Enaltecimiento Gnóstico de la Mujer

Mujer con bebé

Ciertamente, en esta Era del Aguador, la mujer tiene una misión específica, definida, que cumplir: En nombre de la verdad diremos que ellas, las de la Santa Predestinación, pueden LEVANTAR A LOS VARONES HACIA LAS REGIONES DE LA LUZ.

Es POR MEDIO DE LA SUBSTANCIA DEL AMOR, como la mujer redime al varón, como le ilumina y le lleva a la transformación integral.

La mujer, el Eterno Femenino, envuelve con sus miradas de luz al planeta entero. Ella, la inefable, ella, representando siempre el Principio Maternal, ayuda al varón y le conduce sabiamente hasta su propia Autorrealización.

La mujer, como madre, levanta a sus hijos; ella les da el alimento, ella les viste, ella les nutre con sus sabios consejos; ella, como Principio Maternal, representando al Eterno Femenino, les conduce hasta la mayoría de la edad.

Mucho más tarde en el tiempo, cuando recordamos a la eterna madrecita, al Eterno Femenino que tanto nos ayudó, no podemos más, que prosternarnos en tierra y adorar a Dios-Madre.

Si ella tiene poder para formar al varón entre sus entrañas; si ella tiene poder para traerlo a la existencia y criarlo, y levantarlo; si ella tiene poder para transformarlo espiritualmente mediante la regeneración sexual, también tiene poder para cooperar en la Gran Causa: para ayudar en forma amorosa, al Movimiento Gnóstico en general.

Uno se llena de alegría, al contemplar a esas hermosas damas trabajando febrilmente, para ayudar a la humanidad, uno se llena de alegría cuando las ve haciendo sus pastelitos o vendiendo sus cafés, con el único ánimo de ayudar al Logos Solar, en este trabajo febril de la Naturaleza.

AMOR ES LO FUNDAMENTAL, Y LA MUJER ES AMOR. Amor es SABIDURÍA, y en la mujer resplandece el brillo del Amor y el fuego sagrado de la Sapiencia.

La mujer, ya sea que la simbolicemos con la casta Diana, o que la representemos con la Bella Helena, o con la Gioconda de Leonardo Da Vinci, es la causa fundamental de todos nuestros anhelos.

En ella está el impulso básico que nos puede llevar a la regeneración, y en ella está la fuerza maravillosa que puede transformarnos y hacer de nosotros, verdaderos Dioses en el sentido más trascendental de la palabra. Ella, ya la llamemos Minerva como Sabiduría, o Isis como Amor, y encierra en sí misma el Maná del desierto con el cual se alimentan los Dioses Santos.

¡Bendita mujer, desde la Serpiente Sagrada y entre la flama del desierto, te invocamos! ¡Bendita mujer, sin tí, nosotros los varones, no valemos nada! ¡Que la paz sea con vosotras, mujeres inefables! ¡Ha hablado para vosotras, Samael Aun Weor!

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