Testículos y Ovarios

Imagen de Leonardo Da Vinci.

Fino lector, hay un gran misterio en los órganos creadores de la criatura humana, misterio descifrable sólo por aquellos auténticos buscadores del conocimiento trascendental. Los griegos, hebreos, egipcios, hindúes, mayas, aztecas, etc., dieron gran importancia a los órganos creadores y sus secreciones; hay varios versículos de la Biblia que hablan también de ello. Por ejemplo los Levíticos dicen:

LEVÍTICO 15:1-2. 1 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo:

2 Hablad a los hijos de Israel, y decidles: Cualquier varón, cuando su simiente manare de su carne, será inmundo.

LEVÍTICO 21: 18 - 19. Porque ningún varón en el cual hubiere falta, no se acercará para ofrecer el pan de su Dios: varón ciego, o cojo, o falto, o sobrado, o varón en el cual hubiere testículo atrofiado.

Todo esto nos está indicando que, debemos poner especial atención en el estudio, cuidado y buen uso de nuestros órganos reproductores y su simiente, pues en ellos hay enigmas que nos harán libres y, en esta última, se encuentra el germen que nos puede convertir en mujeres y hombres auto-realizados.

Las secreciones internas de los testículos y de los ovarios, son definitivas para la vida del ser humano sobre la tierra. Las diferencias fundamentales entre hombres y mujeres se deben a la secreción de las gónadas sexuales masculinas y femeninas. .

Para la reproducción de la especie humana sólo se necesitan un espermatozoo y un óvulo. Eso es todo. No vemos científicamente por qué motivo el ser humano goce derramando millones de zoospermos, cuando realmente sólo necesita uno solo. El huevo es grande y redondo, posee núcleo propio con un protoplasma grueso que tiene aspecto de yema.

El espermatozoide es distinto, resulta ser largo y delgado, tiene un cuerpo puntiagudo y oval donde se halla el núcleo fundamental. El espermatozoo tiene una cola larga como el pez.

El movimiento del huevo femenino entre las aguas de la vida es lento, espera paciente que el espermatozoo del varón lo busque. El espermatozoide del varón impulsándose con su cola de pez, entre las aguas del caos sexual, navega muy lejos en busca del huevo que le espera.

Los biólogos no saben con toda exactitud científica, cuál es esa causa causorum que produce la sabia atracción hacia el sexo opuesto, tampoco saben con toda exactitud científica cuál es esa causa causorum que une el zoospermo al huevo fecundante. Ese es un enigma para la ciencia. Se lanzan hipótesis como en todo, opiniones más o menos científicas, se cree que el protoplasma del huevo posea una gran atracción química por el del esperma, etc., etc.

Todas esas son hipótesis, pero nada más que eso: ¡Hipótesis! aún en el supuesto de que esa hipótesis fuera cierta, tampoco resolvería el enigma. No podríamos lógicamente admitir que una operación química se haga sola, sin un principio consciente directriz. Del protoplasma del huevo pasaríamos al energetismo del huevo.

La lógica nos invita a aceptar la energía como campo magnético de atracción para el huevo. La lógica nos invita a aceptar la electricidad como fuerza dinámica impulsando el espermatozoide hasta el huevo. En última síntesis el átomo es un exponente de energías. Las fuerzas electromagnéticas de todo protoplasma son una tremenda realidad. Todo irradia. Admitimos la mecánica de los fenómenos, pero necesitamos una explicación noumenal (intuitiva) de las leyes que regulan dicha mecánica.

ASÍ COMO EXISTE LA CONCIENCIA HUMANA, EXISTE LA CONCIENCIA CÓSMICA y ésta resulta ser la inteligencia primaria que establece la unión del espermatozoide con el óvulo. No podríamos aceptar un fenómeno inteligente, sin una causa también inteligente. Hechos son hechos y tenemos que rendirnos ante los hechos.

Los gnósticos hablan del Tercer Logos, el Espíritu Santo de los cristianos. La ciencia debe saber que el Tercer Logos es precisamente la inteligencia primaria. El Tercer Logos no es individúo. El Tercer Logos de los gnósticos es la Inteligencia primaria de la naturaleza, la que une los dos polos, el masculino y femenino

Canales espinales (imagen del libro: Los Chakras de C.W. Leadbeater)

El espermatozoide es el exponente de las fuerzas positivas del Tercer Logos. El óvulo es el exponente de las fuerzas negativas del Tercer Logos. Ambos polos de la energía se unen para crear. Ley es ley.

