Los Cuatro Círculos

Imagen: L’Idéal. Louis Janmot (1814-1892)

En tiempos remotos, la mayoría de las personas creía en una forma de supervivencia después de la muerte, sin embargo en la actualidad existen muy pocas inquietudes sobre conocer lo que el destino nos depara después de morir, preferimos pensar que encontraremos la ansiada paz, la serenidad, que viviremos en el cielo disfrutando de dicha y felicidad, sin embargo, la cruda realidad es otra.

Existen testimonios de personas que en momentos de inminente peligro, o a punto de morir, se han visto en un estado de lasitud, de desprendimiento, tienen visiones de luz, se encuentran con seres radiantes, etc., sin embargo éste es el momento especial de la fase de transición entre la vida y la muerte, es el instante de la liberación intermedia, un suceso extraordinario.

No obstante, si el difunto, en vida no se ha preocupado por liberarse de rencores, odios, resentimientos, miedos, apegos, si deja de lado ser caritativo, amable, comprensivo con los que le rodean y con la misma comunidad o se relega de realizar buenas obras, esta luz intensa y radiante le parecerá aterradora y huirá de ella, se dejará llevar por la luz oscurecida de las pasiones, los deseos y del ego.

La luz brillante, resplandeciente, es la luz de la consciencia; según el budismo tibetano todos los seres vivos, incluidos los animales, experimentamos esa luz radiante justo en el momento de la muerte, independientemente de la religión a la que haya pertenecido o de las creencias que haya asumido en vida.

Todos los seres humanos, sin distinción alguna, experimentamos durante el sueño estas luces; para vivenciar este fenómeno, se recomienda comenzar con la práctica llamada “Disciplina de la Yoga del Sueño”, que es de origen budista tibetano y la cual explicamos en estos estudios de Gnosis, (véase revista No. 31).

La finalidad que persigue esta disciplina del sueño es preparar al discípulo a reconocer claramente las llamadas “Cuatro Bienaventuranzas”; todo desencarnado debe esforzarse por alcanzar la “liberación Intermedia” (la felicidad sin límites entre la muerte y el nuevo nacimiento) y gozar de unas vacaciones en los reinos superiores, llamados reinos moleculares y electrónicos. Menciona el Bardo Todhol: “Dichoso tú si logras fundirte en el halo del Arco Iris luminoso del Buda Bhagaban Vairochana. Así tendrás felicidad en el Reino de la Densa Concentración”. Otros reinos moleculares son el de los Cabellos Largos, Vihara (Monasterio) ilimitado de la Radiación de Loto, el Reino Dichoso del Oeste, gobernado por Budha Amitaba, etc.

Existen cuatro círculos, cuatro regiones, dentro de las cuales están representados todos los mundos y los tiempos de la materia en estado mineral, materia en estado celular, materia en estado molecular, materia en estado electrónico. Estos son los cuatro viejos mundos: el infierno, tierra, paraíso y cielo.

AVITCHI

En Sánscrito, Avitchi es la región infernal, aquellos que por falta de capacidad o de consagración no eliminamos el ego sobre la faz de la tierra, la naturaleza se encarga de desintegrar los defectos en los mundos infiernos, para eso son estas regiones infra-dimensionales.

Para los Sufís el infierno no es un lugar de castigo, sino de purificación y de instrucción para la consciencia, mientras que para nuestros antepasados aztecas, el Mictlán (lugar de muertos) tampoco es un lugar de castigo sino de pruebas, en donde si el alma sale victoriosa, entra al paraíso.

Consideremos a estas regiones abismales no solamente como un lugar de castigo, sino de instrucción para la consciencia y depuración. Esto significa que en los nueve círculos dantescos del infierno, el ego se va desintegrando, se va volviendo polvo, terminado este proceso, lo más puro que tenemos, la Esencia, sale libre a la luz del Sol, para reiniciar una nueva marcha.

El libro tibetano de los muertos dice: «Al caer ahí, tendrás que sufrir padecimientos insoportables y donde no hay tiempo cierto de escapar». Aquellos que en cada reencarnación se volvieron más y más densos y malvados, terminan por entrar en el reino que les es afín. Este es el reino de las rocas, donde viven los restos fósiles petrificados de los que fueron criaturas vivas.

Estas son las gentes de corazón de piedra, corazón de pedernal, etc. Estas gentes ya no responden a ningún tipo de castigo y cada vez que se reencarnan lo único que hacen es trabajar en el mal y para el mal. Aman el mal por AMOR al mismo mal. Por la persistencia en el crimen, por su exagerado materialismo se han hecho en alguna forma minerales, han entrado en el reino mineral dispuestos a correr la misma suerte del mineral.

LA REGIÓN CELULAR.

