Hermes

Hermes

Hermes Trismegisto es el Tres Veces Nacido Gran Dios Ibis de Toth.  Su Padre es Zeus. Zeus es Deus, Dios, Deva o “aquello que resplandece”. Su Madre es Maia. Maia es May-a, María. Marah. Los antiguos le atribuyen el darle a la humanidad los conocimientos de agricultura, lengua, letras, astronomía, astrología, mercados, viajes, diplomacia, y atletismo.

Los egipcios lo llaman Toth y lo representan como un hombre vestido con cabeza de pájaro llevando la cruz Ank y el báculo de poder, para los romanos es Mercurio y lo representan con alas en sus pies, en ocasiones con un casco alado y llevando un caduceo.

En el ocultismo Mercurio es uno de los siete planetas de la Alquimia cuyo regente es el Arcángel RAPHAEL. RAPHAEL es “La Sabiduría de Dios”. En la ciencia esotérica el Mercurio es una substancia alquímica cuya transformación tiene el poder de convertir los hombres en dioses. Esta substancia está íntimamente relacionada con el caduceo de Hermes y con la cruz de Toth. Hermes es el enlace entre la Trinidad superior y la trinidad inferior. Hermes le entrega la trinidad de cuerpo-alma-espíritu, que somos nosotros, la sabiduría de la Divina Tríada Padre-Hijo-Espíritu Santo.

Su enseñanza ha sido simplificada en Siete Principios de Manifestación que explican el orden de los mundos. Estos principios contienen en forma oculta el camino iniciático y le dan al hombre intelectual la oportunidad de comprender aquello que existe y se manifiesta más allá de la mente y los sentidos.

Cuentan los misterios que Hermes comenzó su última encarnación en la isla de Undal en los tiempos de la Atlántida. En ese tiempo su alma humana (Boddhisattva), respondiendo al llamado de su Real Ser, trabajó intensamente en la Gran Obra y educado por su Maestro Interno trabajó hasta acercarse a la “Luz que emana del Gran Fuego”, recibiendo el Elixir de la Larga Vida y rompiendo su vínculo con el ciclo de retornos y recurrencias que los indostanes  llaman la Rueda del Samsara.

Como Iniciado presenció la degeneración y la caída de la Atlántida y respondiendo al llamado de la Gran Ley junto al Manú Vaisvasvata – el Noé bíblico – trabajó por el desarrollo de la semilla de la quinta raza raíz que es la gran Raza Aria.

Narran las Tablas de  Esmeralda que para los últimos días de la Atlántida, su Maestro Interno le ordenó: Ve y busca a mis gentes, Tómales por las artes que has aprendido, lejos a través de las aguas, Hasta que encuentres la tierra de los peludos, Bárbaros que viven en cuevas en el desierto. Sigue allá el plan que ya conoces. …y Hermes tomó sus gentes y se adentró en la gran barcaza del Maestro. “Mis gentes”, “sus gentes” es referencia a un grupo selecto de devotos del camino de la revolución de la consciencia. Esos son todos los que labraban la piedra filosofal; aquellos que trabajaban arduamente por la eliminación de sus defectos de tipo psicológico viviendo en el camino del recto obrar, recto pesar y recto sentir.

Este es el mismo camino iniciático de la Gnosis. La Gnosis nos da la doctrina, los ejercicios y las prácticas necesarias para adentrarnos en el camino de la revolución de la consciencia. La Gnosis nos da la ciencia para aprender a auto-conocernos y nos enseña a trabajar con la ayuda de fuerzas de tipo superior que nos liberan de las cadenas del sufrimiento, logrando en última instancia la cristalización del alma. De la misma forma, la Gnosis nos enseña a extraer la sabiduría de entre todo nicho, escultura, códice, leyenda, y escritura sagrada, a modo de que podamos interpretar los símbolos que transcienden el tiempo, las culturas y las generaciones donde los antiguos legaron sus más grandes secretos.

Toda enseñanza de tipo universal está codificada en símbolos y la Tabla de  Esmeralda de Hermes Trismegisto no son la excepción. Por ello tomamos y expandimos un fragmento de la Tabla primera, que bien podemos tomarlo como acontecimiento histórico si lo leemos a la letra muerta, o como un pasaje de enseñanza de tipo trascendental;

…y al llegar (la sabiduría, Hermes) a las tierras de KHEM (alquimia)en Egipto (la Tierra Filosofal) contra él se levantaron los peludos de entre las cuevas (los egos) con sus palos y sus lanzas alzados (con sus valores negativos) buscando destruir los Hijos de Atlantis (los hijos de la sabiduría de Neptuno).

Y levantando su báculo (su serpiente de bronce, como Moisés en el desierto) les envió una onda vibratoria (el Verbo)  dejándolos estáticos (un shock de la consciencia)  en sus pasos como piedras (sin labrar)  al pie de la montaña (del camino iniciático)…Y les hablé con palabras de paz, Y les conté de la Gran Atlantis, Y les dije que éramos Hijos del Sol (del Cristo Interno) y sus mensajeros (Avataras)…Y por muchos años (iniciaciones) permaneció en KHEM (la práctica de la alquimia),Y en la luz (del Cristo Cósmico) crecieron los Hijos de KHEM,Mojados por el agua de su sabiduría (el Mercurio filosofal).

En la ciencia oculta Hermes es  el Mercurio,  substancia clave, que cuando es transmutada, tiene el poder de cristalizar nuestra alma y de convertirnos en ángeles, en verdaderos Hijos de la Luz. El trabajo con el Mercurio enciende el fuego del Espíritu Santo, y con éste despiertan las facultades de la dicha espiritual, sensibilidad psíquica, experiencias místicas, anhelos divinos, y la habilidad de alcanzar un dominio sobre el cuerpo físico y la mente que nos facilitan la meditación y un modo de sueño específico que nos permite experimentar el éxtasis.

El trabajo con el mercurio nos mueve por el camino de la verdadera regeneración. Es por eso que los alquimistas buscaban transmutar el plomo en oro: en realidad el plomo de la personalidad en el Oro del Espíritu. Las obras y trabajos del Maestro Samael Aun Weor destilan la enseñanza Hermética al igual que las grandes obras y sabiduría de las antiguas culturas, a modo de que los que tengan encendido el fuego del anhelo de la sabiduría comprendan la síntesis de la enseñanza universal y la pongan en práctica.

“Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero: lo que está de abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar el milagro de la Cosa Única.”. –Hermes Trismegisto

Enviado por Ricardo Santana Laracuente. Instructor en Phoenix, Arizona. E.U.

Imagen: Artista desconocido.  1480. Catedral de Siena

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