El zoospermo unido con el óvulo, se multiplica por división celular, y crea esa comunidad celular llamada blastodermo.

El zoospermo y el óvulo deben pasar de un proceso de evolución y desarrollo antes de ser convertido en un nuevo vehículo del alma humana. Las causas internas de la maduración del huevo-esperma son muy desconocidas por la Biología.

Muy interesante es que los hombres de ciencia resolvieran el enigma aquel de los cromosomas. ¿Por qué el huevo solo tiene 48 cromosomas? ¿Por qué el zoospermo tiene también 48 cromosomas? ¡Enigmas! ¡Enigmas! ¡Enigmas!

¿Por qué motivo íntimo, el zoospermo y el óvulo pierden durante la maduración exactamente la misma cantidad matemática de 24 cromosomas cada uno? ¿Quién es ese que se toma la molestia de hacer un cálculo matemático tan perfecto?

¿Por qué causa cuando se unen el zoospermo y el óvulo después de la maduración, vuelven juntos a tener la misma cantidad original de los 48 cromosomas? (46 dirían los científicos actuales)

En esto existen dos operaciones matemáticas: resta y suma. El capital básico es 48. ¿Podrían existir operaciones matemáticas sin una inteligencia matemática?... esto está demostrando por simple inducción lógica, la realidad de la inteligencia Primaria de la naturaleza, la cual llaman los gnósticos, Tercer Logos.

Después que el óvulo ha sido fecundado por el espermatozoide se gesta en el útero durante nueve meses. La célula del huevo y del esperma tiene dos núcleos, el del esperma y del óvulo.

Estos dos núcleos se unen sabiamente. El protoplasma de los dos núcleos se mezcla. Dentro de la célula huevo-esperma, existe una esfera de atracción.

 La gran esfera de atracción también se bipolariza obedeciendo a la inteligencia primaria. Cada una de las dos polaridades de esa esfera de atracción tira el núcleo y lo estira, convirtiéndolo de bola en Huso.

En el centro del huso nuclear se encuentran revueltos los cromosomas y los genes. Los genes están dentro de los mismos cromosomas. Los genes nos dan la herencia del padre y de la madre.

Pero no todo lo que el ser humano recibe es hereditario. De familias virtuosas han nacido terribles asesinos, de familias mediocres han nacido grandes genios.

Si un clarividente examina el espermatozoide que ya maduro se dirige hacia el óvulo, puede ver en el vértice superior del espermatozoo un átomo importantísimo. El átomo simiente. Ese átomo es un trío de materia, energía y conciencia. De ese átomo sale un hijo muy fino que está unido a cierta suma de valores energéticos de la naturaleza. Esos valores son el ser, el alma.

Nosotros somos puntos en el espacio que accedemos a servir de vehículos a determinadas sumas de valores de la naturaleza. La muerte es una resta de quebrados. Hecha la resta, quedan los “valores”.

Los valores de la naturaleza son electro-magnéticos. Los valores reemplazan el cuerpo físico ya muerto, mediante nuevos procesos biológicos, cuyos pasos sigue cuidadosamente la biología. Esta es la ley de la reencarnación. Ley es ley. La ley se cumple.

Dentro de los átomos físicos del óvulo-esperma hay energía. Esa energía está organizada. Esa organización enérgica es la Mumia.

Dentro de cada átomo de la Mumia están los átomos del cuerpo astral. Dentro del cuerpo astral están los valores de conciencia de la naturaleza.

No estamos sentando dogmas. Estamos analizando y la ciencia ya pudo materializar el cuerpo astral en algunos laboratorios. Hechos son hechos y tenemos que rendirnos ante los hechos.

Las virtudes y defectos de cada hombre dependen de la calidad de los valores que en él reencarnen.

Dice Jesús de Nazareth: Buscad la verdad y ella os hará libres.

Enviado por: José Isabel Mauricio Vargas. Instructor Gnóstico de Rincón de Romos Aguascalientes.

Imagen 1: Imagen de Leonardo Da Vinci. Imagen 2: Canales espinales (imagen del libro: Los Chakras de C.W. Leadbeater)

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