Es asombroso saber que iniciamos nuestra vida como una célula que se reproduce al veloz tiempo de las células, los procesos que inician con la concepción son tremendamente veloces, pero conforme transcurre el tiempo, éste se va volviendo cada vez más lento, los sucesos orgánicos se hacen más pausados, por ejemplo la gestación dura diez meses lunares, la infancia 100 meses lunares, La vida poco más o menos 1.000 meses lunares. La huella electromagnética que deja la vida de un hombre en el instante de la muerte, se imprime tremendamente en la concepción del feto.

El sendero de la vida está formado con las huellas de los cascos del caballo de la muerte. Muerte, juicio y concepción, constituyen un trío perfecto. Esto significa que de todo lo que hacemos en nuestra vida dejamos una huella indeleble, que repetiremos en un futuro cuerpo físico, después de la muerte habrá un juicio y un veredicto, de acuerdo a nuestras acciones.

En esta región celular ocurre el maravilloso proceso de un nuevo cuerpo físico que consiste en: concepción, gestación, nacimiento, crecimiento y muerte, sin embargo también existe la oportunidad de lograr una revolución interior que nos eleve a estados superiores de consciencia.

 La célula con la cual comienza la vida humana contiene 48 cromosomas, a su vez los cromosomas se dividen en Genes. Vibran rápidamente y vienen a constituir una zona intermedia entre el mundo molecular y el mundo celular. Estos genes se mueven y combinan bajo las ondas radioactivas que emite el moribundo en sus últimos instantes. Así el nuevo cuerpo físico es el resultado exacto de nuestra pasada existencia.

En los genes está la herencia de nuestros antepasados.

Para cambiar las circunstancias externas tenemos nosotros que cambiar primero internamente. Solo podemos cambiar internamente fabricando Alma y Espíritu, es decir, poseyendo el SER. Solo el SER puede hacer. Solo el SER puede cambiar todas las cosas. Quien quiera poseer SER tiene que transmutar sus energías sexuales, volitivas, emocionales, mentales, pasionales, motrices, sentimentales, etc.

LA REGIÓN MOLECULAR

La leyenda de Zoroastro dice: «todo aquel cuyas buenas obras excedan en tres gramos a su pecado, van al cielo; todo aquel cuyo pecado es mayor, al infierno, en tanto que aquel en el que ambos sean iguales, permanece en el HAMISTIKAN (región de los muertos) hasta el cuerpo futuro o resurrección”. La región molecular es la región del Paraíso.

Aquellos seres que sufrieron mucho en la vida y que fueron relativamente muy buenos mientras tuvieron vida, se sumergen en la felicidad del mundo molecular, antes de volver a tomar un nuevo cuerpo físico. Las regiones moleculares están saturadas de felicidad. Las esencias humanas en ausencia del YO PLURALIZADO gozan en esas regiones inefables. Los EGOS de esas ESENCIAS, es decir, los YOES permanecen entretanto en el umbral del misterio aguardando el nuevo retorno.

En ausencia del YO, las esencias se desenvuelven felices en el paraíso. Esos seres usan cuerpo molecular (cuerpo astral). El Paraíso, por ser molecular penetra y compenetra toda la atmósfera terrestre estando relacionado muy especialmente con la IONOSFERA que se encuentra a sesenta millas por encima de la superficie terrestre. Esa región es especialmente pura. Solo con el sentido espacial podemos ver el Paraíso. El Movimiento Gnóstico enseña diversas técnicas científicas para abrir el sentido espacial. En la región molecular existen muchos paraísos y reinos donde las Esencias gozan de estados indescriptibles de felicidad.

EL MUNDO ELECTRÓNICO.

El Mundo Electrónico es el mundo Solar de la Luz, el mundo del espíritu. Quienes tienen espíritu, quienes poseen un cuerpo electrónico, ejercen poder sobre los mundos molecular, celular y mineral. Quienes poseen cuerpo electrónico están en condiciones de ayudar a sus discípulos a crear sus propias almas.

La dicha de la esencia humana en el Mundo Electrónico, después de la muerte, es muy pasajera porque el ser humano no está todavía preparado para vivir continuamente en esa región solar

En el mundo electrónico somos Luz y vivimos en todas las cosas. Allí vivenciamos tremendamente la Realidad de la UNIDAD de la vida. Los cuerpos electrónicos se mueven libremente con la Gran Luz en el Espacio Divinal. La conciencia humana, vestida con un cuerpo electrónico, incluye dentro de sí misma, la vida y la conciencia de todos los seres del Universo. Esto es el YOGA, la Unión con Dios.

En este mundo electrónico encontramos el Reino de Maitreya, los cielos de Tushita, etc., solamente las almas más puras podrán entrar en estos reinos de infinita paz, felicidad, armonía, etc.

Imagen: L’Idéal. Louis Janmot (1814-1892)

Nota: Según la ciencia el ser humano solo tiene 46 cromosomas.

Instructora: María Guadalupe Licea Rivera; San Luis Potosí, S.L.P.

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