Editorial:
Obviamente, Quetzalcoatl resplandece en el Cosmos inefable, es el Logos, Unidad múltiple perfecta. Quetzalcoatl es también Mitra, es Hermes Trismegisto el tres veces grande Dios Ibis de Thot; es, en realidad de verdad, el sol espiritual.
Quetzalcoatl es la serpiente emplumada, la serpiente mística de los misterios Orficos, de los misterios de Egipto, de los misterios de los cambires y de los misterios del glorioso México antiguo y arcaico.
No es Quetzalcoatl un personaje meramente mitológico, como suponen los ignorantes ilustrados, no, Quetzalcoatl es el mismo principio cósmico que puso en existencia el Universo; es la palabra, es el Verbo de Juan.
Con justa razón dijo Juan: “Y en el principio era el verbo y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios; por él todas las cosas fueron hechas y sin El nada de lo que es hecho hubiera sido hecho”. Quetzalcoatl es el verbo mismo, la palabra encarnada. Antes de que el Universo existiera Quetzalcoatl existía.