Libro: Enseñanzas Secretas del Popol Vuh

CAPÍTULO 14.

LA ASCENSIÓN DE LOS GEMELOS

La Ascensión de los Gemelos Hunahpu e Ixbalanqué. Enseñanzas Secretas del Popol Vuh. Gnosis

Así como el maestro Jesús murió, resucitó y ascendió a los cielos, aquí en el Popol Vuh, vemos el mismo drama, pues éste, es de tipo cósmico. Esto nos demuestra que la sabiduría maya, lo mismo que la dejada por el maestro de maestros, no es algo histórico, más bien, es la guía de lo que habrá de realizarse en nuestro interior aquí y ahora.

Fin del imperio de Xibalbá

«Entonces Maestro-Mago (Hunahpú) y Pequeño-Sacerdote-Solar (Ixbalanqué) se dieron a conocer tal y como eran, mencionando quiénes eran sus padres, a quienes habían matado en el juego de pelota. “Somos los vengadores de los dolores y sufrimientos de nuestros padres, en consecuencia los acabaremos a todos, os daremos muerte y ninguno escapara”, así dijeron a los de Xibalbá»

Debemos ser los vengadores de los dolores y sufrimientos de nuestros padres internos, debemos levantarnos en armas contra sí mismos, luchar contra cada pasión, cada defecto psicológico y no permitir que ninguno de los señores de Xibalbá, se escape. Este es el momento de lanzarnos a la guerra contra sí mismos.

«Todos los de Xibalbá se arrodillaron y pidieron perdón por el daño que habían hecho a sus padres y el sufrimiento que habían causado. Fueron sentenciados, se les rebajó la condición de su sangre, se les prohibió el juego de pelota, se les impuso trabajos humildes. Sólo se les permitió que hablasen con los hijos de las malezas y el desierto. Se les ordenó que se alejaren de los hijos esclarecidos y vasallos civilizados, y que no hablaran con ellos. Solamente los pecadores, los malos, los desventurados, los tristes, los que se entregan al vicio los acogerían»

Esta es la Doctrina de los Muchos que fuera estudiada entre los tibetanos y egipcios, el darse cuenta que no somos uno, sino que en nuestro interior habitan muchos. Pero los hijos esclarecidos y los vasallos civilizados, los que realmente buscan en su interior la sabiduría, los que no justifican sus errores, los que tratan de enmendarse y tienen su voluntad dirigida a perfeccionarse, es indudable que no serán víctimas de ellos.

«Así comenzó su destrucción y sus lamentos. Antiguamente no tenían poder, no eran dioses. Se ocupaban de dañar a los hombres. Sus rostros eran feos, eran los enemigos, incitaban al mal, al pecado y la discordia, eran falsos de corazón, blancos y negros a la vez, envidiosos y tiranos. Se pintaban y untaban la cara. Así fue la decadencia y el fin de ese imperio»

Estamos en tiempos en que los miles de Yoes-defectos ha tomado mucha fuerza, se les rinde muchos honores, hemos levantado una falsa “civilización”, fundamentada en lo ilusorio y temporal, pero en realidad no son la sabiduría, ni el alma, son entidades demoniacas y perversas creadas por nosotros y que nos hacen ser falsos, envidiosos y tiranos. La lujuria, la codicia, la ira tal y como dice la sabiduría del oriente son las puertas al Avitchi (infierno). En nosotros se encuentran el orgullo, la vanidad, la soberbia que nos incitan a la discordia. Estos miles de defectos son la causa de la enfermedad, del dolor, de la vejez y la muerte.

La Abuela y la Caña Viva

«Mientras todo esto sucedía, la abuela lloraba y se lamentaba frente a la cañas que ellos habían dejado sembradas en el centro de la casa, pues se secaron cuando fueron quemados en la hoguera. Pero cuando retoñaron por segunda vez, su corazón se alegró y encendió el fuego y quemó copal en su memoria y fueron adoradas por la abuela y las llamó el “centro de la casa” y “cañas vivas en la tierra llana”»

El eterno principio femenino divinal siempre está al pendiente de nosotros, en cada momento, en cada instante de nuestra vida. Sabe de cada pensamiento, sentimiento y acción de nosotros. Nos alejamos de ella cuando nos dejamos llevar por nuestros errores. Nos acercamos a ella cuando tenemos un recto obrar, un recto sentir y un recto pensar.

Un aspecto de la Madre Divina es un fuego especial que se encuentra adormecido en el centro magnético (chakra) del cóccix, llamado en la India como Kundalini. El despertar de este fuego sagrado es indispensable, y debe ascender victoriosamente por la columna espinal (la caña), convirtiéndola en una Caña Viva. Jamás podría despertar el fuego sagrado sin la magia del amor y los méritos del corazón que obtuvieron los muchachos a través del triunfo de todas las pruebas impuestas por los señores de Xibalbá.

Los gemelos convertidos en el Sol y la Luna

«Entonces los gemelos se dirigieron al juego de pelota donde habían sido sacrificados sus padres, se alegraron enormemente sus corazones cuando al fin hablaron con ellos, y les dijeron: “Seréis invocados por los hijos esclarecidos y vasallos civilizados, sus nombres no se perderán”»

Indudablemente, los padres de los gemelos: Supremo-Maestro-Mago (Hun-Hunahpú) y Principal-Maestro-Mago (Vucub-Hunahpú), al reunirse con sus hijos, nos hablan de la integración de las distintas partes del Ser ya autoconscientes y perfectas.

Nos hemos desdoblado de aquello que no tiene nombre, ni orillas jamás y nuestro deber es irnos integrando con las partes más elevadas de nuestro Ser.

«Los gemelos se elevaron al cielo en medio de la luz, uno se convirtió en el Sol y el otro en la Luna y alumbraron el firmamento. Los 400 muchachos que mató Sabio-Pez-Tierra (Zipacná) los acompañaron y ellos se convirtieron en las estrellas»

Los cuatrocientos muchachos que mató Sabio-Pez-Tierra (Zipacná), (esto sucede en la primera parte del Popol Vuh), son las innumerables facultades, virtudes, dones y leyes que se van obteniendo al ir desintegrando los Yoes-defectos, indicando el completo desarrollo armonioso de todas sus facultades internas. El número cuatrocientos es sinónimo de innumerables, entre los aztecas y mayas.

Convertirse en el Sol y la Luna es la misión que tenemos todos en la vida, regresar al origen, a la divinidad de donde hemos salido. El Sol es el eterno principio masculino divinal (el Padre que está en secreto) y la Luna el eterno principio femenino divinal (nuestra Madre Divina), debemos integrarnos con ellos, ser uno solo con ellos. Así adviene la iluminación total que tanto buscaron los budistas.

Mas, no basta tener buenas intenciones, convertirse en los gemelos divinos es nuestra tarea, es decir despertar nuestra conciencia. Si andamos en la búsqueda de una guía para lograrlo, ya nos la han dejado los maestros mayas que escribieron el Popol Vuh.

“Cualquier intento de liberación por grandioso que éste sea, si no tiene en cuenta la necesidad de disolver el Ego, está condenado al fracaso” (Samael Aun Weor)

El trabajo es para titanes, para guerreros que estén dispuestos a darlo todo para ganarlo todo, que estén dispuestos a luchar contra el mundo de las falsas creencias y hábitos caducos de esta sociedad, el demonio de nuestros defectos y la carne de la pasión bestial.

Emprende la búsqueda de los gemelos divinos en tu propio corazón, para que se manifiesten en tu vida diaria a través de la magia del auto conocimiento y así puedas  encarnar en ti mismo las enseñanzas secretas del Popol Vuh.