La Cuarta Dimensión

Caballo de la cuarta dimensión, Rene Magritte, 1920.

 Vivimos en un mundo formado por muchas dimensiones que se penetran y compenetran mutuamente sin confundirse.

Los mexicas o aztecas nos mencionan que hay 13 cielos y 9 infiernos, cosa que coincide increíblemente, no sólo con los mayas, sino con la cábala hebrea, ya que nos habla de 10 regiones dimensionales que forman el Árbol de la Vida y tres aspectos del Absoluto o la divinidad, dándonos esos 13 cielos mencionados.

Todas las culturas coinciden en que hay zonas supra dimensionales llamadas cielos, nirvana, etc. y zonas infra dimensionales denominadas infiernos.

Los seres humanos vivimos en una zona tridimensional (largo, ancho y profundidad) y arriba de esta zona está la Cuarta Dimensión, denominada por el sabio Einstein como el Hiperespacio o espacio superior.

La cuarta dimensión es una zona que en el pasado los seres humanos tenían un acercamiento más frecuente, como los guerreros águila y jaguar del México antiguo que solían meterse a voluntad, a este fenómeno se le llama dentro de la gnosis como: Jinas.

El Edén bíblico, es la misma Cuarta Dimensión, donde los ríos de agua pura manan leche y miel, es decir, donde la gente que vive en esa región no tiene ego, no comieron del fruto prohibido.

Son los mismos Campos Elíseos de la mitología, que podemos encontrarlos mencionados en la Novena Sinfonía de Beethoven, cuando dice: “Alegría hija del Elysium” (Campos Elíseos o cuarta dimensión).

De esta zona paradisiaca, nos hemos alejado por nuestro materialismo y escepticismo y el desarrollo de los miles de defectos psicológicos que hemos creado a lo largo de los siglos.

En la Cuarta Dimensión viven las criaturas elementales que a través del tiempo han sido llamados como duendes, hadas, gente musgosa, elfos, silfos, salamandras, nereidas y un sinfín de formas de alegorizar a estos elementales que viven en esta región.

Las desapariciones misteriosas, la lluvia de peces, la pérdida de aviones en el Triángulo de las Bermudas y muchos otros misterios, nos insinúan la idea de que este mundo tridimensional en ocasiones parece interactuar con una dimensión desconocida, siendo precisamente la Cuarta Dimensión.

Las levitaciones de un San Francisco de Asís, los milagros del gran maestro Jesús, nos indican que estos maestros lograron desarrollan una mística trascendental, eliminar sus defectos psicológicos y así lograron a voluntad penetrar en esta región paradisiaca.

También existe una cuarta dimensión inferior, donde personas que, no habiendo eliminado el ego, sino con procedimientos no muy virtuosos que digamos, pueden meterse a esta dimensión de tipo inferior, en el folklor popular de muchos lugares de la tierra se le ha llamado nahualismo negro.

La ciencia moderna ha dado sus primeros pasos para penetrar en el conocimiento del hiperespacio. Es la óptica, la física cuántica, la electrónica, todo esto en conjunto que empieza a vislumbrar un mundo paralelo al nuestro. Por supuesto que nos falta mucho, ya que, sin los méritos del corazón y el desarrollo de una gran fe, será siempre un verdadero desafío llegar a estos lugares.

Representaciones de la cuarta dimensión son: la lejana Tule de nuestro señor Quetzalcóatl; el Aztlán (tierra de garzas o pureza) de los aztecas de salimos todos; el Asgard o tierra de los Ases o dioses, de la cultura nórdica; el Edén bíblico, donde se vivía en plenitud.

Para comprobar esta realidad tan descrita por nuestros antepasados, en realidad lo que necesitamos, no es una ciencia muy adelantada, ni ritos mágicos, mucho menos plantas psicotrópicas; lo que requerimos es la fe de San Francisco de Asís, la mística del Maestro Jesús y la voluntad de los guerreros jaguar.

Aztlán tomada de imágenes gratuitas de dominio público.

«Aztlán, Avallon, monte magnético misterioso, insólita Morada de los Hijos del Crepúsculo (Budhas de Compasión, Dhyan-Choans, Serpientes de la Sabiduría, Pitris o Padres Preceptores de la humanidad, Ángeles de las estrellas, Constructores, Vigilantes, Estrellas-Yazathas de los zoroastrianos, etc.)». «Tierra del Amanecer, Mansión imperecedera, celeste Paraíso allende los mares ignotos del Polo Norte». «Inefable Ciudadela del Sol envuelta en múltiples esplendores, Isla Blanca, Rincón del Amor, Tierra de Apolo...»

 «Magnífico luce en el Septentrión aquel Edén de la cuarta coordenada, continente firme en medio del gran océano». «Ni por tierra, ni por mar, se logra llegar a la Tierra Sagrada, se repite vehementemente en la tradición helénica». «Sólo el vuelo del Espíritu puede conducir a ella" dicen con gran solemnidad los viejos sabios del mundo oriental». (Samael Aun Weor)

Enviada por: Jenaro Ismael Reyes Tovar y María Guadalupe Rodríguez Licea

Imagen: Caballo de la cuarta dimensión, Rene Magritte, 1920.

Imagen Aztlán tomada de imágenes gratuitas de dominio público.

Descargar en: Word | Word Comprimido | Pdf | Solo Texto | Índice | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 | 11 | 12 |
Suscribirme