuentemente imágenes de este dios, el cual es una manifestación de Itzamná y de Chaac.
Kauil es sinónimo de poder la cual se relaciona con ABUNDANTE COSECHA, y nos da la idea de la semilla, la simiente humana.
En una de sus advocaciones es un dios viejo con arrugas en la boca y cabellos blancos cortos y esponjados, en este aspecto se relaciona con el dios Itzamná. Tiene el ojo de Gran Dios, con pupila a veces en vírgula o formando un arco (en esta forma se asocia al Dios Chac, como signo del elemento agua y el don de la clarividencia) y la frente como escudilla con un punto negro que semeja un espejo (el espejo de la alquimia y esotéricamente la práctica de la auto-observación psicológica). Kauil se distingue de estos dioses por una nariz larga y ramificada, con una larga trompa en forma de reptil y provisto de molares y un largo colmillo aludiendo al elemento tierra.
Los mayas, conocedores de la anatomía oculta del ser humano, asociaban el elemento fuego con varios aspectos, entre ellos lo relacionado con el fuego sagrado interno, la fuerza espiritual que debemos adquirir, como antítesis de la ira. Con el sentido de la auto-observación psicológica podemos lograr el conocimiento de sí mismo, descubrir nuestros errores y de esta manera comprenderlos y eliminarlos.
Los Dioses de los cuatro elementos son los encargados de aplicar las pruebas al discípulo durante el camino probatorio (antes de las iniciaciones) y así se prueba la serenidad y la paciencia, la castidad, la atención o el estado de alerta, la templanza ante situaciones difíciles y la manera de cómo obtenemos provecho de las situaciones adversas, así como la diligencia, la laboriosidad y la manera de adaptarnos a las diversas situaciones de la vida.
Los Dioses de los cuatro elementos también se encargan de dirigir a los elementales del fuego, del agua, del aire y de la tierra, cada uno en ellos en su papel de dirigir la naturaleza, así como la interior.
Virgilio Cuautle Roldán.