Llave 08

Llave no. 8 de Basilio Valentín.

Estimados lectores de nuestra revista, estudiemos ahora la octava llave de Basilio Valentín, conocida también como la octava clave; la cual afirma: “Para pudrirse las semillas a la tierra se confían. Nuestros cuerpos son puestos en la tumba, más para volver a salir. Así, todos los elementos se encuentran en cada uno, si puedes, como conviene, de uno extraer los otros”

Esta frase se relaciona con el arcano 8 del tarot, que se refiere a los procesos de la vida y de la muerte en la piedra filosofal, siendo ésta, el cristo íntimo revestido con sus cuerpos mercuriales o solares; formados con la transmutación de la energía creadora.

La piedra de la filosofía oculta, en un principio tiene forma bruta; para darle forma cúbica perfecta, debe ser cincelada con el martillo de la inteligencia y el cincel de la voluntad.

Esto implica que debemos convertirnos en verdaderos artistas de la gran obra de nuestro padre que está en secreto, para esto, es necesario saber trabajar con el fuego filosofal de la gran obra. Es indispensable que el fuego que arde durante la unión sexual con la pareja, “en unión conyugal legítima”; no esté demasiado encendido, que no se pueda controlar; ni demasiado débil que se llegue a apagar. De esta manera; manteniendo el fuego a cierta temperatura estable en cada trabajo alquímico, que debe ser realizado de noche; los padres internos de los trabajadores de la gran obra, que son los auténticos alquimistas; pueden hacer extraordinarias creaciones en nuestros mundos internos.

Pero cualquier nueva creación en nuestro mundo interior realizada por nuestros padres internos, implica un terrible sacrificio, todo nacimiento implica la muerte de algo. Si la semilla no muere, el fruto no nace. Vida y muerte son dos aspectos que se relacionan profundamente entre sí. Por medio del trabajo sexual en pareja, es posible la creación de nuevos valores dentro de nuestra psiquis, pero ello implica la destrucción de los defectos psicológicos que interiormente cargamos a través del sacrificio de estos. Solo con la muerte de nuestros agregados psicológicos pueden nacer las virtudes de nuestra alma. Solo con la muerte de los yoes infernales que llevamos dentro, adviene lo nuevo. Para que nuestras debilidades mueran debemos estar dispuestos a sacrificar nuestros dolores, nuestros sufrimientos, pero ojo, no cualquiera está dispuesto a renunciar a estos.

El trabajo con la octava llave de Basilio Valentín; implica el estar dispuestos a pasar por todo tipo de pruebas tanto internas como externas, tal como nos lo indica también el arcano ocho del tarot egipcio, en cuya lámina podemos observar una iniciada con los ojos vendados sosteniendo con una mano una balanza, símbolo de la misericordia y con la otra una espada. Símbolo de la justicia divina.

La dama; en sí misma, representa a la ley del karma que se aplica a todos sin distinción. No es como la justicia terrenal a la cual se le puede sobornar para que no se aplique la ley al culpable.

¿Queremos negociar nuestro karma? Es necesario pactar con la justicia divina asociada al arcano ocho del tarot egipcio. ¿De qué manera? Debemos estar dispuestos a trabajar en los tres factores de la revolución de la conciencia develados por el maestro Samael. Sólo así podremos lograr la creación de la piedra filosofal en nosotros, junto con la desintegración de nuestros defectos psicológicos.

Con el factor alquímico del nacer, trabajo con el fuego sexual dentro del matrimonio, nuestra madre divina se puede dignar a desintegrarnos diversos defectos inhumanos, el factor morir implica la práctica de la meditación diaria para comprender el yo, el ego. Es indispensable sentarnos a reflexionar en nuestro mundo interior para descubrir y comprender nuestras tinieblas internas, solo así nuestra madre divina podría a desintegrarnos algún yo de nuestra psiquis.

El trabajo con el tercer factor, el sacrificio por la humanidad, renunciando a nuestras comodidades por dar el conocimiento a nuestros semejantes sin esperar ninguna recompensa, podría dignar a nuestra madre divina para que nos elimine diversos tipos de traumas psicológicos que interiormente llevamos.

¡Amigos!, el trabajo en la gnosis, en los tres factores de la revolución de la conciencia, ¡es el camino de la muerte! Es la renunciación a las cosas de este mundo, todo lo de este reino es una auténtica mentira, es maya, es ilusión. Solo muriendo psicológicamente en lo terrenal, podríamos nacer en las dimensiones superiores de la naturaleza. Todo lo que se manifiesta en la región espiritual son verdades auténticas y perennes.

Incuestionablemente, el trabajo en el tercer factor, siendo este el sacrificio por la humanidad nos ayuda a obtener el capital cósmico necesario para tener auxilio en el trabajo con la octava clave de Basilio Valentín.

La octava llave es una alegoría alquímica, clara y perfecta de los procesos de la muerte y resurrección que se suceden inevitablemente en la preparación esotérica de la piedra filosofal que está entre las columnas Jachin “el hombre” y Boaz, “la mujer”. Alegóricamente se dice que ambas columnas del templo no deben estar demasiado lejos ni demasiado cerca entre sí, para que la luz pase entre ellas. Esta frase nos indica el equilibrio que debe haber en la pareja para el trabajo sexual y así lograr que la sabiduría del Ser se manifieste.

Además, la octava clave de Basilio Valentín dice lo siguiente:

“Para elaborar el Elixir Rojo y el Elixir Blanco, (la energía sexual transmutada del hombre y de la mujer), necesitamos inevitablemente de una sustancia donde la Sal (el amor), el Azufre (el fuego masculino) y el Mercurio, (el agua femenina) se hallen totalmente puros y perfectos, porque la impureza y la imperfección de los compuestos se vuelve a encontrar en el compuesto, por eso es necesaria la putrefacción, la muerte de los elementos indeseables de nuestra psiquis”.

Esto significa que la práctica de la magia amorosa ente la pareja, (hombre y mujer) debe refinarse, sublimarse hasta tal punto que no haya bajas pasiones animales y bestiales que manchen el trabajo alquímico. De lo contrario, la pareja estaría trabajando con el humo de la pasión y no con el fuego amoroso del espíritu santo.  

Y continúa diciendo la octava clave de Basilio Valentín:

“Empero, como a los metales no se les puede agregar sino substancias extraídas de ellos mismos, es lógico que ninguna sustancia extraña pueda servirnos, por lo tanto, dentro de nosotros mismos tiene que encontrarse la materia prima de la Gran Obra. Nosotros perfeccionamos esa sustancia según el arte y es el Fuego Sagrado de nuestro laboratorio orgánico”.

Está claro que nuestra energía sexual está formada por metales, ultima síntesis de todo lo que comemos y bebemos. Es elaborada por nuestro propio organismo, está dentro de nosotros mismos y es la materia prima de la gran obra de nuestro padre que está en secreto, es el fuego de nuestro laboratorio orgánico, no admite adulteraciones, es decir; alteraciones genéticas provocadas por sustancias externas. Una persona que ha sido alterada genéticamente, también se le altera su ens-seminis, por lo tanto, la Madre Divina ya no podría crear los cuerpos solares con esa materia prima adulterada, por más prácticas alquímicas que se hagan. Es duro hacer esta afirmación, sin embargo, el maestro Samael dijo, “Hay que decir la verdad, cueste lo que cueste”

Hasta aquí mis palabras, estimados lectores de nuestra revista, esperando que la fuerza del Cristo los acompañe siempre. Fraternalmente:

Virgilio Cuautle Roldán Nochistlán, Zac., México.

Llave no. 8 de Basilio Valentín.

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